Habían pasado
seis meses desde mi estada en la ciudad de La Rioja con motivo de la
organización del XII Encuentro Internacional Humboldt; y pese a la insistencia
telefónica, nadie había respondido a las notas de solicitud de auspicios, ni de
permisos de asistencia a los docentes. Por lo tanto, me vi obligada a regresar
para hacer los reclamos personalmente.
Eran los últimos días de agosto de 2010, y la ciudad estaba muy bonita, con su plaza ya reformada y florecida, una temperatura muy agradable, y mucho movimiento en las calles.
Plaza 25 de Mayo, la principal de La Rioja Capital
Estatua del General San Martín en la plaza 25 de Mayo
Fila de taxis en la plaza principal de la ciudad de La
Rioja
Plaza 25 de Mayo desde San
Nicolás de Bari y Joaquín V. González
Fuente en la esquina de las
calles San Nicolás de Bari y Joaquín V. González
El movimiento comercial y administrativo se
concentraba en las primeras horas de la mañana
Primeramente,
me dirigí al diario El Independiente para solicitar que publicaran el anuncio
de que entre el 20 y el 24 de ese mes se realizaría el Encuentro Humboldt. Pero
me pidieron una cifra excesiva por pocas líneas, y eso se debía a que el Centro
Humboldt, que era el organizador, no estaba radicado en la provincia de La
Rioja. Así que no publiqué nada, y comencé a recorrer emisoras de radio,
dejando una gacetilla, y el número de mi celular.
Después
visité la Casa de Gobierno y la Municipalidad, para saber en qué estado estaban
los respectivos expedientes, pero en ambos casos la respuesta fue que aún no se
había tratado el tema. Yo expliqué la premura que tenía debido a que el evento
se realizaría en veinte días más, pero no prestaron ninguna atención al
comentario.
Casa de Gobierno de
La Rioja desde la plaza 25 de Mayo
Siendo
evidente la negativa de otorgar permisos a los docentes que asistieran al
Encuentro, fui personalmente a invitar a profesores y estudiantes de Geografía
e Historia, al Instituto de Formación Docente Continuo “Inspector Albino
Sánchez Barros”. Y fue allí donde, a pesar de todas las puertas que se me
habían cerrado, encontré una ventana, ya que ellos mismos se encargaron de
gestionar personalmente las autorizaciones.
Continué recorriendo hoteles para que me fijaran tarifas, ya que vía telefónica, la mayoría de ellos no querían pactar nada, ni siquiera en dólares.
Hotel Naindo, desde la plaza
25 de Mayo
Y antes del
mediodía, me llamaron de la radio del diario El Independiente, pidiéndome que
fuera inmediatamente para salir al aire en uno de esos largos programas
matinales.
El periodista
primeramente me pidió que explicara las características y los alcances del
Encuentro Humboldt, para luego “tirarme de la lengua” sobre lo que opinábamos
acerca de la minería a cielo abierto; y en pocos minutos, estaban llamando al
estudio, representantes de los movimientos ambientalistas riojanos, para
ponerse en contacto conmigo.
Yo aproveché
la entrevista para dar a conocer la indiferencia con que las reparticiones gubernamentales
estaban tratando los expedientes iniciados sobre el apoyo a nuestra actividad y
la falta de permisos a los docentes para asistir a ese tipo de eventos, lo que
redundó, en que rápidamente un funcionario se pusiera a mi disposición.
Y después de
la audición, en el diario El Independiente, donde me habían querido cobrar una
barbaridad por cuatro líneas, me hicieron una nota, que ocupó mucho más
espacio, y con foto incluida.
A la hora de la siesta, ya no tenía posibilidades de encontrar a nadie, por lo que caminé por las calles desiertas, y me llegué hasta el Santuario Nuestra Madre de la Merced en la intersección de las calles 9 de Julio y Rivadavia. Pero en cuanto cayó la tarde, me reuní con algunos miembros de asociaciones de ambientalistas a quienes invité a participar de un panel sobre problemáticas ambientales, durante el Encuentro Humboldt.
Peatonal Madres Plaza de
Mayo a la hora de la siesta
Santuario Nuestra Madre de
la Merced
Ya el 1ro. de
septiembre estaba viajando hacia Villa Unión, para lo cual debía bordearse el
Velazco por el sur, vía Patquía, además de otros cordones montañosos.
Allí, Marcela
Yañez, Coordinadora de la Carrera de Turismo Ecológico, me había invitado a dar
una charla sobre “Economía versus Ecoturismo en América Latina”, en el
marco de las Bodas de Plata de la Sede Universitaria Villa Unión, y en adhesión
a los festejos de un aniversario más de la Universidad Nacional de La Rioja.
Llegué a Villa Unión a la noche, me alojé y enseguida me fui a dormir. A pesar de situarse a 29º de latitud sur, debido a su altura (1.155 m.s.n.m.), y a su amplitud térmica, hacía muchísimo frío y estaba comenzando a nevar.
