martes, 21 de mayo de 2024

De Maracaibo a Mérida

   Si bien a vuelo de pájaro, hicimos una recorrida por Maracaibo que, en ese entonces, año 2012, tenía algo más de dos millones de habitantes, siendo la segunda urbe más poblada en el país, después de Caracas.  

La ciudad se caracterizaba por ser el centro económico más importante del occidente venezolano debido a que en las riberas del lago Maracaibo se extraía y procesaba gran parte del petróleo del país; y eso se reflejaba tanto en la densidad de edificios de altura como en la cantidad de comercios y servicios que ofrecía.

El primer acercamiento europeo lo había realizado Alonso de Ojeda en 1499, quien junto con Juan de la Cosa y Américo Vespucio descubriera el lago de Maracaibo. Y se atribuía a ese hecho el topónimo de Venezuela cuando evocaron a Venecia al ver que los habitantes vivían en palafitos sobre el lago y que la gente se trasladaba de un sitio a otro mediante pequeños puentes de madera y en canoas.

Maracaibo fue fundada en tres ocasiones. La primera en 1529 por el alemán Ambrosius Ehinger, quien la llamó Nueva Núremberg. Pero como la actividad era nula y la población ínfima, fue traslada pocos años después, a la península de la Guajira, que luego perteneciera a Colombia. En 1569, tras haber sometido a los indígenas de la zona lacustre, el conquistador español Alonso Pacheco la fundó nuevamente con el nombre de “Ciudad Rodrigo”. Pero un par de años después, la población indígena se volvió a levantar, teniendo que ser abandonada por los españoles. Y finalmente en 1574, fue refundada por el capitán Pedro Maldonado, con el nombre de Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo. Y cuando la ciudad comenzó a tener cierta identidad, vino la época de ataques por parte de piratas y corsarios de origen holandés, inglés, galés y francés. 

La topografía marabina no era favorable ni atractiva para la población, pero su estratégica posición geográfica la ayudó para el desarrollo de un puerto con un amplio hinterland. A fines del siglo XVI, ya se había convertido en el centro exportador del café proveniente de la región andina colombo-venezolana, actividad que se mantuviera hasta 1917, fecha en que se descubrió petróleo en la costa oriental del lago Maracaibo; y en ese momento se inició una migración masiva de familias tanto de origen venezolano como extranjero.

Ya en la segunda parte del siglo XX, Maracaibo era la sede de muchas empresas de nivel regional, nacional e internacional, así como de entidades bancarias de grandes capitales. Los palafitos se habían convertido en casas, y las casas en edificios.

A partir de esa rica historia, la ciudad conservaba ejemplos de arquitectura colonial y museos, considerándose, además, un importante centro cultural que contaba con varios centros universitarios.

 En el Centro se encontraba la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona del estado de Zulia, llamada cariñosamente La Chinita, a quien rendían culto multitudinario todos sus fieles depositando ofrendas de gran valor. 

Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Maracaibo

  

Si bien a primera vista, como toda ciudad petrolera, no nos resultó para nada atractiva, Maracaibo hubiera merecido una visita más extensa, pero nuestros tiempos estaban muy limitados y debimos volver en breve a la terminal de ómnibus, donde todo lucía peor que en la noche anterior. La suciedad era aun más visible, y muy especialmente la de los baños, que eran verdaderas letrinas. Gran cantidad de personas seguían ofreciendo pasajes a los gritos con muchas más ofertas y desorden nunca visto. Las boleterías vendían boletos a Mérida sólo para la noche, mientras que por otro lado nos ofrecían remises a precios bastante elevados y en coches viejos y no bien mantenidos. Y cuando nos habíamos comenzado a inquietar, porque al día siguiente a la mañana teníamos una actividad académica en la Universidad de los Andes, alguien nos dijo que había buses y busetas que saldrían en pocos minutos hasta El Vigía, y que desde allí tendríamos mayor cantidad de servicios.

Aceptamos la propuesta, pero casi perdemos el vehículo porque nos dimos cuenta de que no habíamos cambiado la hora de nuestros relojes, ya que en Venezuela la hora oficial era de media hora más que en Colombia. ¡Sí, sólo de media hora! A contrapelo del resto del mundo… 

Vehículos de todo tamaño y antigüedad en la terminal de Maracaibo

  

Apenas salimos paramos en un puesto callejero para que tanto el conductor como algunos pasajeros se abastecieran de algunas frutas.  

Desde muy temprano los vendedores de frutas se instalaban en las calles

 

Luego pasamos por barrios de casas bajas, centros comerciales, y áreas verdes hasta llegar al borde del lago donde se encontraba el sector industrial.  

Un ciego cruzando la calle en un barrio tranquilo de Maracaibo

 

 

Cadenas comerciales internacionales

  

Extensos espacios verdes

  

Arte religioso en parques y plazas

 

Zona portuaria industrial en el lago Maracaibo

  

El Maracaibo era un gran lado salado, por estar conectado al golfo de Venezuela por un estrecho de cincuenta y cinco kilómetros. Era alimentado por numerosos ríos, siendo el más importante el Catatumbo. Se trataba del lago más extenso de América Latina con 13210 km2, y uno de los más antiguos del planeta.

El desarrollo de la actividad petrolera trajo consigo, como era de esperar, la contaminación del lago, tanto por los innumerables derrames propios de la producción como por los ocurridos por buques encallados, que habían teñido de un tono negruzco el fondo, algo muy visible en las costas donde las rocas estaban cubiertas de esa sustancia pegajosa y de mal olor. 

Lago de Maracaibo, contaminado por el desarrollo de la actividad petrolera

  

Pero también el lago era usado como basurero y desagüe de aguas negras de la ciudad de Maracaibo, Cabimas y otras poblaciones menores circundantes.  

El lago también recibía los efluentes de las poblaciones cercanas

  

Cruzamos el lago por el puente General Rafael Urdaneta o Puente del Lago, como se lo llamaba localmente. Había sido construido en hormigón armado entre 1957 y 1962, con una longitud de 8678,90 metros. 

Desde el puente General Rafael Urdaneta o Puente del Lago como se lo llamaba localmente

 

Aunque para muchos pudiera parecer incomprensible, debo reconocer que yo sentí una gran emoción mientras atravesaba el Maracaibo, debido a que era uno de los tantos accidentes geográficos que veía en los mapas desde la escuela secundaria, y que ambicionaba algún día conocer.  

Cruzando el lago de Maracaibo me parecía estar en alta mar

  

Continuamos transitando por la costa oriental del lago donde pasaba uno de los oleoductos que transportaba el crudo desde su lugar de producción hasta el puerto de embarque.  

Oleoducto paralelo a la costa oriental del lago de Maracaibo

 

Uno de los centros petroleros más importantes del sector oriental del Maracaibo era Bachaquero, localidad que había crecido de la mano de la industria petrolera, y contaba con un muelle industrial y un patio de tanques, además de numerosos pozos. 

Instalaciones industriales en Bachaquero

  

Gran cantidad de pozos de petróleo en Bachaquero

  

Bomba extractora de petróleo

  

Y fue en esa región del Zulia, donde comenzamos a ver grandes carteles oficialistas, donde se mostraba al entonces presidente del país Hugo Chávez Frías, publicitando planes de viviendas. 

Hugo Chávez Frías quien en ese momento fuera presidente del país

  

Después de unas horas de recorrido, el ómnibus hizo una parada en un estadero, lo que en la Argentina llamamos parador de ruta, en El Dividive, capital del municipio de Miranda, en el estado de Trujillo. Y ese lugar nos sorprendió positivamente por lo bien puesto, la variedad de mercaderías industrializadas, la limpieza, y la venta de diarios y revistas. Nada que ver con todo lo que habíamos visto en Colombia, donde casi todo lo que se vendía en ese tipo de locales eran comidas grasientas elaboradas en el lugar, en pésimas condiciones de higiene, y, ¡ni qué hablar de conseguir material de lectura!

En el camino veníamos comiendo galletitas de agua para descansar un poco de las grasas y comidas contundentes, y allí terminamos comprando algunas más, pero algunas saborizadas y otras dulces.

Lo otro que nos llamó la atención fue un enorme pesebre donde los pasajeros que se acercaban le ponían dinero. Además, ya era 25 de enero y todavía estaba allí, mientras que en la Argentina se estilaba desarmarlos después del 6 de enero, Fiesta de los Reyes Magos.   

Pesebre armado en un estadero al borde de la carretera Panamericana

  

Y allí apareció otro cartel con la imagen de Hugo Chávez anunciando la construcción de la red de cloacas para las comunidades de El Mamón, parroquia El Dividive.  

Anuncio sobre la construcción de red de cloacas en el sector El Mamón – El Dividive

  

Mientras que en el pueblo se veían los de la oposición: “Capriles – Radonski – Hay UN CAMINO”.  

Representantes de la oposición

  

El Dividive – Municipio de Miranda - estado de Trujillo

  

Alrededor del lago también existían gran cantidad de sembradíos que se extendían por cientos de miles de hectáreas. Y esas actividades agrícolas utilizaban pesticidas y fertilizantes que luego eran vertidas al Maracaibo, dejando una enorme secuela e influyendo en la aparición de la lenteja acuática Lemna obscura, que aprovechaba esos fertilizantes residuales para su crecimiento de forma descontrolada, llegando en ese momento a cubrir un 15% de la superficie del lago. La Lemna, al impedir el paso de la luz también impedía el ciclo de vida de las especies, modificando el ecosistema y matando a todas las algas y plantas situadas en el fondo del lago al verse impedidas de realizar su proceso de fotosíntesis. Y al final de dicho proceso, la misma Lemna moría dejando emisiones tóxicas causantes de enfermedades pulmonares y dermo-alérgicas.  

Plantación de bananos en la costa sur del lago de Maracaibo

 

Además de bananos, la zona sur del lago Maracaibo se destacaba por la cría de ganado lechero, abasteciendo de materias primas a toda la región. 

Extensos campos de producción agropecuaria

  

La existencia de alambrado era testigo de cría de ganado

 

Al llegar al Municipio de Sucre bajaron varios pasajeros, y a partir de allí la carretera se fue alejando del lago. 

Municipio Sucre

  

Cruzamos gran cantidad de arroyos y riachos con piedras, muchos de ellos muy meandrosos y con rápidas crecidas producidas por las lluvias.  

Río del sur del estado de Zulia

  

Ríos y arroyos que crecían velozmente en función de las lluvias

  

Pesadas piedras eran arrastradas por la fuerza de las aguas

 

Durante el último tramo del trayecto comenzó a garuar para luego convertirse en lluvia intensa a medida que nos acercábamos a la ciudad de El Vigía, por lo que, al bajarnos del bus, a pesar de que la buseta que iba a Mérida estaba justo detrás, no pudimos evitar mojarnos.  

Aumento del caudal del río durante las intensas lluvias

  

Estábamos sobre una meseta a 130 m.s.n.m. que habíamos ido subiendo sin darnos cuenta, pero ahora comenzaría un camino de montaña, ya que Santiago de los Caballeros de Mérida se encontraba a 1630 m.s.n.m., y debíamos subirlos en tan sólo sesenta kilómetros.

Eran más de las cinco y media de la tarde, y nos aseguraron que llegaríamos a destino pasadas las siete, pero las fuertes lluvias ocasionaron desprendimientos en las laderas de las montañas y además se concentró mucho tránsito al ingresar a Mérida. Ese tramo resultó particularmente tedioso porque nos sentamos donde pudimos y muy apretados ya que el vehículo iba cargado de gente y de paquetes, un niño chilló todo el tiempo, y no pudimos ver el paisaje por las ventanillas porque además de la lluvia se hizo rápidamente de noche.

Llegamos a la terminal cerca de las 8 p. m., y comimos una arepa con quesos blanco y amarillo de manera rápida porque a las 20:30 cerraba el bar. Tomamos un taxi y nos alojamos en el hotel Mucubaji, en la avenida Universidad, donde logramos un descanso reparador después de tanto trajín.

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