sábado, 27 de abril de 2019

El Encuentro de Juiz de Fora



En septiembre de 2007, realizamos el IX Encuentro Internacional Humboldt en Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil. Era la primera vez que lo hacíamos fuera de Argentina, y fue coordinado por Nathan Belcavello de Oliveira, quien venía asistiendo a nuestros encuentros desde el de Puerto Iguazú en 2002. Pero no solamente él fue el motor de esta decisión, sino un interesante grupo de brasileños que nos venían acompañando desde tiempo atrás.
Contamos con los salones del Centro Cultural Mascarenhas que gentilmente nos cedieron y la colaboración de todo el grupo de jóvenes más la de Dionea, madre de Nathan, quien también había venido a varios Encuentros en Argentina.

Centro Cultural Mascarenhas


Telma de Souza Chaves y Dionea Belcavello atendiendo a los participantes


Me emocioné mucho cuando durante la ceremonia de apertura, Joao Batista Villas Boas Simoncini pidió a la banda que dedicara un tema en homenaje a mi padre, Ampelio Liberali, quien había fallecido meses antes y que siempre venía con nosotros como locutor, como fotógrafo o como expositor de audiovisuales sobre temas de Argentina.

Joao Batista Villas Boas Simoncini presentando a la banda de música


El Encuentro contó con representantes de diferentes regiones de Brasil y de otros países latinoamericanos con los que tuvimos posibilidades de discutir distintas temáticas en un clima de gran cordialidad.

Gerardo de Jong, de Argentina, durante su alocución


Fue destacable también la gran cantidad de producción bibliográfica brasileña, que en cantidad y calidad superaba grandemente a la de Argentina. Incluso las traducciones se publicaban con anterioridad.

Mesa de libros durante el Encuentro


Al margen de nuestras actividades académicas, durante parte del día salíamos a recorrer diferentes atractivos de la ciudad, y por las noches compartíamos la cena en la peatonal.
Pero en una oportunidad, Dionea invitó a un gran número de personas a su casa, y cocinó para todos nosotros comida típica, que degustamos con todo placer.

Las nenas con las nenas…


Y los nenes con los nenes…


Fueron tantas las satisfacciones que tuvimos, que antes de irnos ya comenzamos a planificar otro encuentro en territorio brasileño para dos años después.

A Río Cuarto por el Congreso de Geografía de Universidades Nacionales


  
Entre los días 5 y 8 de junio de 2007, se realizaba en la Universidad Nacional de Río Cuarto, el Primer Congreso de Geografía de Universidades Nacionales. Así que junto con Omar y Martín partí desde la terminal Retiro hacia la provincia de Córdoba.
A la mañana siguiente, al llegar a la ciudad de Río Cuarto, nos encontramos con una gran cantidad de periodistas por todas partes. Evidentemente no estaban allí esperándonos a nosotros, pero tampoco se habían concentrado a causa del Congreso de Geografía, sino que lo que los había convocado era que esa semana se levantaba el secreto de sumario en la causa por el asesinato de Nora Dalmasso, ocurrido siete meses atrás, y se tenía la sospecha de que estaría imputado su hijo Facundo. Y ese era el único tema del cual se hablaba por la calle, lo que le robó cámara a la actividad académica referida a la Geografía Nacional.
Río Cuarto era la segunda ciudad en importancia de la provincia de Córdoba, situada al este de la sierra de Comechingones, a orillas del río Cuarto, también conocido como Chocancharava. Tenía en ese momento una población de alrededor de trescientos mil habitantes, siendo el centro comercial y de servicios de una pujante región agrícolo-ganadera. También su economía se basaba en industrias agromecánicas y alimentarias, como frigoríficos y lácteas. Por otra parte, la universidad le daba un empuje muy particular dada la cantidad de estudiantes provenientes de toda la región. Y además constituía un nudo de comunicaciones entre la región Pampeana y Cuyo, y entre el Atlántico y el Pacífico. Sin embargo, nunca la ciudad había estado en los titulares de los diarios, como por el famoso crimen. Sinceramente una injusticia.
Luego de instalarnos en un buen hotel céntrico partimos hacia el campus universitario que quedaba en las afueras de la ciudad sobre la margen norte del río Cuarto. Y allí nos esperaban los organizadores, estando entre ellos, Ricardo Agüero, José María Cóccaro, Jorge González, Mayra Puigdomenech, Elina Sosa, Cristina Valenzuela… Como era de esperar, excelentes anfitriones.
En todo este tipo de actividades, además de las cuestiones académicas, aprovechamos para encontrarnos y compartir gratos momentos con colegas y amigos con los que no nos veíamos asiduamente, y esta ocasión no fue la excepción.
Durante el transcurso del Congreso se expusieron gran cantidad de ponencias sobre diversidad de temas, se realizaron plenarios con la participación activa de estudiantes, se rindió homenaje a geógrafos destacados y se hicieron reuniones programando actividades a futuro. Y, además, se desencadenaron discusiones muy provechosas.
Pero como nada podía ser perfecto, tuvimos un pequeño incidente. En esa época mi hijo Martín tenía dieciséis años y permanecía conmigo en las aulas mientras se hacían las exposiciones. A él lo entretenía el hecho de que se proyectaran imágenes y por tal motivo, se mantenía tranquilo. Pero en un momento en que yo estaba moderando una mesa, entró al aula alguien de seguridad increpándolo y pidiéndole de mala manera, que se retirara. Él se quedó mirándolo fijo. No entendía nada, y quienes estábamos allí, tampoco. Entonces yo le dije al hombre que lo dejara, que era autista y que estaba conmigo, además de preguntarle qué era lo que pasaba. El respondió que alguien lo había ido a buscar porque el muchacho estaba molestando. ¡Quedamos absolutamente perplejos! Todos los presentes le respondieron que eso no era cierto. A lo sumo hacía un ruidito constante con la correa de la mochila, pero de ninguna manera era razón para llamar a alguien de seguridad. Lo que más nos indignó fue que quien lo había acusado no diera la cara.
El jueves 7 hicimos un viaje de estudio dirigido por docentes de la Universidad, donde recorrimos ambientes de llanura y de sierras, viendo las condiciones de uso del suelo rural y del urbano, y los problemas medioambientales emergentes del proceso de organización del espacio.
Primeramente visitamos Sampacho, que era una localidad que contaba en ese momento con menos de diez mil habitantes. Su nombre, derivado del quechua, significaba “lugar débil o flojo”, y podría estar relacionado tanto por el constante movimiento de los médanos como por los continuos temblores que ocurrían en la zona como lo atestigua el terremoto de 1934 que había dejado al pueblo parcialmente destruido.
El origen de Sampacho se remontaba a fines del siglo XVIII cuando Rafael de Sobremonte, gobernador de Córdoba, en su deseo de proteger y dar mayor seguridad a las rutas que se habían abierto en la zona, mandara a erigir el fuerte San Fernando, que fuera destruido más de una vez por los Ranqueles, con el fin de defenderse de la invasión de los blancos. Y como la zona contaba con un arroyo de abundante caudal que se desplazaba por una llanura fértil, las autoridades consideraron que el lugar se prestaba para la fundación de un poblado, lo que se concretara a partir de las tierras donadas por un estanciero. Y fue a fines del siglo XIX que llegaron los primeros colonos de origen italiano, para arribar posteriormente otros, también procedentes de tierras europeas.
Luego continuamos viaje hasta Achiras, conocida como “La Linda del sur cordobés”, por estar enclavada en las últimas estribaciones de las sierras de Comechingones, a 850 m.s.n.m. Y por esa razón se había convertido en el centro turístico más importante de la región, contando en ese entonces con sólo dos mil habitantes permanentes, pero que aumentaban considerablemente todos los veranos.
En ese momento, se encontraba en construcción otro de los microembalses pensados para contener las aguas que provocaban anualmente fuertes inundaciones.

