Con
ese fin crucé desde la Union Station al Columbus Circle desde donde partiría el
ómnibus turístico. Y antes de comenzar el viaje, me detuve ante la Christopher
Columbus Memorial Fountain, en homenaje al descubridor europeo de América.
El
Monumento a Colón era una obra de arte pública del escultor estadounidense
Lorado Taft. Consistía en una fuente semicircular de doble lavabo y un retrato
de cuerpo entero del explorador con un manto, mirando hacia adelante con las
manos cruzadas frente a él, y debajo, un barco que presentaba un mascarón de
proa alado representando la observación del descubrimiento; en la parte superior
había un globo como símbolo del hemisferio occidental con cuatro águilas en
cada esquina conectadas por guirnaldas; a ambos lados, un anciano que representaba
al Viejo Mundo, y una figura de un nativo
americano, simbolizando el Nuevo Mundo; en la parte posterior del eje, en un
medallón en bajorrelieve estaban las imágenes de Fernando e Isabel, y dos
leones, colocados lejos de la base a modo de custodios.
Había
sido inaugurado en 1912 con gran emoción y diversos actos con presencia de
figuras internacionales, y en 1968 se había agregado al Registro Nacional de
Lugares Históricos; sin embargo, los tiempos habían cambiado, y en octubre de
1991, el monumento se pintó con aerosol con un grafiti que decía “500 años de genocidio” durante una ceremonia de colocación de
coronas de los Caballeros de Colón, cuyo lema era “500 años de fe”.
Christopher Columbus Memorial Fountain
Columbus Circle frente a Union Station
Comenzamos
el paseo circulando por la Louisiana Avenue NE bordeando diversos parques
floridos, donde algunas “runners” realizaban su actividad.
Florido
parque aledaño a la Union Station
“Runners” en los parques
Y
en un santiamén nos encontrábamos frente al famoso obelisco, un monumento
conmemorativo al primer presidente de los Estados Unidos y líder del
revolucionario Ejército Continental, George Washington, quien luchara frente a
los británicos en la Guerra de la Independencia.
Cuando
dicha contienda acabó, los estadounidenses celebraron la habilidad de Washington
para ganar la guerra en inferioridad de armamento y con hombres inexpertos, y
admiraban su decisión de rechazar un salario y aceptar solamente ingresos por sus
gastos, además de negarse al proyecto de algunos hombres de hacerlo rey del
nuevo país. Y si bien se retiró a su plantación de Mount Vernon, pronto tuvo
que volver a la vida pública representando a Virginia y presidiendo las
deliberaciones que darían lugar a la Constitución de los Estados Unidos de
América, para comenzar en 1789 el primero de sus dos mandatos presidenciales.
La
primera piedra del monumento se había puesto el 4 de julio de 1848, en una
ceremonia elaborada por los masones, organización fraternal mundial a la que
perteneciera Washington. De hecho, después de varias propuestas de diseño,
triunfó la del obelisco, que se caracterizaba por constituir un símbolo masónico.
Estaba elaborado en mármol, granito, piedra arenisca y acero, y debido a su
altura (ciento sesenta y nueve metros con veintinueve centímetros), algo que me
sorprendió ya que el de Buenos Aires no llegaba a los sesenta y ocho metros, al
estar muy cerca, tuve que fotografiarlo en dos partes; de hecho, en 1884, año
de su inauguración, después de diferentes vicisitudes que fueron demorando su
construcción, se había convertido en la estructura más alta del mundo hasta que
se construyó la Torre Eiffel en 1889. Y como todas las áreas administradas por
el Servicio Nacional de Parques, fue inscripto en el Registro Nacional de Lugares
Históricos el 15 de octubre de 1966.
En
diciembre de 1982, fue tomado como rehén durante diez horas por Norman Mayer,
un manifestante contra las armas nucleares, quien decía tener explosivos en una
furgoneta estacionada junto al monumento. Ocho turistas que se encontraban allí
en el momento del incidente pudieron ser liberados, finalizando el operativo cuando
la Policía de Parques de los Estados Unidos abrió fuego contra Mayer y lo mató.
