Mientras nos trasladábamos pasamos por una zona de hoteles y grandes edificios, aunque no eran los más importantes de la ciudad.
Uno
de los tantos edificios de Boston
Alta densidad
edilicia en Boston
Edificio en una zona más abierta
Había reservado dos días en el hotel Red Roof de Mansfield, un suburbio al sur de Boston, camino a Providence, ya que me resultaba mucho más barato hospedarme allí que en el Centro de la ciudad. Por lo cual, desde el aeropuerto tomé un micro por 2 U$S, la llamada Silver Line que me dejó en South Station.
Tren de dos pisos en South
Station
Allí, por algo más de 13 U$S saqué un pasaje de ida
y vuelta a Mansfield. Subí al tren y saqué varias fotos a la salida de Boston. La
empresa Gilette estaba instalada en esa zona.
Al avanzar hacia el sur, comenzamos a atravesar un bosque que estaba absolutamente pelado por encontrarnos en pleno invierno, donde había viviendas de madera, diferentes edificaciones y algunas construcciones destrozadas y abandonadas. El tren estaba muy limpio, pero, a la vera de la vía, la suciedad y el descuido eran increíbles. Pero cuando pasamos por Hyde Park el paisaje mejoró totalmente, estando todo muy bien cuidado y con viviendas mejor construidas en zonas residenciales de buen nivel.
Viviendas en los
bosques del sur de Boston
Casas de madera en
los suburbios de Boston
Edificios en medio
del bosque pelado
Construcciones
destrozadas
Pasando por Hyde
Park
Barrios
residenciales en Hyde Park
Ya llegando a Canton Junction, si bien el bosque estaba raleado, había un curso de agua que le daba una sensación de vida al lugar, y se veían rastrojos de algún cultivo.
Bosque raleado en
pleno invierno
Curso de agua en medio del bosque
Rastrojos cercanos a Canton
Junction
Cerca de la estación Canton Junction estaban haciendo prácticas con aviones a chorro, que dejaban una estela blanca en el cielo, que era conocida como estela de condensación.
Estelas de condensación en Canton
Junction
Detalle de la
estela de condensación
Detalle de ramas
secas en el invierno de Canton Junction
Mucha gente bajaba en las diferentes localidades por donde se desplazaba el tren, pero una de las principales fue Canton Junction.
Estación de Canton
Junction
Después de cuarenta minutos de viaje llegamos a
Mansfield, una pequeña localidad rodeada de bosques, muy parecida a la ciudad
de Hurlingham en el Gran Buenos Aires.
Seguí al resto de la gente y pregunté por el hotel
Red Roof en una gasolinera. Me indicaron que caminara diez minutos y que
llegaría. Cuando pasaron quince minutos y yo cargando con mi bolso y mi valija,
pregunté a una mujer, única que pasaba siendo las dos y media de la tarde, pero
no lo conocía. Diez minutos después volví a preguntar en otra gasolinera y me
dijeron que quedaba lejos. Me llamaron un taxi que por siete dólares me llevó a
destino.
Si bien yo conocía la expresión “FIVE MINUTES WALK”, que significaba que algo estaba allí nomás, me pasó lo mismo que a mi padre, cuando se lo dijeron en Tokyo respecto de dónde quedaba la villa de los atletas argentinos. Estaba ubicada por orden alfabético, por lo cual era una de las primeras, pero, él, reloj en mano, consideró los cinco minutos al pie de la letra, y, como, además, caminaba ligero, llegó a la de Uruguay.
Bosque que rodeaba
a Mansfield
La habitación era muy amplia y con una buena vista,
pero en el hotel había solo café; así que fui hasta el supermercado que estaba
en la misma cuadra “Stop & Shop” y me compré un sándwich, una porción de
torta de zanahoria y crema, un yogur y efectos personales. Gasté igual o menos
de lo que hubiese pagado en Buenos Aires. Y me sorprendí que en la caja no
hubiera ser humano alguno, sino que yo misma debía pasar los productos por un
visor, y hacer el pago automáticamente con la tarjeta.
Volví al hotel. Descansé. Comí tranquila. Y me puse a trabajar con la computadora.
En la habitación
del hotel Red Roof
Mirando por la
ventana de la habitación del hotel Red Roof
A las nueve y media de la noche estaba durmiendo.
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