Enero de 2007. Hacía sólo
un mes que mi viejo, mi querido viejo se
había ido de viaje, pero esta vez para siempre. Él fue quien me contagió la
pasión de viajar, de tomar fotografías, de leer, de escribir… A sus jóvenes
ochenta y nueve años, pocos días antes de partir, me había dicho que creía que
ese verano, por primera vez, no iba poder acompañar al grupo scout de
Ingenierto White, al cual pertenecía, a su campamento anual. Él había viajado
por todo el mundo. Y en tiempos en que no era posible hablar por teléfono
a cada rato ni mirarse por la camarita de la computadora, yo esperaba ansiosa
al cartero para que me entregase una postal de la quebrada de Humahuaca, de
México, del Coliseo o de las pagodas de Tokyo… Y cuando volvía,
no pretendía regalos, que me traía y muchos, sino que escuchaba con
atención sus relatos y miraba una y otra vez la enorme cantidad de diapositivas
que había tomado. Muchas veces viajé con él y además de aprender, me divertí
muchísimo. Y cuando comencé a viajar sola, él me buscaba mapas, textos de
historia y geografía del lugar, me daba consejos, y una larga lista de
teléfonos y direcciones de amigos y conocidos a quienes saludar de su parte, o
bien recurrir en caso de emergencia. Los servicios telefónicos fueron mejorando
y al ser posible comunicarnos diariamente, iba disfrutando cada paso que yo
daba. Así que mi dolor era enorme, y si bien al principio sentíamos como que se
trataba de otra de sus escapadas, era hora de comenzar a hacer nuestro duelo.
Para eso teníamos que buscar un lugar que nos permitiera distraernos, pero a la
vez, caminar en silencio, meditar y llorar cuando lo necesitáramos… Y Esquel
nos permitiría todo eso. Además, nunca habíamos estado allí con él, porque de
lo contrario hubiese sido todo mucho más difícil.
El año anterior, en
los pocos días que había estado allí con Omar y Martín, no habíamos podido
recorrer mucho debido a las permanentes lluvias. Así que por segundo año
consecutivo visité la Casa de la Provincia del Chubut en Buenos Aires, pidiendo
información sobre hotelería y atractivos turísticos del oeste de la provincia,
y no sólo que no tenían datos ni folletería, sino que intentaron que desistiera
de visitar esa zona, dándome todo tipo de incentivos para que fuera a la costa.
Era evidente el boicot que el gobierno le hacía al turismo, a favor de las
empresas mineras. Y a pesar de los riesgos que eso conllevaba, alquilamos por
internet un departamento en el Centro de la ciudad para poder desplazarnos con
comodidad hacia los alrededores.
La
segunda semana de enero, salimos de la terminal de ómnibus de Retiro con la
empresa Vía Bariloche. Y después de ver muchas vacas y cada vez más soja en la
provincia de Buenos Aires, arribamos a Bahía Blanca, donde subió mi mamá.
Campos de soja a poco de andar por
la provincia de Buenos Aires
Pastizales
al acercarnos a la ciudad de Las Flores
Ganado vacuno de la mejor calidad en
el centro de la provincia de Buenos Aires
Campos cultivados próximos a la
ciudad de Azul
Campo de girasoles en el
sudoeste de la provincia de Buenos Aires
De
noche atravesamos el valle del río Negro por la ruta 22 hasta la ciudad de
Neuquén. Ya de día tomamos el camino que bordeaba el río Limay, haciendo de
límite entre las provincias de Neuquén y Río Negro, siendo utilizado para la
producción energética mediante las represas de El Chocón, Piedra del Águila y
Alicurá.
Embalse de
la represa de Alicurá
Ganado
vacuno en Paso Chacabuco
Bordeando el
río Limay
Típica
meseta patagónica
Y
atravesamos el Valle Encantado, una zona de rocas volcánicas, desgastadas por
la erosión hídrica y eólica, presentando diferentes formas bautizadas en
relación con la imaginación de los visitantes. La más famosa era el Dedo de
Dios.