Luego se descubrió la inexistencia de los detonantes.
El
4 de julio de 2005 se completó el proyecto para mejorar la seguridad del
entorno que consistió en una serie de muretes circulares concéntricos diseñados
para permitir el paso de peatones o ciclistas, pero impedir el de vehículos. Sin
embargo, meses después, en dos oportunidades, los visitantes fueron evacuados por
amenazas de bombas, que no fueron encontradas.
Base del Monumento a Washington rodeado de banderas de los Estados Unidos
Parte superior del Monumento a Washington
En
camino al Monumento a Thomas Jefferson, mientras atravesábamos varios parques,
vimos un avión a punto de aterrizar en el Aeropuerto Nacional “Ronald Reagan”, que se encontraba próximo a ese lugar.
Parque aledaño al Monumento a Washington
Aparcamiento de bicicletas en los parques de Washington
Avión a punto de aterrizar en el Aeropuerto Nacional “Ronald Reagan”
El Monumento a Thomas Jefferson estaba dedicado a quien fuera uno de
los padres fundadores de la nación y tercer presidente. Se encontraba en el West
Potomac Park, junto a la orilla de la Cuenca Tidal en el río Potomac; y se
trataba de un edificio neoclásico inaugurado el 13 de abril de 1943, en el doscientos
aniversario del nacimiento de Jefferson. De arquitectura Beaux-Arts, estaba compuesto
por unos escalones de mármol, una cúpula y un pórtico de mármol de Vermont.
Esto llevó a las críticas con argumentos modernistas afirmando que crear edificios
del siglo XX a imagen de templos griegos y romanos constituía una “cansina
mentira arquitectónica”. Sin embargo, a mí me parecía una construcción muy
bonita, a diferencia de lo que era el obelisco de Washington. Y estaba gestionado
por la División del National Mall y Parques Monumentos Conmemorativos del
Servicio Nacional de Parques.
Thomas Jefferson Memorial
Luego atravesamos el puente Ohio, desde donde tuvimos una vista de los
monumentos a Jefferson y a Washington reflejándose en la Cuenca Tidal.
La Cuenca Tidal era una ensenada parcialmente artificial y adyacente
al río Potomac, formando parte del Parque West Potomac, y estando rodeada por los
monumentos más emblemáticos de la ciudad. Ocupaba un área de cuarenta y dos
hectáreas y tenía una profundidad de tres metros. La idea de crear este espejo
de agua había surgido en la década de 1880, tanto como un elemento visual como una
forma de aliviar al Washington Channel, un puerto del río Potomac que se
encontraba en el Parque East Potomac, liberando novecientos cincuenta millones
de litros de agua al día. Las puertas de la ensenada permitían que el agua
ingresara durante la marea alta, al mismo tiempo que al cerrarse almacenaban
agua y paraban la corriente y los sedimentos del canal. Dichas puertas estaban
operadas por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos.
El Thomas Jefferson Memorial desde el puente Ohio sobre la Tidal Basin
Reflejo del Monumento a Washington en la Tidal Basin desde Ohio Dr SW
Mientras recorríamos el Parque
West Potomac nos hicieron saber que era administrado por el National Mall y los
Memorial Parks, unidad administrativa de los Parques de la Capital Nacional del
Servicio de Parques Nacionales. Y que casi nada al oeste de los terrenos del
Monumento a Washington existía antes de 1882, pero que después de terribles
inundaciones que llegaron al Centro de Washington en 1881, el Congreso había ordenado
al Cuerpo de Ingenieros del Ejército que dragara un canal profundo en el Potomac
y usara el material para rellenar las orillas y elevar el terreno cercano a la
Casa Blanca. Las tierras recuperadas fueron designadas como Potomac Park por el
Congreso y éste había asignado dinero para la plantación de césped, arbustos y árboles, nivelación
y pavimentación de acercas, caminos, entradas de vehículos, la instalación de
tuberías de agua, drenaje y alcantarillado.
