El 1ro
de julio de 2009 nació en Buenos Aires Rocío, mi cuarta nieta. Y si bien mis
planes habían sido estar lo más cerca posible de ella, todo fue muy particular
porque debido a las medidas de seguridad tomadas contra la Gripe A, tanto en el
sanatorio como en otros lares, habíamos tenido que estar todos con barbijo,
además de desinfectarnos las manos con alcohol en gel, tenerla lo más aislada
posible de los lugares públicos, limitar al máximo las visitas, tanto de
familiares como de amigos, y evitar darle besos.
Yo
cumplía con todas las normas impuestas por las entidades dedicadas a la salud
cuando estaba en presencia de la beba, pero no me creía demasiado la situación
que se estaba viviendo, considerando que se trataba de un circo que estaba
generando pingües negocios para algunos pocos. De hecho, no me vacuné, no
andaba con barbijo por la calle, y no pasaba las manos por alcohol con gel,
sino que me las lavaba como siempre, con agua y jabón, tal cual me lo había
indicado mi médico.
Rocío con sus papás, mi hija Alicia y mi yerno Tobías
Como
todos los años, a mitad del mes de julio comenzarían las vacaciones de
invierno, sin embargo, en ese entonces se adelantarían ya que por prevención
tanto colegios como universidades permanecerían cerrados. Contábamos con todo
el tiempo libre, pero todo lucía demasiado extraño, y gran parte de los
espectáculos más atractivos de Buenos Aires habían sido suspendidos.
Así
que, con Martín y Omar, haciendo caso omiso de las tendencias generales,
tomamos un micro rumbo a Santiago del Estero para pasar unos días en Las Termas
de Río Hondo, cuyos precios estaban por el piso ya que, en la temporada más
alta del año, los hoteles permanecían casi vacíos.
Una de
las ventajas de estar en pleno invierno en Santiago del Estero, era su
temperatura primaveral. Sin embargo, sumado a la Gripe A, una ola de frío azotó
a la región y las calles quedaron desiertas. Los hoteleros y comerciantes,
desesperados. Adonde fuéramos nos trataban de lo mejor, pero era muy triste que
en muchos bares y restoranes nuestra mesa fuera la única ocupada, por lo que
nos atendían de a dos o tres mozos con el fin de repartirse la propina.
También
los espectáculos programados habían sido suspendidos, y otros contaban con muy
escaso público, significando grandes pérdidas.
Una
tarde salimos a caminar por la vereda del sol, y pasamos por el Centro Cultural
y Artesanal San Martín, justo enfrente del parque General Martín Miguel de
Güemes, donde había una fuente de aguas danzantes. Hacía mucho frío, y nos
encontramos con la sorpresa de que existían también piletas al aire libre con
agua termal llenas de gente. También alquilaban equinos de paseo. Pero nosotros
con conformamos con disfrutar de la variada arboleda, observar las esculturas,
y visitar las ferias que se localizaban en sus bordes.
Los
incas decían que los manantiales de agua termal llevaban el fuego de la tierra
y daban milagrosamente la salud al sufriente o al enfermo. Y su fama había sido
tan extendida a través de relatos hasta el Imperio del Hijo del Sol, en las
alturas del Tahuantinsuyo, que se organizaban caravanas para aprovechar las
virtudes de las “Yacu Rupaj”, que en quechua significaba “Aguas Calientes”.
Para mitigar el frío, todos al agua termal a cielo abierto y en espacio público
Alquiler de equinos de paseo
Mansos caballitos para el disfrute de los niños
Fuente en el parque Güemes
Diversidad arbórea en el parque Güemes
Árboles de algodón en el parque Güemes
Una de las estatuas del parque Martín Miguel de Güemes
Paseando por el parque Güemes
Esculturas en el parque Güemes
Vista del Centro Cultural y Artesanal San Martín desde el parque Güemes
Centro Cultural y Artesanal General San Martín
Feria de textiles multicolores
Feria donde se vendía todo tipo de prendas y otros textiles de diferentes calidades
Venta de panes artesanales
Como ya conocíamos la ciudad, decidimos tomar un city tour en uno de los “trencitos” que nos llevara hasta sitios más alejados, por lo que partimos desde el Parque Güemes. Lo rodeamos, luego pasamos por el hotel termal Los Pinos, donde yo había parado junto con mi padre y una delegación de periodistas en 1973; y desde allí tomamos la avenida Juan Bautista Alberdi hasta llegar a la calle Sarmiento donde la oferta hotelera y gastronómica era muy abundante, además de la cantidad de locales destinados a la venta de artículos regionales.
El “Tren del Sol” y el “Tren de la Alegría” hacían recorridos turisticos en Río Hondo
Hotel City en la calle Tacuarí
Avenida Manuel Belgrano
Pasando por calle Suipacha y avenida Manuel Belgrano
Hotel Los Pinos Resort y Spa Termal
Esquina de Juan Bautista Alberdi y Sarmiento
Calle Sarmiento, en pleno Centro de Las Termas, con gran cantidad de oferta gastronómica
Restaurante “El Lugar de Siempre”, también en la calle Sarmiento
Pasamos por la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, dedicada a la patrona de la ciudad. De estilo colonial, databa de 1942.
Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Y al llegar a la intersección con la calle Bolívar nos topamos con el edificio de la Municipalidad de Las Termas de Río Hondo. También de estilo colonial español, contaba con dos plantas y una torre de cuatro caras con un reloj, sobre el cual había un balcón. Lo rodeaba un jardín y había sido inaugurado en 1949.
Edificio de la Municipalidad de Las Termas de Río Hondo
La Municipalidad de Las Termas de Río Hondo desde la calle Bolívar
Se anunciaba la presentación de Jorge Corona, uno de los “cómicos” más groseros de la Argentina
Dimos la vuelta por la calle Fleming y ya sobre Rivadavia esquina Caseros divisamos el Casino Provincial y Bingo del Sol; otro edificio neocolonial. Había sido inaugurado en 1943. Ese lugar constituía un punto clave de la diversión nocturna porque además de las mesas de ruleta, póquer, black jack, punto y banca, bingo, tragamonedas y otros juegos por el estilo, ofrecía espectáculos teatrales y musicales.
Casino Provincial y Bingo del Sol
Hotel Casino Center, sobre la calle Caseros
Monumento al General José de San Martín, cercano al Centro de la ciudad
A medida que nos alejábamos del Centro de la ciudad, pudimos ver varias ferias donde además de artesanías, en especial cestería, se vendían prendas de diferentes calidades como también comestibles, algunas de ellas destinadas al consumo de los habitantes locales.
Venta de la cestería típica santiagueña
Exhibición y venta de prendas en la calle
En
pocos minutos nos encontrábamos en el Autódromo Internacional de Río Hondo, el
más moderno de la Argentina en ese entonces, que estaba en condiciones de
recibir tanto todas las categorías del automovilismo como del motociclismo.
Autódromo Provincial Termas de Río Hondo
En el autódromo durante los entrenamientos
Bordeando el autódromo por el paseo costanero
Larga pista de cuatro mil ochocientos seis metros de longitud
Ambulancia disponible durante las pruebas de los pilotos
Y dejando atrás al autódromo, nos allegamos al gran espejo de agua generado por el Dique Frontal de Río Hondo, que interrumpiendo el paso del río Salí, se constituía en la cabecera del Complejo Hidráulico del Río Dulce, que se pusiera en funcionamiento en 1968, embalsando grandes volúmenes de agua procedentes de las cumbres calchaquíes y de las sierras tucumanas del Aconquija.
Allí, además de controlar las crecidas y destinar al riego en épocas de sequía, se presentó la posibilidad de practicar diversas actividades náuticas como la navegación a vela y la pesca deportiva del dorado, del pacú, del surubí y de las tarariras.
Ganado vacuno a la vera del espejo de agua del embalse de Río Hondo
Embalse de Río Hondo
Dique de Río Hondo
Generación de electricidad en el embalse de Río Hondo
Vista panorámica del dique frontal de Río Hondo
Detalle del dique frontal de Río Hondo
Plantas acuáticas en las costas del embalse
Control de las crecidas, disponibilidad de agua, de energía, de pesca y de paseo para los santiagueños
Regresando a la ciudad, pudimos ver los esteros y bañados que le daban el nombre a la provincia. Y a pesar de que nuestros compañeros de excursión los veían como algo negativo, nosotros los valoramos como un ambiente de gran biodiversidad, en especial en relación con la avifauna, que fue lo que, aunque parcialmente, pudimos divisar. Se trataba de una estepa arbustiva en suelos salitrosos en un clima subtropical con estación seca en invierno.
Río Dulce
Bañados en las inmediaciones del dique
Esteros que le daban el nombre a la provincia
Suelos salitrosos
Una estepa arbustiva en un clima subtropical con estación seca en invierno
Regresando a la ciudad
Los partidos de fútbol, infaltables
Parques muy cuidados
A la mañana siguiente una gran feria local se extendía por gran parte del Centro, muy próxima al edificio de la Municipalidad, donde gran cantidad de gente se concentraba para hacer sus compras cotidianas, aunque el fantasma de la Gripe A daba vuelta por todas partes.
Venta de los productos del embalse
Feria urbana callejera con venta de cabritos y de otros productos de la zona
Verduras y hortalizas de excelente calidad en los mercados
Nosotros nos tomamos un día entero de descanso, utilizando el agua termal de la bañera del hotel, y haciendo una larga siesta al mejor estilo santiagueño. Pero a la noche fuimos a disfrutar de las típicas empanadas y del cabrito asado a fuego lento durante horas, para luego ir a tomar una infusión a una de las confiterías más coquetas del lugar.
Restoranes con asadores y empanadas
Omar leyendo el diario en una de las coquetas confiterías
Al otro día dejamos Las Termas para continuar nuestro viaje rumbo a la ciudad de Catamarca, haciendo una pequeña escala técnica en Tucumán. El frío seguía siendo intenso, al punto que los campos estaban escarchados. Y en el camino pudimos ver ganado y algunos cultivos.
Dejando Las Termas de Río Hondo
Campos escarchados a primera hora de la mañana
Caballo pastando en campos del oeste de Las Termas de Río Hondo
Establecimientos agropecuarios en camino hacia Tucumán
Plantas xerófilas en la frontera santiagueño-tucumana
Plantación de caña de azúcar en la provincia de Tucumán
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