“La más plácida y placentera”, así la
caratuló Alexander von Humboldt, quien junto con Aimé Bonpland llegara desde el
norte a San Francisco de Quito el 6 de enero de 1802, luego de una penosa
travesía de altura, catorce días con nieve, y sobrevivir a un alud de agua y barro
en los Andes Colombianos.
Una plácida calle de Quito
Nosotros arribamos el 19 de enero de 2009,
doscientos siete años después, desde el sur, después de dos días varados por un
corte de ruta en el norte de Perú, con la consiguiente insolación; soportar el
calor húmedo y la inseguridad de Guayaquil, y recorrer la zona de los bananales
en un ómnibus sin aire acondicionado…
Era un placer caminar por las calles quiteñas
Y pese al paso del tiempo y las condiciones, Humboldt y nosotros
pensábamos exactamente lo mismo. Era la más plácida y placentera de América…
Balcones cuidados y floridos en gran parte de la ciudad
Quito
se encontraba sobre la hoya de Guayllabamba, en las laderas orientales del
volcán activo Pichincha, a 2850 m de altura. Esto era solamente un promedio, ya
que había sectores que superaban los 3000 m, mientras que otros no llegaban a
2400. Estaba situada casi sobre la línea del Ecuador, lo que permitía que su
temperatura fuera constante, con un promedio de 13ºC, en todos los meses del
año, aunque con gran amplitud térmica, pudiendo pasar de los 30ªC durante el
día hasta bajar a menos de 10ªC por las noches. Y sus precipitaciones, de algo
más de 1100 mm. Estaban bastante bien distribuidas, presentando sólo a los
meses de junio y julio con lluvias escasas.
Loma del Panecillo, de 3200m, al sur de la ciudad de Quito
Humboldt
y Bonpland consideraron que ese clima perfecto de Quito era lo que les había posibilitado
restablecerse de sus quebrantos.
Calles con pendientes pronunciadas en el Centro Histórico
Y a nosotros, la benevolencia climática nos ayudó a compensar
los trastornos producidos por la altura.
Casas bien cuidadas y balcones restaurados
Humboldt había dicho que las
casas eran iguales a las de Bogotá, Caracas, Cartagena y La Habana. Todas de
dos pisos con galerías de madera hacia la calle. Pero las iglesias, los
conventos y los claustros le parecieron magníficos, comparables a los de Madrid
y Cádiz.
Una de las más vistosas era
la Basílica del Voto Nacional, también llamada de la Consagración o Basílica de
San Juan por el sector en el que estaba ubicada. Se consideraba el templo
neogótico más grande de América.
Calle Venezuela. Al fondo la Basílica del Voto Nacional, de
estilo neogótico
San Francisco de Quito era,
sin duda, la ciudad americana donde más se había conservado y restaurado la
arquitectura colonial. La ciudad fue fundada en 1534 por
Sebastián de Benalcázar, dos años antes de la primera fundación de Buenos Aires. Y
había sido construida sobre las ruinas de la vieja ciudad de Quito, una de las
capitales del Imperio Inca.
Antiguas casas convertidas en paseo con bares y restoranes
En la loma El Panecillo, hacia el sur de la ciudad, podía
verse a la Virgen María alada y bailarina, que era una réplica de la obra de
Bernardo de Legarda que se encontraba en el altar principal de la iglesia de
San Francisco. La Virgen era la guardiana y protectora de Quito, aplastando a una
serpiente bajo sus pies.
Virgen alada y bailarina en la loma El Panecillo, llamada así
por su forma
La Iglesia y el Convento de San Francisco formaban parte de
un conjunto arquitectónico que se encontraba en medio del Centro Histórico de
Quito, frente a la plaza del mismo nombre. Por sus dimensiones era conocido
como “el Escorial del Nuevo Mundo”. Su construcción que conjugaba varios
estilos había comenzado en 1550 concluyéndose en 1680.
Iglesia de San Francisco
La plaza seca de San Francisco era una gran extensión de
piedra volcánica, que ocupaba el predio de lo que fuera el principal mercado
incaico y pre-incaico de la ciudad. Allí comerciaban gentes provenientes del
Pacífico, los Andes y la Amazonia. A su alrededor se ubicaban grandes templos y
palacios de los incas, en su efímero reinado en el extremo norte de su imperio.
Plaza San Francisco en el Centro Histórico
Una de las obras más destacadas del barroco en América
colonial era la iglesia de la Compañía de Jesús. A pesar de haber sufrido los
efectos de los terremotos de 1868
y 1987, estaba impecable por haber sido restaurada por completo.
La Compañía, joya del barroco quiteño
Gran parte del interior del templo, pilares, bóvedas, cúpulas
fueron finamente tallados en piedra volcánica y cubiertos en láminas de oro. Eran
también muy valiosas las pinturas y esculturas que albergaba.
Mampara de La Compañía cubierta de oro
Debido a que el Centro Histórico de Quito era el más grande y
mejor conservado de Latinoamérica, en 1978, fue declarado Patrimonio Cultural
de la Humanidad
por la UNESCO.
Arquitectura excelentemente conservada
Se
destacaban edificios, iglesias, monasterios y estrechas calles que reflejaban
tanto las culturas originarias como la conquista española.
Hermosos balcones en
la mayoría de las construcciones
La Plaza Grande o de la Independencia se ubicaba en
el corazón del Centro Histórico. En el medio se encontraba el Monumento a la
Independencia, inaugurado en 1909 en conmemoración al centenario del Primer
Grito de Independencia. Estaba integrado por tres partes: el cuerpo inferior
contenía la escultura del león herido, que representaba a las tropas españolas
derrotadas; en el segundo cuerpo se encontraba el cóndor, emblema de los países
andinos, rompiendo las cadenas de la opresión y el esclavismo; y en el tercero
se ubicaba la Diosa Libertas, de origen romano, que representaba la libertad, sosteniendo
una antorcha. En el fuste había placas con los nombres de los personajes y
hechos relativos a la independencia de Ecuador.
Plaza Grande o de
la Independencia, con el monumento homónimo
La Plaza Grande o de la Independencia era un lugar
de encuentro, reunión y centro de todo tipo de actividad social de los
quiteños. Estaba rodeada por la Catedral, el Palacio Presidencial, el Palacio
Arzobispal y el Palacio Municipal.
Plaza Grande o de
la Independencia, lugar de reunión de los quiteños
Humboldt había destacado la
sencillez de la Catedral de Quito, que era de estilo barroco, y de muy limitada
ornamentación.
Catedral
de Quito, frente a la Plaza Independencia
El Palacio Presidencial o de
Carondelet llevaba su nombre en honor al Barón Luis Héctor de Carondelet, quien
había ordenado su construcción en 1801, siendo presidente de la Real Audiencia
de Quito.
Mientras lo fotografiábamos,
el presidente Rafael Correa se encontraba en su interior, y en la plaza, a
nuestro lado, algunas personas realizaban un acto de protesta.
Palacio Presidencial y
protesta con megáfonos desde la plaza
Uno de los edificios que también se
encontraba frente a la Plaza Independencia era el del Hotel Plaza Grande. Remodelado
y renovado, había sido uno de los primeros hoteles,
habiendo sido construido en 1935.
Hotel Plaza Grande
Entre las calles Manabí,
Guayaquil y Flores se encontraba la Plaza del Teatro, lugar preferido de
artistas, intelectuales y bohemios, tanto locales como extranjeros.
Plaza del Teatro
Humboldt consideró que los
quiteños, en especial los jóvenes, se caracterizaban por ser espontáneos,
cariñosos e inteligentes. Y le pareció que sus habitantes eran los de mayor
talento natural de la América Española.
Teatro Nacional Sucre
Toda la ciudad, desde
cualquier punto de vista, fuera natural, cultural o social, era realmente muy
agradable. Fue por eso que Humboldt y Bonpland permanecieran en Quito cinco
meses; nosotros, lamentablemente, sólo cincos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario