En diciembre de 2008,
como todos los años, debía tomar examen en la Universidad Nacional de Mar del
Plata. Y como era habitual, se presentarían solamente uno o dos estudiantes. Así
que aproveché para llevar conmigo a mi hijo Martín (17), quien podría disfrutar
de un par de días de playa.
Nosotros vivíamos a
pocas cuadras del Obelisco, y a Martín le encantaba caminar por la avenida
Corrientes hasta llegar a la 9 de Julio, concretamente a la plaza de la
República, en el barrio de San Nicolás, y admirar semejante monumento de origen
masón. Así que como íbamos extremadamente livianos de equipaje, le di el gusto
y tomamos allí el colectivo 50 que nos dejaría en la terminal de ómnibus de
Retiro.
El Obelisco, de
sesenta y siete metros y medio de altura, fue construido entre marzo y mayo de
1936 con motivo del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires
por Pedro de Mendoza, por lo que Carlos Gardel no lo conoció, a pesar de todos quienes
los vinculan a ambos, ya que falleció el 24 de junio de 1935. La obra es
autoría del arquitecto argentino Alberto Prebisch y estuvo a cargo del
consorcio alemán G.E.O.P.E – Siemens Bauunion – Grün & Bilfinger.
Tal como ocurriera con
la Torre Eiffel, que originariamente fuera rechazada por los artistas de la
época que la veían como un monstruo de hierro, la construcción del Obelisco de
Buenos Aires generó también un sentimiento negativo entre los porteños; al punto
que además de ser centro de burlas y protestas, a tres años de su inauguración,
en 1939, el Concejo Deliberante sancionó su demolición por Ordenanza Nro.
10251, por veintitrés votos contra tres, aduciendo razones económicas, estéticas
y de seguridad pública, dado que se habían producido algunos desprendimientos
de su revestimiento. Pero dicha ordenanza fue vetada por el intendente Arturo
Goyeneche, y se convirtió en un ícono de Buenos Aires. Pero no solamente estas grandes
urbes tienen sus íconos, sino muchas otras, y una de ellas es justamente la
ciudad de Mar del Plata.
Obelisco de Buenos
Aires
Plaza de la
República en la intersección de las avenidas 9 de Julio y Corrientes
Como era frecuente en
esa época del año, Mar del Plata nos recibió con una ola de frío, por lo que mi
intención fue la de dar un paseo por la costanera e ir a disfrutar de una
suculenta merienda a la confitería del Torreón del Monje. Pero de repente, mientras
pasábamos por la playa Las Toscas, Martín conservando su campera puesta, se sacó
rápidamente el calzado y fue corriendo hacia el mar.
Martín chapoteando
en la orilla del mar en la playa Las Toscas
Tal como lo indicaba
su nombre, la playa Las Toscas se había caracterizado por la presencia de rocas
calizas muy porosas que presentaban dificultad para caminar sobre ellas, pero,
a partir de la construcción de espigones que limitaban la erosión marina sumado
al refulado, depósito artificial de arena, se había convertido en un sitio agradable.
Desde la playa Las
Toscas, a lo lejos, el Torreón del Monje
El oleaje cada vez más fuerte a partir del aumento
de la velocidad del viento
Vista del playón del
Torreón del Monje
El Torreón del Monje
constituía uno de los íconos de la ciudad balnearia. Había sido construido en
1904 sobre las rocas de la Punta Piedras, por orden del empresario y estanciero
Ernesto Tornquist. Le había encargado la construcción al arquitecto Carlos Nordmann
para que fuera de estilo medieval, recordando a las antiguas fortalezas o castillos
europeos. En esos tiempos era llamado Belvedere y funcionaba una confitería,
pero quedaba en los extremos de la pequeña ciudad y se llegaba por camino de
tierra.
Entre 1927 y 1929 se
realizó la ampliación del Belvedere por los arquitectos Eduardo Lanús y Federico
Woodgate, quienes le agregaron un anexo con techos de teja rojiza, y se la llamó
Torre Pueyrredón. En esa oportunidad fue ocupado por el Pigeon Club, donde se
practicaba el tiro a la paloma, dejando sembrada la playa de aves muertas.
Posteriormente se instaló
el Círculo de Oficiales de la Marina marplatense, hasta que en 1979 el
empresario Domingo Parato lo puso en valor creando salones para eventos y
muestras culturales. Y en 1993, la Municipalidad de General Pueyrredón lo
declaró Bien de Interés Patrimonial, determinando su conservación y protección
especial.
En 2003, la
concesionaria ARIEL DADA S. A. encargó al arquitecto Máximo Boneti la reconstrucción
del puente peatonal que cruzaba sobre el Paseo Jesús de Galíndez, que recorría
la costa bajo la barranca rocosa y que había sido demolido años atrás. La nueva
pasarela intentaba respetar el estilo de la original siendo revestida en piedra
y con la incorporación de una heráldica.
Torreón del Monje y
puente peatonal cruzando el paseo Jesús de Galíndez
Vista panorámica de
la playa Las Toscas con el Torreón del Monje y el puente peatonal
Caía la tarde y aun
más la temperatura. La playa estaba vacía, sólo sobrevolaban las gaviotas que buscaban
desesperadamente alimento, tanto en el mar como en los tachos de basura
cercanos, ya que ellas no tenían demasiadas exigencias. Pese a eso, Martín no
quería salir del agua, así que me tuve que descalzar e introducirme en el mar
para convencerlo.
Gaviota buscando
alimento
Desde el espigón de
la playa Las Toscas llamando a Martín para que saliera del agua
A pesar de sentir
frío, Martín no hacía caso a mi pedido
Nos fuimos de la playa,
pero ya no podríamos ir a la confitería del Torreón del Monje, debido a que
estábamos mojados y llenos de arena, así que retomamos la costa rumbo al hotel.
Justo enfrente, sobre
el Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos esquina Olavarría, se encontraba
el edificio Demetrio Elíades, conocido popularmente como Edificio Havanna por poseer
el logo de esa fábrica de alfajores en su remate. Con ciento veinticinco metros
de altura, casi el doble del Obelisco de Buenos Aires, y treinta y nueve pisos
era el más alto de Mar del Plata, y desde ya, otro de sus íconos.
Fue proyectado por el
arquitecto Juan Antonio Dompé a solicitud del inversionista Demetrio Elíades,
uno de los dueños de la conocida marca de alfajores, y que gracias a su éxito había
creado una empresa llamada DELCO S. C. A. que lo construyó, al igual que otras obras
de importancia en la ciudad.
La construcción se
llevó a cabo entre los años 1966 y 1969, y en un comienzo el nombre del
proyecto había sido el de Palacio Belvedere, pero al fallecer Elíades durante su
desarrollo, se le puso su nombre como homenaje.
Edificio Havanna,
frente a la playa Las Toscas
Edificio Havanna sobresaliendo
de entre los demás
Durante la década del
60’ se cambió radicalmente el paisaje urbano costero de Mar del Plata. Las viejas
y no tan viejas casonas, así como los chalets de piedra, fueron demolidos para
dar paso a edificios y torres de altura formando un frente homogéneo de
construcciones con vista a las playas. Y lejos de constituir un avance, a mi
entender, habían afeado la ciudad.
Modernos edificios
costeros que reemplazaron a la antigua línea de chalets de piedra
Años después, no sólo
continuaron con la vorágine inmobiliaria que sólo pretendía negocios de corto
plazo con quienes no querían caminar más que doscientos metros hasta el mar, sino
que hicieron desaparecer magníficas mansiones y verdaderas obras de arte
arquitectónicas para convertirlas en deslucidas playas de estacionamiento. Un
verdadero sacrilegio.
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