Dos de enero de 2010. Tomamos el Flechabus
directo a Santa Cruz de la Sierra, principal ciudad del oriente boliviano.
El micro era semicama y cada pasaje costaba sesenta
dólares por treinta y seis horas de viaje, mientras que, a Mar del Plata, que eran
sólo cinco horas, el mismo servicio costaba veinte dólares.
Viajamos todo el día y a la mañana siguiente nos
despertamos en la localidad de Libertador General San Martín, en la provincia
de Jujuy.
Plaza principal de Libertador General San Martín
Libertador General San Martín, a poco más de cien kilómetros al nordeste de San Salvador de Jujuy, era el principal centro urbano en la región de las Yungas. Cruzando el río San Lorenzo, se arribaba a Ledesma, sede del principal ingenio azucarero de la provincia. Ese ingenio era el principal responsable de la tala de los bosques subtropicales en beneficio de la explotación de la caña. Estaba a menos de diez kilómetros del Parque Nacional Calilegua, que por encontrarse en la ladera superior, impedía que los volcanes de barro cubrieran los sembrados.
El río San Lorenzo, como todos los del Noroeste Argentino, permanecía todo el invierno en estiaje, con crecidas repentinas durante las lluvias de primavera y verano, formando meandros y arrastrando piedras de gran tamaño a gran velocidad.
Río San Lorenzo durante las crecidas del verano
Continuando el camino en la misma dirección, se encontraba Caimancito, en el borde entre las Yungas y la Llanura Chaqueña. Los bosques venían siendo talados desde mucho tiempo atrás para la plantación de productos tropicales como caña de azúcar, paltas, cítricos, bananas y flores, además de la producción hortícola para el mercado nacional.
Cultivos y Yungas a la altura de Caimancito – Chaco Jujeño
En el Chaco Jujeño el clima era subtropical con estación seca en invierno. Las temperaturas diurnas del verano solían superar los 45ºC con un alto porcentaje de humedad y en invierno esporádicamente podían estar por debajo de los 10ºC.
Las etnias originarias de esta zona habían sido los ocloyas, los churumatas, chorotís y wichis. Los europeos arribaron en el siglo XVI, pero la consolidación fue lenta por cuestiones climáticas y de accesibilidad. Caimancito fue fundada en 1859 y ha recibido desde entonces inmigración boliviana.
Las Yungas en Caimancito
En pocos kilómetros más llegamos a Pichanal, provincia de Salta. La provincia era otra, pero las condiciones eran las mismas. Las lluvias del verano habían anegado las calles, que en su mayoría eran de tierra y habían dejado al pueblo desabastecido de muchos productos que llegaban en camión, además de no poder sacar la producción de cultivos perecederos. Pero la culpa no la tenían ni la lluvia ni “el cambio climático”, ya que estas características eran desde siempre, pero las obras de infraestructura seguían sin hacerse, y la tala de las Yungas agravaba el impacto de las precipitaciones.
Calle de Pichanal después de una tormenta de verano
Gran parte de los cultivos de esta zona se habían salvado debido a que se los había protegido con coberturas de diferentes materiales. Pero los cúmulos se estaban transformando en nimbos y una nueva tormenta se avecinaba.
Cultivos cubiertos en el Chaco Salteño
El 9 de febrero de 2009, once meses antes de nuestro viaje, una masa de agua y lodo había bajado por el cauce del río Tartagal llevándose casas, autos y tres personas. Además, alcanzó la planta potabilizadora dejando sin agua a la ciudad y al Campamento Vespucio.
Viviendas precarias a la vera del río Tartagal
Los motores y las cañerías del acueducto quedaron totalmente destruidos y los vecinos concurrieron con baldes y recipientes a una planta potabilizadora móvil, para llevar agua a sus hogares durante un largo lapso después de lo ocurrido.
Terrenos sueltos erosionados por las lluvias y el río
Como era de esperar, los políticos, los medios, y muchos académicos le echaron la culpa al cambio climático, nuevo chivo expiatorio de los últimos tiempos. Pero los torrentes y volcanes de barro eran característicos de esta zona. Casi todos los veranos ocurría lo mismo. Sobre esto podía consultarse bibliografía producida sobre el tema durante todo el siglo XX. Lo que ocurría era que las ciudades se habían expandido sobre los lechos de los ríos y la infraestructura y formas de contención no se habían realizado.
