miércoles, 21 de agosto de 2024

Caminando por Broadway

  El lunes 27 me levanté temprano y salí a deambular por New York, una ciudad apasionante, no, justamente por sus majestuosos edificios, que sinceramente no me atraían, sino por la diversidad cultural que se percibía a cada paso, no solo por los transeúntes con que me cruzaba sino por la gastronomía y muchas otras manifestaciones.

Y, además, tal cual, en Buenos Aires, había ofertas y precios para todos los gustos y bolsillos. Así que desayuné en “The Bread Factory”, con una enorme taza de café y diversos productos panificados. 

The Bread Factory en la 7th Ave y W36 St

  

Compré algunos regalitos para la familia, y desde W36th St continué mi caminata por la 7th Avenue hasta llegar a W45th, desde donde, en forma de diagonal se abría otra avenida denominada “Broadway”, donde se encontraba un conjunto de cuarenta y un grandes teatros profesionales, considerados del más alto nivel del mundo, respecto de la anglofonía. De todos modos, yo me animaría a afirmar que Buenos Aires la superaba, porque, además de los teatros del Centro de la ciudad, contaba con salas en casi todos los barrios, además de las localizadas en el Conurbano. Y eso no lo he podido encontrar en New York. 

Caminando por Broadway

  

La presencia teatral en Manhattan había tenido sus comienzos cerca de 1750 en que se había establecido una compañía que presentaba obras de Shakespeare y ópera de baladas, actividad que fuera interrumpida por la Guerra de la Independencia, para retomarse en 1798, cuando se fueron abriendo varios teatros, tornándose populares durante las décadas de 1830 y 1840.

A partir de 1850, el entretenimiento en New York fue dividido por clases sociales. La ópera fue para la clase alta y medio alta, el minstrel (un género típicamente estadounidense que aunaba la ópera inglesa con la música de origen negro) y el melodrama para la clase media, y los espectáculos de variedades en salones de concierto para hombres de la clase trabajadora y clase media baja. 

Esquina de Broadway y W51

 

Durante la última mitad del siglo XIX a medida que la pobreza disminuía, el transporte mejoraba y la iluminación hacía más seguras las calles, los financistas comenzaron a invertir más en teatros, y las obras podían mantenerse más tiempo en cartel y atraer más audiencia familiar, ya que se había “limpiado” de prostitución, la que antes había dificultado la presencia femenina.

Recién entre los años 1920 y 1930 los teatros se consolidaron en la zona de Times Square cuando se edificó una gran cantidad alrededor de la plaza. 

W50 Street entre Broadway y 8th Ave

  

El cine surgió como un desafío a los escenarios teatrales. Al principio las películas eran mudas y presentaban una competencia limitada, pero a finales de los años 20, algunas podían ser presentadas con sonido sincronizado, y los críticos se preguntaban si el cine reemplazaría por completo al teatro. Sin embargo, no solo que el teatro sobrevivió al invento del cinematógrafo, sino que, a partir de mediados de la década de 1940, pasados los años de la Gran Depresión, el circuito de Broadway entró en la era dorada, alcanzando el más alto nivel de prestigio internacional.

Posteriormente con la aparición de la televisión, los actores se repartieron entre todos los medios, aunque algunos continuaban pasando mayor tiempo en las tablas, a pesar de que la paga fuera menor, inclusive en Broadway. 

