Mientras tanto en el camino, nuestros
compañeros venezolanos nos iban mostrando diferentes aspectos de la ciudad y
dando explicaciones muy pertinentes.
En camino hacia el nordeste
de Caracas por una de las anchas avenidas
La densidad de tránsito iba en aumento ya que
se trataba de un viernes a la tarde, momento en que mucha gente utilizaba sus
autos particulares para salir durante el fin de semana.
Elevada densidad de tránsito
el viernes 18 de junio a la tarde
Y de pronto, entre los árboles vimos pasar el
Teleférico de Caracas o Teleférico del Ávila, puesto en servicio desde 1956 por
el entonces presidente de Venezuela, General Marcos Pérez Jiménez.
Dicho sistema de ascenso había permanecido abierto hasta finales de la década del ’70, cuando fue cerrado por el deterioro de sus instalaciones. Y se reabrió desde 1986 hasta el ’90, para volver a cerrarse por espacio de diez años más.
Teleférico de Caracas
o del Ávila desde una avenida caraqueña
Pero en 2007 la concesión fue revocada debido a que la compañía no había cumplido con la promesa de la restauración del hotel Humboldt y la reconstrucción del segundo tramo original, por lo cual el sistema pasó nuevamente a manos del estado, siendo rebautizado con el nombre de Warairarepano (“Tierra de las Dantas”), nombre dado por las comunidades originarias al Ávila.
Teleférico saliendo de entre los árboles de un parque de Caracas
Y si bien podíamos ver al teleférico cruzar la
avenida por donde transitábamos, aun faltaba un buen trecho para llegar a la
estación donde debíamos tomarlo.
Mientras el tránsito se encontraba detenido,
los vendedores ambulantes ofrecían las banderas de los equipos de fútbol que
estaban participando del Mundial de Sudáfrica. Y por más que me pesara, debo
reconocer que la mayor parte de los venezolanos, compraban la banderita
española.
Vendedor ambulante ofreciendo las banderitas de los equipos del Mundial de Fútbol de Sudáfrica
Lentamente nos fuimos acercando a la plaza
Venezuela, una zona que se destacaba por contar con una serie de edificios de
altura, como las Torres Polares I y II, muy importantes ambas en la ciudad. Una
de las características de la Torre Polar II era que poseía en su parte superior
una gran esfera con la publicidad de Pepsi; pero justamente en esos días iba a
ser removida debido a que sus fragmentos se estaban desintegrando después de
permanecer quince años en la azotea del edificio, sobre el piso veintiséis, a ciento
veintiún metros de altura.
Seguramente esta era una de
las últimas fotos tomadas antes de que desmontaran la esfera de Pepsi
Muy cercana a las Torres Polares se encontraba la Torre Phelps, que contenía en su terraza una gran taza roja de Nescafé, que también ya tenía la orden de ser retirada por parte de la Alcaldía del Libertador, Distrito Federal de Caracas. Y si bien la oposición se había encargado de decir que Hugo Chávez la había mandado quitar por ser un símbolo del capitalismo, la razón que esgrimían las autoridades era que incumplía con una ordenanza sobre Propaganda y Publicidad Comercial, ya que sus gigantescas dimensiones (veinticinco metros de altura por veinte metros de diámetro, y ochenta y una toneladas de peso), superaban las dimensiones permitidas por la Ley, como medida preventiva ante un terremoto u otro tipo de catástrofe natural como vientos cruzados.
Gigantesca taza de Nescafé
sobre la azotea de la Torre Phelps
Otra torre emblemática que pudimos ver fue la
de la aseguradora La Previsora. Se trataba de un edificio con forma de pirámide
trunca, inaugurado por la mencionada empresa en 1973. Si bien la compañía había
hecho crisis económica en 1979, la Torre continuó siendo un importante símbolo
de Caracas, destacándose por su famoso reloj Patek Philippe, su belleza
arquitectónica y su fortaleza sismoresistente.
Torre piramidal La
Previsora, entre otros edificios de altura de la ciudad de Caracas
Finalmente llegamos a la estación de partida del teleférico donde luego de obtener los tickets, iniciamos el ascenso.