Nueva inundación en enero de 2010
Cuando este tipo de fenómenos afectaba sólo a los caminos, las empresas constructoras que operaban en la zona, esperaban los contratos que les hacían los gobiernos provinciales o municipales para realizar obras de bajo nivel de calidad, para que pronto volvieran a romperse y volver a estar contratados. Para quienes estaban a cargo de la distribución del dinero también era beneficioso porque salía más barata la obra anual que algo definitivo, y además, en forma permanente tenían a la gente en emergencia, dependiendo del reparto de migajas: colchones, frazadas, alimentos, que muchas veces donaban empresas para desgravar impuestos o la comunidad más solidaria. A los medios también les convenía, porque aumentaban el rating de audiencia. ¿Y la culpa de quién era? ¿Del cambio climático? No, eso no era verdad.
Avenida de Tartagal con los barros del verano de 2010
Y ya al mediodía llegamos a la localidad de Salvador Mazza, más conocida por la vieja estación Pocitos, en la frontera con Bolivia. Este era un paso más oriental que el que habíamos atravesado un año atrás cuando volvíamos de Tarija. Allí nos ofrecieron un almuerzo en un bolichón donde solían comer los camioneros. Eso significaba que las porciones eran muy abundantes. Antes de cruzar el puente nos demoramos bastante por la cantidad de camiones en espera que había en el lugar, pero todo aconteció sin dificultades.
Playa de camiones en Salvador Mazza, la frontera argentino-boliviana
Después de diferentes problemas de demarcación, se había establecido que en esta zona el límite debía pasar por el paralelo 22ºS. Pero se produjo una controversia sobre la posesión de la ciudad de Yacuiba. Argentina se la cedió a Bolivia a cambio de otros territorios en la Puna. Era por eso que se producía una cuña hacia el sur de dicho paralelo corriendo el límite por el arroyo Yacuiba y su intersección con el arroyo Pocitos.
Arroyo Pocitos desde el Puente Internacional
Cruzamos el puente caminando y el micro lo hizo solo ya que no lo revisaron. A nosotros, únicamente la documentación. Ya Martín podía cruzar sin el permiso del padre, porque desde el 1ro de enero, dos días atrás, los mayores de dieciocho años y no de veintiuno, podían salir del país sin autorización de sus padres.
Puente internacional que unía Salvador Mazza con San José de Pocitos
San José de Pocitos era la localidad que llegaba al límite, al sur de Yacuiba, pero unida a ésta. Sus características comerciales de frontera y el aspecto de sus calles eran idénticas a las de Villazón, también en Bolivia, y al de otras ciudades paraguayas que tenían la misma condición.
Calle comercial de San José de Pocitos – Bolivia
Volvimos a subir al micro y continuamos viaje pasando por la estación ferroviaria de Yacuiba. Esta ciudad era la llamada capital del Gran Chaco, o Chaco Boliviano, y tenía características físicas semejantes a las de su continuidad en los sectores argentino y paraguayo, no pareciéndose en nada al Altiplano Boliviano.
Estación de Yacuiba, de la empresa Ferroviaria Oriental
Esta era la Bolivia tropical, calurosa, lluviosa y muy verde. Las temperaturas medias oscilaban entre 25ºC en enero a 15ºC en julio, y las precipitaciones asciendían a 1000 mm anuales, de los cuales 200 mm se producían en el mes de enero. Es decir, que este era el mes menos ventajoso para visitar la región, pero era el único en que disponíamos de suficiente tiempo para hacer largos viajes.
La Bolivia verde
La lluvia y las tormentas eléctricas nos acompañaron durante casi todo este trayecto del Oriente Boliviano. Los cúmulos nimbus cubrían todo el cielo y por momentos todo se tornaba muy oscuro como si estuviera anocheciendo.
Cúmulos nimbus, al salir de Yacuiba
La vegetación, muy exuberante que, tal cual en el sector argentino, había sido talada en muchos tramos para la producción agropecuaria. En algunos sectores abundaban las palmeras como en la zona denominada Palmar Grande.