Dedo de Dios
en el Valle Encantado, provincia del Neuquén
Esta
zona constituía una ecotonía entre la estepa arbustiva y el bosque andino
patagónico. Como puntos de referencia, pueden tomarse la ciudad de Neuquén
con precipitaciones de 160 mm anuales y Bariloche con alrededor de 900 mm. Al
ingresar a la ciudad de San Carlos de Bariloche, pudimos ver el cerro Catedral
cuyo nombre se debía a que los cerros testigos graníticos semejan las agujas de
una catedral gótica.
San Carlos
de Bariloche y el cerro Catedral en el mes de enero
La
Cordillera Patagónica está formada por batolitos de tonalita, granodiorita y
granito, ascendidos por movimientos tectónicos y erosionados durante las
glaciaciones. Su cerro más alto es el Tronador de 3491 m.s.n.m., mientras que
el promedio de alturas apenas llega a 2000 m. El cerro Catedral tiene una
altura máxima de 2388 m.s.n.m., siendo menos de la mitad que el sector
cordillerano a la latitud de la provincia de Mendoza. Esto es lo que permite el
avance de los vientos húmedos del Pacífico.
Agujas del
Cerro Catedral
Llegamos
a Bariloche, y desde allí, con una hora de espera, tomamos otro micro hasta
Esquel, ya que no había nada directo. Ese último tramo era tan hermoso como
peligroso, y pese a tratarse de camino de montaña y con precipitaciones
abundantes, nadie bajaba la velocidad.
Villa Mascardi, al sudoeste de
Bariloche
Laderas cubiertas de vegetación
Pasamos por El Foyel
Y por Epuyen
Plantación de pinos en la zona de
Epuyen
La
ciudad de Esquel no era tan bonita arquitectónicamente como otras ciudades
andinas, pero al estar rodeada de montañas, el entorno la hacía muy atractiva.
El trazado urbano era ortogonal en damero, con la clásica plaza y los edificios
principales a su alrededor. Y lo suficientemente tranquila como para descansar
dentro de un ámbito urbano que contaba con todos los servicios necesarios, aunque
sin demasiadas diversiones ni locales destinados al turismo. Para nosotros,
ideal.
Municipalidad
de Esquel, uno de los mejores edificios
Martín
encontró diversión en la plaza central
Las
precipitaciones aquí disminuían bastante en relación con Bariloche, no llegando
a más de 500 mm anuales. Y volvían a aumentar hacia el oeste en el límite con
Chile. Por ende, la vegetación iba variando nuevamente desde la estepa, hasta
el bosque patagónico y la selva valdiviana en función de las isohietas.
Una
salida donde pudimos observar las características de la vegetación y la ciudad
en forma panorámica fue la del ascenso al centro de esquí La Hoya, que en
invierno atraía a gran cantidad de turistas nacionales y extranjeros.
Base del centro de esquí La Hoya
Vegetación esteparia en las laderas
cercanas a La Hoya
Cerros que rodean a la ciudad de
Esquel
Vista panorámica de
Esquel desde La Hoya
Regresando a Esquel
La
mayor parte de los turistas que iba a Esquel se alojaba en establecimientos retirados
del casco urbano, muchos de ellos sobre la carretera. Predominaban las cabañas,
que ofrecían muy buenos servicios y algunas de ellas incluían casa de té,
artesanías, o museo como era el caso de un ciudadano lituano que contaba con
reliquias traídas por sus familiares u otros inmigrantes de ese origen en sus
respectivos viajes. Todo comenzó como una pequeña muestra y ya, la Villa
Olgbrun, estaba reconocida por entidades culturales de Lituania que le habían
brindado apoyo para que el proyecto pudiera consolidarse.
Mi mamá y
Martín en el ingreso a la Villa Olgbrun
Museo de la
Inmigración Lituana en una cabaña de Esquel
Importante
colección numismática
Homenaje al
Perito Francisco Pascasio Moreno
El
principal bar de la ciudad estaba en la esquina de nuestro
departamento. Muy bien puesto, y casi el único. Allí podíamos ir a leer el
diario por la mañana, tomar té con tortas por la tarde y un café por las
noches, todo en la medida en que no hiciéramos excursiones durante el
día. Y a través de sus ventanas ver a la gente pasar y dejar la mente en
blanco… Y en ese lugar, un día vimos al gobernador durante una
visita que le hiciera a la Sociedad Rural.
