martes, 2 de junio de 2020

En camino a San Marcos de Arica


   
Enero de 2009. En realidad, San Marcos de Arica iba a ser solamente la primera meta de un largo viaje durante el cual nuestro objetivo era alcanzar la línea del Ecuador. De todos modos, la idea era hacerlo tranquilos, sin apuro, y de no poder llegar en veinte días, pegar la vuelta desde donde estuviéramos.
Así que salimos de Retiro en la empresa Balut rumbo a San Salvador de Jujuy. La primera parada la tuvimos en Ceres, provincia de Santa Fe, donde cenamos. Durante la noche y parte de la mañana transitamos por la ruta nacional número treinta y cuatro, que atravesaba el sur de Santiago del Estero. La temperatura superaba los 45ªC, algo normal en esa zona durante el verano.
Santiago del Estero se caracterizaba por ser una de las provincias con mayor porcentaje de población en estado de pobreza e indigencia. Y tenía la particularidad de pasar de la inundación en verano a la extrema sequía en invierno.

 Provincia de Santiago del Estero, en las proximidades de Colonia Dora


Sin ingresar a la capital provincial, cruzamos el río Dulce y pasamos por Las Termas de Río Hondo, que, al vivir del turismo, contaba con mejores condiciones socioeconómicas.

Río Dulce a la altura de la capital santiagueña


A medida que nos acercábamos a la provincia de Tucumán, los campos se veían más verdes y el ganado, de mejor calidad.

Campos cercanos a Las Termas de Río Hondo, en el límite con Tucumán


Y después de veintidós horas de haber partido, llegamos a San Salvador de Jujuy. Como siempre, nos hospedamos cerca de la terminal de ómnibus, en la Residencial San Carlos, lugar familiar, simple y limpio. Donde a la mañana desayunábamos en la cocina, mate cocido con bizcochos de grasa caseros y charlábamos con la cocinera, quien siempre tenía especiales atenciones con Martín.

Río Xibi-Xibi, que atraviesa la ciudad de San Salvador de Jujuy


Como estábamos en los primeros días de enero, aún encontramos los pesebres en los cuales el Niño Dios era colla.
 La ciudad nos gustaba mucho. Era bonita, tranquila, rodeada de montañas, y la gente… ¡espectacular! Era una de nuestras preferidas a la que hemos vuelto cada vez que hemos podido. Pero en esta oportunidad se trataba sólo de una escala técnica, ya que al otro día debíamos tomar el micro de la empresa Géminis, que era la única que cruzaba a Chile por esas latitudes.

Pesebre colla


Como íbamos a pasar por una zona de mucha altura, fui a la farmacia a comprar pastillas de ajo, de sabor y aroma espantosos, pero muy efectivas.

San Salvador de Jujuy desde el puente del río Xibi-Xibi


Subimos al micro a la mañana muy temprano. Tomamos la ruta de la Quebrada de Humahuaca hasta Purmamarca, y desde allí, nos desviamos hacia el oeste. Subimos la cuesta de Lipan. El camino se presentaba zigzagueante y muy empinado.
En sólo diecisiete kilómetros pasamos de una altura de 2192 msnm en Purmamarca a 4170 en el Abra de Potrerillos. Yo había tomado una de las pastillas al salir, y en ese momento debía tomar la segunda. Y gracias a eso todo estuvo bien.


Salinas Grandes, en el oeste de la provincia de Jujuy


Pasado el punto de mayor altura llegamos a las Salinas Grandes, bajando a 3450 msnm. Estas salinas tenían una extensión aproximada de 200 km2, y abarcaban parte de las provincias de Jujuy y Salta. Su origen se remontaba de cinco a diez millones de años atrás. La cuenca de este salar se había cubierto de aguas con gran cantidad de sales provenientes de la actividad volcánica y la evaporación paulatina generó una costra con un espesor promedio de treinta centímetros.


Cielo sin nubes que denotaba la falta de precipitaciones


Las salinas se explotaban económicamente


Continuamos camino hacia Susques, pero no ingresamos al pueblo. La estepa arbustiva era cada vez más xerófila, y la aridez se hacía más evidente.

Cercanías de Susques


En los pequeños oasis había producción de ovinos. La introducción y sobrecarga de este tipo de ganado por parte de los españoles contribuyó a la desertificación de esta zona, que naturalmente era ocupada por llamas y vicuñas.

Campos entre Susques y el Paso de Jama


Y acercándonos a la frontera los suelos se mostraban salinos y la vegetación fue desapareciendo por completo.

Suelos salinos cercanos a la frontera entre Jujuy y el norte de Chile


Este paso fronterizo, a pesar de su altura, tenía la ventaja de permanecer abierto todo el año, porque las nevadas no eran intensas. Y por encontrarse en el Trópico de Capricornio y por la amplitud térmica, las temperaturas durante el día solían ser elevadas, aunque a la noche estuvieran por debajo de 0ªC.

Control fronterizo en el Paso de Jama


Después de más de ciento cincuenta kilómetros sin ningún tipo de infraestructura de apoyo, se llegaba al puesto fronterizo Paso de Jama, donde por lo menos se podía conseguir alguna bebida caliente y utilizar los sanitarios.
El control fronterizo se encontraba a 4200 msnm, por lo que, si bien fue el único efecto, a pesar de mis pastillas de ajo, al bajar del micro sentía que el piso se me movía.

Quiosco y sanitarios en el Paso de Jama


Ya en el sector chileno se llegaba a una altura de 4700 msnm en una línea recta, con un camino muy consolidado, que bajaba suavemente a lo largo de ciento sesenta kilómetros hasta llegar a San Pedro de Atacama.
Otra ventaja que ofrecía este paso, si bien era de mayor altura que los otros que unían a Argentina con Chile, era la de no tener demasiadas curvas, lo que permitía el tránsito de camiones de gran porte. Y por esa razón se había convertido en la principal conexión entre los puertos de Santos (en Brasi), con Antofagasta, Mejillones, Iquique y Arica (en Chile).

Camino en el sector chileno a 4700 msnm


Parte de los pasajeros del ómnibus, se descompusieron a causa de la altura


Estábamos una vez más en el Desierto de Atacama, admirando sus formas y colores. En el camino podían verse cordones de volcanes que aparentemente estaban apagados, por no producirse erupciones registradas durante el período de poblamiento.

Cordón de volcanes


Tonos increíbles en el Desierto de Atacama


Fueron los Atacameños quienes crearon la conocida "Cultura San Pedro". Ellos se ubicaron en el río Loa y en los principales lugares del extenso desierto de Atacama, siendo los primeros en practicar la agricultura, y por ende, los primeros sedentarios.
Ellos construyeron terrazas a los pies de los cerros para poder llevar a cabo sus cultivos en este difícil suelo. Las terrazas eran regadas en forma artificial y eran fertilizadas con guano de alpacas y llamas. De este modo la agricultura llegó a ser la principal fuente de la actividad económica de la región destacando los cultivos de maíz, porotos, zapallos, papas y algodón entre otros.
Otra fuente importante de economía fue brindada por la ganadería, sacando provecho de la carne y lana de las alpacas y llamas, estos animales al mismo tiempo fueron el principal medio de transporte para los lugareños, lo cual les permitió realizar “trueque” con los pueblos vecinos.

Los pueblos originarios se servían de las escasas fuentes de agua


La agricultura y la ganadería fueron las actividades desarrolladas por los Atacameños


Hacia el sur del camino pudimos ver, a lo lejos, el volcán Llullaillaco, de 6739 msnm, con nieves eternas. Era la sexta montaña más alta de Sudamérica. Se consideraba que era el cuarto volcán más elevado del planeta y la montaña de mayor altura en la provincia de Salta, Argentina. Estaba inactivo desde 1877, cuando según una referencia imprecisa, se habría producido la última erupción.
El Llullaillaco fue el volcán sagrado de los Incas. Muy probablemente del quechua: Llullaq yaku, agua engañosa, debido a una laguna cenagosa en su piedemonte oriental.

