Y, además, tal cual, en Buenos Aires, había ofertas y precios para todos los gustos y bolsillos. Así que desayuné en “The Bread Factory”, con una enorme taza de café y diversos productos panificados.
The Bread
Factory en la 7th Ave y W36 St
Compré algunos regalitos para la familia, y desde W36th St continué mi caminata por la 7th Avenue hasta llegar a W45th, desde donde, en forma de diagonal se abría otra avenida denominada “Broadway”, donde se encontraba un conjunto de cuarenta y un grandes teatros profesionales, considerados del más alto nivel del mundo, respecto de la anglofonía. De todos modos, yo me animaría a afirmar que Buenos Aires la superaba, porque, además de los teatros del Centro de la ciudad, contaba con salas en casi todos los barrios, además de las localizadas en el Conurbano. Y eso no lo he podido encontrar en New York.
Caminando
por Broadway
La presencia teatral en Manhattan había tenido sus
comienzos cerca de 1750 en que se había establecido una compañía que presentaba
obras de Shakespeare y ópera de baladas, actividad que fuera interrumpida por
la Guerra de la Independencia, para retomarse en 1798, cuando se fueron
abriendo varios teatros, tornándose populares durante las décadas de 1830 y
1840.
A partir de 1850, el entretenimiento en New York fue dividido por clases sociales. La ópera fue para la clase alta y medio alta, el minstrel (un género típicamente estadounidense que aunaba la ópera inglesa con la música de origen negro) y el melodrama para la clase media, y los espectáculos de variedades en salones de concierto para hombres de la clase trabajadora y clase media baja.
Esquina de Broadway y W51
Durante la última mitad del siglo XIX a medida que
la pobreza disminuía, el transporte mejoraba y la iluminación hacía más seguras
las calles, los financistas comenzaron a invertir más en teatros, y las obras
podían mantenerse más tiempo en cartel y atraer más audiencia familiar, ya que
se había “limpiado” de prostitución, la que antes había dificultado la
presencia femenina.
Recién entre los años 1920 y 1930 los teatros se consolidaron en la zona de Times Square cuando se edificó una gran cantidad alrededor de la plaza.
W50
Street entre Broadway y 8th Ave
El cine surgió como un desafío a los escenarios
teatrales. Al principio las películas eran mudas y presentaban una competencia
limitada, pero a finales de los años 20, algunas podían ser presentadas con
sonido sincronizado, y los críticos se preguntaban si el cine reemplazaría por
completo al teatro. Sin embargo, no solo que el teatro sobrevivió al invento
del cinematógrafo, sino que, a partir de mediados de la década de 1940, pasados
los años de la Gran Depresión, el circuito de Broadway entró en la era dorada,
alcanzando el más alto nivel de prestigio internacional.
Posteriormente con la aparición de la televisión, los actores se repartieron entre todos los medios, aunque algunos continuaban pasando mayor tiempo en las tablas, a pesar de que la paga fuera menor, inclusive en Broadway.
Alta densidad de
espectáculos
Casi todas las personas involucradas en un espectáculo de Broadway en cualquier nivel estaban representadas por sindicatos u otras organizaciones protectoras o profesionales. Los actores, bailarines, cantantes, miembros de coros o puestistas eran miembros de la Asociación de Equidad de Actores (Actors’ Equity Association); los músicos estaban representados por la Federación Estadounidense de Músicos (American Federation of Musicians, AFM); los tramoyistas, vestuaristas, peluqueros, diseñadores, personal de la taquilla y acomodadores pertenecían a diversos sectores de la Alianza Internacional de Empleados de la Escena Teatral (International Alliance of Theatrical Stage Employes, IA o IATSE); los directores y coreógrafos, a la Sociedad de Directores y Coreógrafos de Teatro (Stage Directors and Choreographers Society, SDC), los dramaturgos por el Sindicato de Dramaturgos de Estados Unidos; y los representantes tanto de la sala como de las compañías y los agentes de prensa estaban adheridos a la Asociación de Agentes de Prensa y Mánagers Teatrales (Association of Theatrical Press Agents and Managers, ATPAM). De hecho, el tamaño mínimo de una orquesta en Broadway se basaba en un acuerdo entre el sindicato de músicos y la Liga de Teatros y Productores Estadounidenses.
En el corazón de
Broadway
Ver una obra en Broadway formaba parte de la
actividad turística de New York, generando, además, grandes ganancias en
hoteles y restoranes.
La mayoría de las producciones no tenía fecha
estipulada de finalización dependiendo de la respuesta de la crítica, el boca a
boca, y el efecto de la publicidad, siendo los musicales los que históricamente
habían tenido temporadas más largas.
Mientras yo estaba allí estaba en cartel la ópera Evita con la actuación de Ricky Martin, en el teatro Marquis, pero no me fue posible verla, en parte porque ya tenía previsto dejar New York pocas horas después de pasar por el teatro, y, por otra parte, así permaneciera un tiempo más, el precio de la entrada no estaba a mi alcance.
Teatro Marquis en
W46 St entre 7th y 8th Ave
La obra EVITA en
pleno Broadway
Las producciones y artista de Broadway eran
galardonados cada junio con los premios Antoinette Perry (Premios Tony)
entregados por el Ala Teatral Estadounidense (American Theatre Wing) y la Liga
de Broadway (Broadway League). Antoinette Perry fue una actriz y directora que
fundó el American Theatre Wing que entretuvo a los soldados aliados durante la
Segunda Guerra Mundial.
Estos premios eran considerados los más prestigiosos para esta actividad, inclusive comparados con los Premios Oscar, que se hicieran más conocidos por la transmisión televisiva.
Esquina de la 7th
Ave y W46 St
Disney en la 7th
Ave
Llegando a Duffy Square, una parte de Times Square,
me topé con la escultura de bronce de George M. Cohan, realizada por el artista
Georg John Lober y el arquitecto Otto Langman.
George Michael Cohan (1878-1942) fue uno de los artistas más destacados de Broadway, con actividades como la de dramaturgo, compositor, actor, cantante, bailarín y productor teatral.
Estatua de George M.
Cohan
Caminar por Broadway me resultaba un verdadero placer, no solo por los escaparates de las salas de espectáculos y comercios de todo tipo, desde los puestos callejeros como las grandes cadenas del estilo del Mc Donalds’ o del Hard Rock Café, sino por la diversidad de etnias y culturas que se reflejaban a partir de sus idiomas y vestimentas. Y, como era de esperar, mucha gente hablando en español, que ya se había convertido en la segunda lengua del país. Y también por las grandes excentricidades como que, en medio de un tránsito de gran intensidad, apareciera alguien con dos caballos…
Todas las etnias por las calles
de New York
Grandes torres en
Broadway
El Hard Rock Café
en la 7th Ave
¡Insólito…!
Caballos entre el denso tránsito
Ya llegando al mediodía, retomé la 7th Avenue y
regresé a “The Bread Factory”, donde había una oferta que consistía en
macarrones con salsa de tomate por 5,99 U$S, mientras que por 2,00 U$S se les
podía agregar pollo, carne o frutos del mar. Yo los consumí solo con la salsa,
pero, otros comensales, independientemente de cómo los habían preferido, les
agregaban grandes cantidades de kétchup.
Tanto por el alto consumo de pastas y pizzas como por la cantidad de italianos y sus descendientes, New York se le parecía bastante a Buenos Aires.
Oferta de pasta en “The Bread Factory”
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