jueves, 30 de mayo de 2024

Una breve caminata por Barquisimeto

  Cuando nos levantamos, a la mañana temprano, vimos con más preocupación las rejas que protegían al hotel Resplandor. Y al salir a caminar por la avenida Carrera 19 desde la Calle 35, notamos, no solo que muchos otros edificios tenían rejas similares, sino que había muchos negocios de baja calidad. 

Reja en el hotel Resplandor

  

En una pared se leía “Anotate con Chávez – Equipo Pío Tamayo”, que consistía en un Movimiento Político del Partido Socialista de Venezuela, y que contaba con diversos servicios dirigidos a la comunidad. 

Anotate con Chávez

Equipo Pío Tamayo

  

Siguiendo por la avenida Carrera 19, observamos que había una gran cantidad de cartelería política de la oposición al gobierno de Hugo Chávez, representada por Pablo Pérez.

Pablo Martín Pérez Álvarez era el Gobernador del Estado Zulia, y se postulaba como precandidato a la presidencia de Venezuela por el partido “Un Nuevo Tiempo” (UNT) en las primarias del 12 de febrero de 2012, trece días después de que nosotros estuviéramos en Barquisimeto. 

Caminando por la avenida Carrera 19 donde había cartelería política de la oposición

 

Avenida Carrera 19 esquina Calle 29

 

Entre las Calles 29 y 28 se ubicaba el Centro Comercial Socialista BARQUISIMETO 2, un mercado pensado como uno de los pilares de la economía popular. 

Centro Comercial Socialista BARQUISIMETO 2 sobre la avenida Carrera 19 entre las Calles 29 y 28

  

Y entre las Calles 26 y 25 tenía su edificio del Núcleo Lara la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (UNEFA 25). Se trataba de una universidad pública militar creada por decreto del Presidente Hugo Chávez en abril de 1999, en base al Instituto Universitario existente desde 1973. Con sede en varias ciudades venezolanas, estaba adscripta a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana dependiente legal y administrativamente del Ministerio de la Defensa de Venezuela, concentrándose fundamentalmente en carreras relacionadas con la administración y gestión municipal, así como en la economía social, la educación integral y las ingenierías. 

UNEFA 25 (Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional Boliviariana),

sobre la avenida Carrera 19 entre las Calles 26 y 25

  

Al llegar a la Calle 25 nos topamos con el Palacio de Gobierno del Estado Lara, de estilo neoclásico. La construcción se había iniciado en el año 1905, para luego de estar paralizada por el lapso de veintiún años, se reactivara la obra, siendo finalizada en 1933. Esta edificación había sido declarada Patrimonio Artístico e Histórico del estado Lara; y en 2005, Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto de Patrimonio Cultural. Por esa razón se la restauró y posteriormente se la abrió al público como atractivo turístico y centro de formación, arte y cultura de Lara. 

Palacio de Gobierno del Estado Lara

  

Al continuar deambulando por el Centro de Barquisimeto descubrimos diversas manifestaciones culturales, edilicias y políticas, además de poner mucha atención a las particularidades de los pobladores y del tránsito de la ciudad. Así fue como nos detuvimos ante un puesto de venta de libros en plena calle, como frente al edificio del INCES Lara (Instituto Nacional de Capacitación y Educación), donde funcionaba el Centro de Formación Socialista “Jesús ‘Gordo’ Páez”. Y también fotografié las paredes pintadas por el opositor Pablo Pérez, la esquina donde se encontraba la Sala del Poder Comunal de Iribarren, y los afiches de la Juventud Militante Socialista y Antiimperialista que respondía a Hugo Chávez. 

Venta de libros en la calle

  

Centro de Formación Socialista “Jesús ‘Gordo’ Páez” en la esquina de la avenida Carrera 19 y Calle 23

 

 

Centro de Formación Socialista “Jesús ‘Gordo’ Páez”

en el edificio del INCES Lara (Instituto Nacional de Capacitación y Educación)

  

Pintadas de Pablo Pérez, opositor de derecha en la Calle 23

  

Caminando por una calle céntrica de Barquisimeto

  

Juventud Militante

Por 10 millones de conciencias

Socialistas y Antiimperialistas

  

A fines de los años 60, fue construido el Palacio Municipal, sede de la Alcaldía de Iribarren y del Consejo Municipal de Barquisimeto.