Llullaillaco, el volcán sagrado de los Incas


El arte de los Atacameños fue expresada a través de sus tejidos, cerámica y tallados en madera, cobre y bronce. Muy similar a otras culturas, ellos creían en la vida después de la muerte, por lo cual los cadáveres eran enterrados con sus respectivos bienes tales como vestuario y alimentos. Eran creyentes de las fuerzas de la naturaleza, por eso en esta región no se han presentado templos ni lugares de adoración.
La inhalación de sustancias alucinógenas constituyó una práctica común entre los indígenas de América. Un gran número de objetos utilizados para este fin provenían de ajuares funerarios en el área de San Pedro de Atacama. Los hábitos inhalatorios eran practicados principalmente por sacerdotes, quienes cumplían funciones mágico-religiosas y curativas dentro de la sociedad, aunque también pudo inhalar alucinógenos gran parte de la población de San Pedro de Atacama, sin tener el significado que le otorgaban los sacerdotes. La droga daba al chaman el poder de transformarse en animales o seres mitológicos, que ellos suponían poseedores de fuerzas misteriosas, y que aparecían esculpidos y grabados en las tabletas y tubos del complejo alucinógeno. Las representaciones más comunes las constituían los felinos, serpientes y cóndores entre los animales. También era frecuente el "Sacrificador", personaje ampliamente difundido en la cultura andina que se representaba con máscara de jaguar, llevando en la mano un hacha y en la otra una cabeza cortada. El ajuar clásico del complejo estaba compuesto por tabletas, tubos inhalatorios, espátulas, pilones y manos de moler. Los tubos eran de hueso de ave y de madera, este último era el material más frecuente empleado en la manufactura de las tabletas, con la excepción de algunos ejemplares de piedras y hueso. La tableta típica consistía en una cavidad llana rectangular, aunque en raros casos podía ser redonda. La mayoría tenía algún tipo de decoración.

San Pedro de Atacama era la capital arqueológica de Chile


Debido a que San Pedro de Atacama era considerada la capital arqueológica de Chile, y a que en su museo se podían apreciar gran parte de los objetos pertenecientes a la cultura atacameña, la de mayor desarrollo de Chile, los mochileros europeos, se bajaron allí. Pero nosotros seguimos, dejando esa visita para algún otro momento.

En el desierto de Atacama se utilizan pantallas solares para la generación de energía


El ómnibus seguía a Antofagasta, por lo que nosotros nos bajamos en Calama, que estaba a sólo 2200 msnm. Y desde allí, dos horas más tarde, tomaríamos otro micro hacia Arica.
La terminal era muy rudimentaria. Apenas un mostrador y unos asientos. Nada más. Y lo que nos llamó la atención fueron algunos carteles no habituales en las terminales argentinas: “No se permite subir al bus en estado de ebriedad” y “Los sobres y encomiendas no se envían de forma urgente”. Si bien en Chile había disminuido el problema de la ebriedad, todavía sigue seguía siendo muy importante. Por otra parte, el ómnibus que recorrían esa zona, no tenían demasiada capacidad como para cargar encomiendas y además, la gente llevaba demasiados bultos.

Anuncios en la terminal de ómnibus de Calama


Durante toda la noche atravesamos el largo desierto que nos separaba de Arica, lugar donde llegaríamos a la mañana siguiente. ¡Ya estaríamos a nivel del mar!

El Océano Pacífico en las costas de Arica


Desayunamos en la terminal de ómnibus de Arica, donde había variedad y buen precio. Los valores de los desayunos estaban entre 2,50 y 4 dólares. Muy similares a los que en ese momento se pagaban en Buenos Aires. De todos modos, hay que tener en cuenta que Arica era una de las ciudades más baratas de Chile.

Tabla de precios de los desayunos en la terminal de ómnibus de Arica


En la peatonal los precios no diferían demasiado. Un menú que incluía una sopa de mariscos, más una entrada surtida, pudiendo elegirse como plato principal entre mariscos, pescado, guiso, pasta, carne o pollo, costaba alrededor de tres dólares.

Martín junto a la pizarra de menú en la peatonal de Arica


Era muy común en Chile acompañar las comidas con té o café. En un lugar más económico, el hot dog o una paila con dos huevos más una infusión costaba 1,50 dólares, mientras que un churrasco y algunos sándwiches apenas llegaban a 2,80 dólares.

Precios en un bar céntrico de Arica


Otro ejemplo de menú económico era el que incluía cazuela de vacuno, que consistía en una especie de sopa con trozos de carnaza, y como segundo plato se podía elegir entre picante de guata, pescados o carnes, todo por tres dólares. Mientras que la chuleta a lo pobre, que se acompañaba con papas fritas, cebollas fritas y dos huevos fritos, no llegaba a los tres dólares y medio.

Menú económico en Arica


Y después de alimentarnos opíparamente, nos hospedamos en un hotel sencillo pero tranquilo y con pileta, donde nos quedamos varios días para recorrer la ciudad, ya que siempre habíamos estado de paso o solamente habíamos disfrutado de sus playas.






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