Pleno Centro
de Esquel en hora pico
Maquetas de
los proyectos de explotación minera en los cerros que rodean a Esquel
Quisimos
que mi madre conociera la pequeña y bonita localidad de Futaleufú, del lado
chileno. Esta vez visitamos algunos establecimientos ganaderos, caminamos
bordeando la laguna Espejo, que se encontraba al extremo oriental del pueblo, y
tomamos la once en una casa de té frente a la plaza de Armas.
Cría de ovejas en un establecimiento
del pueblo de Futaleufú
Ganado lechero en Futaleufú
Laguna Espejo (Chile), que como su
nombre lo indica reflejaba el paisaje que la rodeaba
Con mi mamá y Martín junto a la
iglesia del pueblo
Vista de la iglesia desde la plaza
de Armas
Martín y mi mamá en la plaza de
Armas
Todos
los mediodías íbamos a comer a una parrillita que estaba a una cuadra, que era
más económica que comprar la carne y prepararla, donde también servían
corderito patagónico. Y después, a tomar un helado artesanal en la esquina, en
especial con sabor a frutos del bosque. Sólo cocinábamos de noche, porque con
el frío nos daba fiaca salir y nos quedábamos viendo los festivales de Jesús
María y Cosquín, por televisión. Pero hubo excepciones. Una noche fuimos a
escuchar un concierto, y otra, a Rubén Patagonia.
Rubén
Patagonia en una presentación muy popular
Muchas de las
excursiones las hicimos en remises, no sólo porque el precio era bastante
inferior, sino porque de esa manera no quedábamos atados a los horarios de la
empresa de turismo. Y para conocer detalles de la zona, leíamos folletos e
incluso libros sobre la historia de la región. Así es que fuimos a Corcovado,
sitio elegido para la práctica del turismo aventura. Se trataba de una zona caracterizada
por la pesca del salmón del Pacífico. Esta especie llegaba luego de atravesar
contra la corriente el río chileno Palena, que en territorio argentino tomaba
el nombre de Corcovado o Carrenleufú. Los pescadores podían capturarlos entre
los meses de noviembre y marzo, ya que en ese período hacían ese recorrido para
desovar y luego morir. También había truchas Arco Iris, Marrón, Fontilalis y de
Arroyo.
Este fenómeno se
producía porque se trataba de uno de los pocos sectores argentinos cuyos ríos
pertenecían a la cuenca del Pacífico. Esta fue la zona que había generado la
disputa de límites denominada Río Encuentro-Alto Palena, donde los gobiernos de
Argentina y Chile recurrieron a la Corona Británica para resolver el conflicto.
El motivo fundamental era que el Tratado de 1881, proponía que los límites
pasaran por las altas cumbres que dividían aguas, quedando así los ríos de la
vertiente atlántica para Argentina y la del Pacífico para Chile, tal cual como
ocurría en Mendoza y San Juan. Pero los Andes Patagónicos no tienen la misma
morfología y las altas cumbres no coinciden con la divisoria de aguas. El
gobierno argentino entonces sostuvo el criterio de las más altas cumbres de la
Cordillera de los Andes. Y el gobierno chileno, el de la divisoria de aguas,
que en muchas áreas coincide con el cordón de morenas glaciarias, habiendo
generado captura en ríos que otrora vertían sus aguas hacia el Atlántico. El tribunal británico consideró que el lenguaje del
tratado de 1881 y del protocolo de 1893 era ambiguo y susceptible de varias
interpretaciones, siendo irreconciliables las dos posiciones. Finalmente, se
determinó que el límite pasara en algunos sitios por las altas cumbres y en
otros, por la divisoria de aguas. Y este era el caso del río
Carrenleufú-Palena. Pero los salmones nunca se enteraron de este hecho y lo
recorrieron siempre sin documentación alguna.
Llegada a la zona de Corcovado
Martín con el fondo del cerro Herrero
o Cabeza de Indio
Típica estancia andino-patagónica
Abrojo característico de la región,
que en lengua tsonek (de los
tehuelche) le diera nombre a la ciudad de Esquel
Río Corcovado o Carrenleufú
Martín sobre el puente colgante de
Corcovado o Carrenleufú
Y ya
de vuelta visitamos el Complejo Hidroeléctrico Futaleufú que había generado una
impactante modificación del ecosistema con la construcción del embalse Amutui
Quimei (Belleza Perdida), entre 1971 y 1976, dejando bajo las aguas a gran
parte del frondoso bosque de las laderas andinas.