Para ir de La Rioja a Villa Unión había que bordear varios
cordones montañosos por el sur, vía Patquía
A la mañana
me fueron a buscar para hacerme notas en dos radios de la ciudad, que, a pesar
de contar con solo doce mil habitantes, mostraba un movimiento cultural muy
interesante.
Luego fuimos a la Universidad, donde había un público compuesto en su mayoría por estudiantes de la carrera de Turismo Ecológico, profesores, autoridades, y guardaparques de Talampaya, entre otros. Y si bien en mi charla me referí a todas las actividades económicas que deterioraban el ambiente, y, por ende, imposibilitaban la explotación turística de la naturaleza, de hecho, hice especial referencia a diversos casos latinoamericanos donde la tierra había quedado yerma, después de la explotación minera a cielo abierto. Aunque la gran mayoría de los presentes acordaba con mi postura, había quienes consideraban que la actividad minera, sin importar en qué condiciones, podría contribuir a un mayor nivel de desarrollo económico para la región.
Con Marcela Yañez en la
UNLAR – sede Villa Unión
Me quedé conversando con
mis colegas, y después de almorzar pedí que me dejaran en la terminal de
ómnibus. Marcela me advirtió que era demasiado temprano, pero en parte porque solía
ir con tiempo, y fundamentalmente porque no quería interrumpir su siesta,
insistí en que me quedaría allí.
La terminal estaba
totalmente vacía. No solo que estaban todas las ventanillas de venta de pasajes
absolutamente cerradas, sino que también lo estaban los pocos locales
comerciales. Pero, además, ¡no había nadieeeee! Ni pasajeros, ni cuidadores, ni
nada… Daba la sensación de que estuviera abandonada. Faltaban cuarenta minutos
para que pasara el micro que me llevaría hasta Patquía, desde donde debía
combinar con el que venía de La Rioja Capital rumbo a Retiro. Cada vez tenía
más frío, hacia afuera se veía una especie de nevisca, y el viento abría y
cerraba las puertas permanentemente. No sabía si sentarme o estar parada… Fui
al baño. Y tal cual, parecía el de un lugar fantasmagórico, así que dejé mis
petates sobre una mesada sin temer a que me los sustrajeran, ¡porque no había
ser viviente en los alrededores!
Al rato llegó el del
maxi-kiosco-bar. Yo me alegré muchísimo porque estaba tiritando y deseando
tomar algo bien caliente. Pero con toda la parsimonia se quitó el abrigo,
acomodó alguna que otra mesa y sillas, la mercadería…, y cuando
desesperadamente le pedí un café con leche, me dijo que como todavía no había
encendido la máquina, solo podía despacharme bebidas frías. Le compré un agua mineral
natural y varios chocolates que consumí en segundos…
Ya faltaban quince
minutos para que viniera el micro, y las ventanillas permanecían cerradas; por
lo que pensé que los boletos se venderían a bordo, hasta que de pronto aparecieron
dos o tres pasajeros, que se ubicaron junto a la ventanilla formando una
pequeña fila, y, por lo tanto, me puse detrás de ellos. Unos minutos después,
también con toda la calma, llegó una mujer grande para vender los pasajes. Y
como era costumbre en todo pueblo chico, se puso a conversar plácidamente con
la primera persona de la fila, y yo a ponerme nerviosa por temor a que el
ómnibus arribara y se fuera sin mí. Cuando pasó el segundo pasajero, ocurrió lo
mismo, y fue entonces que al ver que el micro se estacionaba en la plataforma,
le pedí encarecidamente que se apurara. Pero ella me ignoró. Los choferes
bajaron, la saludaron, y recién en ese momento me atendió. Yo velozmente fui
hasta el vehículo, sin embargo, los conductores se tomaron su tiempo, y luego,
sin apuros, arrancaron.
En las afueras de Villa Unión había muchas casas semi-rurales donde, como en gran parte de la región se criaban cabras, tanto para la producción de leche para la elaboración de quesillos, como para el consumo de su carne y piel.
Cabras pastando en un
terreno baldío en las afueras de Villa Unión
El micro comenzó a bordear la Sierra Morada, en el límite con la provincia de San Juan, y en los valles aledaños había viñedos, que constituían una tradición en el ámbito del valle del Bermejo, formando parte de las paradas más significantes del Camino del Vino, que recorría gran parte de la Provincia. Si bien predominaba la variedad Torrontés Riojano, también podían encontrarse Malbec, Sirah y Cabernet Sauvignon. La mayor parte de la producción era de tipo artesanal, mucho vino patero, y destinada a la exportación.
Viñedos sobre la ruta número
26
Pero no todo era viñas, sino que aproximadamente el cincuenta por ciento de las tierras de la zona estaban dedicadas a frutales varios, cereales y forrajeras.
Campo destinado al cultivo
de forrajeras
En pocos minutos
estábamos en Pagancillo, la localidad más cercana al Parque Nacional Talampaya,
que había comenzado a ser una de las opciones alternativas de turismo en la región.
Pagancillo, la localidad más cercana a Talampaya
A medida que el sol iba bajando, sus rayos producían diferentes matices, lo que hacía que la Sierra Nevada se presentara más bonita ante nuestros ojos.