Ha sido considerado uno de los proyectos más destacados del arquitecto venezolano Jesús Tenreiro Degwitz, quien ha recibido varios importantes premios por su trayectoria. Este edificio se caracterizó, no solo por su diseño de línea sobria y elegante, sino a algo que a muchos se les ha olvidado, como ser la iluminación natural y ventilación de sus interiores.

Y en 1992, luego de trece años de iniciada, se le anexó la Torre Municipal, denominada Torre David. Diseñada y dirigida por el arquitecto Paolo D’Onghia, llevaba el nombre de uno de sus hermanos como homenaje póstumo. De hecho, habían surgido polémicas debido a que no se ceñía al diseño arquitectónico del casco histórico, aunque ya existían otros edificios que también desarmonizaban. 

Palacio Municipal de Iribarren

  

Torre Municipal llamada Torre David

  

Llegamos así a la plaza Bolívar de Barquisimeto, entre las Calles 25 y 26 y las Carreras 16 y 17, lugar que habían ocupado viviendas que se derrumbaron en consecuencia del terremoto de 1812. A lo largo de los años, la plaza fue denominada como “de la Concepcíón” y “Miranda”, recibiendo el nombre del libertador recién en 1925. Y en 1930 se construyó el pedestal para la colocación de la estatua ecuestre del Padre de la Patria, en conmemoración del centenario del fallecimiento de Simón Bolívar. 

Monumento ecuestre de Bolívar en la plaza homónima

 

En octubre de 2012 se llevarían a cabo elecciones presidenciales en Venezuela, pero el presidente Hugo Chávez, después de haber sido operado de cáncer, no estaba en condiciones de realizar tantas apariciones televisivas como lo había hecho cuatro años atrás, por lo cual su presencia fue compensada con muñecos inflables que fueron colocados en diferentes lugares públicos del país, siendo uno de ellos la plaza Bolívar de Barquisimeto. 

Gran cantidad de gente junto a un muñeco inflable que representaba a Hugo Chávez

  

Acercándonos al Chávez “inflable”

  

Algo que nos había llamado la atención era la larga fila que se estaba realizando en la plaza, y al preguntar a los presentes, nos dijeron que se trataba de hacer la inscripción o actualización de datos en el Registro Electoral. 

Una larga fila esperando dar su identidad

  

Frente a la plaza Bolívar había un camión perteneciente a la PDVAL (Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos), dependiente del Ministerio del poder Popular para la Alimentación del Gobierno Bolivariano de Venezuela, donde vendían comida a bajo precio. 

PDVAL (Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos)

  

Venta de alimentos a bajo precio

  

Un partidario de Hugo Chávez saludándonos

  

Sobre la Carrera 17, entre las Calles 25 y 24 se encontraba la plaza de la Justicia. Junto a ésta estaban el Edificio Nacional, inaugurado en el año 1956 para servir como sede de los poderes públicos larenses como los Tribunales, el Correo, la Inspectoría de Tránsito, los Archivos y los Registros, entre otros.

Y frente a esta plaza, sobre la Calle 24 se hallaba un edificio denominado Casa Bonita o Casa Amarilla, que funcionaba como centro cultural. 

El Edificio Nacional junto a la plaza de la Justicia. Al fonfo, la Casa Bonita

  

Barquisimeto, como todos los grandes poblados de Venezuela, había crecido alrededor de una precaria iglesia que evangelizaba, y de la plaza que demarcaba el Centro de la urbe. Y ese era el caso del templo más antiguo de la capital del estado de Lara, que tenía su precedente en una humilde capilla de bahareque o tapia y techo de paja. Por esa razón, allí, frente a la plaza Bolívar, sobre la Carrera 16 entre las calles 26 y 25, estaba la iglesia Inmaculada Concepción de Barquisimeto, que había sucumbido a causa de los terremotos de 1736 y de 1812, por lo cual la estructura que estaba ante nuestros ojos se debía a una remodelación de 1853, a partir de limosnas y diezmos.

