En enero de
2003 fui a pasar unos días de vacaciones a San Clemente del Tuyú con mis hijos
Martín y Joaquín, y mi nietita Ludmila de sólo once meses.
Nos ubicamos en
un departamentito a una cuadra del muelle de pescadores, tal como me lo había
pedido Joaco. Él compartía con nosotros algunos momentos de playa, pero gran
parte del día y de la noche se iba a pescar.
Así que tanto
Joaco como Martín y la beba, se lo pasaron comiendo corvinas almuerzo y cena,
absolutamente todos los días. Menos mal que se me había ocurrido llevar un
recetario para variarles el menú, aunque más no fuera, en la forma de
preparación. Pero como a mí no me gusta nada que salga del mar, tenía que salir
a comprarme alguna carne alternativa.
Ludmila, de sólo once meses
Ludmila descubriendo conchillas en la playa de
San Clemente
San Clemente,
si bien era una pequeña población durante todo el invierno, en el verano se
cargaba de turistas debido a la gran superficie de arena y a que sus aguas eran
relativamente menos frías que otra de la costa bonaerense.
Y si bien era
un lugar bastante tranquilo, tal como sucedía en otros centros de veraneo, la
mayor parte de la gente salía a “dar la vuelta al perro” caminando o en el auto,
concentradamente en la calle principal, al bajar el sol de regreso de la playa.
A mí eso me asustaba porque en ese entonces Martín (11) le tenía mucho miedo a
los perros, y corría el riesgo de salir corriendo, pero cochecito en mano,
hacía un gran esfuerzo para superarlo con el fin de cuidar a Ludmila.
Muy cerca de
San Clemente se encontraba el parque Mundo Marino, donde una tarde concurrimos
para poder observar tanto ejemplares de la fauna marina, como espectáculos
destinados a los niños. Y si bien la presentación de la orca fue, sin duda, lo
más impactante, a Martín lo que más le gustó fue el show de los delfines.
Martín
en Mundo Marino
Martín en un
puentecito colgante
Al cabo de unos
días, tanto por variar un poco la rutina playera como por curiosidad personal,
fui con Martín y Ludmila al parque Bahía Aventura, a pocos kilómetros del
lugar, donde se encontraba el faro San Antonio sobre el cabo del mismo nombre, en
la punta Rasa, límite sur de la desembocadura del río de la Plata en el océano
Atlántico. El origen del topónimo procedía de la expedición de Hernando de
Magallanes en el siglo XVI, ya que el cabo fuera descubierto por la nave
capitana “San Antonio”.
Primeramente,
deambulamos por el Parque y nos internamos en un bosque que nos protegió de los
fuertes rayos solares, para después dirigirnos hacia el imponente faro.
Martín llevando a Ludmila en el cochecito en el
parque Bahía Aventura
Añoso bosque permanentemente forestado
No
había salida de Martín sin pochoclos
En uno de los
muros había una placa y un mapa como referencia a los límites establecidos por
el Tratado del Río de la Plata, firmado en el año 1973.
COMISIÓN
ADMINISTRADORA DEL RÍO DE LA PLATA
LÍNEA
PUNTA DEL ESTE – PUNTA RASA (CABO SAN ANTONIO)
HITO
TESTIGO – PUNTA RASA
TRATADO
DEL RÍO DE LA PLATA Y SU FRENTE MARÍTIMO
Mirador del cabo San Antonio
Durante la
visita guiada nos dieron detalles de las características e historia del faro de
San Antonio, que había sido habilitado por la Armada Argentina en 1892.
Su estructura
constaba de una torre metálica tipo trípode o tronco piramidal, a rayas
horizontales negras y blancas, teniendo una altura de cincuenta y ocho metros;
y tenía una potencia de novecientas candelas, con alcance luminoso de nueve
millas. Nos comentaron que no solía repetirse el diseño de los faros de todo el
mundo; y que los casos excepcionales se encontraban en costas muy alejadas unas
de otras, para que no pudiera existir confusión por parte de los navegantes.
Y si bien había
una escalera caracol de doscientos treinta y nueve escalones para ascender,
habían incorporado un elevador externo para doce personas, por lo que pude
llegar a lo más alto del faro, y desde un mirador de cristal, apreciar la bahía
de Samborombón, la punta Rasa, el arroyo San Clemente, y la costa de marismas.
Parte
superior del faro de San Antonio
Faro
de San Antonio en su base
La
desembocadura del río de la Plata en el océano Atlántico desde el faro San
Antonio
Punta
Rasa en el cabo San Antonio, límite sur de la desembocadura del río de la Plata
La margen sur
del río de la Plata, próxima a su desembocadura, se caracterizaba por la
formación de marismas. Una marisma es un ecosistema húmedo con plantas
herbáceas que crecen en el agua, que puede ser tanto salada como dulce, y en
este caso, era salobre, debido a las ingresiones permanentes del mar sobre el
río.
Las marismas
son muy importantes para la vida salvaje siendo uno de los hábitats preferidos
para la vida tanto de diminutas algas planctónicas como de variada fauna,
fundamentalmente de aves. En el parque Bahía Aventura protegían los humedales
por considerarlos lugar de recepción de las aves que venían desde el hemisferio
norte.
Dentro de los
ecosistemas de las playas, dunas costeras y marismas, se encontraban diversas
comunidades vegetales adaptadas a esos ambientes que sufrían continuos cambios
como inundaciones por mareas, desecaciones, temperaturas elevadas en veranos,
alta salinidad, fuertes vientos, y continuas y fuertes ráfagas de arena. Y
allí, además de la gran diversidad de aves, abundaban los cangrejales, reptiles
como la yarará o víbora de la Cruz, y mamíferos como gatos monteses, zorros
grises, hurones, comadrejas, cuises, y tucu-tucus.
Marismas
del cabo San Antonio
Agua
salobre en las marismas del cabo San Antonio
Un
gran meandro de uno de los afluentes del arroyo San Clemente
Marisma en la
desembocadura de uno de los tantos arroyuelos
Diversidad de aves,
reptiles y mamíferos en las marismas del río de la Plata
Vista
panorámica de la bahía de Samborombón
El camino hacia San
Clemente desde el faro San Antonio
El cabo San
Antonio y las playas de San Clemente eran equivalentes desde el punto de vista
hidrográfico, a Punta del Este, en la margen norte del río de la Plata. En
dicha ciudad balnearia uruguaya, también las aguas dulces y saladas se
confundían permanentemente según las crecidas del río, las mareas y el sistema
de vientos.