En el marco del
Encuentro Humboldt, se organizó una visita al Parque Nacional Serra do Mar. Y
como todos los días anteriores, amaneció lloviendo, pero eso no nos intimidó.
Llegamos al Parque Nacional Serra do Mar bajo una intensísima lluvia
El Parque estaba situado al noreste de Ubatuba. Contaba con trescientas quince mil hectáreas, siendo una de las mayores áreas de recuperación continua de la Floresta Atlántica.
Mata Atlántica
Una de sus grandes riquezas tenía que ver con su flora, fauna y culturas tradicionales, que lo convertían en un lugar de belleza indescriptible.
Por los caminos del Parque
Uno de los aspectos más resaltables de este sitio era, sin dudas, su fauna. En ese sentido, y entre las especies que se podían encontrar allí, podemos mencionar los monos, alces, carpinchos, catetos, jaguatiricas, pacas y hasta onzas pintadas.
La avifauna venía aumentando mucho en el último tiempo gracias a planes estatales, y en ese marco se podía escuchar el canto del tangará, de los saíras, jilgueros y sabiás, entre otros.
Jequitibás, canelos, cedros, jatobás, ipês y guapuruvus eran sólo algunos de los árboles con los que uno se podía encontrar.
Podía escucharse el canto de los pájaros…
Después de un embarrado trecho, hicimos una parada para escuchar las explicaciones de nuestro guía, y partimos hacia la playa del Parque donde había manglares y como marco, los famosos morros.
Había dos formas de llegar, una era en botes, y la otra, a pie. Los botes irían por una zona de manglares, pero yo preferí caminar y tomar fotos sin tanta gente.
Una parada en el camino para recibir indicaciones del guía
Nuestro guía en el Parque Nacional Serra do Mar
Algunos se trasladaron en bote
La playa del Parque con morros y manglares
El manglar consistía en una formación fitogeográfica que contenía mangles, los árboles más representativos de la vegetación halófita, ya que toleraban una elevada salinidad como la que había en las aguas costeras de la zona intertropical y, más aún, en las lagunas o albuferas en contacto con el mar, o cercana a la desembocadura de cursos de agua dulce, donde la concentración de sal era generalmente mayor.
Vegetación halófita
Curso de agua dulce que alimentaba diariamente a los manglares
En las regiones costeras era pionera, ya que se establecía primero y constituía la base para que muchas otras especies de plantas y, sobre todo, de animales, se localizaran después.
Las ramas colgantes de los mangles se hundían en tierra, echaban raíces y se entrelazaban formando impenetrables barreras en las que se refugiaban peces y se adherían y vivían moluscos.
Los manglares que llegaban hasta la playa
El guía continuaba su explicación diciendo que los manglares eran biotopos (conjuntos de hábitat) tropicales y subtropicales anfibios (con características acuáticas y terrestres), localizados en la zona intermareal (entre pleamar y bajamar), de costas protegidas o poco expuestas -golfos y ensenadas, marismas y estuarios o desembocaduras de ríos- con fondos blandos (de arenas, limos o arcillas, nunca rocosos) y que recibían periódicamente agua dulce por escorrentía.
Manglar derivaba de la palabra mangle que, en lengua guaraní, significaba árbol retorcido. Los manglares desempeñaban una función clave en la protección de las costas contra el oleaje y la erosión eólica.
Fuerte oleaje a pesar de ser una bahía relativamente reparada
Playas extensísimas de arenas suaves
Mientras tanto había comenzado nuevamente a llover y el viento soplaba cada vez más fuerte. Y varios surfistas llegaban al Parque para aprovechar esas condiciones.
Gran oleaje que era ideal para la práctica del surf
Tupida vegetación de zonas tropicales
Flores de gran belleza que atraían a un sinnúmero de mariposas
Dentro del Parque las visitas eran reguladas, pero no prohibidas. Y mientras aumentaba la lluvia y seguían llegando cada vez más surfistas…
Omar, Edson y Martín refugiándose de la lluvia
Nosotros
decidimos regresar a Ubatuba.
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