Parte de nuestro grupo antes de subir al
teleférico
El Parque Nacional El Ávila se encontraba en
la Cadena del Litoral perteneciente a la cordillera de la Costa, en el
centro-norte de Venezuela.
Unos cuarenta millones de años atrás, durante
el Eoceno, se inició la formación de esta cordillera como consecuencia del
hundimiento de la placa del Caribe por debajo de la placa Sudamericana,
produciéndose un proceso de plegamiento. El sector que abarcaba el parque
nacional estaba constituido principalmente por rocas metamórficas, las cuales
en su mayoría pertenecían al Cretácico. De todos modos, los cambios de relieve
continuaban produciéndose como consecuencia de los deslaves, siendo un ejemplo
contemporáneo el llamado Desastre de Vargas.
Como Tragedia, Desastre o Deslaves de Vargas, se
conocía al corrimiento de tierras e inundaciones ocurridas en las costas
caribeñas de Venezuela entre los días 15 y 17 de diciembre de 1999. Y si bien
fue especialmente trágico en el estado de Vargas, también resultaron afectadas otras
regiones como el Distrito Capital, Miranda y Falcón. Fue considerado el peor
desastre natural que sufriera Venezuela en el siglo XX, en que las cifras de
fallecidos, dependiendo de la fuente, se han estimado entre diez mil y cincuenta
mil. Entre las causas de dicho deslave se asociaron las fuertes precipitaciones
que se produjeron en el estado de Vargas con más de mil ochocientos catorce milímetros
en las dos primeras semanas del mes de diciembre generando una saturación de
los suelos, lo que diera lugar a que el caudal de agua bajara por pendientes de
más de treinta grados llevando consigo deslizamientos de tierra y la capa
vegetal de las montañas.
Pero este tipo de fenómenos no era desconocido en las zonas costeras y montañosas del norte de Venezuela por lo que los gobiernos nacional, regionales y locales deberían tenerlos en cuenta. Entre reportes y datos históricos se hallaban señalamientos realizados por Alexander von Humboldt para el año 1798 en relación con el río Osorio en el estado de Vargas, lo que ocasionara desastres en La Guaira; también relacionado con el Parque Nacional fue el evento ocurrido entre el 15 y el 17 de febrero de 1951, cuando el río Naiguatá cambió el cauce arrasando consigo numerosas viviendas, mientras que los ríos Osorio y el Caracas crecieron por precipitaciones afectando a La Guaira. También en 1980 fuertes precipitaciones causaron grandes daños y el necesario desalojo de habitantes hacia Caracas, como también en 1987, otro deslave ocurrido en la misma cordillera de la Costa, afectó al estado de Aragua.
Parque Nacional El Ávila, en la cadena del Litoral, perteneciente a la cordillera de la Costa
Los registros de Alexander von Humboldt
tuvieron lugar a lo largo de su estada en la región a fines del siglo XIX. El
destacado geógrafo llegó a La Guaira el 21 de noviembre de 1799, comenzando
inmediatamente los preparativos para salir al día siguiente hacia la ciudad de
Caracas. En la mañana del 22 de noviembre tuvo su primer encuentro con el cerro
El Ávila al iniciar su ascenso por el viejo Camino de los Españoles, al cual lo
encontrara semejante a los pasos de los Alpes. En el transcurso de las ocho
horas que le tomó el viaje realizó un detallado inventario sobre vegetación,
fauna, mediciones barométricas, térmicas, higrométricas, así como notas sobre
aspectos geográficos, geológicos y mineralógicos del paisaje. Luego permaneció
en Caracas, casi dos meses y medio haciendo preparativos para su viaje a los
Llanos y al río Orinoco, además de recolectar especies locales y realizar
observaciones sobre el valle de Caracas, el río Guaire y su cuenca.
El segundo encuentro con el cerro El Ávila se
produjo el 2 de enero de 1800 cuando él y Aimé Bonpland en compañía del ilustre
caraqueño Andrés Bello y de otras dieciocho personas ascenderían hasta la silla
de Caracas realizando nuevas anotaciones sobre la fauna, flora, minerales, así
como mediciones de altura, presión atmosférica y temperatura, lo que fuera
señalado en sus libros “Cuadros de la Naturaleza” y “Viaje a las
Regiones Equinocciales del Nuevo Continente”.