Y aunque posteriormente el templo abrió sus puertas a todo el mundo, durante el período colonial venezolano era un centro religioso exclusivo para los blancos criollos; y las clases más bajas debían asistir a iglesias menores.

La fachada principal estaba dividida por cinco componentes verticales, de los cuales tres correspondían a las naves con sus respectivos accesos, uno a la torre de tres cuerpos y otro a la capilla del baptisterio, todos separados por pilastras ornamentadas. Resaltaba el remate del cuerpo central en dos frontis triangulares y uno más alto de forma curva.

Esta centenaria edificación había sido declarada Monumento Histórico Nacional en 1960; y desde 2007, inscripta en el catálogo patrimonial como Bien de Interés Cultural de la Nación. 

Iglesia La Concepción

  

Iglesia La Concepción sobre la Carrera 16

  

Por la Calle 25, donde había venta ambulante de alimentos y bebidas, avanzamos hasta la Carrera 15 donde se encontraba el Museo de Barquisimeto. 

Calle 25 desde la Carrera 16

  

Venta ambulante de alimentos y bebidas

  

El Museo de Barquisimeto tenía su sede en una antigua edificación de valor histórico y arquitectónico levantada sobre terreno que correspondía al hospital San Lázaro y a la Cárcel Pública que fueran destruidos por el terremoto de 1812. Allí se construyó el hospital de la Caridad en 1918, que a partir de 1939 pasara a llamarse hospital Antonio María Pineda. En 1954, al trasladarse este hospital a un edificio más moderno, el lar fue destinado a servir de cuartel para el Batallón Pilar, quien lo desocupó en muy mal estado de conservación por lo que se pensara en su demolición. Sin embargo, a partir de un grupo de personas en conjunto con el Concejo Municipal, iniciaron gestiones para su restauración y posterior uso museístico, lo que comenzara en julio de 1982. 

Museo de Barquisimeto en la Carrera 15 entre las calles 25 y 26

  

Y en la esquina de la Carrera 15 y la Calle 26 nos encontramos ante un edificio que tenía toda la apariencia de una cárcel. De hecho, en ese solar, había funcionado la Cárcel de Barquisimeto, que fuera destruida durante el terremoto de 1812. Mucho tiempo después, entre los años 1877 y 1880, se construyó el Cuartel Guzmán Blanco, que recibiera rechazo de la ciudadanía por ser vecino del Hospital de la Caridad, por lo cual fue demolido en 1930. Y entre los años 1933 y 1934 fue levantada una nueva estructura destinada al Cuartel General Jacinto Lara, una dependencia militar. Ya en los años '60 cobijó al Batallón Piar del Ejército de Venezuela, así como al Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (IPSFA). Y a partir de mediados de los años 2000, el recinto dejó de servir a propósitos militares, y tras una remodelación, fue reinaugurado como sede del Decanato de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado, además del Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA) y el Instituto Municipal de Educación (IME). 

Decanato de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado

  

Continuando con nuestra caminata llegamos a la plaza Wohsiedler, que, si bien ocupaba escaso espacio, constituía un buen lugar para poder descansar después de no haberlo hecho en todo el recorrido. 

Plaza Wohsiedler sobre Carrera 16 y Calle 29

  

Frente a la plaza Wohsiedler se encontraba la iglesia Nuestra Señora de la Paz, de estilo gótico, que, además de constituir un sitio religioso de gran trascendencia en la ciudad, se ha destacado que este santuario había sido testigo del nombramiento de Simón Bolívar como “El Libertador”. 

Iglesia Nuestra Señora de la Paz de estilo gótico

  

Ingresando a la iglesia Nuestra Señora de la Paz

  

Interior de la iglesia Nuestra Señora de la Paz

  

Lentamente regresamos al hotel continuando con la observación de los movimientos cotidianos de la ciudad, pudiendo comprobar lo desordenado del tránsito. 

Calles con tránsito muy desordenado

 

Y en más de un lugar estaban a la venta cocos playeros, una fruta prácticamente desconocida en la Argentina, y algo habitual en Venezuela.

Cocos playeros 

miércoles, 29 de mayo de 2024

Un agotador viaje entre Mérida y Barquisimeto

  El domingo 29 de enero por la mañana, dejamos el hotel Mucubaji de Mérida, y cruzamos la avenida Universidad para desayunar en la Panadería Andina. El local había sido inaugurado recientemente, y, además de la venta por mostrador, contaba con una cantidad acotada de mesas para consumo en el lugar. Tanto el café como la pastelería eran de primera calidad, sin embargo, en el momento de abonar, la espera para recibir el vuelto se tornó interminable. Lo que ocurrió fue que la cuenta era de 44 bolívares, y como Omar pagó con 100, fueron a buscar cambio a negocios vecinos.

Así que mientras esperaba, aproveché para llamar a mi hija Fernanda, que ese día, cumplía treinta y cinco años. No me resultaba grato estar tan lejos de ella, pero, debido a que había nacido en período de vacaciones, en muchas oportunidades, tanto juntas como separadas, nos habíamos encontrado fuera de Buenos Aires.

Ya habiendo conseguido billetes chicos, tomamos un taxi hasta el Terminal de Pasajeros, cuyo costo fue de 27 bolívares. Y con la empresa Táchira Mérida emprendimos el viaje hacia la ciudad de Barquisimeto.

Primeramente circulamos por la carretera Trasandina o Troncal 7, la principal a través de los Andes Venezolanos, hasta su intersección con la autopista El Vigía-Mérida, que llegaba hasta el aeropuerto.

En 2012, Mérida no conservaba su antiguo aeropuerto porque había quedado en medio de la ciudad y se habían producido varios accidentes, por lo que se utilizaba el de El Vigía (Aeropuerto Internacional Juan Pablo Pérez Alfonzo), que quedaba a una hora y cuarto de micro (72 km). 

Carretera Trasandina o Troncal 7

 

Desde El Vigía continuamos por la Troncal 1, que atravesaba la región Costa-Montaña, la más poblada de Venezuela; y si bien en varios tramos habíamos circulado siguiendo el rumbo del río Chama, en ese momento lo estaríamos cruzando sobre uno de sus puentes.

El Chama era uno de los más importantes del occidente venezolano, siendo tributario del lago Maracaibo. Seguía el curso de la falla tectónica de Boconó, la que separaba la Sierra Nevada de la Sierra La Culata, ambas en la cordillera de Mérida, creando un extenso valle, asiento de una gran cantidad de ciudades y pueblos entre los que se destacaban Mérida y El Vigía.

Desde las cabeceras del río, a una altitud de más de 4000 m.s.n.m. (Collado del Cóndor), el Chama corría aguas abajo como un torrente de montaña empinada. A medida que avanzaba a través del valle, rápidamente se contaminaba con las aguas residuales de los muchos poblados por los que pasaba a lo largo de su trayecto. El río continuaba su recorrido pasando al pie de la terraza donde se asentaba la ciudad de Mérida; y cerca de la localidad de Éjido, el río Albarregas se unía al Chama, vertiendo todos los contaminantes de la ciudad de Mérida, alcanzando así su nivel máximo de contaminación. Desde allí, el río seguía en descenso pronunciado, a través de un cauce muy pedregoso, lo que permitía que el agua se oxigenara y, fuera purificado de sus contaminantes orgánicos. 

Río Chama desde uno de sus puentes

 

En menos de una hora desde El Vigía llegamos a Santa Elena de Arenales, una ciudad ubicada a solo 60 m.s.n.m. al sur del lago Maracaibo donde la temperatura media era de 33°C, llegando fácilmente a los 43°C, con precipitaciones regulares durante todo el año. Cuando el ómnibus paró allí apenas pasado el mediodía, para el ascenso y descenso de pasajeros, sentimos ese calor húmedo con toda intensidad. 

Santa Elena de Arenales

 

La Estrella de Santa Elena – Local de lencería y blanco

 

En todos los pueblos había tanto carteles oficialistas como de la oposición. Pablo Pérez, gobernador del estado de Zulia se postulaba a presidente, por lo que había actos en muchos lugares, incluso cortando momentáneamente la ruta. 

Gobierno Bolivariano y Revolucionario

  

En las cercanías de Río Frío nos encontramos con que la carretera estaba en pésimas condiciones, y eso, sumado a un puente ferroviario abandonado, daba una sensación muy negativa de la región. 

Pésimo estado de la Troncal 1

 

Puente ferroviario abandonado sobre el río Frío

        

Al llegar a Aguapey, nos desviamos unos cuatro kilómetros de la carretera principal para ingresar al Municipio Julio César Salas, donde también había varios carteles políticos. 

Municipio de Julio César Salas

  

El vehículo en que nos desplazábamos era verdaderamente deplorable. No solo que no contaba con baño abordo, como tampoco con televisor, estando los cables sueltos. Y por esa falta de toilette, fue que varias veces pararon en medio de la ruta para que, tanto los conductores como algunos niños, pudieran orinar a pleno campo.

Y, como si no estuviéramos suficientemente atrasados por el ascenso y descenso de pasajeros en cualquier parte del trayecto, en más de una ocasión nos detuvimos para reparar el motor que recalentaba. 

Ómnibus de la empresa Táchira Mérida

 

Recién a las cuatro de la tarde hicimos una parada para almorzar. Pero, entre el escaso tiempo del que disponíamos, la enorme fila que se formó, y las dudas acerca del control bromatológico, nos conformamos con solo un sándwich de jamón y queso.

Si bien el horario de llegada estaba previsto entre las seis y las siete de la tarde, ya algo insólito visto desde la Argentina, en que los horarios programados de los micros eran exactos, y solían cumplirse en la mayoría de los casos, ya llevábamos más de una hora de atraso. ¡Y nadie protestaba…!

Cerca de las seis y media se hizo de noche, y, ocupando el último asiento, sin aire acondicionado, repleto de gente, con niños llorando, y soportando la mala amortiguación, ¡no veíamos la hora de llegar…!

Y de pronto, nos paró la policía para controlar los documentos. Cuando les mostramos los pasaportes nos preguntaron si estábamos de vacaciones, cuándo habíamos llegado y si íbamos a Caracas. Al principio sentimos mucho temor a raíz de la mala experiencia que habíamos vivido con la policía militar colombiana quince días atrás, en que nos habían encerrado en una pequeña casilla, y apuntándonos con arma larga nos exigían vacunas innecesarias con la amenaza de deportarnos, además de pedirnos dolaricos para resolver el problema. Sin embargo, en esta oportunidad, no nos retuvieron los documentos, pero se llevaron los de los venezolanos y colombianos, devolviéndolos después de un largo rato.

Con tantas interrupciones, llegamos a Barquisimeto pasadas las ocho y media de la noche, habiendo tardado nueve horas y media para recorrer cuatrocientos cuarenta kilómetros.

El Terminal de Pasajeros de Barquisimeto era muy parecida a la de Maracaibo, donde todos gritaban los destinos que estaban por salir.

Como no sabíamos si encontraríamos algo abierto, comimos allí mismo unas arepas, y enseguida, en un taxi, nos dirigimos al hotel que habíamos reservado previamente. Pagamos 40 bolívares, ¡muy caro en función de la distancia recorrida, que era de solo diecisiete cuadras!

El hotel Resplandor quedaba en la Carrera 19 entre las calles 35 y 36, lugar donde, siendo algo más de las nueve de la noche, no había prácticamente nadie caminando por la zona. La impresión inicial no fue para nada grata, ya que contaba con una reja muy gruesa en la entrada, y sumado a las prevenciones de seguridad que tomaba el conserje, nos dio la sensación de entrar a una cárcel. Pero estábamos agotados, y aceptábamos cualquier cosa… Sin embargo, a pesar de ser un alojamiento muy modesto, resultó ser cómodo, todo estaba muy limpio, tenía wifi, algo no tan generalizado en esos tiempos, y costaba 190 bolívares la noche.

Visita al Parque Nacional Sierra Nevada y regreso a Mérida

 Llevábamos ya más de veinte días recorriendo Ecuador, Colombia y Venezuela, en condiciones que no eran precisamente confortables. En los últimos días habíamos caminado por Mérida y visitado sus alrededores. Y esa mañana veníamos conociendo los pueblitos de la alta cuenca del río Chama y el Parque Loca Luz Caraballo con los consecuentes efectos que nos generaba la altura; pero cuando Carlos nos sugirió continuar viaje hasta el Área Recreativa Mucubají del Parque Nacional Sierra Nevada, sin pensarlo aceptamos la propuesta, a pesar del cansancio y a que nuestras tripas ya emitían sonidos pidiéndonos algo sólido que las consolara por haber pasado ya el mediodía. Porque, tal como afirmara el escritor estadounidense John Dos Passos, “Como todas las drogas, viajar requiere un aumento constante de la dosis”.  

En camino al Parque Nacional Sierra Nevada

 

El Parque Nacional Sierra Nevada había sido creado en 1952 mediante decreto del presidente Germán Suárez Flamerich, con el objetivo de proteger ese sector de la cordillera andina, por ser un área de gran importancia ecológica para Venezuela, tratándose del ecosistema de mayor altura del país. En la Sierra Nevada se encontraban las principales cumbres, como los picos Bolívar (5007 m.s.n.m.), Humboldt (4942 m.s.n.m.), La Concha (4922 m.s.n.m.), Bonpland (4883 m.s.n.m.), Espejo (4880), León (4740 m.s.n.m.), El Toro (4729 m.s.n.m.) y Mucuñuque (4609 m.s.n.m.). 

 

Ingreso al Parque Nacional Sierra Nevada

 

 

Debido a la altura, la zona se constituía en la divisoria de aguas de los ríos que desembocaban en el lago Maracaibo y de los que lo hacían en el río Orinoco. Entre los primeros se encontraban el Chama, el Albarregas, y el Mucujú; mientras que los segundos era el Santo Domingo, el Mucusabiche, el Bumbún, el Pagüey, el Curbatí, el Canaguá, el Acequia, el Socopó, el Batatuy y el Michay.

Dentro del Parque había gran cantidad de lagunas de diferente tamaño de origen glaciar. Algunas de ellas eran la Mucubají, la Negra, La Verde y Los Anteojos.

 

 

Laguna de origen glaciar en el Parque Nacional Sierra Nevada

 

 

 

 

La laguna de Mucubají era la más cercana al ingreso del Parque

 

 

La laguna de Mucubají tenía acceso para automóviles, pudiéndose estacionar a tan sólo metros del muelle; y era el punto de partida para realizar excursiones hacia el pico Mucuñuque, por la vía de la laguna Negra. 

                          Pico Mucuñuque 4670 m.s.n.m.

                               Pico Mifés 4630 m.s.n.m.



Desde el muelle de la laguna Mucubají podían verse los picos Mucuñuque y Mifés

 

 

La laguna Mucubají estaba situada entre los 3625 y los 3655 m.s.n.m., siendo una de las más grandes de la región, estando incluida en la lista de humedales Ramsar desde 2007.  

Laguna de Mucubají

  

Esta laguna era de origen glaciar y tenía unos diez mil años de antigüedad. El curso original de la quebrada de Mucubají, que vertía sus aguas en el río Chama, había sido sellada por una morena frontal que formó la laguna, lo que desvió el flujo hacia el río Santo Domingo, perteneciente a la cuenca del Orinoco, con pendiente atlántica.  

Esquema de la laguna Mucubají

 

La morena terminal podía verse entre nosotros y el espejo de agua; la segunda, en el medio, y la más moderna, detrás. Las morenas laterales estaban cubiertas de pinos que fueron introducidos. No formaban parte de la vegetación natural del páramo.

                 Silla del Caballo 4581 m.s.n.m.


Valle Glacial de Mucubají en la Sierra de Santo Domingo. Hacia la izquierda salía el camino hacia la laguna Negra

  

La acción de los glaciares modeló el paisaje redondeando el relieve y generando valles en forma de “U”.  

Valle de origen glaciario en forma de “U”

  

La laguna albergaba una amplia población de truchas que habían sido llevadas al Parque en 1937 desde América del Norte y Europa, lo que atraía muchos visitantes durante la temporada de pesca que se extendía desde mediados de marzo hasta fines de setiembre.  

Carlos junto a la laguna de Mucubají

 

El clima de la zona se caracterizaba por tener temperaturas variadas según la altitud, oscilando la media anual entre los 26ºC en las áreas más bajas, hasta los -5ºC, en las altas cumbres; y un período en el que se concentraban las precipitaciones, que iba de diciembre a marzo, mientras que, entre mayo y octubre, el período era seco. Entre julio y septiembre eran frecuentes las nevadas en los picos más elevados, siendo esporádicas el resto del año. 

Gran amplitud térmica en función de la altura

 

Por el tipo de clima de la zona, el Parque se había constituido en uno de los más grandes refugios y espacios para cientos de especies faunísticas, como el oso Frontino, que estaba en vías de extinción, la ranita endémica Atelopus mucubajiensis, el venado caramerudo, el paují copete de piedra, el puma, el coatí andino, el leopardo andino, el jaguar, y el conejo del páramo, entre otras. Y entre las aves, la pava andina, el quetzal coliblanco, el sorocuá enmascarado, la urraca, el águila real, y el cóndor de los Andes, que por estar en peligro de extinción se había dado un programa de repoblación junto con Colombia. 

El Parque protegía diversos ecosistemas con fauna muy variada

 

La vegetación principal del Parque estaba representada por selvas nubladas andinas, en su mayoría estratos arbóreos y sotobosques bien desarrollados, además de numerosas epífitas y especies endémicas. Abundaban las briofitas y helechos (Jamesonia canescens), el pino aparrado (Podocarpus oleifolius), el manteco negro (Ternstenia acrodonta), el frailejonote (Senecio meridanus), el cafecito (Faramea killippi), y el coloradito (Polylepis serícea).  

Vegetación del Parque Nacional Sierra Nevada

  

 Pero en las zonas de mayor altura, sobre los 3000 m.s.n.m. se desarrollaba la vegetación típica de páramo, constituida por un gran número de especies de frailejón.  

El frailejón era una planta medicinal

 

Hicimos una relajada caminata por el Parque, observando todo con detenimiento y oliendo el suave aroma de las plantas. Luego nos sentamos sobre algunas rocas para descansar, y emprendimos el regreso. 

Descansando de la caminata en el Parque Nacional Sierra Nevada

  

Pero antes de tomar la Carretera Trasandina, paramos en San Isidrp de Apartaderos en un restorán de muy buen nivel.

Cuando vino el mozo y nos preguntó si nos provocaban las truchas o los cochinillos, yo estuve a punto de decirle que ninguno de los dos podría provocarnos porque estaban muertos. Pero al ver nuestra cara de sorpresa ante la consulta, Carlos nos aclaró que en Venezuela se utilizaba el verbo “provocar” como sinónimo de “querer” o “desear”, y no como en Argentina, que significaba “enfrentar o instigar”.

 Carlos y Omar pidieron trucha con vegetales, pero yo me incliné por el cochinito frito, que se trataba de puerco con arroz, queso y papa hervida. Por todo pagamos 220 bolívares, que eran equivalentes a 50 U$S a cambio oficial.  

Omar comiendo trucha con vegetales

  

Cochinillo frito con queso, arroz y papa hervida

  

Y después de una larga charla de sobremesa, volvimos a la camioneta para desandar el camino que habíamos transitado durante la mañana.  

