Tan sólo a los diecisiete minutos, Park
Chu-Young, destacado jugador del equipo coreano hizo el primer gol, ¡pero en
contra! Todos lo festejamos, porque el resto de la improvisada platea también
iba por Argentina. A los treinta y tres minutos, Gonzalo Higuaín marcó el
segundo tanto argentino, que supuestamente había definido el partido; pero a
los cuarenta y seis, Lee Chung-Yong hizo un gol para Corea.
Cuando estábamos en lo mejor del partido,
vimos llegar a Omar Morales, quien nos pasaría a buscar para llevarnos a la
Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela donde debíamos
participar del Conversatorio “Los Estudios de Geografía en América Latina”,
para el cual habíamos sido expresamente invitados a Caracas. No obstante, en
ese momento no teníamos ningunas ganas de ir. Estábamos como los chicos cuando
se les interrumpe un juego para hacer los deberes. ¡Pero no! Omar Morales traía
muy buenas noticias. A pesar de que Venezuela no se había clasificado para el
Mundial, en la universidad habían colocado pantallas en varios lugares, y tanto
administrativos como profesores y estudiantes querían ver el partido, por lo
que nuestra actividad iba a ser postergada en media hora. Así que pudimos
disfrutar de los otros dos goles de Higuaín a los setenta y seis y ochenta
minutos respectivamente, finalizando: ¡Argentina, cuatro, y Corea del Sur, uno!
Al margen de mi gratitud personal, la actitud
que tomaron en la universidad me pareció muy apropiada, porque demostraban así,
que lejos de estar en un academicismo elitista, estaban bien inmersos en el
mundo en que vivían, que no era poca cosa en el ámbito académico. Porque como
dijera el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch, en su libro América Profunda:
“Cuidamos excesivamente la pulcritud de nuestro
atuendo universitario y nos da vergüenza llevar a cabo una actividad que
requiere forzosamente una verdad interior y una constante confesión.”
Aunque el vóley sea el deporte de mi
preferencia, debo reconocer que un torneo internacional no despertaba las
pasiones del fútbol; como tampoco lo había logrado ninguna otra actividad, ni
siquiera artística, porque involucraba a todos los sectores sociales de todos
los países.
Además, el fútbol ha estado mucho más ligado a
mi vida de lo que pudiera pensarse. Por un lado, mi abuelo Enrique Liberali,
además de haber sido referí, junto con su hermano César fueron co-fundadores
del Club Atlético Puerto Comercial, creado en 1915 en el patio de la casa donde
dos años después naciera mi padre, en Ingeniero White, puerto de Bahía Blanca;
y cuyos colores, verde y amarillo, tomados de la tuna en flor, fueran
propuestos por Emilio Rossini, mi bisabuelo. Y por otro lado mi padre, Ampelio
Liberali, fue comentarista deportivo de varias radios, lo que posteriormente lo
llevara a escribir libros sobre el tema y conocer el mundo. Y eso también posibilitó
que en una primera etapa yo fuera con él a las cabinas de trasmisión conociendo
casi todos los estadios de Buenos Aires y de hecho sus respectivos barrios;
como también a saber y hurgar acerca de todos los países hacia donde él
viajaba, definiendo así, en parte, mi vocación.
En una oportunidad en que íbamos en el auto,
se nos cruzó una pelota y mi padre frenó de golpe. Yo le cuestioné la maniobra
brusca tan sólo por una pelota. A lo que él me contestó:
-
“Cada vez que se me cruce una pelota voy a frenar
así. Primero porque además de la pelota siempre viene un chico corriendo atrás;
y segundo porque gracias a una pelota te doy de comer y pago tus libros”.
Mientras ejercí como profesora en la escuela
secundaria, y a veces también en la universidad, me he valido de la curiosidad
que implicaba cada equipo de fútbol internacional para hablar sobre su
geografía. Como también en algunas escuelas donde predominaban los varones, nunca
tuve reparo en hacer un espacio los lunes a primera hora para charlar sobre
fútbol, antes de empezar con la clase. ¡Y todos felices!
Además, cuando viajo por el mundo, al margen
de que en Austria relacionaran a mi país con Piazzola y en Tailandia con Los
Pumas, en todo el resto de los más de treinta países que visité, me vincularon
con Maradona, y en los últimos años con Messi, nuestros mejores embajadores.
¡Ellos deberían estar en los billetes y no el genocida de Roca!
Muy inspirada entonces, fui con Hildegardo y Omar a la Universidad Central donde se desarrollaron las actividades académicas muy exitosamente, y que habían reunido a docentes y estudiantes de diversas regiones de Venezuela.
Con los Profesores Temístocles Rojas (Universidad Central
de Venezuela),
Hildegardo Córdova Aguilar (Pontificia Universidad
Católica del Perú),
Omar Morales Lesseur (Universidad Pedagógica
Experimental de Maturín - Venezuela),
y Pedro Barrios Mota (Director de la Escuela de
Geografía de la UCV).
Con Pedro Barrios Mota, Omar Morales Lesseur, Ana Semeco, Temístocles Rojas
y Beatriz Ceballos
Con el Br. Javier González (Presidente del Centro de Estudiantes de la
Escuela de Geografía),
quien lucía la camiseta del Zamora Fútbol Club de Venezuela, otros
estudiantes
y el Director de la Carrera de Geografía
Al caer la tarde Beatriz Ceballos nos llevó a Hildegardo y a mí a hacer una recorrida en auto por la ciudad, mostrándonos en general su sector de edificios de mayor altura como así también algunos de sus parques.
Edificación de altura y
embotellamiento en la ciudad de Caracas
Zona de parques de
Caracas a la vuelta de una jornada laboral
Y a la noche Beatriz nos invitó a su casa donde nos reunimos con varios profesores de Geografía venezolanos.
Con Hildegardo y Beatriz en
la terraza de su departamento en Caracas
Con sus propias manos nos había preparado una
gran variedad de platos representativos de diferentes regiones de Venezuela,
muchos de ellos con base de arepas. Una verdadera geografía gastronómica.
La reunión estuvo muy entretenida porque todos teníamos anécdotas personales y viajes para contar; además hablamos de nuestras respectivas actividades académicas, y como tema obligado, también de fútbol.
Degustando los
exquisitos platos de la cocina venezolana
Tal vez algún día pueda volcar mis
investigaciones hacia una Geografía del Fútbol, como continuidad del
audiovisual que mi padre hiciera sobre “El Partido que Nadie Ve”, que
fuera premiado por el Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires, por
considerarlo como una verdadera imagen de todas las implicancias sociales,
económicas, y, de hecho, geográficas que un partido de fútbol trae aparejadas.
Y por último, pido disculpas por no haberlo dicho antes, soy hincha de River Plate, del Barça (desde antes de Messi), y fanática de Puerto Comercial.
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