La
ciudad se caracterizaba por ser el centro económico más importante del
occidente venezolano debido a que en las riberas del lago Maracaibo se extraía
y procesaba gran parte del petróleo del país; y eso se reflejaba tanto en la
densidad de edificios de altura como en la cantidad de comercios y servicios
que ofrecía.
El
primer acercamiento europeo lo había realizado Alonso de Ojeda en 1499, quien
junto con Juan de la Cosa y Américo Vespucio descubriera el lago de Maracaibo.
Y se atribuía a ese hecho el topónimo de Venezuela cuando evocaron a Venecia al
ver que los habitantes vivían en palafitos sobre el lago y que la gente se
trasladaba de un sitio a otro mediante pequeños puentes de madera y en canoas.
Maracaibo fue fundada en tres ocasiones. La primera en 1529 por el alemán Ambrosius Ehinger, quien la llamó Nueva Núremberg. Pero como la actividad era nula y la población ínfima, fue traslada pocos años después, a la península de la Guajira, que luego perteneciera a Colombia. En 1569, tras haber sometido a los indígenas de la zona lacustre, el conquistador español Alonso Pacheco la fundó nuevamente con el nombre de “Ciudad Rodrigo”. Pero un par de años después, la población indígena se volvió a levantar, teniendo que ser abandonada por los españoles. Y finalmente en 1574, fue refundada por el capitán Pedro Maldonado, con el nombre de Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo. Y cuando la ciudad comenzó a tener cierta identidad, vino la época de ataques por parte de piratas y corsarios de origen holandés, inglés, galés y francés.
La
topografía marabina no era favorable ni atractiva para la población, pero su
estratégica posición geográfica la ayudó para el desarrollo de un puerto con un
amplio hinterland. A fines del siglo XVI, ya se había convertido en el centro
exportador del café proveniente de la región andina colombo-venezolana,
actividad que se mantuviera hasta 1917, fecha en que se descubrió petróleo en
la costa oriental del lago Maracaibo; y en ese momento se inició una migración
masiva de familias tanto de origen venezolano como extranjero.
Ya
en la segunda parte del siglo XX, Maracaibo era la sede de muchas empresas de
nivel regional, nacional e internacional, así como de entidades bancarias de
grandes capitales. Los palafitos se habían convertido en casas, y las casas en
edificios.
A
partir de esa rica historia, la ciudad conservaba ejemplos de arquitectura
colonial y museos, considerándose, además, un importante centro cultural que
contaba con varios centros universitarios.
En el Centro se encontraba la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona del estado de Zulia, llamada cariñosamente La Chinita, a quien rendían culto multitudinario todos sus fieles depositando ofrendas de gran valor.
Basílica de Nuestra
Señora de Chiquinquirá en Maracaibo
Si
bien a primera vista, como toda ciudad petrolera, no nos resultó para nada atractiva,
Maracaibo hubiera merecido una visita más extensa, pero nuestros tiempos
estaban muy limitados y debimos volver en breve a la terminal de ómnibus, donde
todo lucía peor que en la noche anterior. La suciedad era aun más visible, y
muy especialmente la de los baños, que eran verdaderas letrinas. Gran cantidad
de personas seguían ofreciendo pasajes a los gritos con muchas más ofertas y
desorden nunca visto. Las boleterías vendían boletos a Mérida sólo para la
noche, mientras que por otro lado nos ofrecían remises a precios bastante
elevados y en coches viejos y no bien mantenidos. Y cuando nos habíamos
comenzado a inquietar, porque al día siguiente a la mañana teníamos una
actividad académica en la Universidad de los Andes, alguien nos dijo que había
buses y busetas que saldrían en pocos minutos hasta El Vigía, y que desde allí
tendríamos mayor cantidad de servicios.
Aceptamos la propuesta, pero casi perdemos el vehículo porque nos dimos cuenta de que no habíamos cambiado la hora de nuestros relojes, ya que en Venezuela la hora oficial era de media hora más que en Colombia. ¡Sí, sólo de media hora! A contrapelo del resto del mundo…
Vehículos
de todo tamaño y antigüedad en la terminal de Maracaibo
Apenas salimos paramos en un puesto callejero para que tanto el conductor como algunos pasajeros se abastecieran de algunas frutas.
