Pero ese viernes 26, a pesar de haberme desocupado
tempranamente, no tuvimos suerte con el tiempo, ya que, además de haberse
largado una fuerte tormenta, había descendido bruscamente la temperatura, así
que debí recurrir a diferentes ofertas de juegos bajo techo, para que los
chicos lo pasaran bien.
Primero fuimos al Playland del shopping Los
Gallegos, donde Martín se entretuvo con “la caza de los cocodrilos”, y una
batería electrónica, mientras que las nenas se entusiasmaron con las carreras
de autos y de motos; además de jugar con Martín al tejo de mesa. Pero, en parte,
porque todo funcionaba con tarjetas y el costo era elevado, como porque todos
los juegos duraban escasos minutos, decidí trasladarme a otro lugar, donde,
además de contar con otras opciones más tranquilas, teníamos la posibilidad de tener
un buen almuerzo.
En ese espacio, había un laberinto de redes,
pequeños juegos tradicionales, música para que pudieran bailar y animadoras que
pintaron alegres mariposas en las mejillas de las chicas.
Martín “cazando cocodrilos”
Martín tocando la batería electrónica
Laurita y Ludmila en carrera de autos con
obstáculos
Ludmila trepada en el laberinto
Ludmila en el pequeño tobogán
Ludmila danzando
Con Laurita después del almuerzo
Una mariposa en la mejilla de Ludmila
Una mariposa en la mejilla de Laurita
Al día siguiente, el tiempo mejoró, y fuimos al Mar del Plata Aquarium. Y en cuanto llegamos nos detuvimos a observar patos, un pavo real, peces, gansos y un yacaré.
Patos en los jardines del Aquarium
Un pavo real
Laurita junto a los peces
Laurita junto a los gansos y sus pichones
Un yacaré
Pero lo que más atrajo a Laurita y Ludmila fue la pingüinera, y particularmente, porque se les explicó que en el Aquarium se encargaban de recuperar animales que llegaban empetrolados. Justamente Mar del Plata se encontraba en un sector de la costa argentina donde convergía la corriente fría de Malvinas, que arrastraba fauna patagónica, y en el caso de muchos pingüinos, quedaban cubiertos por los residuos del petróleo crudo explotado en el mar a la latitud de las provincias de Chubut y Santa Cruz. Esa cobertura negra y pegajosa, “plastificaba” sus plumas, lo que les provocaba una suerte de asfixia. Entonces, después de un complejo proceso de limpieza, recuperaban fuerzas con cuidados y alimentación adecuada, para ser devueltos al mar.
Pingüinos
recuperados
Pingüino nadando
Laurita junto a la pingüinera
Ludmila junto a la
pingüinera
El
Aquarium contaba con un enorme patio de comidas, donde elegimos un suculento menú
de hamburguesas con papas fritas y gaseosas.
Después
las nenas quisieron jugar y tomarse una fotografía con la ballenita rosa, y
asistimos a la sala de cine donde proyectaron una película mostrando la fauna
submarina del mar Argentino.
Ludmila y Laurita
junto a la ballena rosa
Como la temperatura era elevada, y faltaba un buen rato para el comienzo de los espectáculos con animales, fuimos a la playita privada del Aquarium, donde los chicos disfrutaron del mar con la ida y venida de las olas, y jugaron con la arena.
Ludmila, Martín y
Laurita en la playita del Aquarium
Laurita posando
para la foto
Ludmila posando para la foto
Ludmila, Laurita y
Martín disfrutando del mar
Ludmila y Laurita
chapoteando con las olas
Ludmila y Laurita
esperando la ola
Ludmila, Laurita y
Martín a pleno sol
Laurita jugando en
la arena
Ludmila y Laurita
jugando en la arena
Y cuando ya estábamos dejando la playa, vimos cómo vertían al mar los efluentes del Aquarium, quedando a flote entre las algas, incluso envases de plástico.
Efluentes del Aquarium
vertidos al mar
Algas y algunos residuos en la playita del Aquarium
Desde
las terrazas del Aquarium tuvimos una vista panorámica de la ciudad de Mar del
Plata, continuamos recorriendo los jardines, y dándoles de comer a algunos
animales.
Laurita y Martín
con la ciudad de Mar del Plata a sus espaldas
Ludmila alimentando a los lobos marinos
Como
era frecuente en la costa bonaerense, inclusive en pleno verano, la temperatura
comenzó a caer a medida que avanzaba la tarde, así que, recurriendo a los
abrigos, y con un buen surtido de pochoclos, nos acomodamos para asistir a la
teatralización con lobos marinos de diferentes características y una foca.
Los entrenadores hicieron diferentes actividades con los animales y los premiaban con pequeños pescaditos, y para finalizar el show, danzaron fuera del escenario.
Ludmila y Laurita
preparadas para ver el show de los lobos marinos
Teatralización con
un pequeño lobito
Actuando con una
foca y un lobito
Premiando a la foca con pescaditos
Un lobo marino con
su entrenador
El lobo marino
saludando al público
Un lobo marino con
su entrenadora
Lobo marino erecto
sobre sus aletas traseras
Gran acercamiento de la entrenadora al lobo marino
Despedida del lobo marino y su entrenadora
El príncipe y la bella lobita
Danza de los
entrenadores como fin del espectáculo
Acto seguido, ofrecieron tomarles fotografías a cuantos quisieran con uno de los lobos marinos, y las nenas aceptaron gustosas, pero Martín no se animó, y mucho menos cuando vio que el animal apoyaba su hocico sobre la cabeza de Ludmila.
Fotografiando a
Ludmila y Laurita junto al lobo marino
Al final de la jornada asistimos al show de los delfines, que, además de dar grandes saltos en los piletones, interactuaban con sus entrenadores, quienes, en algunos momentos, eran desplazados por los animales en el agua.
El show de los delfines
Delfines saltando
Entrenadora
acariciando a un delfín
La comunicación con los delfines se realizaba con señales y mediante un silbato, que podían escuchar dentro y fuera del agua. Si bien por tener muy buen oído, percibían la voz de los entrenadores, y cada animal tenía su nombre, no lo reconocían.
Entrenadora dando
indicaciones al delfín con un silbato especial
Entrenadores
nadando con los delfines
Entrenador parado
sobre un delfín
Delfines saludando
al público
Cierre del
espectáculo al anochecer
El
domingo dedicamos el día al parque acuático Aquasol, donde los chicos se divirtieron
en los diferentes juegos como los salvavidas, los toboganes y la pileta con
olas.
Laurita y Ludmila en los
salvavidas de Aquasol
Laurita y Martín
jugando con los salvavidas
Laurita…, ¿susto o enojo?
Ludmila a pura
diversión
Ludmila en el tobogán
Laurita en el tobogán
Ludmila a punto de caer al agua
¡Ludmila cayó al agua…!
Martín en la
pileta con olas
Y esa misma noche, tomamos el micro que nos llevaría de regreso a Buenos Aires. Habían sido sólo tres días, pero de gran disfrute por parte de todos, no sólo por las actividades realizadas, sino, fundamentalmente, por compartirlas.
Ludmila en el bar
de la terminal de ómnibus previo al regreso
Laurita con sueño esperando la salida del micro
Hermoso hermoso 😍❤️
ResponderEliminarUstedes son hermosos.
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