lunes, 4 de agosto de 2025

LLEGADA A PHILADELPHIA

 El viernes 2 a las cuatro y treinta y cinco de la mañana llegué a la estación 30th Street de Philadelphia, el corazón de la red ferroviaria de la ciudad. ¡Hermosa y limpia! Había sido abierta en 1933, poco después de que se terminara la expansión del Ferrocarril Pensilvania (PRR), y, en ese momento (2012) ya era propiedad de la empresa AMTRAK.

Era imponente, y eran dignos de admiración no solamente el cielorraso sino también sus artefactos de iluminación. En un gran hall se encontraba un enorme friso en altorrelieve denominado “The Spirit of Transportation”, que representaba viajes desde la antigüedad hasta la modernidad, e incluso el futuro, obra del artista austríaco Karl Bitter, que había sido expuesto previamente en la estación Broad Street desde 1895. 

Hall central de la estación Philadelphia - 30th Street

 

 

Detalle del cielorraso y de los artefactos de iluminación de la estación 30th Street de Philadelphia

 

 

“The Spirit of Transportation“, escultura en altorrelieve, obra de Karl Bitter

  

En esta estación había varias ofertas gastronómicas y opté por COSÍ, donde desayuné un jugo de naranja, un yogur con frutas, cereales y una cheesecake.

COSÍ

SIMPLY GOOD TASTE

  

Cuando salió el sol tomé un taxi hasta el distrito histórico y le pedí al taxista que me recomendara un hotel barato, pero hizo caso omiso y me llevó al Best Western Independence Park Hotel, que se destacaba por ser el más caro de ese sector. Costaba ciento cuarenta y siete dólares la noche más impuestos que superaban los cuatro dólares por tratarse de un edificio patrimonial. Estaba ubicado en la calle Chestnut, reconocido por el Departamento del Interior de los Estados Unidos e inscripto en el Registro Nacional de Lugares Históricos por su rica arquitectura, sus techos altos, sus ventanales de paladio, un vestíbulo con chimenea y un acogedor patio interior.

En la antigua Philadelphia, la calle Chestnut era un lugar céntrico para reuniones, actividades bancarias y encuentros sociales. Benjamín Franklin, Thomas Jefferson y otros patriotas estadounidenses solían pasear por el barrio, cenar y asistir a la iglesia cercana. En 1856 el Sr. Elliott encargó al arquitecto local Joseph Hoxie que diseñara allí un edificio de estilo italiano con el fin de abrir un negocio de fabricación de muñecas. Después de muchos años, el local albergó una tienda de artículos secos y otros negocios; y más de cien años después, con la fachada original de granito y el nombre del Sr. Elliott en el tejado, el Independence Park se convirtió en el primer hotel boutique histórico de la ciudad.

 

BEST WESTERN INDEPENDENCE PARK HOTEL

  

Dejé el equipaje y salí a caminar hacia el río Delaware, es decir, hacia el este de la ciudad, buscando referencias históricas; y a solo dos pasos me encontré con una placa sobre una pared que decía “ON THIS SITE IN 1897 NOTHING HAPPENED” (EN ESTE SITIO EN 1897 NO PASÓ NADA). Sin duda, el propietario de esa finca tenía sentido del humor, o tal vez, cierta molestia ante la supuesta importancia histórica de muchos otros edificios. 

ON THIS SITE

IN 1897 NOTHING

HAPPENED

 

 Crucé Banks Street donde había hostels y un club nocturno, y enseguida, me encontré ante una serie de restoranes con comidas típicas de diversos países, entre ellos, uno belga, y a su lado uno afgano y otro japonés. Justo enfrente se encontraba el antiguo edificio del Corn Exchange National Bank que databa de 1907, ocupado en ese momento por el Citizens Bank, que había colocado un cartel de muy mal gusto que no encajaba en absoluto con el estilo de la construcción. Y en otro sector del mismo predio se había instalado el restorán Reserve, de alto nivel culinario. Y siguiendo por Chusnet St. había otro restorán afgano y uno mexicano. 

