En los primeros días de enero de 2011, junto
con Omar, mi mamá y mis nietas Ludmila y Laurita, partí en un micro de línea
rumbo a la Villa de Merlo, en el extremo noreste de la provincia de San Luis.
En cuanto llegamos, nos hospedamos en el complejo
Turístico Inca Viracocha, sobre la calle Pedernera a una cuadra y media de la
avenida del Sol, la nueva vía turística de la ciudad. Y enseguida, nos
dirigimos a un supermercado con el fin de abastecernos de alimentos y otras
vituallas.
Después del almuerzo, Martín ocupó su cama y se dispuso a dormir una larga siesta, tal cual era absolutamente habitual en los habitantes locales, mientras las niñas optaron por disfrutar de la piscina, que en ese momento estuvo a disposición exclusivamente de ellas.
Martín
(19) durmiendo una larga siesta merlina
Ludmila
a punto de zambullirse en la piscina del complejo
Laurita
(7) con su jirafa
Ludmila (8) junto a su ballena
Ludmila con la jirafa…
Laurita nadando
Laurita tomando sol después del baño
Mientras tanto me encargué de organizar
algunas excursiones, siendo la primera de ellas una salida hacia el Mirador del
Sol, pero de noche, que terminó siendo, para nosotros, “mirador de la luna”.
Para eso, un guía del lugar, nos pasó a buscar
en una camioneta cuatro por cuatro. Pero mi madre no estaba lista. A pesar de
sus ochenta y siete años, continuaba siendo coqueta, y, además de lucir sus
aritos y collarcito, no terminaba de peinarse.
Y si bien, le advertimos que el sitio adonde
nos dirigíamos se encontraba en el Filo de la Sierra de Comechingones, a 1439
m.s.n.m., grande fue su desencanto cuando al llegar a la cima del cerro, no
solamente que no había absolutamente nadie quien pudiera verla, sino que el
viento reinante la despeinó por completo.
Mi mamá (87) con sus aritos y collarcito, lamentándose por el
viento que la despeinaba
De todos modos, la vivencia fue maravillosa,
no solamente por la vista de la ciudad iluminada sino por la luna en cuarto
creciente, además de un profundo silencio que generaba una paz increíble.
La luna en cuarto creciente, pero aumentada por efectos de la
toma fotográfica
Cuarto
creciente y vista de la Villa de Merlo desde el Mirador del Sol
Ludmila, Laurita y mi mamá en el Mirador del Sol
Y al regresar, mientras los adultos
preparábamos la cena, Martín y sus sobrinas se echaron a descansar y a mirar
televisión. ¡Muy buen comienzo de las vacaciones!
Ludmila con su tío Martín
Laurita con su tío Martín
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