West Potomac Park
Otra de las atracciones lo constituía el Arlington Memorial Bridge, un
puente de arco neoclásico de mampostería, acero y piedra con un basculante
central o puente levadizo, decorado con estatuas monumentales, que cruzaba el
río Potomac, límite entre los estados de Columbia y de Virginia. Propuesto por
primera vez en 1886, no se construyó durante décadas gracias a las disputas
políticas sobre si el puente debía ser un monumento conmemorativo y para quién
o para qué. Sin embargo, los problemas de tránsito surgidos a comienzos del
siglo XX, así como la proximidad al bicentenario del nacimiento de George
Washington llevaron a su construcción en 1932.
Arlington Memorial Bridge, sobre el río Potomac
Puente sobre un brazo del río Potomac que unía la
isla de Columbia con el estado de Virginia
Vista de los edificios del condado de Arlington, en el estado de Virginia - región metropolitana de Washington
Vista de la ciudad desde el Arlington Memorial Bridge
Habiendo cruzado el río nos encontrábamos en Arlington, un condado urbano
que formaba parte del conurbano de Washington, a pesar de pertenecer a la Mancomunidad
de Virginia, contando en 2010, año en que me encontraba allí con poco más de
doscientos mil habitantes.
Rodeamos el Memorial Circle, continuamos por la Memorial Avenue y luego
de traspasar grandes pedestales con majestuosas
águilas sentadas sobre ellos, ingresamos al Cementerio Nacional de Arlington.
Flores en el Memorial Circle
Circulando por la Memorial Avenue
Pedestales con majestuosas águilas conducían al Cementerio
Nacional de Arlington
Ingresando al Cementerio Nacional de Arlington
El Cementerio Nacional de Arlington era la necrópolis militar más
grande del país y se había establecido durante la Guerra de Secesión en
terrenos pertenecientes al general confederado Robert E. Lee, muy cerca del Pentágono.
El primer monumento que se nos presentó al final de la Memorial Avenue
fue el de las Mujeres en el Servicio Militar para América, también conocido
como Monumento a las Mujeres Militares, que se destacaba por su combinación de
arquitectura neoclásica y moderna, y fuera inaugurado en 1997.
Monumento a las Mujeres Militares
Veteranos de todas las guerras estaban enterrados en este cementerio,
desde la de la Independencia de los Estados Unidos hasta las de Afganistán e
Irak. La Tumba al Soldado Desconocido se encontraba en la cima de una colina
mirando hacia la ciudad de Washington.
Entre los sitios más visitados se encontraba la tumba con la “llama
eterna” del presidente John Fitzgerald Kennedy, quien estaba sepultado
junto a su esposa Jacqueline y dos de sus hijos; y cerca de allí se encontraban
sus hermanos, los senadores Robert y Edward Kennedy.
El memorial del transbordador espacial Challenger estaba dedicado a la
tripulación que falleció durante el lanzamiento el 28 de enero de 1986. Y había
otro memorial similar dedicado a quienes sufrieran el accidente del
transbordador Columbia el 1ro. de febrero de 2003.
Otros de los memoriales del cementerio estaban dedicados a quienes
perdieran la vida en el vuelo 103 de Pan Am en Escocia por una bomba instalada
en el interior del avión en 1988, y a las víctimas del ataque terrorista del 11
de septiembre de 2001 al Pentágono con el vuelo 77 de American Airlines.
Una tumba muy famosa y considerada la más peligrosa
del mundo, correspondía a Richard Leroy McKinley, un especialista militar fallecido
el 3 de enero de 1961, víctima de una explosión nuclear en el reactor SL-1. Su cuerpo
absorbió una cantidad tan grande de radiación que había sido forrado con un
nylon especial sellado al vacío y colocado dentro de un sarcófago hecho de
plomo, y éste, a su vez, envuelto con varias capas de algodón y plástico, todo guardado
dentro de dos bóvedas más, una sobre otra y debajo del suelo, reforzadas cada
una con capas de metal de treinta centímetros. La radiación que emitía el
cadáver mataría toda forma de vida expuesta en cuestión de segundos, por esa razón,
los guardias que custodiaban esa tumba tenían orden de disparar a matar a quien
se atreviera a acercarse al lugar con una pala u otra herramienta para excavar,
fuera quien fuera. Pese a esas medidas de seguridad, su sepultura y su lápida
eran similares a las de los demás militares que descansaban en este camposanto.
Blancas lápídas en el Cementerio de Arlington
Muchas personas bajaron para visitar cada una de las
tumbas de las grandes personalidades, pero yo preferí continuar con el
recorrido motorizado porque no me entusiasmaba el turismo necrológico.
Visitantes del Cementerio de Arlington
Calle interior del cementerio
Espacios muy arbolados
Otro de los pedestales con un águila sentado
Volvimos a cruzar el Potomac regresando a Washington
D.C., y al atravesar el Arlington Memorial Bridge tuvimos una vista a la
distancia del Thomas Jefferson Memorial, así como la de un helicópero que estaba
sobrevolando la zona.
Vista del Thomas Jefferson Memorial desde el
Arlington Memorial Bridge sobre el río Potomac
Un helicóptero sobrevolando la zona
Al bajar del puente, continuamos transitando por la Ohio Dr SW, y tras bordear
los parques contiguos, hicimos una parada junto al Monumento a Lincoln.
El Arlington Memorial Bridge sobre el río Potomac
desde la Ohio Dr SW
Circulando por Ohio Dr SW
El Monumento a Lincoln, había sido creado para honrar
la memoria de quien fuera presidente de los Estados Unidos entre los años 1861 y
1865, año en que fuera asesinado durante una función teatral por John Wilkes
Booth, un actor simpatizante del Sur. Téngase en cuenta que Lincoln había
liberado a los esclavos mediante una proclamación y había podido darle fin a la
Guerra de Secesión logrado la reconstrucción de la Unión.
El edificio, inaugurado en 1922, tenía forma de
templo griego dórico con treinta y seis columnas de diez metros de altura que
representaban a los estados existentes en la época de la muerte de Lincoln. Estaba
construido en piedra caliza de Indiana y mármol de Colorado, con una gran
escultura de Abrahan Lincoln sentado e inscripciones de dos de sus conocidos
discursos. Y también estaba administrado por el Servicio Nacional de Parques y
bajo el grupo Parques del National Mall y Monumentos.
En este sitio habían tenido lugar muchos discursos
importantes, incluyendo el de Martin Luther King “Yo tengo un sueño”, pronunciado
el 28 de agosto de 1963 durante la manifestación al final de la Marcha en
Washington por el Trabajo y la Libertad.
El Lincoln Memorial
Retomando el camino hacia el Obelisco, pasamos por
los Constitution Gardens (Jardines de la Constitución), que habían estado
originalmente sumergidos bajo el río Potomac previamente a su dragado, donde
había gran cantidad de washingtonianos disfrutando de un día primaveral.
La Armada de los Estados Unidos había construido sus
principales edificios como oficinas temporales en esos terrenos durante la Primera
Guerra Mundial, los que fueran demolidos en 1970 debido, en parte, al cabildeo
del presidente Richard Nixon, quien se había desempeñado allí como oficial de
la marina.
Finalmente, en 1976 los Jardines de la Constitución fueron
convertidos en un “legado viviente tributo al bicentenario de la revolución
estadounidense” como un parque pintoresco y tranquilo con un pequeño lago, caminos
serpenteados atravesando prados sombreados por copas de árboles, contrarrestando
con el formalismo de la zona.
Entre 1982 y 1984 se dedicó el Monumento a los
Cincuenta y Seis Firmantes de la Declaración de la Independencia por parte de
los trece estados originales, en la pequeña isla del lago.
Del 17 al 19 de marzo de 2003 estos jardines habían
sido el escenario de un enfrentamiento entre la policía federal y un granjero de
tabaco descontento, Dwight Watson quien condujera su tractor hacia el centro
del estanque afirmando contar con explosivos, lo que provocara la evacuación
del área, manteniendo en vilo al FBI y a la Policía de Parques. Durante ese lapso
Watson excavó parte de la isla dañando un muro de contención por lo cual
recibió una condena por destruir propiedad federal. No dañó ninguno de los
monumentos y no se encontraron explosivos.
Además de los millones de visitantes al año, en este lugar
se hacía una ceremonia anual de naturalización para los nuevos ciudadanos
estadounidenses organizada por el Servicio de Parques Nacionales.
Muchos washingtonianos en parques y jardines
disfrutando de un día primaveral
Bordeando los Constitution Gardens
Al llegar al Monumento a Washington, estaban haciendo
un registro de oradores, pero nadie nos supo explicar de qué se trataba esa
convocatoria. Y en minutos más estábamos frente al Departamento de Agricultura.
Registro de oradores junto al Monumento a Washington
El USDA (United States Department of Agriculture) consistía
en una unidad ejecutiva del Gobierno Federal creada en 1889 con el propósito de
desarrollar y ejecutar políticas agropecuarias y de alimentación. Su meta era
entender en las necesidades de los productores (granjeros y rancheros),
promoviendo la producción y el comercio agrícola, trabajando para garantizar
seguridad alimentaria, protegiendo los recursos naturales, mejorar las
comunidades rurales y poner fin al hambre.
El sitio donde se albergaban sus oficinas administrativas
había sido inaugurado a principios del siglo XX, y era de estilo Beaux-Arts con
columnas corintias, estableciendo el prototipo para las construcciones posteriores
del Triángulo Federal. Fue incluido en el Registro Nacional de Lugares
Históricos en 1974.
En 1995 fue bautizado con el nombre de “Jamie L.
Whitten” en honor a quien fuera congresista por Mississippi, y ex
presidente del Subcomité de Asignaciones de la Cámara de los Estados Unidos
sobre Agricultura, Desarrollo Rural, Administración de Alimentos y Medicamentos
y Agencias Relacionadas.
Departamento de Agricultura de los Estados Unidos
El siguiente edificio a conocer fue el Castillo
Smithsoniano, perteneciente a la Smithsonian Institution creada en 1846, gracias
a la herencia del científico inglés James Smithson, quien, a pesar de que nunca
había visitado los Estados Unidos, le donó su fortuna “para el aumento y
difusión del conocimiento”. En efecto, el complejo estaba formado por diecinueve
museos, ocho de los cuales se encontraban en el National Mall.
Jardines del Castillo Smithsoniano
Y ya poniendo fin al paseo motorizado, llegamos a los
jardines del Capitolio, donde, en la Union Square, junto a la Capitol Reflecting Pool (Piscina Reflejante del Capitolio), se
localizaba el Monumento a Ulysses S. Grant en su caballo, animal con el cual
tenía una habilidad especial desde joven.
Ulysses S. Grant había sido un militar
y político que se había desempeñado como presidente de los Estados Unidos entre
los años 1869 y 1877. Pero, antes del cargo mencionado, entre 1864 y 1865, había
liderado el Ejército de la Unión como Comandante General del Ejército de los
Estados Unidos, al final de la Guerra de Secesión. Y al asumir la presidencia del
país, trabajó con los republicanos radicales durante la Reconstrucción de la
Unión mientras lidiaba con la corrupción en su administración. Entre sus políticas
más destacadas se podían mencionar las de hacer cumplir los derechos civiles de
los libertos africanos, estabilizar la economía nacional de posguerra, crear el
Departamento de Justicia, procesar al Ku Klux Klan, y nombrar a afrodescendientes
y judíos estadounidenses para importantes puestos federales.
En los parques del Capitolio
Monumento a
Ulysses S. Grant junto a la Capitol Reflecting Pool
Desde allí continué deambulando por diferentes calles hasta regresar a la Union Station, habiendo podido conocer, aunque fuera a vuelo de pájaro, una ciudad de gran importancia para tener una visión abreviada de la historia del “gran país del norte”.
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