Luego tomé un taxi y cruzando el Ávila por la
autopista Caracas-La Guaira, arribé al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar
en Maiquetía, que se encontraba a orillas del mar.
Compré algunos recuerdos, que como en todos mis viajes, debían cumplir tres condiciones: ser pequeños, livianos y baratos. Y desde ya, representativos del lugar que estaba visitando. Es decir, que jamás iría al free shop.
Carreteando en
el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar
El día estaba espectacular y al haber conseguido ventanilla, iba a poder tomar fotografías.
Vista
panorámica del Aeropuerto en el momento del decolaje
Disfruto mucho tanto de los decolajes como de los
aterrizajes porque puedo tener una visión panorámica de los lugares, y en ese
caso, pude ver todo como en Google Earth.
Vista aérea de poblaciones en las estribaciones de la Cadena de la Costa
El piloto salió hacia el norte y voló por unos cuantos minutos sobre el Caribe. Era una zona en la que siempre me impactaron los pisos de nubes con formas no tan comunes en otros lugares del planeta.
Diversidad de
nubes sobre el Caribe
El avión hizo un viraje tomando el rumbo definitivo
hacia el sur. Y volvimos a pasar por Maiquetía, pudiendo tener una visión de la
pista completa y del puerto de La Guaira.
Puerto de la Guaira a la izquierda y pista del Aeropuerto de Maiquetía en el centro
Sobre la costa había varias poblaciones unidas como
Catia La Mar al oeste, Maiquetía, La Guaira y Caraballeda. La Avenida Soublette
constituía una importante vía de comunicación entre ellas.
Vista de Caraballeda, al este de La Guaira
El puerto de La Guaira era el más importante del
país. Esta región costera tenía limitado su crecimiento debido a la presencia
de la cadena montañosa que dejaba un valle muy angosto entre ella y el mar. Y
las playas no eran atractivas, siendo el oleaje bastante fuerte, por lo que no
era muy importante para el turismo, pero sí para los pescadores.
Esta zona era la conocida como la de la Tragedia de Vargas, por el nombre del estado, en referencia a la riada ocurrida en La Guaira.
Vista de las localidades del Caribe, la Cordillera de la Costa y Caracas en la parte superior izquierda
Ya cruzando la
montaña se podía ver entre nubes la ciudad de Caracas
Pasando Caracas, las
nubes comenzaron a cubrir todo y ya no se pudo ver más nada. Y, entre que me
había levantado muy temprano y que esto me aburría, me dormí. Mi sueño fue tan
profundo, que la azafata me dijo que no pudo despertarme para almorzar, pero no
me preocupé porque mi desayuno había sido más fuerte de lo habitual. Además, ya
estábamos a poco de aterrizar en Sao Paulo.
Rozado. Quema de campos en el estado de Sao Paulo, Brasil
Ya el día estaba despejado y pude observar tanto la zona rural como las áreas industriales del estado de Sao Paulo.
A punto de
aterrizar en el Aeropuerto de Guarulhos, al norte de la ciudad de Sao Paulo
Si bien no tenía que
esperar muchas horas, tampoco la combinación era inmediata, por lo que me
presté a tener una merienda brasileña en el Aeropuerto de Sao Paulo. Consistió
en un plato de frutas con jamón, un cuadrado de chocolate, un jugo de piña y un
café bien fuerte.
El Mundial de Fútbol de Sudáfrica no había concluido, por lo que, en el Aeropuerto, no solo muchos pasajeros brasileros sino también algunos empleados lucían prendas y accesorios con los colores de su país.
Hincha de la
Selección Brasileña a punto de embarcar
Embarqué en el avión de
LAN, rumbo a Buenos Aires. Se volvió a nublar y hubo bastante turbulencia por
lo que no pude sacar fotos de la ciudad de noche, que era realmente maravillosa.
Bajamos en el Aeroparque y en un ratito llegué a casa.
Allí me estaban esperando mi hijo Martín y mis nietas Ludmila y Laurita, quienes no se habían perdido ningún partido y seguían con la esperanza de que la Selección Argentina obtuviera el primer puesto.
Martín (19) con
sus sobrinas Laurita (7) y Ludmila (8)
Repartí regalos y mientras cenábamos unas ricas
empanadas salteñas con carne cortada a cuchillo, quisieron que les contara el
viaje. De postre comimos queso con dulce de leche, que es la única confitura
que extraño cuando viajo al exterior.
Después de cenar, bajamos las fotos de la cámara a
la computadora y ellos disfrutaron como si hubieran viajado conmigo.
Hacía mucho frío, y ese fue el pretexto para tomar
una taza de leche caliente con cacao venezolano, antes de irnos a dormir.
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