Así que salimos del hotel Santa Cruz, y caminamos alrededor de ochocientos metros hasta llegar al sector de la muralla donde se encontraba la puerta de Santo Domingo con una placa que indicaba que dicha abertura había sido ordenada por Juan de Herrera al cerrar la brecha dejada en la cortina por el ataque francés de 1697.
Omar junto a la puerta de Santo
Domingo
Vista lateral de la muralla
Una de las garitas de la muralla. Al
fondo la ciudad moderna
El ómnibus que hacía el city tour
En la avenida Santander y calle 36
Algas verdes en el mar Caribe
Vista del mar Caribe desde la avenida
Santander
La ciudad nueva desde la ciudad vieja
Plantas rastreras con flores en la
playa
Así llegamos hasta el monumento Unión de los
Océanos, ubicado en un espolón, al frente del parque de la Marina. Construido
en 1998, que había sido designado a nivel mundial como el Año de los Océanos.
El complejo estaba conformado por una torre
compuesta por dos plaquetas rectangulares, dispuestas verticalmente, las cuales
sostenían en las alturas una esfera de bronce que representaba el planeta
Tierra. Además, contaba con dos anclas provenientes de un barco español y de un
navío de la Armada Nacional Colombiana, y la Rosa de los Vientos marcando el
círculo con los treinta y dos rumbos en que se dividía el horizonte.
Y como corolario, no podían faltar un texto de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, de su obra “Relato de un Náufrago”.
La esfera terrestre en el monumento
Unión de los Océanos
Omar en el mirador del complejo
monumental Unión de los Océanos
Desde el siglo XV, durante el período
colonial, los africanos fugados del régimen esclavista, que, mediante actos de
resistencia, se refugiaban en los territorios de la Costa Norte de Colombia
denominados palenques, eran automáticamente libres. Y sus descendientes
conformaron lo que se denominó “comunidad palenquera”,
de la cual gran parte de sus mujeres se dedicaron a vender frutas en la ciudad.
Y en su homenaje, en el paseo peatonal de entrada a Bocagrande, nos topamos con la escultura de “La Palenquera”, del artista Hernando Pereira, a la que lo habían robado las frutas que tenía sobre la ponchera que llevaba sobre su cabeza.
Escultura de “La Palenquera”, a la que le habían
robado las frutas que llevaba en la ponchera
Ya estábamos en Bocagrande, que consistía en
una península que tenía la particularidad de situarse entre el mar Caribe y la
bahía de Cartagena de Indias o de las Ánimas, siendo sus playas muy extensas y
atractivas. Se podían alquilar sillas y parasoles, y contaba con todos los
servicios requeridos por el turismo nacional e internacional. Sin duda, esta
era la otra Cartagena de Indias, la ciudad moderna, donde se desarrollaban
proyectos de elevados edificios residenciales y hoteles de varias estrellas.
Desde la carrera 1, contigua al mar Caribe, donde se localizaba la playa del Capilla del Mar, tomamos la calle 8 y atravesamos la carrera 2, también conocida como avenida San Martín, considerada el centro neurálgico de Bocagrande, donde se concentraban gran cantidad de restoranes, discotecas y casinos; y en trescientos metros más, tras pasar por el Complejo Comercial La Mansión, que se destacaba por su arquitectura más tradicional y de estilo, llegamos a la carrera 5, que bordeaba la bahía de Cartagena de Indias o de las Ánimas.
Carpas en la playa del Capilla del Mar sobre el mar
Caribe
Elevados edificios en la línea de la costa caribeña
Típicas palmeras caribeñas
Intersección de la Carrera 1 con calle 8
Centro Comercial La Mansión sobre la Calle 8 casi
esquina Carrera 3
Caminando por las calles de la Cartagena moderna
Esquina de la Carrera 5 y Calle 8, en la costa de la
bahía de Cartagena de Indias o de las Ánimas
Y allí comenzamos una caminata por el malecón, visualizando diferentes atractivos como la cúpula de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, las gaviotas que deambulaban por la costa, los edificios de bahía de Castillo Grande, el puerto de contenedores de Cartagena de Indias, el muelle turístico, la Base Naval de la Armada de la República de Colombia, y a la gente que andaba en bicicleta o en patines.