Se encontraba en construcción la represa de Achiras


Dique de contención del río Achiras


Se trataba de una localidad más antigua que Sampacho, ya que las primeras menciones se remontaban a 1570, y que continuaron con la Posta de Los Nogales, ubicada a la vera del Camino Real. Por esto y por otros importantes acontecimientos, su historia nos pareció muy rica. De hecho, el pueblo contaba con varios museos y edificios de gran valor. Uno de ellos era la Casa de los Oribe, construida alrededor de 1887 en barro y piedra, donde además del Archivo Histórico había un enorme salón denominado Teatrino donde participamos de una actividad cultural. Y en esa ocasión nos hicieron saber la trascendencia que había tenido Achiras en la campaña libertadora, ya que el General San Martín, en su paso hacia Cuyo, allí había reclutado hombres y se había hecho de diversos elementos necesarios para el cruce de los Andes.

Martín en el aljibe de la Casa de los Oribe


Caminamos por sus callecitas con sus construcciones de adobe y piedra para luego llegar hasta la plaza Roca, que fuera el lugar de asentamiento del fuerte que sirvió durante la Campaña al Desierto, entre los años 1832 y 1869. La plaza resultó ser el reducto interior de la fortificación, perimetrada por edificios militares, civiles, religiosos y particulares, que daban su espalda al exterior y abrían sus puertas a un espacio cerrado que brindaba amparo al vecindario, todo coronado por el edificio de La Comandancia.

Iglesia La Merced frente a la plaza Roca


Plaza Roca


Paseando por Achiras


Ya habiendo pasado largamente el mediodía, nos instalamos a la vera de uno de los dos cursos de agua que tenía el pueblo, donde había mesas y bancos de cemento, teniendo nuestro merecido almuerzo en un ambiente de gran camaradería. Y ya cansados pero muy satisfechos regresamos a la ciudad de Río Cuarto.

Con Martín en el balneario de Achiras


Martín en el sur de la sierra de los Comechingones


Con Elina Sosa


El guía destacaba aspectos naturales e históricos de Achiras


Todas las actividades del Congreso continuaron normalmente y como despedida nos ofrecieron un asado con espectáculo y baile en los salones de la Sociedad Rural de Río Cuarto. ¡Excelente! Y si bien la comida fue de primer nivel y muy abundante, lo que se logró durante el baile, fue sensacional.
El Congreso había tenido como logo unas manos, cuya reproducción en cartulina había sido repartida previamente entre los asistentes para luego utilizarlas lúdicamente. De esa manera todos nos integramos y divertimos muchísimo, sumándole un gran valor a la reunión científica.
Ya concluidas todas las actividades, a la noche tomamos un micro rumbo a Buenos Aires, que después de casi diez horas de viaje nos dejó en la terminal de ómnibus de Retiro, atravesando la Villa 31.
Lamentablemente la marginalidad crecía día a día debido a un fuerte proceso inmigratorio a causa de la expulsión de población rural tanto de Argentina como de países vecinos, por parte de población cada vez más pauperizada. Y justamente esa problemática había sido tratada en varias ponencias durante el Congreso al que habíamos asistido.