Construcciones exóticas a la vera del camino

 

Carretera Trasandina saliendo de San Isidro de Apartaderos

 

En camino al alto valle del río Chama

 

Tramos de abundante vegetación que llegaba hasta la ruta

  

Faltando veinticinco kilómetros para llegar a Mérida, Carlos nos propuso ingresar a Cacute, un pequeño poblado del páramo merideño, localizado sobre la banda izquierda del cauce del río Chama.   

Cacute, en el estado de Mérida

 

El pueblo, que fuera fundado a finales del siglo XVIII, se encontraba a 2027 m.s.n.m., por lo que gozaba de una temperatura sumamente agradable.

 

Ingresando al pueblo de Cacute

 

Aunque de espacio reducido, Cacute ofrecía una vista pintoresca con sus casas típicas de tejados de aleros anchos, columnas de madera y pisos de ladrillo. Poseía una sola calle donde se encontraba su pequeña plaza Bolívar y la antigua iglesia del pueblo convertida en un museo religioso dedicado a su patrono El Santo Niño de Cacute. Al frente de la plaza se construyó la nueva iglesia.  

Casas típicas de Cacute

 

Los lugareños realizaban una gran diversidad de artesanías, entre las que se destacaban las tallas en madera, tejidos en fibra vegetal, así como dulces abrillantados, arepitas andinas, mermeladas, vinos y chicha andina.  

Las artesanías tenían como materia prima los productos del lugar

 

Fuimos subiendo lentamente a uno de los cerros que el pueblo tenía como marco, y a medida que tomábamos altura, podíamos tener distintas vistas del poblado.  

Casas construidas en un ambiente de vegetación exuberante

  

El río Chama corría por la falla de Boconó, causante de los terremotos de 1812 y 1894 que generara graves consecuencias en toda la línea de pueblos, y en particular en Cacute. Pero, además, Carlos nos comentó que el gobierno construyó barrios, que fueron mejorados por sus habitantes, pero de alto riesgo por estar localizados en el lecho de inundación del Chama.  

Barrio edificado en área de inundación

 

En la cima del cerro se encontraba una enorme cruz blanca que podía divisarse desde cualquier punto del pueblo, y a la vez, un mirador que ofrecía una vista panorámica muy interesante, tanto desde el punto de vista físico como desde el urbano.  

Entorno natural de Cacute

  

Vista panorámica del pueblo de Cacute desde el mirador



  

Mirador de Cacute

 

Cruz del cerro de Cacute

  

Y si bien hubiésemos deseado permanecer más tiempo en ese lugar, tanto por el ambiente social que se presentaba un tanto pesado, como por la tormenta que se avecinaba, descendimos en pocos minutos para retomar la Carretera Trasandina rumbo a la ciudad de Mérida.  

Desde la cruz, comenzamos a divisar la tormenta

  

En pocos minutos las montañas quedaron cubiertas de nubes negras

 

 

El río Chama comenzó a crecer rápidamente

 

 

En el pueblo había muchas rejas en casas y comercios

  

Por la Carretera Trasandina rumbo a la ciudad de Mérida

 

Llegamos a Mérida a eso de las seis de la tarde, y nos despedimos de Carlos, pensando quién sabía cuándo y dónde volveríamos a compartir tan gratos momentos.

Aunque cansados, nos pusimos a contestar mensajes electrónicos en el restorán de al lado del hotel, cuando vino Yulier Cadena, una joven profesora de Geografía Económica, con quien mantuvimos una larga charla referida a nuestra especialidad.

Y por la noche Luis nos invitó a comer arepas a un lugar popular donde las hacían con gran variedad de rellenos. Él las ordenó con camarones, Omar con aguacate y huevos de codorniz, y yo con aguacate y jamón. Lo pasamos muy bien, y con mucha pena también nos despedimos de él, porque esa sería nuestra última noche en Mérida, ya que a la mañana siguiente partiríamos hacia Barquisimeto.