jueves, 28 de junio de 2018

A Villa Carlos Paz en el mes de junio



Los primeros días del mes de junio de 2004, tenía que regresar a Villa Carlos Paz con el fin de continuar con la organización del Encuentro Humboldt que se realizaría tres meses después. Y como mi hijo Joaquín no se había tomado vacaciones en el verano, lo invité a viajar conmigo, además de llevar también a Martín.
¡¡¡Qué frío!!!!! Habíamos salido de Buenos Aires en plena Sudestada, pero en Córdoba las temperaturas eran mucho más bajas; y, por otra parte, como no se trataba de un fin de semana, gran parte de los locales estaban cerrados y muchas de las excursiones no se realizaban por falta de pasajeros, a menos que se pagara una exorbitancia.
Mientras yo hacía gestiones de todo tipo, Joaquín (19) y Martín (13) andaban juntos por todas partes, caminando alrededor del lago San Roque o en los locales de jueguitos electrónicos.
Pero en cuanto me desocupé, hicimos unas salidas a los valles cercanos en remise, y subimos al cerro de la Cruz.
Primeramente, fuimos hasta el final de la avenida Estrada, al pie de la aerosilla, y doblando a la izquierda encontramos las escalinatas que llegaban hasta la cima.
A lo largo del camino se presentaba un vía crucis que finalizaba en la famosa cruz en lo más alto del cerro.
A medida que ascendíamos la vegetación iba mermando y haciéndose cada vez más espinosa, pero la vista era cada vez más bonita.
En determinado momento yo hice un alto para descansar y tomar fotografías, pero el entusiasmo de los chicos hizo que continuaran subiendo a gran velocidad.

 Vista de Villa Carlos Paz durante el ascenso al cerro de la Cruz


El cerro de la Cruz era el más alto de Carlos Paz y se elevaba a 1000 m.s.n.m. La cruz blanca que lo coronaba era de quince metros de altura, realizada con hormigón armado. Fue inaugurada en 1934 coincidiendo con la realización en Buenos Aires del XXXII Congreso Eucarístico Internacional, razón por la cual Margarita Avanzatto, viuda de Carlos Paz, fundador de la villa, había donado esos terrenos al Arzobispado de Córdoba.
En la parte superior de la cruz había una inscripción en latín que decía “Christus Vivit Regnat et Imperat”, cuyo significado era “Cristo vive, reina e impera”.
Desde allí pudimos tener una vista panorámica de la ciudad, con el río San Antonio desembocando en el lago San Roque, por lo que nos quedamos observando el panorama durante varios minutos, hasta que el viento, que se hacía cada vez más fuerte, nos impidió permanecer más tiempo.

Vista de Villa Carlos Paz, con el río San Antonio desembocando en el lago San Roque


Y muy a pesar del frío, durante el descenso volvimos a entrar en calor. Joaquín y yo quedamos muy satisfechos con esa experiencia, pero a Martín no se le borró más de la mente, y desde ese momento, siempre ha pedido volver a las montañas.

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