Llegada a la ciudad de Buenos Aires


Áreas marginales cercanas a la terminal de ómnibus de Retiro


Viviendas extremadamente precarias en el barrio de Retiro


Comercios de la Villa 31


Vista parcial de la Villa 31


Locales informales en la Villa 31


Feria comercial de fines de semana en la Villa 31



martes, 23 de abril de 2019

A Florianópolis por la Semana de la Geografía



 
En mayo de 2007, mi colega y amiga Gerusa Duarte me invitó a participar de la 28va Semana de la Geografía, que se haría en la Universidad Federal de Santa Catarina, en la ciudad de Florianópolis.
Si bien quería enviarme el pasaje aéreo, yo le dije que prefería ir por tierra porque nunca había cruzado por el paso fronterizo Paso de los Libres-Uruguaiana, y quería conocer esa ruta brasileña. Así que salí en la empresa Flechabus un día de semana al mediodía, en la que siendo fuera de temporada, íbamos cuatro pasajeros, dos choferes y un camarero. Debido a esa relación extremadamente personalizada, el hombre nos mostró dónde estaba la heladera y nos dijo que nos sirviéramos todo lo que quisiéramos, y solo se encargó de darnos la cena caliente.
Al salir de Buenos Aires, atravesamos un sector de la provincia de Buenos Aires para luego cruzar el puente Zárate-Brazo Largo y pasar a la provincia de Entre Ríos por la ruta nacional nro. 14, “ruta del Mercosur” o “ruta de la muerte.”
Tanto en el norte de la provincia de Buenos Aires como en el sur de Entre Ríos, es característica la producción de ganado de leche y carne, de la mejor calidad.

Paisaje pampeano, cercano a la localidad de Perdices, en la provincia de Entre Ríos.


A la medianoche llegamos a la frontera y nos revisaron hasta los dientes. Y eso nos demoró un largo rato, además de tomar bastante frío. Y luego, continuamos viaje durante toda la madrugada, en que dormí profundamente. Al amanecer, ya estábamos en Porto Alegre. A menos de cien kilómetros de Porto Alegre, llegamos al parque eólico de Osório, que se encuentra junto a la Lagoa dos Barros, en el estado de Rio Grande do Sul. Está compuesto por setenta y cinco torres y aerogeneradores de noventa y ocho metros, por lo que está considerado el mayor de América Latina.


Parque eólico de Osório junto a la Lagoa dos Barros


Lógicamente se trata de una zona muy ventosa que permite la práctica del surf en la laguna. Ya el paisaje ha dejado de ser absolutamente llano para presentar amplias planicies alternadas con morros, y la escasa vegetación natural, reemplazada por las actividades agropecuarias, presenta especies de clima subtropical.



La intensidad del viento se manifestaba en la copa de los árboles


Continué disfrutando del camino de la costa y tomé nota de las producciones y otros sucesos. Y pasado el mediodía arribé a la terminal de Florianópolis donde me esperaba Gerusa.


Entrando a la ciudad de Florianópolis


Me llevó al hotel que era pequeño pero con todas las comodidades y un jardín tropical fantástico. Y de allí a la peluquería a recomponer un poco mi pelo después de un viaje de más de veinticuatro horas, a recorrer un poco la ciudad y encontrarme con los otros colegas.


Jardines que rodeaban al hotel



El evento era muy interesante porque trataba sobre Recursos Hídricos y Cambios Climáticos, se discutía fundamentalmente la veracidad o no del cambio climático global, y las posiciones estaban divididas. La conferencia de apertura estuvo a cargo de Hugo Romero Aravena, de la Universidad de Chile, y entre los más destacados geógrafos brasileños expuso Joao Lima Sant’Anna Neto, de la Universidad Estadual Paulista (UNESP), de Presidente Prudente (estado de Sao Paulo). Estuvo a mi cargo la conferencia de cierre sobre “Agroquímicos en la Cuenca del Plata”. Y como la fecha coincidía con el aniversario del Centro Humboldt, Gerusa Duarte y yo hicimos una breve presentación ante la comunidad presente.


Playa de Florianópolis



Finalizadas las actividades académicas formales, Gerusa nos llevó a Hugo Romero y a mí, a hacer una recorrida para observar in situ, algunos lugares que habían sido mencionados en los trabajos presentados.


Vegetación natural costera


Y además de hacernos conocer las características físicas de las costas, también hizo referencias a características socioeconómicas de la ciudad.


Estas playas eran visitadas en verano por gran cantidad de turistas argentinos


Si bien en promedio las temperaturas de Florianópolis son más elevadas que las de Buenos Aires, el invierno es marcado y se hace sentir. El promedio del mes de mayo es de 18ºC, pero por la hora que era, estábamos muy por debajo de ese valor.


Hugo Romero Aravena y Gerusa Duarte


A pesar del frío, hicimos una larga caminata por la playa durante el atardecer.


