viernes, 12 de junio de 2020

San Francisco de Quito, la más plácida y placentera…



La más plácida y placentera”, así la caratuló Alexander von Humboldt, quien junto con Aimé Bonpland llegara desde el norte a San Francisco de Quito el 6 de enero de 1802, luego de una penosa travesía de altura, catorce días con nieve, y sobrevivir a un alud de agua y barro en los Andes Colombianos.

Una plácida calle de Quito


Nosotros arribamos el 19 de enero de 2009, doscientos siete años después, desde el sur, después de dos días varados por un corte de ruta en el norte de Perú, con la consiguiente insolación; soportar el calor húmedo y la inseguridad de Guayaquil, y recorrer la zona de los bananales en un ómnibus sin aire acondicionado…

Era un placer caminar por las calles quiteñas


Y pese al paso del tiempo y las condiciones, Humboldt y nosotros pensábamos exactamente lo mismo. Era la más plácida y placentera de América…


Balcones cuidados y floridos en gran parte de la ciudad


Quito se encontraba sobre la hoya de Guayllabamba, en las laderas orientales del volcán activo Pichincha, a 2850 m de altura. Esto era solamente un promedio, ya que había sectores que superaban los 3000 m, mientras que otros no llegaban a 2400. Estaba situada casi sobre la línea del Ecuador, lo que permitía que su temperatura fuera constante, con un promedio de 13ºC, en todos los meses del año, aunque con gran amplitud térmica, pudiendo pasar de los 30ªC durante el día hasta bajar a menos de 10ªC por las noches. Y sus precipitaciones, de algo más de 1100 mm. Estaban bastante bien distribuidas, presentando sólo a los meses de junio y julio con lluvias escasas.

Loma del Panecillo, de 3200m, al sur de la ciudad de Quito


Humboldt y Bonpland consideraron que ese clima perfecto de Quito era lo que les había posibilitado restablecerse de sus quebrantos.

Calles con pendientes pronunciadas en el Centro Histórico


Y a nosotros, la benevolencia climática nos ayudó a compensar los trastornos producidos por la altura.

Casas bien cuidadas y balcones restaurados


Humboldt había dicho que las casas eran iguales a las de Bogotá, Caracas, Cartagena y La Habana. Todas de dos pisos con galerías de madera hacia la calle. Pero las iglesias, los conventos y los claustros le parecieron magníficos, comparables a los de Madrid y Cádiz.
Una de las más vistosas era la Basílica del Voto Nacional, también llamada de la Consagración o Basílica de San Juan por el sector en el que estaba ubicada. Se consideraba el templo neogótico más grande de América.



Calle Venezuela. Al fondo la Basílica del Voto Nacional, de estilo neogótico


San Francisco de Quito era, sin duda, la ciudad americana donde más se había conservado y restaurado la arquitectura colonial. La ciudad fue fundada en 1534 por Sebastián de Benalcázar, dos años antes de la primera fundación de Buenos Aires. Y había sido construida sobre las ruinas de la vieja ciudad de Quito, una de las capitales del Imperio Inca.


Antiguas casas convertidas en paseo con bares y restoranes


En la loma El Panecillo, hacia el sur de la ciudad, podía verse a la Virgen María alada y bailarina, que era una réplica de la obra de Bernardo de Legarda que se encontraba en el altar principal de la iglesia de San Francisco. La Virgen era la guardiana y protectora de Quito, aplastando a una serpiente bajo sus pies.

Virgen alada y bailarina en la loma El Panecillo, llamada así por su forma


La Iglesia y el Convento de San Francisco formaban parte de un conjunto arquitectónico que se encontraba en medio del Centro Histórico de Quito, frente a la plaza del mismo nombre. Por sus dimensiones era conocido como “el Escorial del Nuevo Mundo”. Su construcción que conjugaba varios estilos había comenzado en 1550 concluyéndose en 1680.

