Entre el 15 y el 19 de
octubre de 2001 se realizaría en la ciudad de Salta, noroeste argentino, el
Tercer Encuentro Internacional Humboldt; y en esa oportunidad yo estaba a cargo
de la coordinación general. Fue por esa circunstancia, que debía viajar a la
capital salteña el mes anterior para organizar las actividades.
Comencé por llamar por
teléfono a diferentes hoteles y todos me indicaron que en la semana de
setiembre que yo había elegido para realizar mis gestiones, tenían todas las
plazas ocupadas porque era la Semana de la Virgen del Cerro, y, que, además, no
podría avanzar en ningún trámite porque la mayor parte de las dependencias se
mantendría cerrada. Así que postergué mi viaje para la semana siguiente.
En cuanto puse un pie
en la ciudad, me encontré con un panorama por demás insólito. Todos estaban
horrorizados debido a que el conjunto folklórico Los Nocheros, “(…) se
habían atrevido a cantar esas canciones por demás eróticas que los
caracterizaba…”, durante la Semana de la Virgen. Afirmaban que era
indignante que el intendente los hubiera autorizado, ¡y que debía renunciar! Yo
no podía creer en semejante pacatería, y creí que se trataba solamente de gente
con escaso nivel de instrucción. Pero cuando visité algunas instituciones
académicas, me encontré con la sorpresa de que muchos de sus profesionales
tenían el mismo pensamiento. ¡Pero eso no fue todo!
Desde el primer
momento habíamos recibido el apoyo del Secretario de Turismo, que en ese
entonces era Bernardo Racedo Aragón, quien nos allanó el camino a partir de sus
contactos con el Presidente de la Asociación Hotelera y con distintas agencias
de viajes, además de colaborar con la difusión y la impresión de afiches. Y
hasta ofreció dar una conferencia de prensa en la Dirección de Turismo; pero en
el mismo momento en que íbamos a comenzar a explicarles a los periodistas los
detalles del Encuentro, un hombre se ahorcó en uno de los árboles del Centro, y
todos salieron corriendo a cubrir esa noticia, dejándonos absolutamente solos.
Primeramente, me
dirigí a la Legislatura con el fin de que el Encuentro fuera declarado de
interés provincial. Y me encontré con la novedad de que los diputados sólo iban
a avalar lo que decidiera Juan Carlos Romero, quien ocupaba el cargo de
Gobernador desde 1995. Pero una vez obtenida su firma, no sólo que logramos
nuestro objetivo principal, sino que muchas empresas, entre ellas la de
emergencias médicas, nos ofrecieron importantes descuentos. Muestra rotunda de
lo que es un “caciquismo provincial”.
En segundo lugar, fui
al Ministerio de Educación, y me encontré con la sorpresa de que la mayor parte
de los funcionarios eran abogados; y además de no entender nada acerca de
educación, eran más burócratas que en otras instituciones similares de otras
partes del país. Pretendían, entre otras cosas, que se tomara una evaluación a
los profesores salteños asistentes sobre lo que se había dicho en el Encuentro,
y, además, que se comenzara con una misa y la entonación del Himno Nacional
Argentino porque de lo contrario, la actividad no era considerada seria. Y si
bien no era nuestra modalidad, aceptamos lo segundo, pero de ninguna manera lo
primero, ya que entre los participantes no todos profesaban el catolicismo.
Regresé a Salta al mes
siguiente junto con otros organizadores, y con el fin de acomodar lo que
estuviera suelto, lo hicimos unos días antes del comienzo del evento. Y fue así
como no pudimos votar, ya que el domingo 14, en presidencia aun de Fernando de
la Rua, se realizaban elecciones legislativas a nivel nacional.
Y el lunes 15 se dio
comienzo al Encuentro, que se realizó simultáneamente en los salones de los
hoteles Salta y Colonial, frente a la plaza 9 de Julio.
En el panel de
apertura se encontró presente el Secretario de Turismo dirigiéndose al público
como si fuera el principal organizador del evento; y para él estuvieron todos
los medios a su disposición, pero cuando se retiró, los periodistas y fotógrafos
también lo hicieron. Como siempre, nunca dan difusión a las conferencias o
ponencias de los científicos; sólo divulgan el discurso político y las
catástrofes.
A la noche teníamos un
brindis en los jardines de un centro cultural, con empanadas donadas por “Doña
Salta”, uno de los más afamados restoranes de comidas regionales de la ciudad;
pero cometimos el error de difundirlo en el programa, por lo que varios
participantes, predominantemente estudiantes, en lugar de asistir al acto de
apertura, fueron directamente al predio mencionado, y cuando llegamos los
demás, prácticamente no quedaba nada.
Junto a Roberto Benítez, Beatriz Posada, Alicia
Cáceres, mi madre, Mercedes y Humberto Voltolini, Haydée Aravena, mi padre,
Omar Gejo y Marcelo Veneziano
En ese entonces, una
de las mayores problemáticas que se vivían en el ámbito de la Geografía
académica, era su virtual atomización cuando no desaparición de las aulas de la
escuela secundaria, por lo que el tema fue central durante el Encuentro,
llegando a firmar un documento ad hoc denominado “Declaración de Salta”,
donde docentes e investigadores argentinos y de países limítrofes exhortábamos
a las autoridades educativas a volver atrás con las medidas que se estaban
llevando a cabo. De esa forma le dimos un importante apoyo a la Asociación
Geográfica de Salta cuyos miembros no podían expresar abiertamente sus
pareceres.
La mayor parte de los
concurrentes realizaron excursiones por la región, de lo que yo estuve impedida
por tener la mayor responsabilidad de la reunión. Pero no por eso dejé de
participar de las cenas en diversas peñas, con comidas regionales y cantos con
guitarreada hasta altas horas de la noche.
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