Con Gerusa en la playa de Florianópolis


A la noche fuimos a cenar compartiendo típicos platos brasileños y desde ya que tomando una tan deliciosa como fuerte caipiriña. La caipiriña es un cóctel que contiene cachaza, lima, azúcar y hielo. Y la cachaza es un producto obtenido a partir de la caña de azúcar, con una concentración de alcohol que va del 38 al 51%.


Con Hugo Romero, Magaly Mendonça y Gerusa Duarte


Al día siguiente continuamos visitando diferentes áreas de la ciudad. Florianópolis es la capital del estado de Santa Catarina y una de las ciudades con mayor calidad de vida de Brasil donde viven alrededor de 300000 habitantes. Y allí, además de la actividad turística hay un importante desarrollo industrial, explotación minera y agropecuaria.


Avenida de Florianópolis donde se circulaba, como en el resto de Brasil, a gran velocidad


El 97% de la población de Florianópolis se encuentra en la isla de Santa Catarina, que es la más grande de un archipiélago de más de veinte islas. La isla está conectada al continente por tres puentes. El punto más alto es el morro de Ribeirão da Ilha, con una altura de 532 metros. Desde la altura Gerusa me indicó las diferentes problemáticas que aquejan a la ciudad.


Vista panorámica de Florianópolis donde se observa uno de sus puentes



A la tarde antes de mi partida, salimos de compras. Yo en busca de regalos para mi familia y ella, de regalos para mí y los míos. Siempre Gerusa tiene esas enormes atenciones, que nunca sé cómo agradecérselas, porque las hace con todo cariño, tal cual el que siento por ella. Conversamos de cuestiones personales y de tango, porque ella aprendió a hablar en español escuchando música rioplatense. Yo en cambio, todavía no hablo portugués, pero lo entiendo casi todo, y eso también se lo debo a los cantantes brasileños como Vinicius de Moraes, Toquinho, María Bethânia, Roberto Carlos, María Creuza, Paralamas do Suceso…
Mi amiga me despide en la terminal de ómnibus, y estoy de vuelta en la ruta observando los campos con variedad de cultivos y algunos establecimientos con ganado.


Campos del estado de Santa Catarina


El trayecto entre los estados de Santa Catarina y Rio Grande do Sul es una zona donde puede verse una importante radicación industrial, destacándose metalúrgicas y automotrices.


Área rural cercana a la Iglesia de Sao José


Seguimos desplazándonos hacia el sur, y continúa el paisaje subtropical, donde los suelos se presentan rojos por la presencia de hierro en un clima con grandes precipitaciones, y palmeras entre otras especies típicas de la mata originaria.


Suelos lateríticos cerca del balneario de Torres


En las últimas horas de la tarde, ingresamos a la ciudad de Porto Alegre. Allí suben algunos pasajeros más, pero de todos modos, tal cual el viaje de ida, somos muy pocos.


Calle de la ciudad de Porto Alegre


El ómnibus pasa por áreas de gran concentración de industrias y puedo observar contaminación de aguas por efluentes, pero ya la escasa luz solar no me permite tomar fotografías.


Atardecer en Porto Alegre


Cae la noche, duermo hasta que me despiertan en la frontera y vuelven a revisarnos, pero no ven la pequeña plantita que llevaba conmigo en una bolsa. Todo el viaje transcurre sin inconvenientes y al mediodía llego a Buenos Aires.


Palermo, en Buenos Aires, a pocos minutos de arribar a la terminal de ómnibus de Retiro


El viaje ha terminado y la experiencia ha sido excelente tanto a nivel académico como del encuentro con mis colegas y amiga.
La ciudad de Florianópolis es la que más me gusta de Brasil, después de Río de Janeiro, claro. Ya conocía treinta y tres países con sus ciudades más importantes, y mi ciudad preferida desde el punto de vista paisajístico seguía siendo Rio. La caída de las montañas al mar es lo que más me atrae, por eso le siguen Barcelona en España, San Francisco en los Estados Unidos, y Valparaíso en Chile