Permanecimos varios días en la capital peruana, que nos
permitieron conocer algunos lugares interesantes y tener una visión general.
El tipo de cambio nos beneficiaba porque en enero de 2009 el
sol y el peso argentino estaban uno a uno, pero los precios de casi todo, en
especial de las comidas, en Buenos Aires estaban exactamente al doble que en
Lima.
Existían muchos lugares para almorzar en el Centro, siendo
los más populares los que costaban solo 2,50 soles, pero no siendo muy onerosos
los de mayor confort y calidad, ya que en los menúes ejecutivos podíamos
encontrar precios que no superaban los 5 ó 6 soles.
Menú popular en el
mercado
Caminando la ciudad vimos muchos edificios bonitos, aunque no
todos bien conservados. Y en cuanto a los balcones, no los había solamente en
el centro histórico, sino que los podíamos encontrar en diferentes barrios de
la ciudad.
Balcones enrejados para resguardar la intimidad
No sabíamos cuál era el origen de los nombres de muchas de las calles
del Centro limeño, y mucho menos el de “Calle de Mariquitas”, que en la
Argentina se estaría refiriendo a cierto afeminamiento masculino.
Calle de Mariquitas
en el Centro de Lima
Anduvimos yendo y viniendo por áreas administrativas, comerciales y
residenciales de diferente nivel socioeconómico. Muchos barrios presentaban una
marcada marginalidad muy por encima de la que estábamos acostumbrados a ver en
Buenos Aires. Yo tenía la idea de conocer las márgenes del río Rimac, pero nos
aconsejaron que no lo hiciéramos debido a la inseguridad que se vivía en la
zona. Así que después de media tarde, volvimos a Miraflores para descansar en
el hotel y luego cenar con Hildegardo y Paquita, su mujer.
En Miraflores había un bar muy exótico, con todas mesas diferentes y
una decoración más relacionada con una biblioteca que con un sitio
gastronómico. Era un lugar muy a tono con nuestros gustos, por lo que todos los
días le dedicábamos una hora de lectura y café.
Martín y Omar en un
bar de lectura de Miraflores
En Lima no llovía casi nunca. El promedio anual de precipitaciones no
llegaba a veinte milímetros, sin embargo, tampoco aparecía el sol. Los días
nublados y la bruma ocupaban la mayor parte del tiempo.
Costa limeña con la
sempiterna niebla
Desde la costa podía verse, a lo lejos, llover en el mar, pero este
fenómeno no llegaba al continente. No obstante, las barrancas cayendo hacia el
mar, compensaban lo anterior, haciendo sumamente agradable pasear por las
playas.
Playas sin sol, pero
agradables a la vista
Caminando por la costa llegamos a Larcomar, un shopping en la zona de
Miraflores que estaba construido a la vera del mar. Era un lugar semi-abierto
donde podían encontrarse, además de las casas comerciales, diversiones para
niños y lugares donde comer y tomar algo, de alto refinamiento.
Vista general de
Larcomar
En el Malecón de la Reserva, en el distrito de Miraflores había una
gran cantidad de inversiones edilicias de categoría, y se habían emplazado
hoteles de las principales cadenas internacionales.
Martín frente al
Marriott Hotel de Miraflores
Mucha gente se concentraba para mirar el mar con su bruma y este
aspecto era uno de los que menos me agradaban de Lima.
Vista del mar desde
el shopping de Miraflores
También era factible disfrutar de la playa en la denominada Costa Verde
en Miraflores, y a pesar de la ausencia directa del sol, debían utilizarse
sombrillas porque el calor y las consecuencias para la piel, igualmente estaban
presentes.
Playa de la Costa
Verde en Miraflores
Y mientras algunos permanecían en la playa, otros salían a navegar y
los más, trabajaban en las oficinas y comercios de la gran ciudad.
Vista de Lima desde
Miraflores
Las zonas de Miraflores linderas al mar estaban totalmente parquizadas
por lo que muchos limeños y turistas, salían a caminar o correr por ellas.
Zona parquizada
junto al mar en Miraflores
Estos parques y jardines constituían un verdadero pulmón para la
ciudad, que como toda gran urbe, tenía áreas de alto grado de contaminación.
Área urbana de Lima
detrás de los parques de Miraflores
Pero esto consistía en un pequeño paraíso dentro del área metropolitana
de Lima, que era una ciudad bastante insegura en varios sentidos, tanto
edilicio en caso de sismo, como en cuanto al tránsito y la delincuencia.
Palmeras y flores en
el Parque Largomar
En este distrito, el 15 de
enero de 1881, durante la Guerra del Pacífico, se había librado la Batalla de
Miraflores, en que el ejército chileno, al mando del General Manuel Baquedano,
apoyado por tres buques de la armada, derrotó a las fuerzas peruanas, para
entrar dos días después a la ciudad de Lima.
Playas contaminadas
por combustible y desechos en el mar
Y después de pasar un buen rato disfrutando de este sector
privilegiado, tomamos un remis para continuar conociendo otros aspectos del
conurbano limeño.
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