Sierra Morada al ir cayendo la tarde
En determinado momento nos alejamos de los oasis de cultivo, y entramos en una zona de gran aridez, con su consecuente vegetación xerófila.
Solo matas espinosas al
ingresar al departamento Independencia
El tala, que se presentaba como árbol o arbusto según la humedad que reciba
El ómnibus no contaba con
baño, pero lo que era peor aún, era que no tuviera calefacción, y la temperatura
era cada vez más baja, y yo ya no sabía con qué cubrirme.
Las paradas eran muy
frecuentes, fuera en medio del campo, o bien al acercarse a alguna vivienda
aislada. Toda la gente subía con mantas. De hecho, conocían las características
de los vehículos, sin duda era yo la que se estaba comportando como sapo de
otro pozo.
Llegando a Paganzo, en el
departamento Independencia, los perros fueron a recibirnos
Y una de las paradas fue la Escuela Nro. 368 “Ángela del Rosario Díaz de Gordillo”, que estaba situada en el kilómetro 46 de la ruta provincial nro. 150. Allí subieron una gran cantidad de chicos, muchos de ellos con los cachetes colorados por el frío, aunque todos estaban muy arropados.
Escuela rural estatal Nro. 46 “Ángela del Rosario Díaz
de Gordillo”. Al fondo la sierra de Paganzo
En varios
establecimientos estaban colocadas pantallas solares, que en esa zona daban muy
buenos resultados debido a su elevada heliofanía.
Pantalla solar en un modesto
establecimiento riojano
Al acercarnos a Patquía,
desaparecieron los cerros y aparecieron los caballos. Pero la pobreza rural era
tan extrema y desolada como en muchos otros parajes del norte argentino.
Vivienda precaria en el desierto riojano
Aunque habíamos descendido a casi 400 m.s.n.m., la temperatura continuaba siendo baja, y por la ausencia de humedad, mis labios, además de morados, se me cortajearon totalmente.
Extensa planicie en el
desierto riojano
La localidad de Patquía
apenas llegaba a dos mil cuatrocientos habitantes, sin embargo, su importancia
radicaba en ser cruce de caminos entre las rutas 38 y 150.
Pese a mi preocupación por la lentitud del recorrido, el micro llegó a tiempo para que pudiera tomar el coche cama doble piso, con baño y calefacción, con el que continuaría mi camino.
Ranchito rodeado de talas en
las cercanías de Patquía
A los pocos días de
llegar a Buenos Aires, era publicada la nota que me hicieran en el diario El
Independiente.
"El capitalismo
como geografía" XII Encuentro Internacional Humboldt en La Rioja |
|
Ana
María Liberali anunció un importante encuentro sobre geografía. Asistirán
expositores internacionales. Entre los días 20 y 24 del corriente se
realizará por primera vez en La Rioja el XII Encuentro Internacional
Humboldt. Con la presencia de prestigiosos exponentes, se abordará la
geografía desde los aspectos físico, geológico, climático, hidrográfico,
social, urbano, económico y político. La presidenta del centro de estudios
"Alexander Humboldt", Ana María Liberali en visita a EL
INDEPENDIENTE informó que el encuentro se realizará en esta ciudad del 20 al
24 de setiembre en el hotel Naíndo de 9 a 21.30, con un intermedio al
mediodía hasta las primeras horas de la siesta. Está organizado por el centro de
estudios que lleva el nombre Alexander Von Humboldt, geógrafo alemán que
trabajó en Francia a fines del siglo XIX. Liberali comentó que el científico
"en 1799 comenzó un viaje por América latina, que duró 5 años, haciendo
estudios ambientales muy adelantados para la época. Recorrió Ecuador, México,
Venezuela, Cuba y Perú e hizo una serie de descubrimientos del porqué de
ciertas distribuciones de plantas y animales". Relacionó el clima con la flora y la
fauna, y también denunció el maltrato a la población indígena por parte de
los españoles. "Hizo otros viajes por Asia, publicando su experiencia en
francés, idioma científico de la época y en la actualidad fue traducida a
muchos idiomas. Para los geógrafos, Humboldt a nivel mundial es reconocido",
agregó Liberali.
Así se llama el encuentro, en el cual
está previsto el abordaje de la geografía desde el aspecto físico, geológico,
climático, hidrográfico, social, urbano, económico y político. Otras de las
temáticas estarán referidas a las problemáticas urbanas específicas. Ana María Liberali informó que el
arancel a geógrafos, profesores, historiadores, sociólogos, politólogos,
arquitectos, especialistas en turismo cuesta 120 pesos, mientras que los
estudiantes abonarán 80. El público que asista de la provincia
abonará con un 50% de descuento en las dos posibilidades. Diario
El Independiente. La Rioja, Argentina – 07/09/10. |
Y a partir tanto de las
gestiones personales por parte de profesores y estudiantes, como del impacto de
los medios, las autoridades provinciales no tuvieron más opción, aunque a
regañadientes, que darnos el apoyo que veníamos solicitando.