Bien temprano a la mañana
llamamos a un taxi que nos recogió en el hotel y nos llevó al Aeropuerto
Internacional “Simón Bolívar”, en la
localidad de Maiquetía, cruzando la Cadena del Litoral a través de la Autopista
Caracas – La Guaira.
Viviendas sobre la Cadena del Litoral, saliendo de Caracas
Ya en el aeropuerto, mientras esperábamos el avión que venía de Miami y estaba atrasado, aprovechamos para comprar algunos regalos que faltaban con los bolívares que nos quedaban.
El avión de LAN, en el que íbamos
a viajar, en el Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar”
Tanques de combustible en camino a la cabecera de pista
Mientras decolábamos veíamos los barcos en el mar del Caribe que
iban hacia el puerto de La Guaira
Pista del Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar”, entre la Cadena del Litoral y el mar
Mientras volábamos fui
tomando fotografías y mirando en el mapa del avión el itinerario de
desplazamiento, lo que me permitió determinar con bastante exactitud los
lugares geográficos sobre los que nos encontrábamos.
El primer accidente geográfico que llamó nuestra atención fue el lago de Valencia o lago de Tacarigua. Era el segundo en extensión después del de Maracaibo, y el cuerpo de agua sin desagüe al mar más grande de Venezuela; y se encontraba emplazado en una fosa tectónica conocida como Graben de Valencia, entre la cordillera de la Costa y la serranía del Interior. La cuenca endorreica del lago de Valencia era también conocida popularmente como los Valles de Aragua, y en sus orillas se levantaban las ciudades de Valencia y Maracay. El lago había sido visitado por Alexander von Humboldt, quien había realizado numerosas observaciones y mediciones, además de enviar semillas del tomate que cultivaban allí al Jardín Botánico de Berlín. Además, identificó la papaya de la laguna, plantas liliáceas como el Pancratium undulatum y el Amaryllis nervosa, y plantas de agua como Potamogeton tenuifolium, Chara compressa y Typha tenufolia.
Lago de Valencia, entre la
cordillera de la Costa y la serranía Interior de Venezuela
Y atravesando los Llanos Venezolanos pudimos ver algunos de los afluentes del Orinoco, el río más importante del país. Se trataba de un área de sabanas y esteros.
Un afluente del Orinoco en los
Llanos Venezolanos
Al ingresar a territorio peruano los afluentes eran del Amazonas. Y el que se presentó ante nuestros ojos era el río Nanay, uno de los tres que rodeaban la ciudad selvática de Iquitos. Pertenecía enteramente a las tierras bajas, era muy tortuoso, con un curso lento, y se dividía en muchos caños, una especie de canal natural que permitía la descarga lateral de los excedentes de agua, además de cadenas de lagunas que inundaban la llanura en las zonas más bajas de ambas riberas.
Río Nanay, en las cercanías de
Iquitos, selva peruana
El río Nanay, muy meandroso por ser
senil
Meandros estrangulados en el río
Nanay
Las nubes comenzaron a cubrir el paisaje…
Estratos y cúmulos nos
acompañaron por gran parte de los Andes Peruanos
Aunque no lo podíamos ver, el mapa
indicaba que volábamos sobre Huánuco
Y comenzó la turbulencia…
En un determinado momento se despejó parcialmente y divisamos el lago Junín o Chinchaycocha, el más grande de Perú después del Titicaca. Se encontraba a una altura superior a los 4.080 m.s.n.m. en la meseta de Junín o altiplano de Bombón de los Andes Centrales, en las inmediaciones del lugar de la histórica batalla, en que el 6 de agosto de 1824, las fuerzas patriotas al mando del Libertador Simón Bolívar derrotaran al general español José de Canterac. Ese lago caracterizaba por tener pantanos, totorales e islotes en sus costas que albergaban miles de especies de aves acuáticas, ranas, cuyes silvestres, zorros y vizcachas adaptados al clima gélido de la puna. La riqueza de flora y fauna ha dado razón al gobierno peruano a declararlo Reserva Nacional.
Lago Junín o Chinchaycocha, en la
Reserva Nacional Junín, al sur del cerro de Pasco
El colchón de cúmulos se hizo
nuevamente denso
Además de no dejarnos ver nada,
nos hizo bailar un buen rato
En dirección al sur, llegamos a las
costas del océano Pacífico
Formación de cirrus sobre el mar
Estratos y cúmulos sobre el
desierto peruano
En poco más divisamos la playa
Campo Alegre en la localidad de Chincha Baja
Ya en la provincia de Pisco pasamos por la península de Paracas, uno de los accidentes geográficos más destacados del extenso litoral peruano, que se encontraba dentro de los límites de la Reserva Nacional de Paracas, cuyos afloramientos de aguas extremadamente frías producían una gran abundancia de plancton, principal nutriente de peces, crustáceos y moluscos. E históricamente, el lugar era muy importante debido a haberse producido el llamado Desembarco de San Martín, que marcara el comienzo de una serie de episodios de la historia peruana de gran importancia para el proceso independentista. El General José de San Martín, procedente de la chilena ciudad de Valparaíso, había arribado a Paracas el 8 de septiembre de 1820. Y ante el retiro de los españoles que custodiaban la zona, el Ejército Libertador con el propio San Martín al frente, entró a la ciudad de Pisco para posteriormente continuar la campaña hasta la Ciudad de los Reyes, como así se la denominaba a Lima, y declarar la Independencia del Perú el 28 de julio de 1821.
