lunes, 25 de abril de 2022

¿Fútbol versus academia?

  El 17 de junio de 2010, a las siete en punto de la mañana hora venezolana, Hildegardo y yo nos encontramos en el bar del hotel con el fin de desayunar y ver por televisión el partido de fútbol entre Argentina y Corea del Sur, que se jugaría en la ciudad de Johannesburgo, durante el Mundial de Sudáfrica. Obviamente no éramos los únicos, pasajeros tanto venezolanos como de otros países también acomodaron sus sillas de frente al televisor.

Tan sólo a los diecisiete minutos, Park Chu-Young, destacado jugador del equipo coreano hizo el primer gol, ¡pero en contra! Todos lo festejamos, porque el resto de la improvisada platea también iba por Argentina. A los treinta y tres minutos, Gonzalo Higuaín marcó el segundo tanto argentino, que supuestamente había definido el partido; pero a los cuarenta y seis, Lee Chung-Yong hizo un gol para Corea.

Cuando estábamos en lo mejor del partido, vimos llegar a Omar Morales, quien nos pasaría a buscar para llevarnos a la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela donde debíamos participar del Conversatorio “Los Estudios de Geografía en América Latina”, para el cual habíamos sido expresamente invitados a Caracas. No obstante, en ese momento no teníamos ningunas ganas de ir. Estábamos como los chicos cuando se les interrumpe un juego para hacer los deberes. ¡Pero no! Omar Morales traía muy buenas noticias. A pesar de que Venezuela no se había clasificado para el Mundial, en la universidad habían colocado pantallas en varios lugares, y tanto administrativos como profesores y estudiantes querían ver el partido, por lo que nuestra actividad iba a ser postergada en media hora. Así que pudimos disfrutar de los otros dos goles de Higuaín a los setenta y seis y ochenta minutos respectivamente, finalizando: ¡Argentina, cuatro, y Corea del Sur, uno!

Al margen de mi gratitud personal, la actitud que tomaron en la universidad me pareció muy apropiada, porque demostraban así, que lejos de estar en un academicismo elitista, estaban bien inmersos en el mundo en que vivían, que no era poca cosa en el ámbito académico. Porque como dijera el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch, en su libro América Profunda: Cuidamos excesivamente la pulcritud de nuestro atuendo universitario y nos da vergüenza llevar a cabo una actividad que requiere forzosamente una verdad interior y una constante confesión.”

Aunque el vóley sea el deporte de mi preferencia, debo reconocer que un torneo internacional no despertaba las pasiones del fútbol; como tampoco lo había logrado ninguna otra actividad, ni siquiera artística, porque involucraba a todos los sectores sociales de todos los países.

Además, el fútbol ha estado mucho más ligado a mi vida de lo que pudiera pensarse. Por un lado, mi abuelo Enrique Liberali, además de haber sido referí, junto con su hermano César fueron co-fundadores del Club Atlético Puerto Comercial, creado en 1915 en el patio de la casa donde dos años después naciera mi padre, en Ingeniero White, puerto de Bahía Blanca; y cuyos colores, verde y amarillo, tomados de la tuna en flor, fueran propuestos por Emilio Rossini, mi bisabuelo. Y por otro lado mi padre, Ampelio Liberali, fue comentarista deportivo de varias radios, lo que posteriormente lo llevara a escribir libros sobre el tema y conocer el mundo. Y eso también posibilitó que en una primera etapa yo fuera con él a las cabinas de trasmisión conociendo casi todos los estadios de Buenos Aires y de hecho sus respectivos barrios; como también a saber y hurgar acerca de todos los países hacia donde él viajaba, definiendo así, en parte, mi vocación.

En una oportunidad en que íbamos en el auto, se nos cruzó una pelota y mi padre frenó de golpe. Yo le cuestioné la maniobra brusca tan sólo por una pelota. A lo que él me contestó:

-          “Cada vez que se me cruce una pelota voy a frenar así. Primero porque además de la pelota siempre viene un chico corriendo atrás; y segundo porque gracias a una pelota te doy de comer y pago tus libros”.

Mientras ejercí como profesora en la escuela secundaria, y a veces también en la universidad, me he valido de la curiosidad que implicaba cada equipo de fútbol internacional para hablar sobre su geografía. Como también en algunas escuelas donde predominaban los varones, nunca tuve reparo en hacer un espacio los lunes a primera hora para charlar sobre fútbol, antes de empezar con la clase. ¡Y todos felices!

Además, cuando viajo por el mundo, al margen de que en Austria relacionaran a mi país con Piazzola y en Tailandia con Los Pumas, en todo el resto de los más de treinta países que visité, me vincularon con Maradona, y en los últimos años con Messi, nuestros mejores embajadores. ¡Ellos deberían estar en los billetes y no el genocida de Roca!

Muy inspirada entonces, fui con Hildegardo y Omar a la Universidad Central donde se desarrollaron las actividades académicas muy exitosamente, y que habían reunido a docentes y estudiantes de diversas regiones de Venezuela. 

Con los Profesores Temístocles Rojas (Universidad Central de Venezuela),

Hildegardo Córdova Aguilar (Pontificia Universidad Católica del Perú),

Omar Morales Lesseur (Universidad Pedagógica Experimental de Maturín - Venezuela),

y Pedro Barrios Mota (Director de la Escuela de Geografía de la UCV).

  

 

Con Pedro Barrios Mota, Omar Morales Lesseur, Ana Semeco, Temístocles Rojas y Beatriz Ceballos

 

 

Con el Br. Javier González (Presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Geografía),

quien lucía la camiseta del Zamora Fútbol Club de Venezuela, otros estudiantes

y el Director de la Carrera de Geografía

  

Al caer la tarde Beatriz Ceballos nos llevó a Hildegardo y a mí a hacer una recorrida en auto por la ciudad, mostrándonos en general su sector de edificios de mayor altura como así también algunos de sus parques. 

Edificación de altura y embotellamiento en la ciudad de Caracas

 

 

Zona de parques de Caracas a la vuelta de una jornada laboral

  

Y a la noche Beatriz nos invitó a su casa donde nos reunimos con varios profesores de Geografía venezolanos. 

Con Hildegardo y Beatriz en la terraza de su departamento en Caracas

 

Con sus propias manos nos había preparado una gran variedad de platos representativos de diferentes regiones de Venezuela, muchos de ellos con base de arepas. Una verdadera geografía gastronómica.

La reunión estuvo muy entretenida porque todos teníamos anécdotas personales y viajes para contar; además hablamos de nuestras respectivas actividades académicas, y como tema obligado, también de fútbol. 

 

Degustando los exquisitos platos de la cocina venezolana

  

Tal vez algún día pueda volcar mis investigaciones hacia una Geografía del Fútbol, como continuidad del audiovisual que mi padre hiciera sobre “El Partido que Nadie Ve”, que fuera premiado por el Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires, por considerarlo como una verdadera imagen de todas las implicancias sociales, económicas, y, de hecho, geográficas que un partido de fútbol trae aparejadas.

Y por último, pido disculpas por no haberlo dicho antes, soy hincha de River Plate, del Barça (desde antes de Messi), y fanática de Puerto Comercial.





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