Llegando a la
represa de Futaleufú
Cartel que mostraba la cuenca del
río Futaleufú, que desagua en el Pacífico
Embalse Amutui Quimei, que en
mapudungun significa “Belleza Perdida”
El embalse Amutui Quimei semejaba un
mar
Vista del complejo hidroeléctrico
Futaleufú con sus torres de transmisión de energía
A
pocos kilómetros de Esquel, cerca de la localidad de Trevelin, se encontraba
una Estación de Piscicultura que se encargaba de la producción de alevinos con
el fin de mantener estable la cantidad de truchas y salmones de los ríos y
lagos de la zona. Ellos organizaban visitas guiadas y ofrecían a los visitantes
alimentos para que les dieran a los peces.
Omar y Martín en la estación de
piscicultura
Martín alimentando a los alevinos
Alevinos en los piletones de la estación de
piscicultura
Truchas comiendo los alimentos que
mi hijo Martín les tiraba
A
partir de la producción ganadera y luego agrícola, las tierras del oeste de
Chubut fueron pobladas por colonos galeses. Desde fines del siglo XIX en la
margen del río Percey existía una capilla de gran importancia para las
reuniones dominicales. Próximo a ella se instaló un molino, y pronto se
conformó un núcleo urbano bautizado Trevelin, que significa “pueblo del
molino”. Ese molino producía harina con trigo de la mejor calidad,
característico de ese valle. Más tarde Esquel se transformó en el centro
comercial y administrativo, y Trevelin en el centro cultural y religioso de la
comunidad galesa.
Ya en
Trevelin, conocimos el Molino Andes y Compañía, que había sido inaugurado por
John Daniel Evans en 1922, y que fuera devenido en el Museo Histórico Regional
en la década de 1980.
Molino Andes y
Compañía devenido en Museo Histórico Regional
El museo contaba con muestras de
elementos procedentes de los pueblos originarios de la región
y de los ingresados por los
inmigrantes
visitamos
el Molino Nant Fach, que se había convertido en un pequeño museo con venta de
productos regionales. Su creador y director era Mervyn Evans, bisnieto del
pionero Thomas Evans, llegado al valle cordillerano en 1894.
Transitando por el Valle
Hermoso o 16 de Octubre saliendo de Trevelin
Establecimientos agropecuarios en el Valle Hermoso o 16 de Octubre
Campo con pasturas
tiernas
Ganado vacuno y caballar
Llegando a Nant Fach
Ingresando al museo Molino Nant Fach
Martín en los
jardines del museo Molino Nant Fach
Trigo de excelente calidad en el
valle 16 de Octubre
Muy cerca de allí nos
desplazamos hasta la cascada Nant & Fall, que en galés significa Arroyo de
los Saltos. El agua, proveniente del lago Rosario, caía por distintos
desniveles y llegaba al río Futaleufú. Por una serie de pasarelas pudimos
visualizarla de cerca y caminar en medio del bosque.
En camino a la Reserva Natural de Nant y Fall
Ingresando a la Reserva
Natural de Nant y Fall
Observamos la cascada de Nant & Fall desde las pasarelas en medio de un
tupido bosque
Vista lateral de la cascada
Cascada Nant & Fall
Detalle de la cascada Nant &
Fall
Regresamos
a Trevelin, y después de que Martín se hamacara un rato en la plaza, iniciamos
una visita guiada por el museo Cartref Taid (Hogar del Abuelo), lo que nos
permitió tener una idea global acerca de los pioneros galeses llegados a las
costas de Chubut, hoy Puerto Madryn, en 1865 y su traslado hasta el sector
cordillerano. También podía conocerse la historia de John Evans, quien habiendo
sido preso de la emboscada de la tribu araucana del cacique Foyel, pudo salvar
su vida gracias a su caballo El Malacara, cuya tumba se encontraba bajo los
sauces del jardín del museo cuya directora era su nieta: Clery Evans.