Vegetación exuberante en Palmar Grande
Si bien se trataba de una región productivamente importante, como en el resto del país, la desigualdad social era muy grande, por lo que se encontraban grandes fincas, y paralelamente, poblaciones con condiciones de vida muy rudimentarias.
Poblaciones en condiciones muy precarias en el Gran Chaco
En medio de una lluvia torrencial llegamos a la localidad de Villa Montes, que estaba ubicada a la vera de las márgenes del río homónimo. Allí se estaba construyendo un puente de mayor resistencia para que las crecidas no lo destruyeran.
Construcción de un puente sobre el río Villamontes
Y en esta zona también alternaban las yungas con los campos destinados al ganado previa “limpieza” del monte original. Los suelos lateríticos y la pendiente pronunciada agravaban el arrastre de los sedimentos durante las lluvias intensas.
Cría de ganado en áreas donde habían talado las yungas
Las fuertes lluvias y el tránsito de la ruta alargaron nuestro viaje y con casi cuatro horas de atraso, llegamos a Santa Cruz de la Sierra, ya entrada la noche. Nos alojamos en un hotel de tres estrellas con pileta no sólo por la necesidad de descanso después de más de un día y medio de micro, sino porque las temperaturas de esta zona solían superar los 30ºC con mucha humedad, y, por lo tanto, requeríamos aire acondicionado y otras comodidades.
Martín en el hotel de Santa Cruz de la Sierra
Santa Cruz de la Sierra era la ciudad más poblada de Bolivia, superando a La Paz-El Alto, ya que con su área metropolitana llega a más de dos millones cien mil habitantes. Y era considerada la capital industrial y económica del país, porque allí residían las principales empresas petroleras.
Uno de los edificios antiguos bien conservados
La ciudad era agradable con mucha vegetación en parques y jardines, y la presencia de palmeras que denotaban su clima tropical.
Modernos comercios con palmeras tropicales
Santa Cruz de la Sierra fue fundada por el capitán Ñuflo de Chaves el 26 de febrero de 1561, tras una expedición de españoles que partiera de Asunción, como avanzada, próxima a donde posteriormente se asentara San José de Chiquitos. Pero después de cuarenta y tres años, cuando estos cruceños eran trasladados por disposición de la Real Audiencia de Charcas a San Lorenzo Real de la Frontera, antes de llegar, se resistieron y se establecieron en lo que ahora era Cotoca. Después de diecisiete años de vivir en Cotoca, parte de su gente aceptó a los padres jesuitas y a la propuesta del entonces gobernador de trasladarse al sitio de Santa Cruz de la Sierra.
Casco histórico de San Cruz de la Sierra
Era la ciudad que experimentaba mayores transformaciones como consecuencia de sus altas tasas de crecimiento y migración. Y los elevados ingresos que percibía gran parte de la población por la explotación de hidrocarburos, había permitido la construcción de varios barrios residenciales.
Barrio residencial de Santa Cruz de la Sierra
La mayor parte de la población se dedicaba a actividades de tipo terciario, lo que representaba más del ochenta por ciento de los establecimientos y del personal ocupado. Pero dentro de esta actividad había un alto porcentaje de trabajo informal, gran parte del cual era realizado por inmigrantes, muchas veces provenientes del Altiplano.
Ventas informales callejeras
El turismo también había comenzado a incrementar las actividades terciarias desarrolladas, y las ferias artesanales se destacaban por la diversidad de objetos procedentes de todo el país, que era no sólo heterogéneo a nivel físico natural sino también multicultural.
Diversidad en la elaboración de charangos
En esta región de Bolivia se veneraba a la Purísima Virgen de Cotoca. Era una advocación de la Virgen María, que se celebraba el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción.
Imagen de la Virgen de Cotoca en un paseo artesanal
También los paseos y ferias artesanales contaban con plantas tropicales que los hacían sumamente agradables y la gente se mostraba mucho más extrovertida que en el Occidente Boliviano.
Paseo artesanal en el centro de Santa Cruz
La plaza principal se denominaba 24 de Septiembre. A su alrededor se levantaban edificios de estilo colonial y se encontraban la Casa de la Cultura, la Prefectura Departamental, la Alcaldía Municipal, la Catedral Metropolitana, museos y salones de exposición.
La plaza contaba con una gran densidad y variedad de vegetación y por encontrarnos en los primeros días de enero, permanecían los adornos correspondientes a las fiestas navideñas.
Plaza 24 de Septiembre
Desde la década del ’70, Bolivia se estructuró en base a las tres grandes ciudades del denominado eje troncal: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra. Santa Cruz, que había sido la cola del eje, pasó a ser cabeza debido a que las vías de comunicación partían de este nodo nacional.
Casa de Gobierno del Departamento Autónomo de Santa Cruz
Tal como habíamos visto en Tarija dos años atrás, existía un profundo desprecio por los pobladores del Altiplano y una especial reverencia hacia los argentinos. Creo que un verdadero símbolo de esto era que, frente a la plaza, justamente al lado de la Gobernación Departamental se encontraran el Consulado Argentino, el Banco de la Nación Argentina y las oficinas de Aerolíneas Argentinas.
Banco de la Nación Argentina, Consulado Argentino y Aerolíneas Argentinas
La plaza se caracterizaba por un gran dinamismo y además de paseo, era un lugar de concentración para quienes tenían algo para decir públicamente.
Plaza 24 de Septiembre al mediodía
Frente a la plaza también se encontraba la Catedral Metropolitana. En 1838 el templo anterior había sido sustituido por una nueva iglesia de estilo ecléctico.
Catedral Metropolitana
Prácticamente hasta la década del ’50, en que se construyó la carretera a Cochabamba, Santa Cruz había estado aislada, lo que diera origen a una fuerte personalidad regional donde predominaban las relaciones de hacienda, propias de una sociedad tradicional.
Vestimenta típica de un hacendado cruceño
Al despegar económicamente, comenzaron las luchas cívicas para rescatar los ingresos del departamento, fruto de la explotación de los hidrocarburos. Pero ya desde el siglo XIX Santa Cruz venía postulando una mayor descentralización y autonomía regional. En mayo de 2008 se había realizado un referéndum por autonomía y tuvo una aprobación de más del ochenta por ciento de la población cruceña. Santa Cruz proclamaba una asamblea legislativa y un gobierno autónomo. Otros departamentos que coincidían con esta ideología eran Beni, Pando y Tarija. Santa Cruz, y por extensión la Nación Cambá, se juzgaban como una nación que buscaba independencia de poderes y de territorios.
Los cruceños siempre habían sido separatistas
Este departamento era uno de los cuales se había levantado contra el gobierno de Evo Morales y donde podían verse manifestaciones en su contra, así como carteles donde se lo insultaba. De todos modos, en las últimas elecciones, el número de opositores había disminuido.
Un nuevo centro comercial
De todos modos, el aire de superioridad que el conjunto de la población sentía respecto de la gente del Altiplano, resultaba agresivo. Y si bien la ciudad no era desagradable a nivel de paisaje urbano, lo era a nivel social, que la convertía en un lugar de cierta hostilidad.
Hacia el mediodía iba desapareciendo la gente de las calles, en parte por el calor, y en parte por la posibilidad de almorzar en las casas. Por lo tanto, los negocios cerraban hasta bien entrada la tarde y era hora de buscar donde comer.
Al mediodía la gente desaparecía de las calles
Y encontramos un lugar donde se preparaban, entre otros, platos típicos del oriente boliviano. Fue así como elegimos un majadito.
El majadito consistía en una mezcla de un plato español con los ingredientes de la zona. El mozo nos contó que en la época de la conquista, los españoles pretendieron preparar una paella, pero al no conseguir pescado, hicieron el arroz con carne deshidratada, y le agregaron bananas y huevos fritos.
Majadito, plato típico del oriente boliviano
Sin duda, Santa Cruz de la Sierra era otra Bolivia. No necesariamente mejor, como ellos creían, pero indudablemente diferente a la Bolivia Occidental. Nada era igual. Ni la morfología, ni el clima, ni el proceso de poblamiento, ni los recursos que se explotaban, ni los pueblos originarios, ni la población actual… Y, desde ya, tampoco la gastronomía, ni la música, ni nada… Pero lo único que era igual, mal que les pesara, era que ambos, el Altiplano y el Chaco, eran Bolivia.
Placa colocada en un edificio frente a la plaza 24 de Septiembre
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