Banks Street

  

Restoranes de diversas nacionalidades

  

Una taberna belga en la esquina de Chusnet St. con S 2nd St.

 

Cocina japonesa y afgana al lado del resto belga

  

Más locales gastronómicos

  

El ex Corn Exchange National Bank

  

El Citizens Bank en el antiguo editicio del Corn Exchange National Bank

  

Restorán RESERVE, de alto nivel culinario

  

Siguiendo por la Chusnet St.

  

Un restorán mexicano y otro afgano

 

Hacía frío, pero no nevaba ni había tanto viento como en Boston. La gente era más agradable, menos los irlandeses, que seguían de mal humor. Casi nadie comprendía español, pero todos hablaban un inglés muy puro. El mantenimiento lo hacían personas negras, de los cuales la mayor parte eran de origen etíope.

Si bien no había posibilidades de llegar hasta el río, pude desplazarme por una especie de jardín ribereño. 

Rumbo a la ribera del río Delaware

  

Cruzando Front Street, sobre el lado norte del I-95 Park me topé con un monolito en piedra rústica que anunciaba el Irish Memorial, un enorme monumento que se encontraba a pocos pasos y que conmemoraba a los millones de irlandeses que murieron de hambre entre los años 1845 y 1852, así como a los cientos de miles que emigraron a Estados Unidos durante esos años. La obra, de la artista Glenna Goodacre, se denominaba “An Gorta Mor”, traducida como “La Gran Hambruna” había sido inaugurada en 2002, conmemorando el 150 aniversario de la finalización de ese suceso. La integraban treinta y cinco figuras de bronce de tamaño real organizadas en dos escenas. La sección superior oeste representaba a los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos, listos para comenzar de nuevo, y la sección inferior estaba referida a la hambruna en Irlanda. 

Monolito The Irish Memorial

  

Parte inferior de la obra “An Gorta Mor”, representando la hambruna en Irlanda

 

Parte superior de la obra “An Gorta Mor”, refiriendo a la llegada a los Estados Unidos

  

Y en el sector sur del mismo parque había otro memorial, y se trataba del Monumento a los Inmigrantes Escoceses, que había sido inaugurado el 8 de octubre de 2011, apenas cinco meses antes de que yo me encontrara allí. La estatua de bronce estaba integrada por cuatro figuras humanas incluyendo a un hombre con atuendo tradicional escocés y a un perro, sobre un gran pedestal de piedra. Y su sentido era ofrecer un tributo a quienes habían contribuido al crecimiento de la ciudad y del país.

 

Monumento a los Inmigrantes Esoceses

  

Llamó mi atención que en esos lugares anunciaran una multa de 300U$S a quienes no se hicieran cargo de la suciedad producida por sus perros, mediante un cartel que indicaba que se trataba de una ley.

 

IT’S THE LAW

CLEAN UP

AFTER

YOUR

 DOG

maximun fine 300$

CITY OF PHILADELPHIA

  

También me sorprendió ver a un “homeless”negro durmiendo en un banco del parque con semejante frío, y a la vez, otro hombre negro, haciendo allí la vigilancia. 

Un “homeless” negro durmiendo en el parque y un custorio, también negro

  

Reflejo del frío invernal

 

Ya era mediodía y decidí hacer una pausa y almorzar. Así que regresé a la zona de los restoranes buscando uno que tuviera que ver más con mis hábitos, que estuviera servido por mozos, tuviera servilleras de tela y copas de vidrio, ya que venía comiendo basuras en autoservicios, limpiándome la boca con papel áspero y bebiendo en vasitos de plástico… Y lo encontré en 239 Chustnet, se llamaba Rocchino’s, y como era italiano, pedí unos ñoquis con salsa roja y pesto que traían pan con un pote de oliva, como postre un cañón de crema y chocolate, acompañados por una botella de agua y una taza enorme de café. Pagué 25, 92 U$S con todo gusto porque los valía. ¡Y además de reconfortarme por el frío y el cansancio, eso me hizo sentir como en Buenos Aires…! 

Restorán Rocchino’s

  

Delicioso plato de ñoquis con salsa roja y pesto

No hay comentarios:

Publicar un comentario