sábado, 24 de agosto de 2024

De New York a Boston en tren

  Fui hasta Penn Station. Como en toda New York, había gente de todas las etnias y nivel social. Y compré un pasaje con destino a Boston para las 14:00. Sólo costó 69 U$S. Era el pasaje más barato porque paraba en todas, tardando casi cuatro horas y media para recorrer una distancia que era de algo más de trescientos cincuenta kilómetros. 

Cartel indicador en Penn Station

  

Diversidad de gentes en Penn Station

  

Partimos puntualmente y comencé a tomar fotografías de la salida de New York. Pasamos por una zona industrial en los suburbios y al cruzar desde Manhattan a Queens pude tener un perfil de los principales edificios destacándose el Empire State. 

Saliendo de New York

  

Por los suburbios de New York

  

El Empire State Building desde Queens

  

Por el puente ferroviario de Hell Gate volvimos a atravesar el río East, desde donde tuvimos hermosas vistas del puente Robert F. Kennedy, también conocido como Triboro Bridge, e ingresamos a Randalls and Wards Islands. Y desde allí, además de correr la vía paralela a la autopista, pude visualizar a lo lejos las torres del puente RFK que atravesaba el río Harlem. 

Puente Robert F. Kennedy (Triboro Bridge) desde el puente ferroviario Hell Gate

  

New York y el puente Robert F. Kennedy

  

Vista del puente Robert. F. Kennedy sobre el East River

  

Vista del peaje de la autopista en Randalls and Wards Islands y el puente RFK sobre el río Harlem

  

Continué fotografiando edificios construidos a la vera del río East hasta que llegamos a zonas más despobladas donde abundaban bosques pelados, por estar en pleno invierno, así como casas de madera pintadas de diferentes colores. Tanto algunas de esas construcciones como fábricas, se encontraban abandonadas, y muchas de ellas, quemadas. También me sorprendió ver tanta suciedad a los costados de la vía, concentrándose plásticos, chapas oxidadas, cartones y todo tipo de basura. 

Edificios a la vera del East River

  

El tren contaba con WI FI, mesita y tomas debajo de las ventanillas, así que pude seguir con mi computadora tanto su recorrido en la página AMTRAK, como chatear con mi familia; y el baño era amplio y estaba muy limpio. 

Interior del tren

  

Mi computadora y tomas varios

 

Baño del tren

  

Si bien, desde un principio había pocos pasajeros, al llegar a New Haven, muchos se bajaron.

 

New Haven Station

  

Llegué después de las seis de la tarde a South Station, la estación principal y terminal, en Boston, cuando ya había oscurecido.

Tomé un taxi y le pedí al conductor que me llevara a un hotel barato. Dijo que en el circuito financiero estaban por encima de 200 U$S la noche. Entonces nos dirigimos a Revere, una zona de playas. Primero consulté en el Confort Inn donde me pedían más de 100 U$S. Dije que no y entonces fuimos al Rodeway Inn. Me atendió una vieja irlandesa con cara de culo y como no le entendí algo de lo que me dijo, no encontró mejor manera que levantarme la voz.

Le dije ¡“Slowly, please”!, poniendo yo también cara de culo. Porque en eso, a los tanos y sus descendientes nadie nos gana. Y le levanté más la voz. Me cobraría 74 U$S, sin embargo, ¡en la tarjeta me descontaron 100!

Para eso el taxista me cobró 55 U$S. Le pagué con 60 y pretendía quedarse con el vuelto como propina. Me dio su tarjeta para que lo llamara al día siguiente. La tomé solo para asegurarme de llamar a cualquiera menos a él. Se llamaba Tony Massy, de la empresa Town Car Service 781-654-7598 (tonybudgetown@yahoo.com). 


La tarjeta del taxista que se quiso quedar con mi vuelto

 

Cuando llegué a la habitación no podía encender la luz. Y cuando le avisé a la mujer, vino y de muy mala manera hizo funcionar los veladores.

En cuanto me higienicé y acomodé un poco mi equipaje, decidí salir a cenar, pero se me trabó la puerta y no la podía cerrar. No me animé a llamar nuevamente a la caracúlica por lo que le pedí ayuda a un hombre que estaba como agente de seguridad.

Eran las 19:15 cuando le pregunté a la mujer dónde podía comer. Me dio varios folletos para que los llamara en delivery, y me indicó dos o tres lugares cerca de allí.

¡No había nadie en la calle! Yo sola caminaba por una amplia avenida desolada. ¡Todos iban en auto!

Seguí las indicaciones recibidas y por tres cuadras con viento y frío llegué a un pequeño negocio que estaba sobre una esquina, una especie de quiosco al que llamaban DRUGSTORE, y pedí comida. ¡Estaban fumando de todo…! Y mirándome raro, me dijeron… - ¡NO FOOD…!

Seguí hasta un supermercado, pero me indicaron que solo vendían alcohol, y me mostraron carteles que decían: ¡ONLY WINE OR SPIRITUAL DRINKS! ENERGY BEVERAGES

Sólo una funeraria estaba abierta. ¡Me fui a dormir con la panza vacía….!

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