Mientras
estábamos en Santa Cruz, anunciaron por todos los medios, el fallecimiento de
Sandro, el cantante argentino. Y a partir de ese momento, por todas las radios
y los canales de televisión de toda Bolivia, pasaban sus discos y hablaban de
él todo el día. Desde ya, que le dieron mucha más prensa que del lado
argentino. Las fanáticas lloraban desconsoladamente, tal cual “sus nenas”
lo hacían en la puerta de su casa en Banfield.
Mientras
nosotros estábamos recorriendo esta zona, mi hija Fernanda, quien había venido
a Bolivia, cuando solo tenía once años, estaba haciendo un recorrido semejante
con quince días de anticipación respecto de nosotros. Y estando en Santa Cruz y
queriendo ir por tierra hasta Cochabamba, le informaron que la flota no salía
porque se había roto un puente por las lluvias. Así que tomó un vuelo directo a
La Paz. Por lo tanto, nosotros, sin muchas esperanzas, fuimos a la terminal de
ómnibus a sacar los pasajes hacia Cochabamba y nos dijeron que no se vendían
con anticipación, ni siquiera de un día, porque nunca se sabía si los
recorridos se podrían hacer.
Así
que nos dedicamos a hacer una última recorrida por la ciudad para intentar al
día siguiente a primera hora, comenzar a desplazarnos hacia Cochabamba.
Pequeño shopping de Santa Cruz de la Sierra
Si bien el casco antiguo de la ciudad no estaba muy bien cuidado, reconozco que fue tal vez lo que más me agradó.
Casco antiguo de Santa Cruz
Y dentro de esa zona de la ciudad convivían edificios modernos, lo que demostraba que no ha habido protección sobre el patrimonio arquitectónico.
Antiguos y nuevos edificios en el casco de origen
Caminamos durante toda la mañana, pero después del mediodía la temperatura aumentó considerablemente, la gente desapareció de las calles, y nosotros nos refugiamos en la pileta del hotel.
Disfrutando la pileta en otro día de altas temperaturas
Recién al caer el sol volvimos a caminar por la calle y paseamos por el Centro. La Basílica de San Lorenzo, Catedral Metropolitana, estaba iluminada.
Catedral de Santa Cruz de la Sierra
La Basílica se destacaba por sus bóvedas de madera y por la decoración pictórica que la cubría. En el altar mayor se conservaba una parte del recubrimiento original de plata labrada de la misión jesuítica de San Pedro de Moxos.
Mucha gente disfrutando de una noche apacible y con temperatura muy agradable. La plaza principal siempre estaba colmada, tanto de día como de noche, y eso la diferenciaba de otros sitios de América Latina donde no se vivía de esa manera tan intensa el espacio público.
Plaza 24 de Septiembre, una noche de verano
Al día siguiente, bien temprano, fuimos a la terminal de ómnibus y nos informaron que las flotas salían. Tomamos un micro que iba por el camino nuevo, que era menos montañoso y su clima era tropical. Y pasamos por grandes extensiones de cultivos que iban desde arroz hasta plátanos.
Cultivos en la zona de Warnes
En esa zona continuaban predominando las haciendas como en los siglos anteriores. El ganado había sido mejorado y abastecía a gran parte del mercado nacional.
Haciendas con ganado para carne y leche
La actividad agropecuaria era muy intensa y existía infraestructura que permitía guardar algunos granos para luego ser distribuidos por toda la región.
Silos para la guarda de granos
La vegetación originaria quedaba sólo en algunos lugares cercanos a las riberas de los ríos o bien en pendientes donde aun no se habían cultivado los campos.
Vegetación original de la región
Transitamos por lo que se consideraba la principal ruta del país debido a su tráfico nacional e internacional, ya que era el corredor Iquique (Chile) – Santos (Brasil).
Cultivo de arroz a la salida de Montero
Si bien esa ruta hacia Cochabamba era nueva, ya que la vieja era totalmente montañosa, igualmente se producían cortes debidos a las crecidas que tiraban abajo a los puentes más endebles. El Puente Eisenhower, sobre el río Grande, pasó a llamarse Puente de la Amistad Boliviano Japonesa, debido a que los inversores en la reconstrucción de caminos habían cambiado.
Puente de la Amistad Boliviano-Japonesa sobre el río Grande
El camino por donde íbamos era el que quince días atrás tenía un puente roto y mi hija Fernanda no había podido pasar. Y ya los cúmulos comenzaban a transformarse en nimbos y el viento a soplar con intensidad, avecinándose una nueva tormenta de verano, con los riesgos que eso implicaba.
Las palmeras mostraban la intensidad del viento
A pesar de que los conductores anunciaran que pronto haríamos una parada, la gente les exigió que les permitiera comprar alguna bebida en una especie de rancho en la ruta, a la altura de Buena Vista, ya que la temperatura continuaba subiendo, y las bocas se secaban.