Martín en la hamaca de la plaza de
Trevelin
Ingresando al museo Cartref Taid
(Hogar del Abuelo)
Tumba del Malacara
AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE MI CABALLO
EL MALACARA
QUE ME SALVÓ LA VIDA EN EL ATAQUE DE
LOS INDIOS EN EL VALLE DE LOS MÁRTIRES
EL 4/3/84 AL REGRESARME DE LA
CORDILLERA
R I P
JOHN D. EVANS
El Malacara murió en el invierno de
1909
Homenaje a El Malacara
Pero la excursión más
impactante era, sin lugar a dudas, la del Parque Nacional Los Alerces, con navegación
por el lago Futalaufquen, que significa en lengua mapudungun, “futa” grande y
“laufquen” lago.
El Parque había sido
creado, primeramente como reserva en 1937, con el fin de preservar la comunidad
de alerces, que era la especie predominante. Y fundamentalmente al ALERCE o
LAHUAN MILENARIO, un ejemplar de aproximadamente dos mil seiscientos años y con
la altura del Obelisco de Buenos Aires.
Alerce o Lahuan
Milenario
Detalle
del tronco del Alerce Milenario
Mi mamá y
Marisol en el bosque de alerces
Tronco caído en
el sendero del bosque
Entre los cerros de la
cordillera de los Andes se encontraba un sistema de lagos de origen tectónico-glaciario,
que permanentemente se alimentaban de lluvias y deshielo. Las precipitaciones
en algunos fiordos del lago podían superar los 1500 mm anuales, y las nevadas eran
copiosas durante todo el invierno.
Navegación por
el lago Futalaufquen
Vista de un
glaciar desde el lago Futalaufquen
Bosque de
coníferas a la vera del lago Futalaufquen
Martín
disfrutando del paísaje
Lago
Futalaufquen en el Parque Nacional Los Alerces
Lago
Futalaufquen, de origen tectónico-galciario
Los habitantes
originarios habían sido cazadores-recolectores, utilizando huesos de animales y
piedras para la fabricación de boleadoras, puntas de flecha, punzones para
coser cueros y artefactos de molienda. Sus descendientes fueron las comunidades
tehuelche y araucana, que por la llegada de los españoles modificaron su modo
de vida, y al incorporar el caballo tuvieron mayor movilidad. Los efectos de la
Campaña al Desierto (1879-1883) causaron su desarticulación. Y posteriormente,
algunas familias mapuche quedaron viviendo en localidades cercanas al Parque
Nacional.
Con Marisol,
Omar, Martín y mi mamá en la pasarela colgante sobre el río Arrayanes
Otro
lugar donde habitaban comunidades mapuche era Nahuel Pan, al cual se accedía
mediante La Trochita. Ellos vendían artesanías a los turistas y algunos producían
animales o cultivos para autoconsumo. Y era uno de los sectores de la población
que se oponía más firmemente a la explotación minera.
Saliendo
de la ciudad de Esquel con La Trochita
Vista
panorámica de Esquel desde La Trochita
Campos
con ganado en las cercanías de Esquel
Llegando
a Nahuel Pan
Marisol,
mi mamá y Martín junto a La Trochita
Con Martín,
Marisol y mi mamá antes de regresar de Nahuel Pan
Una actividad que había
crecido en los últimos tiempos era la producción orgánica de frambuesas,
grosellas, guindas, lúpulo, rosa mosqueta, cerezas, y su transformación en
conservas, licores y dulces. En gran parte de esos establecimientos se organizaban
visitas guiadas con sus esperadas degustaciones.
Martín
degustando frambuesas durante una visita guiada
Ya estábamos llegando
al fin de nuestra estada, y como despedida, el 28 de enero, día en que Martín
cumplía dieciséis años, fuimos a festejarlo a una casa de té de Trevelin donde
pudo disfrutar mucho más que de una pequeña torta galesa.
En pocos días más volveríamos
a nuestras casas. A pesar del descanso y las distracciones, no habíamos
podido disimular nuestra tristeza. Mi viejo había estado presente en todo
momento. Mi mamá se bajó en Bahía Blanca. Seguramente fue al cementerio a
contarle el viaje. Yo lo estoy haciendo ahora…
EXCELENTE !!!! MUY BUENA NOTA COMENTARIO , GRACIAS MUY BUENO TE FELICITO COMO DESCRIBISTE CADA RINCON POR LOS QUE VISITASTES, ADEMAS EMOTIVA !! gRACIAS .-
ResponderEliminar¡Muchas gracias! ¿Quién sos?
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