Iglesia de San Francisco


La plaza seca de San Francisco era una gran extensión de piedra volcánica, que ocupaba el predio de lo que fuera el principal mercado incaico y pre-incaico de la ciudad. Allí comerciaban gentes provenientes del Pacífico, los Andes y la Amazonia. A su alrededor se ubicaban grandes templos y palacios de los incas, en su efímero reinado en el extremo norte de su imperio.

Plaza San Francisco en el Centro Histórico


Una de las obras más destacadas del barroco en América colonial era la iglesia de la Compañía de Jesús. A pesar de haber sufrido los efectos de los terremotos de 1868 y 1987, estaba impecable por haber sido restaurada por completo.

La Compañía, joya del barroco quiteño


Gran parte del interior del templo, pilares, bóvedas, cúpulas fueron finamente tallados en piedra volcánica y cubiertos en láminas de oro. Eran también muy valiosas las pinturas y esculturas que albergaba.


Mampara de La Compañía cubierta de oro


Debido a que el Centro Histórico de Quito era el más grande y mejor conservado de Latinoamérica, en 1978, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Arquitectura excelentemente conservada


Se destacaban edificios, iglesias, monasterios y estrechas calles que reflejaban tanto las culturas originarias como la conquista española.

Hermosos balcones en la mayoría de las construcciones


La Plaza Grande o de la Independencia se ubicaba en el corazón del Centro Histórico. En el medio se encontraba el Monumento a la Independencia, inaugurado en 1909 en conmemoración al centenario del Primer Grito de Independencia. Estaba integrado por tres partes: el cuerpo inferior contenía la escultura del león herido, que representaba a las tropas españolas derrotadas; en el segundo cuerpo se encontraba el cóndor, emblema de los países andinos, rompiendo las cadenas de la opresión y el esclavismo; y en el tercero se ubicaba la Diosa Libertas, de origen romano, que representaba la libertad, sosteniendo una antorcha. En el fuste había placas con los nombres de los personajes y hechos relativos a la independencia de Ecuador.

Plaza Grande o de la Independencia, con el monumento homónimo


La Plaza Grande o de la Independencia era un lugar de encuentro, reunión y centro de todo tipo de actividad social de los quiteños. Estaba rodeada por la Catedral, el Palacio Presidencial, el Palacio Arzobispal y el Palacio Municipal.

Plaza Grande o de la Independencia, lugar de reunión de los quiteños


Humboldt había destacado la sencillez de la Catedral de Quito, que era de estilo barroco, y de muy limitada ornamentación.

Catedral de Quito, frente a la Plaza Independencia


El Palacio Presidencial o de Carondelet llevaba su nombre en honor al Barón Luis Héctor de Carondelet, quien había ordenado su construcción en 1801, siendo presidente de la Real Audiencia de Quito.
Mientras lo fotografiábamos, el presidente Rafael Correa se encontraba en su interior, y en la plaza, a nuestro lado, algunas personas realizaban un acto de protesta.

Palacio Presidencial y protesta con megáfonos desde la plaza


Uno de los edificios que también se encontraba frente a la Plaza Independencia era el del Hotel Plaza Grande. Remodelado y renovado, había sido uno de los primeros hoteles, habiendo sido construido en 1935.

Hotel Plaza Grande


Entre las calles Manabí, Guayaquil y Flores se encontraba la Plaza del Teatro, lugar preferido de artistas, intelectuales y bohemios, tanto locales como extranjeros.

Plaza del Teatro


Humboldt consideró que los quiteños, en especial los jóvenes, se caracterizaban por ser espontáneos, cariñosos e inteligentes. Y le pareció que sus habitantes eran los de mayor talento natural de la América Española.

Teatro Nacional Sucre


Toda la ciudad, desde cualquier punto de vista, fuera natural, cultural o social, era realmente muy agradable. Fue por eso que Humboldt y Bonpland permanecieran en Quito cinco meses; nosotros, lamentablemente, sólo cincos días.



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