jueves, 28 de abril de 2022

Desayuno en Caracas. Merienda en Sao Paulo. Cena en Buenos Aires

   Me levanté muy temprano e hice un desayuno venezolano con frutas tropicales, huevos en salsa verde, cachitos de jamón (bollitos con masa parecida a las medialunas y rellenos con jamón), jugo de mango y un guayoyo (café un poco suave sin leche). En la medida de las posibilidades, trato de adaptarme a las comidas del lugar que visito. Creo que la geografía gastronómica es una verdadera muestra tanto de los aspectos físicos, como económicos y culturales de una región.

Luego tomé un taxi y cruzando el Ávila por la autopista Caracas-La Guaira, arribé al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en Maiquetía, que se encontraba a orillas del mar.

Compré algunos recuerdos, que como en todos mis viajes, debían cumplir tres condiciones: ser pequeños, livianos y baratos. Y desde ya, representativos del lugar que estaba visitando. Es decir, que jamás iría al free shop.  

Carreteando en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar

  

El día estaba espectacular y al haber conseguido ventanilla, iba a poder tomar fotografías.

  

Vista panorámica del Aeropuerto en el momento del decolaje

  

Disfruto mucho tanto de los decolajes como de los aterrizajes porque puedo tener una visión panorámica de los lugares, y en ese caso, pude ver todo como en Google Earth.

 

  

Vista aérea de poblaciones en las estribaciones de la Cadena de la Costa

  

El piloto salió hacia el norte y voló por unos cuantos minutos sobre el Caribe. Era una zona en la que siempre me impactaron los pisos de nubes con formas no tan comunes en otros lugares del planeta.   

Diversidad de nubes sobre el Caribe

  

El avión hizo un viraje tomando el rumbo definitivo hacia el sur. Y volvimos a pasar por Maiquetía, pudiendo tener una visión de la pista completa y del puerto de La Guaira. 


Puerto de la Guaira a la izquierda y pista del Aeropuerto de Maiquetía en el centro

  

Sobre la costa había varias poblaciones unidas como Catia La Mar al oeste, Maiquetía, La Guaira y Caraballeda. La Avenida Soublette constituía una importante vía de comunicación entre ellas.

 

 

Vista de Caraballeda, al este de La Guaira

  

El puerto de La Guaira era el más importante del país. Esta región costera tenía limitado su crecimiento debido a la presencia de la cadena montañosa que dejaba un valle muy angosto entre ella y el mar. Y las playas no eran atractivas, siendo el oleaje bastante fuerte, por lo que no era muy importante para el turismo, pero sí para los pescadores.

Esta zona era la conocida como la de la Tragedia de Vargas, por el nombre del estado, en referencia a la riada ocurrida en La Guaira. 

 


Vista de las localidades del Caribe, la Cordillera de la Costa y Caracas en la parte superior izquierda

  


Ya cruzando la montaña se podía ver entre nubes la ciudad de Caracas

  

Pasando Caracas, las nubes comenzaron a cubrir todo y ya no se pudo ver más nada. Y, entre que me había levantado muy temprano y que esto me aburría, me dormí. Mi sueño fue tan profundo, que la azafata me dijo que no pudo despertarme para almorzar, pero no me preocupé porque mi desayuno había sido más fuerte de lo habitual. Además, ya estábamos a poco de aterrizar en Sao Paulo.

   

Rozado. Quema de campos en el estado de Sao Paulo, Brasil

  

Ya el día estaba despejado y pude observar tanto la zona rural como las áreas industriales del estado de Sao Paulo. 

A punto de aterrizar en el Aeropuerto de Guarulhos, al norte de la ciudad de Sao Paulo

  

Si bien no tenía que esperar muchas horas, tampoco la combinación era inmediata, por lo que me presté a tener una merienda brasileña en el Aeropuerto de Sao Paulo. Consistió en un plato de frutas con jamón, un cuadrado de chocolate, un jugo de piña y un café bien fuerte.

El Mundial de Fútbol de Sudáfrica no había concluido, por lo que, en el Aeropuerto, no solo muchos pasajeros brasileros sino también algunos empleados lucían prendas y accesorios con los colores de su país. 

Hincha de la Selección Brasileña a punto de embarcar

  

Embarqué en el avión de LAN, rumbo a Buenos Aires. Se volvió a nublar y hubo bastante turbulencia por lo que no pude sacar fotos de la ciudad de noche, que era realmente maravillosa. Bajamos en el Aeroparque y en un ratito llegué a casa.

Allí me estaban esperando mi hijo Martín y mis nietas Ludmila y Laurita, quienes no se habían perdido ningún partido y seguían con la esperanza de que la Selección Argentina obtuviera el primer puesto.  

Martín (19) con sus sobrinas Laurita (7) y Ludmila (8)

 

Repartí regalos y mientras cenábamos unas ricas empanadas salteñas con carne cortada a cuchillo, quisieron que les contara el viaje. De postre comimos queso con dulce de leche, que es la única confitura que extraño cuando viajo al exterior.

Después de cenar, bajamos las fotos de la cámara a la computadora y ellos disfrutaron como si hubieran viajado conmigo.

Hacía mucho frío, y ese fue el pretexto para tomar una taza de leche caliente con cacao venezolano, antes de irnos a dormir.

 

 

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