En la provincia de Pisco, la
península de Paracas
Vista panorámica de la playa
Yumaque, la Reserva Nacional Paracas La Catedral, la laguna Supay,
las salinas Otuma y los salitrales
de Playón
Y enseguida, hacia el sur tuvimos ante nuestros ojos la Laguna Grande, una albúfera, laguna costera de agua salada, separada del mar por un cordón litoral oblicuo formado por gravas o cantos rodados, existiendo un estrecho canal de ingreso, que la comunicaba durante la pleamar con las aguas de la bahía de la Independencia, llamada así en razón de que la expedición libertadora del General José de San Martín recalara allí antes de desembarcar en Paracas. En toda la zona existían hermosas playas y bancos de bivalvos de gran importancia, convirtiéndose en un foco valioso para el desarrollo de la maricultura. La bahía era considerada como un banco natural de almejas (Gari solida), conchas de abanico (Argopecten purpuratus), conchas navaja (Ensis macha), choros (Aulacomya ater), caracoles (Thais chocolate), cangrejos (varias especies), chanques (Concholepas concholepas), pulpos (Octopus mimus), calamares (Loligo gahi), erizos (Loxechinus albus), mejillones (Glycimeris ovata), y palabritas (Transenella sp). Frente a ella se encontraban las islas guaneras Independencia o La Vieja, y Santa Rosa, además de una serie de islotes. Y también había allí extensas praderas de macroalgas marinas, que formaban bosques bajo el mar, sosteniendo una rica biodiversidad, siendo las principales especies la Lessonia trabeculata, Macrocystis pyriferia, Macrocystis sp. y Macrocystis integrifolia.
Laguna Grande y bahía de la
Independencia
Las nubes lo volvieron a tapar todo, sin dejarnos ver la mayor parte del desierto de Atacama, pero la recompensa estuvo en que durante todo ese extenso trecho, la luna nos acompañó permanentemente.
La luna sobre las nubes, un
espectáculo visto muy pocas veces
Un avanzado cuarto creciente
sobre un cielo muy azul
Nubes sobre el Pacífico que
semejaban hielo resquebrajado, en el norte de Chile
Cumbres nevadas, la costa y nubes
sobre la corriente de Humboldt
Costa del sur de Atacama
Nubes sobre el continente, Punta
de Choros, Coquimbo, Chile
A la latitud de Coquimbo, dejamos de sobrevolar el mar e ingresamos al continente, atravesando la cadena de la Costa. Y en dirección sur, pasando por Ovalle, llegamos al Valle Central de Chile.
Volando de lleno en el sector
continental chileno
Cultivos en las empinadas
laderas
Valle fluvial transversal en el
centro de Chile
Zona densamente montañosa
Pocos picos nevados al final
del período de deshielo
Verdes laderas que mostraban
la presencia de cobre en forma de malaquita
Pequeñas poblaciones a la vera de
los cultivos horto- frutícolas
Entre las montañas áridas
del centro de Chile se desarrollaban cultivos intensivos a partir del regadío
posibilitado a través de la gran cantidad de los diques, que guardaban las
aguas de las crecidas por deshielo, en los meses de primavera y verano característicos
por la carencia de precipitaciones. Ese clima mediterráneo ofrecía grandes
ventajas para el desarrollo de los viñedos.
Uno de los embalses que pudimos reconocer fue el Recoleta, a pocos kilómetros al noreste de la ciudad de Ovalle, en la región de Coquimbo. Y además de ser utilizado para las plantaciones, también se destacaba por el desarrollo de actividades turísticas como deportes náuticos, pesca deportiva y una zona de camping en sus alrededores.
Cultivos siguiendo las curvas de
nivel a la vera del embalse Recoleta
Nacientes de ríos con régimen de deshielo llegando a los
cultivos
El Rincón, junto al embalse Recoleta, al noreste de
Ovalle
Gran cantidad de embalses se hicieron necesarios para
explotar la agricultura en el desierto
Otro embalse en el Valle Central de Chile
Cultivos entre Los Andes y Santiago
Acercándonos a Santiago
Después de siete
horas y media de vuelo aterrizamos en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino
Benítez de Santiago de Chile, pero pasaron casi tres horas hasta que subimos a
otro avión. Ya estábamos muy cansados y esperábamos ansiosamente descansar un
poco en el tramo que faltaba, y luego dormir confortablemente el resto de la
noche. Pero el vuelo a Buenos Aires estaba repleto de argentinos, muchos de los
cuales procedían de Miami o de países del Caribe, y eran imbancables. Cargados
de cosas y a los gritos para mostrarse y mandarse la parte unos con otros. No
alcanzaban los lugares en los portaequipajes y cuando las azafatas los obligaron
a mandar más maletas a la bodega, protestaron sin parar. Y sumado a eso, detrás
de nosotros viajaba un nene con síndrome de Down que estaba muy angustiado y
sus quejidos nos mantuvieron tensionados todo el tiempo. La noche era muy
cerrada, pero la luna en cuarto menguante casi llena, reflejaba los escasos
picos nevados de la Cordillera.
Llegamos a Ezeiza a
las doce de la noche. Tomamos un ómnibus de la empresa Tienda León y a las dos
de la mañana llegamos a casa. A esa hora hacían 27°C, golpe de calor en Buenos
Aires. ¡Y el aire acondicionado no andaba!
No hay comentarios:
Publicar un comentario