Cúpula de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro
Descansando en el malecón Bahía de las Ánimas
Una gaviota en la costa de la Bahía de las Ánimas
Edificios de bahía de Castillo Grande
Puerto de contenedores de Cartagena de Indias
Gran actividad en el Muelle Turístico de Cartagena
Edificios del Muelle Turístico de Cartagena
Modernos edificios en el malecón Bahía de las Ánimas
La Base Naval A. R. C. desde el malecón Bahía de las
Ánimas
Bicicletas y patines en el florido malecón Bahía de
las Ánimas
Dejando
el malecón Bahía de las Ánimas
Si bien la ciudad moderna tenía lo suyo, evidentemente no guardaba la identidad de la ciudad amurallada, es decir, que tanto las imágenes de las playas como la moderna edificación podrían ser de muchas otras partes del mundo. Por eso, decidimos regresar a la ciudad vieja, y disfrutar de un té frío y de una limonada en la plaza Santo Domingo, en una mesa que daba a las espaldas de la escultura de la “Gertrudis” de Fernando Botero. Y luego volvimos a merodear por las callecitas con balcones donde algunos turistas paseaban en coche de caballos
Omar
con un té frío y yo con una limonada en un bar de la plaza Santo Domingo
Espaldas
de “Gertrudis”, la obra de Fernando Botero
Balcón con plantas en la ciudad vieja
Balcones con encanto en la ciudad vieja
Balcones y faroles en la ciudad vieja
Coche de caballos en el Centro Histórico
Y así llegamos al Parque de la Marina, lugar
que estaba dedicado a rendir honores tanto a las fuerzas navales de Colombia
como a héroes navales de otros países sudamericanos.
Entre los monumentos que fotografié se encontraban el del Almirante José Prudencio Padilla, héroe de Colombia en la batalla naval “Lago de Maracaibo”; el del Almirante Lino de Clemente y Palacios, héroe de independencia venezolana; el del Almirante Miguel Grau Seminario, héroe naval del Perú; y el del Almirante Guillermo Brown, héroe naval de la independencia argentina.
ALMIRANTE JOSÉ PRUDENCIO PADILLA
29 DE MARZO DE 1778
2 DE OCTUBRE DE 1828
HÉROE DE COLOMBIA EN LA BATALLA NAVAL
“LAGO DE MARACAIBO”
ALMIRANTE LINO DE CLEMENTE Y PALACIOS
23 DE SEPTIEMBRE DE 1767
11 DE JUNIO DE 1834
HÉROE DE INDEPENDENCIA VENEZOLANA
ALMIRANTE MIGUEL GRAU SEMINARIO
27 DE JULIO DE 1834
8 DE OCTUBRE DE 1879
HÉROE NAVAL DEL PERÚ
ALMIRANTE GUILLERMO BROWN
22 DE JUNIO DE 1777
3 DE MARZO DE 1857
HÉROE NAVAL DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA
A cuatrocientos metros del Parque de la Marina
se encontraba la plaza San Pedro Claver, topónimo en honor al misionero jesuita
que fuera llamado “esclavo de los
esclavos”.
En los alrededores de la plaza había venta
callejera de recuerdos colombianos y, frente a ella, estaban el santuario
homónimo, y una escultura del santo acompañado por un esclavo.
Y, además, había obras vanguardistas elaboradas con chatarra por Edgardo Carmona, que representaban a distintos personajes, entre los que se destacaba “La Costurera”.
Venta callejera de recuerdos colombianos
Santuario de San Pedro Claver
Estatua
San Pedro Claver junto a un esclavo
La Costurera en la plaza San Pedro Claver
Continuando con nuestra recorrida llegamos a la esquina de las calles
del Landrinal y 32, donde en el muro de una antigua construcción, se había
colocado una placa que decía:
En esta casa se filmó la película
LA
QUEMADA
de Gillo
Pontecorvo
con los
actores
Marlon
Brando, y Evaristo Marquez
en 1968
Festival
de Cine de Cartagena, 2002
“La Quemada” o “Queimada”, había sido una coproducción ítalo-francesa, dirigida por Gillo
Pontecorvo, que trataba sobre un drama bélico histórico, ambientada a mediados
del siglo XIX, momento en el cual los esclavos de las vastas plantaciones de
caña de azúcar de la isla de Queimada, situada en el mar Caribe, estaban a
punto de rebelarse, y los británicos, dispuestos a apoyarlos. Para eso,
enviaron al agente provocador William Walker, interpretado por Marlon Brando,
para derrocar a la colonia portuguesa, manipulando una revuelta de esclavos. El
otro actor principal, en el papel de José Dolores, había sido Evaristo Márquez,
quien no era un actor profesional sino un pastor colombiano analfabeto, que el
director del film había conocido mientras buscaba locaciones. El gobierno
británico buscaba abrir la isla a la explotación económica por parte de la
Antilles Royal Sugar Company, instigando a Dolores a que lidere la rebelión de
los esclavos, induciendo, a la vez, a los principales terratenientes a rechazar
el dominio portugués. Una vez la isla dominada por los británicos surgieron
nuevos conflictos que terminaron con el derrocamiento y ejecución de Teddy
Sánchez, quien estaba al frente de un estado títere, a partir de un golpe de
estado diseñado por Walker; y nuevas revueltas fueron reprimidas que llevaron a
Dolores a la horca. Pero, poco después, considerando a Walker culpable de la
muerte de Dolores, un habitante de la isla lo asesinó a puñaladas en la calle.
La película estaba programada para ser filmada
íntegramente en Cartagena de Indias y San Basilio de Palenque, pero por las
dificultades que se produjeron, algunas escenas tuvieron lugar en las Islas
Vírgenes de los Estados Unidos, Saint-Malo, Marruecos, y los estudios
Cinecittá.
Marlon Brando permaneció en Cartagena alrededor de cuatro meses, considerando, los cartageneros, que fue un antes y un después para la ciudad, ya que, hasta ese momento, todo estaba muy segregado, no habiendo inclusión entre la burguesía y la gente negra de los barrios populares. Y él, siendo uno de los actores más famosos de los Estados Unidos, habitualmente reunía dinero para ayudar a grupos afroamericanos y de otras minorías, por lo que, tanto el argumento de la película como su estancia en Colombia, en el contexto de los años sesenta y con temas como el racismo debatiéndose, se podía interpretar como una oportunidad para sentar posición. En 2012, cuando nosotros estábamos allí, todavía la desigualdad social continuaba en Cartagena, pero todos decían que antes había sido mucho peor.
En esta casa se filmó la película
LA QUEMADA
de Gillo Pontecorvo
con los actores
Marlon Brando, y Evaristo Marquez
en 1968
Festival de Cine de Cartagena, 2002
Detalle de un ambiente de la casa donde se filmó la
película LA QUEMADA
Siguiendo por Landrinal, volvimos a admirar a lo lejos, el perfil de la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, tal como lo habíamos hecho el día anterior. Y al llegar a la calle 34, ingresamos a la galería de la Casa del Cabildo, contigua a la plaza de la Proclamación, desde donde, después de atravesarla, regresamos a nuestro hotel.
Vista de la Catedral de Santa Catalina de Alejandría
desde la calle del Landrinal
Galería
de la Casa del Cabildo, contigua a la plaza de la Proclamación
Y así finalizó nuestra estada en la capital del Departamento de
Bolívar, ya que al día siguiente debíamos continuar viaje hacia el oriente
colombiano.
Sin lugar a duda nos había quedado mucho por conocer, sin embargo,
pudimos reconocer, que, además de las dos ciudades antagónicas en cuanto a su
edificación y atractivos, en cada una de ellas, había otras dos ciudades, una
para los ricos y turistas internacionales, y la otra, para los pobres. Y esto
me trajo a colación el diálogo que Jacinto Benavente, en su obra “Los Intereses Creados”,
pusiera en palabras de sus personajes al llegar a una ciudad italiana:
LEANDRO. - Gran ciudad ha de ser ésta, Crispín; en todo se advierte
su señorío y riqueza.
CRISPIN. - Dos ciudades hay. ¡Quisiera el
Cielo que en la mejor hayamos dado!
LEANDRO. - ¿Dos ciudades dices, Crispín? Ya
entiendo, antigua y nueva, una de cada parte del río.
CRISPÍN. - ¿Qué importa el río ni la vejez ni la novedad? Digo dos
ciudades como en toda ciudad del mundo: una para el que llega con dinero, y
otra para el que llega como nosotros.
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