Alta densidad de espectáculos

 

Casi todas las personas involucradas en un espectáculo de Broadway en cualquier nivel estaban representadas por sindicatos u otras organizaciones protectoras o profesionales. Los actores, bailarines, cantantes, miembros de coros o puestistas eran miembros de la Asociación de Equidad de Actores (Actors’ Equity Association); los músicos estaban representados por la Federación Estadounidense de Músicos (American Federation of Musicians, AFM); los tramoyistas, vestuaristas, peluqueros, diseñadores, personal de la taquilla y acomodadores pertenecían a diversos sectores de la Alianza Internacional de Empleados de la Escena Teatral (International Alliance of Theatrical Stage Employes, IA o IATSE); los directores y coreógrafos, a la Sociedad de Directores y Coreógrafos de Teatro (Stage Directors and Choreographers Society, SDC), los dramaturgos por el Sindicato de Dramaturgos de Estados Unidos; y los representantes tanto de la sala como de las compañías y los agentes de prensa estaban adheridos a la Asociación de Agentes de Prensa y Mánagers Teatrales (Association of Theatrical Press Agents and Managers, ATPAM). De hecho, el tamaño mínimo de una orquesta en Broadway se basaba en un acuerdo entre el sindicato de músicos y la Liga de Teatros y Productores Estadounidenses. 

En el corazón de Broadway

  

Ver una obra en Broadway formaba parte de la actividad turística de New York, generando, además, grandes ganancias en hoteles y restoranes.

La mayoría de las producciones no tenía fecha estipulada de finalización dependiendo de la respuesta de la crítica, el boca a boca, y el efecto de la publicidad, siendo los musicales los que históricamente habían tenido temporadas más largas.

Mientras yo estaba allí estaba en cartel la ópera Evita con la actuación de Ricky Martin, en el teatro Marquis, pero no me fue posible verla, en parte porque ya tenía previsto dejar New York pocas horas después de pasar por el teatro, y, por otra parte, así permaneciera un tiempo más, el precio de la entrada no estaba a mi alcance. 

Teatro Marquis en W46 St entre 7th y 8th Ave

  

La obra EVITA en pleno Broadway

  

Las producciones y artista de Broadway eran galardonados cada junio con los premios Antoinette Perry (Premios Tony) entregados por el Ala Teatral Estadounidense (American Theatre Wing) y la Liga de Broadway (Broadway League). Antoinette Perry fue una actriz y directora que fundó el American Theatre Wing que entretuvo a los soldados aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

 Estos premios eran considerados los más prestigiosos para esta actividad, inclusive comparados con los Premios Oscar, que se hicieran más conocidos por la transmisión televisiva. 

Esquina de la 7th Ave y W46 St

  

Disney en la 7th Ave

  

Llegando a Duffy Square, una parte de Times Square, me topé con la escultura de bronce de George M. Cohan, realizada por el artista Georg John Lober y el arquitecto Otto Langman.

George Michael Cohan (1878-1942) fue uno de los artistas más destacados de Broadway, con actividades como la de dramaturgo, compositor, actor, cantante, bailarín y productor teatral.

Estatua de George M. Cohan

  

Caminar por Broadway me resultaba un verdadero placer, no solo por los escaparates de las salas de espectáculos y comercios de todo tipo, desde los puestos callejeros como las grandes cadenas del estilo del Mc Donalds’ o del Hard Rock Café, sino por la diversidad de etnias y culturas que se reflejaban a partir de sus idiomas y vestimentas. Y, como era de esperar, mucha gente hablando en español, que ya se había convertido en la segunda lengua del país. Y también por las grandes excentricidades como que, en medio de un tránsito de gran intensidad, apareciera alguien con dos caballos… 

Todas las etnias por las calles de New York

  

Grandes torres en Broadway

  

El Hard Rock Café en la 7th Ave

 

¡Insólito…! Caballos entre el denso tránsito

  

Ya llegando al mediodía, retomé la 7th Avenue y regresé a “The Bread Factory”, donde había una oferta que consistía en macarrones con salsa de tomate por 5,99 U$S, mientras que por 2,00 U$S se les podía agregar pollo, carne o frutos del mar. Yo los consumí solo con la salsa, pero, otros comensales, independientemente de cómo los habían preferido, les agregaban grandes cantidades de kétchup.

Tanto por el alto consumo de pastas y pizzas como por la cantidad de italianos y sus descendientes, New York se le parecía bastante a Buenos Aires. 

Oferta de pasta en “The Bread Factory”


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