lunes, 27 de julio de 2020

Volviendo de Ubatuba…


  
En la mañana del sábado 31 de octubre, bien temprano, tomamos el super-desayuno que nos daban en el hotel de Ubatuba, y en un taxi fuimos hasta la terminal de ómnibus. La idea era volver por otro camino. En lugar de ir por la costa, ahora lo haríamos por Taubaté.

Nubes cubriendo la Serra do Mar



El micro rápidamente comenzó el ascenso por la rodovia Osvaldo Cruz que atravesaba la Serra do Mar. El camino tenía pendientes muy pronunciadas y gran cantidad de curvas, que permitían tener vistas panorámicas realmente impactantes. Desde uno de los miradores, pudimos ver la ciudad de Ubatuba y gran parte de sus playas.


En lo alto de la sierra se conservaba la Mata Atlântica



Gran cantidad de vehículos iban hacia Ubatuba para aprovechar el fin de semana, por lo que la ruta estaba muy cargada de la mano contraria a la nuestra.


En el camino había varios establecimientos ganaderos



Pese a las características de riesgo de la rodovía y a las áreas de niebla, muchos no respetaban su carril, y se produjeron varios accidentes.



Campos raleados para abrir paso a la actividad ganadera


Y con cierto atraso, llegamos a la ciudad de Taubaté. El nombre de la ciudad era de origen tupi, que significaba taba (aldea) e ybaté (elevada).


La ciudad conservaba edificios antiguos de gran belleza



Taubaté era un polo industrial y comercial, que denotaba gran dinamismo. Su población no llegaba a trecientos mil habitantes, pero abastecía a muchas localidades de sus alrededores.


La Catedral da Sorte era una de las principales casas de juego



Como Martín ya tenía hambre, buscamos un lugar donde comer algo rápido para después continuar recorriendo la ciudad.


Mucha gente de compras el sábado al mediodía



Los comercios ofrecían todo tipo de mercaderías, pero las tiendas de ropa eran las más concurridas. Podían encontrarse prendas de todas las calidades y a precios muy buenos para los brasileros, pero muy altos para los argentinos.


Peatonal de Taubaté



Y pasado el mediodía, muchos negocios comenzaron a cerrar, y la gente a regresar a sus casas. Fue así que en las primeras horas de la tarde, las calles quedaron vacías.


La ciudad también contaba con edificación moderna



Martín y yo decidimos continuar viaje, porque en la terminal de Sao Paulo debíamos tomar el micro que nos llevaría a Buenos Aires.
Poco más de ciento veinte kilómetros separan a Taubaté de Sao Paulo, capital del estado. En el camino podían verse gran cantidad de plantas industriales, como por ejemplo la de Volkswagen, que eran las que explicaban el dinamismo de la región. Había que tener en cuenta que nos encontrábamos dentro del triángulo Sao Paulo – Rio de Janeiro – Belo Horizonte, que era la zona de mayor producción y densidad de población de todo Brasil.


Planta de Volkswagen entre Taubaté y Sao Paulo



La terminal de ómnibus de Sao Paulo era inmensa. Y no tenía mucha lógica la ubicación de las ventanillas de venta de pasajes, por lo cual no encontraba la de Crucero del Norte. Pero gracias al gran sentido de orientación de Martín, lo logré con la debida anticipación.
Como tuvimos que esperar bastante el ómnibus a Buenos Aires, nos dedicamos a observar carteles y curiosidades en la terminal, como, por ejemplo, un perrito con pañal. Lo que no pude averiguar era si estaba permitido llevar animales en los ómnibus.


En la terminal de ómnibus de Sao Paulo, un perrito con pañal



Un cartel que me pareció muy didáctico fue el de un hombre ocupando más de una butaca en el cine, poniéndose muy cómodo, que decía: “Si a usted le parece absurdo hacer eso, ¿por qué ocupar dos lugares en el estacionamiento?”


Varios carteles ridiculizaban comportamientos incorrectos



Ya de noche salimos de Sao Paulo y tomamos la ruta hacia Maringá, donde llegamos a la hora del desayuno. Y desde allí, atravesamos durante el día el estado de Paraná.
El lugar que ocupaba la mata, o selva tropical, había quedado absolutamente raleado y convertido en campos de cultivo, en especial de soja.


Campos de cultivo donde había estado la mata



La soja había pasado a ser prácticamente un monocultivo en el sur de Brasil, en Paraguay y en gran parte de la Argentina, dejando de lado tanto bosques naturales, áreas ganaderas, como una gran cantidad de cultivos más importantes para la alimentación de las poblaciones locales, además del éxodo rural que eso acarreaba.


Por la PR 317 rumbo al sur



La forma de producción era totalmente mecanizada con alto consumo de agroquímicos, algunas maquinarias y muy poca gente.


Cultivos de soja y silos para conservarla



Pero en esta región, comenzó a circular dinero que antes no se veía y aumentó la producción industrial de elementos necesarios para la zona rural, por lo cual se hacía muy difícil oponerse a esta “pampeanización”.


Puestos de venta a la vera de las rodovías



El paisaje se presentaba monótono y parecería lo mismo estar allí que en los campos de la provincia de Buenos Aires, si no fuera por la presencia de una gran cantidad de plantas industriales que iban desde las alimenticias, como el caso de Nestlé, hasta las metalúrgicas y automotrices.


Fábrica de helados Nestlé



Al cabo de varias horas, llegamos a Foz do Iguaçu. El día estaba hermoso, verdaderamente primaveral, y la ciudad muy florecida. Pero no pudimos bajarnos, aunque sólo fuera por un ratito, porque el micro tenía parada únicamente del lado argentino.


Foz do Iguaçu



Desde Foz pasamos el puesto de control brasileño sin control alguno. Las cosas no habían cambiado en años. Del lado argentino se pusieron más estrictos, en especial con los menores de edad, debido a la cantidad de denuncias y a los escraches que les hicieran en varios programas de televisión.


Puesto de “control” de frontera del lado brasilero



Cruzamos el puente internacional Tancredo Neves, llamado así en honor a quien fuera presidente electo de Brasil en 1985 y que falleciera antes de asumir. El puente estaba pintado mitad de verde y amarillo, y mitad de celeste y blanco.


Puente sobre el río Iguazú, límite entre Brasil y Argentina



Desde allí, podían verse ambas márgenes del río Iguazú, con su vegetación natural por encontrarse dentro de los parques nacionales de ambos países.


Río Iguazú desde el puente internacional



Y ya entrando en territorio argentino circulamos por la ruta nacional número doce que nos llevaría hasta Posadas.


Ruta Nacional número doce, saliendo de Puerto Iguazú



En el primer tramo todavía podían encontrarse restos de la selva misionera que otrora cubriera toda la provincia, pero que ya en ese momento, año 2009, en su mayor parte había sido talada y reemplazada por pinos que eran de mayor utilidad tanto para las plantas de celulosa, como para las fábricas de muebles baratos.


Gran parte de la selva subtropical había sido reemplazada por pinos


Sin duda, los efectos de las inundaciones no debían atribuirse a ningún cambio climático, chivo expiatorio de las grandes empresas, sino a la rápida escorrentía de lluvias tropicales que ya no contaban con el colchón de absorción ni con los procesos de evapotranspiración de la vegetación natural.



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