Desde
muy temprano los vendedores de frutas se instalaban en las calles
Luego pasamos por barrios de casas bajas, centros comerciales, y áreas verdes hasta llegar al borde del lago donde se encontraba el sector industrial.
Un
ciego cruzando la calle en un barrio tranquilo de Maracaibo
Cadenas
comerciales internacionales
Extensos
espacios verdes
Arte
religioso en parques y plazas
Zona
portuaria industrial en el lago Maracaibo
El
Maracaibo era un gran lado salado, por estar conectado al golfo de Venezuela
por un estrecho de cincuenta y cinco kilómetros. Era alimentado por numerosos
ríos, siendo el más importante el Catatumbo. Se trataba del lago más extenso de
América Latina con 13210 km2, y uno de los más antiguos del planeta.
El desarrollo de la actividad petrolera trajo consigo, como era de esperar, la contaminación del lago, tanto por los innumerables derrames propios de la producción como por los ocurridos por buques encallados, que habían teñido de un tono negruzco el fondo, algo muy visible en las costas donde las rocas estaban cubiertas de esa sustancia pegajosa y de mal olor.
Lago de
Maracaibo, contaminado por el desarrollo de la actividad petrolera
Pero también el lago era usado como basurero y desagüe de aguas negras de la ciudad de Maracaibo, Cabimas y otras poblaciones menores circundantes.
El lago también
recibía los efluentes de las poblaciones cercanas
Cruzamos el lago por el puente General Rafael Urdaneta o Puente del Lago, como se lo llamaba localmente. Había sido construido en hormigón armado entre 1957 y 1962, con una longitud de 8678,90 metros.
Desde el puente
General Rafael Urdaneta o Puente del Lago como se lo llamaba localmente
Aunque para muchos pudiera parecer incomprensible, debo reconocer que yo sentí una gran emoción mientras atravesaba el Maracaibo, debido a que era uno de los tantos accidentes geográficos que veía en los mapas desde la escuela secundaria, y que ambicionaba algún día conocer.
Cruzando
el lago de Maracaibo me parecía estar en alta mar
Continuamos transitando por la costa oriental del lago donde pasaba uno de los oleoductos que transportaba el crudo desde su lugar de producción hasta el puerto de embarque.
Oleoducto
paralelo a la costa oriental del lago de Maracaibo
Uno de los centros petroleros más importantes del sector oriental del Maracaibo era Bachaquero, localidad que había crecido de la mano de la industria petrolera, y contaba con un muelle industrial y un patio de tanques, además de numerosos pozos.
Instalaciones
industriales en Bachaquero
Gran
cantidad de pozos de petróleo en Bachaquero
Bomba
extractora de petróleo
Y fue en esa región del Zulia, donde comenzamos a ver grandes carteles oficialistas, donde se mostraba al entonces presidente del país Hugo Chávez Frías, publicitando planes de viviendas.
Hugo
Chávez Frías quien en ese momento fuera presidente del país
Después
de unas horas de recorrido, el ómnibus hizo una parada en un estadero, lo que
en la Argentina llamamos parador de ruta, en El Dividive, capital del municipio
de Miranda, en el estado de Trujillo. Y ese lugar nos sorprendió positivamente
por lo bien puesto, la variedad de mercaderías industrializadas, la limpieza, y
la venta de diarios y revistas. Nada que ver con todo lo que habíamos visto en
Colombia, donde casi todo lo que se vendía en ese tipo de locales eran comidas
grasientas elaboradas en el lugar, en pésimas condiciones de higiene, y, ¡ni
qué hablar de conseguir material de lectura!
En
el camino veníamos comiendo galletitas de agua para descansar un poco de las
grasas y comidas contundentes, y allí terminamos comprando algunas más, pero
algunas saborizadas y otras dulces.