Venta de bebidas a la altura de Buena Vista
En realidad, para la parada faltaba bastante, porque recién se hizo en Ivirgarsama, a casi ciento cincuenta kilómetros de Buena Vista. Pero valió la pena, era el bar del hotel Torero, un lugar limpio y con bebidas bien frescas.
Con el yacaré embalsamado era fácil que Martín se arriesgara...
Y así, como en tantas ocasiones, en diferentes partes del mundo había encontrado admiradores de Maradona, ahora la camiseta de Messi aparecía por todos lados.
Martín jugando a espaldas de un admirador de Messi
Durante todo el viaje el chofer puso la radio donde pasaron discos de Sandro en forma permanente y en todos los programas continuaron hablando de su vida.
Nuestro micro durante el descanso en Ivirgarsama
Continuamos viaje y llegamos al río Chimoré que estaba muy crecido por las frecuentes lluvias. Era un río de la cuenca amazónica que nacía en el Chapare cochabambino a 2800 msnm y se dirigía hacia el noreste hasta su confluencia con el río Ichilo, hasta formar el Mamorecillo. Durante el curso de la llanura, que no superaba los 300 msnm formaba extensos meandros, ensanchando su cauce.
Río Chimoré a la altura de la ciudad homónima
En las cercanías de la ciudad de Chimoré abundaban las plantaciones de plátanos y de otras frutas tropicales.
Plantación de plátanos en Chimoré
En Shinahota, Cantón de Germán Busch, había un importante mercado de frutas.
Shinahota en el Cantón de Busch
Y comenzamos a subir nuevamente a la montaña. Íbamos pasando de los 300 msnm promedio en que veníamos transitando a casi 800 en pocos kilómetros.
Llegamos así a Villa Tunari, una zona turística que ofrecía montaña y vegetación tropical como principal atractivo. Se encontraba en el Chapare tropical y cerca había parques nacionales que protegían especies en extinción.
Ya por encima de los 1000 msnm en la selva del Chapare Tropical
Ese era el lugar de donde había emergido Evo Morales, primero como dirigente cocalero y posteriormente, como político.
Mucho follaje casi encima del micro
Al continuar ascendiendo la montaña, la lluvia se intensificó, ¡y no se veía nada! Y en ese momento recordé un relato de Lin Yutang, en su libro “La Importancia de Vivir”, en que contaba que un guía chino había llevado a un grupo de turistas a la cima de una montaña donde todo estaba así de nublado. Y al llegar, los visitantes le reclamaron que allí no se veía nada, a lo que el chino les contestó: “Justamente por eso los traje, para no ver nada.”
“Para no ver nada”
Si bien podía observarse gran parte del bosque selvático original, en la zona abundaban las plantaciones de coca y de otros cultivos tropicales.
Bosque selvático del Chapare
En esa zona del Chapare, las precipitaciones superaban los 5000 mm anuales. Eran las más elevadas de Bolivia, y una de las más altas del mundo.
El bosque en la niebla y bajo una intensa lluvia
Llegamos a Locotal, una zona de producción de frutas y hortalizas en pleno Chapare Tropical. Estábamos en la Cordillera Oriental de los Andes y ya la altura era de 1600 msnm.
Iglesia y antena parabólica en el Locotal
En medio de una lluvia torrencial y dentro de una nube llegamos a los 2700 msnm a la represa de Coraní, que formaba una laguna artificial. Allí se criaban peces que daban de comer a la gente del lugar.
Lluvia y niebla intensa en plena montaña a la altura de Coraní
Por un alargado y extenso valle de altura llegamos a Colomi, donde paró la lluvia y se disipó la niebla.
La tempestad se disipó en Colomi
Y allí pudimos ver los cultivos que ascendían por las laderas de las montañas.
El sol salió en Colomi
Pero en poco tiempo ese sol comenzaba a esconderse para dar paso a una noche calma y tibia.
Anochecer en Colomi
Tras todo un día de viaje bien entrada la noche llegamos a Cochabamba.
Terminal de ómnibus de Cochabamba
Nos alojamos en un hotel de tres estrellas y Martín rápidamente se tiró en un sillón a descansar.
Martín descansando en el hotel de Cochabamba
Pese al cansancio decidimos salir a cenar, y recién más tarde a dormir, para recuperarnos de un viaje tan interesante como agotador.
Estábamos cerca del Centro sobre una avenida donde, aún había arbolitos de Navidad, que estaban muy iluminados.
Todavía lucían en Cochabamba los arbolitos de Navidad
Se trataba de una zona de restoranes y cervecerías, y dimos con uno que
pretendía imitar las costumbres de Buenos Aires y en el cual los menúes eran
tanto bolivianos como argentinos, algo muy característico de esta ciudad.
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