Y fue en esta última obra que Humboldt ya
había reseñado, una riada ocurrida en La Guaira, que la Organización Rescate
Humboldt, se ha encargado de divulgar para ser considerada a la hora de tomar
recaudos en cuanto a los desastres naturales, debido a que se trataba de
conocimientos de gran vigencia que habían quedado sólo para las exposiciones en
las salas académicas y páginas culturales de los periódicos, como recuerdos de
hombres que además dieron una de las primeras orientaciones a Bolívar, en
París, en 1804, sobre la libertad de América. Y al respecto, ponían a la
luz el siguiente párrafo, en referencia
al desborde del río de La Guaira: “Este torrente (…), tuvo, después de
sesenta horas de lluvia en las montañas, una creciente tan extraordinaria, que
arrastró troncos de árboles y masas de rocas de un volumen considerable. El
agua medía durante la creciente de 30 a 40 pies de anchura por 8 a 10 pies de
profundidad”. Esto había ocurrido entre el domingo 11 y el miércoles 14 de
febrero de 1798. Sólo el desborde del río Osorio hizo que se cayesen o quedaran
inhabitables doscientas diecinueve casas. Y además señalaba: “Muchas
montañas de Caracas entran en la región de las nubes; pero los estratos de las
rocas primitivas están inclinados en un ángulo de 70º a 80º, y caen
generalmente hacia el noroeste, de suerte que las aguas se pierden en el
interior de la tierra o brotan como abundantes manantiales, no al sur, sino al
norte de los cerros costeros de Niguatar, Ávila y Mariara”. Humboldt utilizó
la frase “de suerte”, debido a que, en esa época, la ladera norte estaba
muy poco poblada.
Hacia el sur se podía ver la
ciudad de Caracas
El Parque Nacional El Ávila se extendía desde
Caracas por todo el norte del estado Miranda y sur del estado Vargas. Y uno de
sus atractivos eran las vistas que se tenían desde su cima.
Omar Morales e Hildegardo
Córdova en el Teleférico de Caracas
A medida que ascendíamos, además de ver a
Caracas cada vez más pequeñita comenzamos a divisar la Cruz del Ávila, una
enorme estructura ubicada en el cerro Papelón, que era iluminada todos los años
entre el 1ro de diciembre y el 6 de enero con motivo del inicio del mes de la
Navidad para conservarse hasta la llegada de los Reyes Magos.
Cruz del Ávila, en el
extremo superior izquierdo de la fotografía
La idea de crear una cruz iluminada para
representar la época navideña había sido de Ottomar Pfersdorff, un ingeniero
estadounidense que arribara a Venezuela en la década del ’40, y que comenzara a
trabajar en la empresa Electricidad de Caracas. Pero debido al alto consumo de
energía que implicaba, fue modificándose paulatinamente la tecnología que la
alimentaba, así como su estructura. La Cruz del Ávila se localizó a 1530
m.s.n.m., midiendo treinta y siete metros de alto por dieciocho metros de
ancho.
Ottomar Pfersdorff, quien se retirara de Electricidad
de Caracas en 1970, falleció en 1998 curiosamente un 1ro de diciembre, día
tradicional del encendido de la cruz.
Cruz del Ávila en la cima
del cerro Papelón
El clima del Parque era de montaña, con
diferencias notables de acuerdo con la altitud y los pisos térmicos
correspondientes; y también en función de la exposición de sus laderas a la
insolación y a la procedencia de los vientos. Mientras la temperatura media en La
Guaira, que se encontraba sobre la ladera norte a nivel del mar, era de 27,5ºC;
en la ciudad de Caracas, a casi 1000 m.s.n.m. sobre la ladera sur, era de casi
21ºC; y en la cima de El Ávila, a 2500 m.s.n.m. apenas alcanzaba los 13ºC, con
dos estaciones: la seca entre diciembre y abril, y la húmeda entre mayo y
noviembre.
Formación de cúmulos durante
la estación húmeda
La vegetación predominante era de bosque de
montaña con distintas variaciones que se distribuía en función de la altura.
Entre el nivel del mar y los 200 y 800 metros de altura, se encontraba el
bosque xerófilo, donde prevalecían especies como el cují (Prosopis juliflora);
entre los 800 y 1500 m.s.n.m. se localizaba el bosque ombrófilo sub-siempreverde
que se caracterizaba por presentar de dos a tres estratos arbóreos y sotobosque
relativamente denso; y desde los 1500 hasta los 2200 metros, el bosque
ombrófilo siempreverde con dos a tres estratos arbóreos y sotobosque bien
desarrollado.
Entrando en una zona de
vegetación densa cubierta de nubes
En esos bosques abundaban especies de las
familias de las orquídeas, helechos, bromeliáceas, aráceas, y palmeras.
Flora muy variada en las
abruptas paredes de la montaña
En cuanto a la fauna, entre los
mamíferos que han desarrollado su hábitat había variedad de
murciélagos, pumas, venados, zorros, ardillas y puercoespines. Como en toda
zona de copiosa arboleda, una gran cantidad de aves, entre ellas más de treinta
especies de colibríes, tenían allí sus nidos. Y entre los reptiles, la
serpiente cascabel, la tigra mariposa y varias especies de corales, así como camaleones
e iguanas. También abundaban los cangrejos de agua dulce y los escorpiones.
Muchas de esas especies presentaban gran peligrosidad por lo dañino de sus
venenos.
Abundante y variada fauna en
el bosque siempreverde
El Parque, en la parte correspondiente a Caracas, colindaba con una
zona plenamente urbanizada con edificios de diez o más pisos de altura, y a
pesar de ser de clase media alta, se habían encontrado vectores infectados del
Trypanosoma cruzi, agente etiológico de la enfermedad de Chagas, presumiendo su
aparición en los apartamentos al huir de los incendios forestales que se
producían en la época de sequía.
Vista de Caracas al pie de
la ladera sur de El Ávila
Bandera de Venezuela y hotel Humboldt en el pico del Ávila
Y lo primero de todo, fue detenernos en el mirador para tener una vista
panorámica de Caracas, que se presentaba entre las nubes del atardecer.
Caracas entre las nubes del
atardecer, vista desde el pico de El Ávila
Pero inmediatamente después, degustamos el cacao y el café venezolanos
que eran de primera calidad, y compramos varios paquetes.
Hildegardo degustando las
infusiones típicamente venezolanas
Una cucharadita de cacao venezolano era equivalente a tres de las que
se vendían en la Argentina. Sin embargo, Venezuela no se destacaba por su
exportación, debido a que gran parte de sus tierras de producción habían sido
destinadas a la actividad petrolera, que, sin duda, como en otras partes del
mundo, tenía elevada renta monetaria, a costa de un mayor costo ambiental.
Cacao en polvo y café de
excelente calidad
Dentro del Parque había varios atractivos, siendo uno de ellos la pista
de patinaje sobre hielo denominada Ávila
Mágica, donde los venezolanitos podían disfrutar de algo que no se daba en
forma natural dentro de su país.
Warairarepano (“Tierra de las Dantas o
de los Tapires”), nombre originario de El Ávila
También la arepera formaba parte de los atractivos y de una de las
mayores tentaciones.
Arepera Socialista, con una
gran variedad de sabores
Caminamos por todo el sendero que guiaba la recorrida, y según decían,
cuando el día estaba despejado podía verse el mar desde la ladera norte, pero en
esa ocasión no tuvimos suerte. Es más, a medida que avanzaba la tarde, también se
cubría de nubes la ladera sur.
Las nubes cubrieron los
valles de ambas laderas
Y mientras ya encendían las luces, las condiciones meteorológicas
comenzaron a cambiar, y no sólo que la temperatura bajaba aceleradamente, sino
que también algunas gotas de lluvia cayeron sobre nuestras cabezas, por lo que
decidimos poner fin a tan interesante visita.
Fotografía de despedida en
el Parque Nacional El Ávila
Todos quedamos muy satisfechos con el paseo; y yo me prometí volver a
subir a El Ávila, si algún día tenía la posibilidad de regresar a Caracas.
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