Lo otro que nos llamó la atención fue un enorme pesebre donde los pasajeros que se acercaban le ponían dinero. Además, ya era 25 de enero y todavía estaba allí, mientras que en la Argentina se estilaba desarmarlos después del 6 de enero, Fiesta de los Reyes Magos.
Pesebre
armado en un estadero al borde de la carretera Panamericana
Y allí apareció otro cartel con la imagen de Hugo Chávez anunciando la construcción de la red de cloacas para las comunidades de El Mamón, parroquia El Dividive.
Anuncio
sobre la construcción de red de cloacas en el sector El Mamón – El Dividive
Mientras
que en el pueblo se veían los de la oposición: “Capriles – Radonski – Hay UN
CAMINO”.
Representantes de la
oposición
El Dividive –
Municipio de Miranda - estado de Trujillo
Alrededor del lago también existían gran cantidad de sembradíos que se extendían por cientos de miles de hectáreas. Y esas actividades agrícolas utilizaban pesticidas y fertilizantes que luego eran vertidas al Maracaibo, dejando una enorme secuela e influyendo en la aparición de la lenteja acuática Lemna obscura, que aprovechaba esos fertilizantes residuales para su crecimiento de forma descontrolada, llegando en ese momento a cubrir un 15% de la superficie del lago. La Lemna, al impedir el paso de la luz también impedía el ciclo de vida de las especies, modificando el ecosistema y matando a todas las algas y plantas situadas en el fondo del lago al verse impedidas de realizar su proceso de fotosíntesis. Y al final de dicho proceso, la misma Lemna moría dejando emisiones tóxicas causantes de enfermedades pulmonares y dermo-alérgicas.
Plantación de
bananos en la costa sur del lago de Maracaibo
Además de bananos, la zona sur del lago Maracaibo se destacaba por la cría de ganado lechero, abasteciendo de materias primas a toda la región.
Extensos
campos de producción agropecuaria
La
existencia de alambrado era testigo de cría de ganado
Al llegar al Municipio de Sucre bajaron varios pasajeros, y a partir de allí la carretera se fue alejando del lago.
Municipio Sucre
Cruzamos gran cantidad de arroyos y riachos con piedras, muchos de ellos muy meandrosos y con rápidas crecidas producidas por las lluvias.
Río del sur del
estado de Zulia
Ríos y arroyos
que crecían velozmente en función de las lluvias
Pesadas piedras
eran arrastradas por la fuerza de las aguas
Durante el último tramo del trayecto comenzó a garuar para luego convertirse en lluvia intensa a medida que nos acercábamos a la ciudad de El Vigía, por lo que, al bajarnos del bus, a pesar de que la buseta que iba a Mérida estaba justo detrás, no pudimos evitar mojarnos.
Aumento del
caudal del río durante las intensas lluvias
Estábamos
sobre una meseta a 130 m.s.n.m. que habíamos ido subiendo sin darnos cuenta,
pero ahora comenzaría un camino de montaña, ya que Santiago de los Caballeros
de Mérida se encontraba a 1630 m.s.n.m., y debíamos subirlos en tan sólo
sesenta kilómetros.
Eran
más de las cinco y media de la tarde, y nos aseguraron que llegaríamos a
destino pasadas las siete, pero las fuertes lluvias ocasionaron
desprendimientos en las laderas de las montañas y además se concentró mucho
tránsito al ingresar a Mérida. Ese tramo resultó particularmente tedioso porque
nos sentamos donde pudimos y muy apretados ya que el vehículo iba cargado de
gente y de paquetes, un niño chilló todo el tiempo, y no pudimos ver el paisaje
por las ventanillas porque además de la lluvia se hizo rápidamente de noche.
Llegamos a la terminal cerca de las 8 p. m., y comimos una arepa con quesos blanco y amarillo de manera rápida porque a las 20:30 cerraba el bar. Tomamos un taxi y nos alojamos en el hotel Mucubaji, en la avenida Universidad, donde logramos un descanso reparador después de tanto trajín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario