jueves, 21 de abril de 2022

Volando de Bogotá a Buenos Aires

  El lunes 31 de mayo emprendí el regreso a Buenos Aires. Como otras veces, lo hice por la empresa aérea LAN. No sólo porque tenía millaje y porque el servicio era muy bueno, sino porque generalmente iba siguiendo la costa del Pacífico; y además de tener menor turbulencia por sobrevolar la corriente fría de Humboldt, el paisaje era maravilloso. Así que partí del Aeropuerto Internacional de El Dorado, de la ciudad de Bogotá, a la mañana muy temprano…  

Ciudad de Bogotá desde el aire a poco de despegar del aeropuerto de El Dorado

  

Además de sectores industriales, podía ver campos cultivados y un río meandroso que los atravesaba.  

Áreas industriales y campos de cultivo en las afueras de Bogotá

  

A medida que tomábamos altura la vista panorámica se hacía más interesante dado que podía verse parte del cordón montañoso que enmarcaba la ciudad, así como la altiplanicie central denominada Sabana de Bogotá, aunque, en realidad, no era una sabana, ya que no se condecía con las características climáticas ni de biomas correspondientes a esa formación. Su temperatura era inferior a 20ºC por encontrarse a una altura promedio de alrededor de 2600 m.s.n.m. 

Alrededores de Bogotá con la Cordillera Oriental como fondo

  

Los cursos de agua correspondían a la cuenca del río Bogotá, cuyos principales afluentes eran el Salitre, el Fucha y el Tunjuelo. Y si bien se utilizaba para el riego del distrito La Ramada, también era el principal desagüe de los efluentes de la ciudad en su conjunto, y en particular del sector industrial.  

Los campos inundados estaban cultivados con arroz

  

La Cordillera de los Andes, en el sector colombiano contaba con tres cordones dispuestos de norte a sur: el Oriental, el Central y el Occidental, que se unían en el Nudo de Pasto, hacia el sur del país.  

Cordón Oriental en los Andes Septentrionales colombianos

  

A pesar de su latitud, debido a la altura, permanecía nieve en sus cumbres durante todo el año.

 

Andes Septentrionales al sur del territorio colombiano

  

Pero justamente esa combinación de latitud y altitud, permitía generar un grado de biodiversidad muy alto, ya que en los valles más profundos podían encontrarse selvas o bosques tropicales hasta alcanzar la tundra en las zonas más elevadas, tal cual como si nos trasladáramos desde el Ecuador a los polos en tan sólo una ladera. 

Los tres cordones se unían en el Nudo de Pasto

 

Si bien ya había sobrevolado la zona muchas veces, para mí era una experiencia alucinante porque el buen tiempo permitía ver con nitidez accidentes geográficos que había estudiado desde el tercer año de la escuela secundaria con mi profesora Alicia Giudice de Solari, responsable de mi elección por la carrera de Geografía.   

Relieve complejo en el sur de los Andes Colombianos

  

Se trataba de una región de elevada intensidad sísmica y volcánica debido a su reciente formación, perteneciente al Cinturón de Fuego del Pacífico.  

Área sísmica y volcánica perteneciente al Cinturón de Fuego del Pacífico

 

Los Andes Septentrionales continuaban por el territorio ecuatoriano hasta el golfo de Guayaquil con una altura promedio de 5000 m.s.n.m. Pero el avión debió hacer un pequeño desvío porque tres días atrás, el volcán Tungurahua, de 5029 m.s.n.m., situado a ciento treinta y cinco kilómetros al sur de la ciudad de Quito, había hecho violentas explosiones que desataron alerta roja, habiéndose evacuado a quinientas familias, y cuyas cenizas habían llegado a la ciudad de Guayaquil, a ciento sesenta kilómetros al sudoeste, suspendiéndose las clases.  

Valles longitudinales en los Andes Ecuatorianos

  

Ya en territorio peruano nos encontramos en plenos Andes Centrales, que volvían a ensancharse hasta el Nudo de Pasco, en el sector central del país. Nosotros sobrevolamos el cordón occidental, que presentaba mayores condiciones de aridez.  

La aridez característica del cordón Occidental de los Andes Peruanos

   

Los ríos alóctonos y el regadío en consecuencia, eran verdaderos oasis

  

La Cordillera de los Andes comenzó a elevarse al final de la era Mesozoica, en el Cretácico tardío, por el movimiento de subducción de la plaza de Nazca debajo de la Placa Sudamericana. Pero en la Era Cenozoica, durante el período terciario, se produjo la principal orogénesis, cuya formación continuaba a través de terremotos y actividad volcánica.

 

Andes Centrales peruanos en el noroeste del país

  

Debido a que antes del ascenso de los Andes el mar ingresaba en el continente, era que se presentaran salinas y salares en gran parte de las cuencas cerradas. Una de ellas era la salina de Huacho, sobre la costa, al norte de la ciudad de Lima.  

Salinas de Huacho, sobre la costa norte peruana

  

En las Salinas de Huacho, distantes unos ciento treinta kilómetros al norte de Lima, la sal era obtenida por evaporación solar. Se trataba de una reserva de características inagotables, sobre la cual se extendían más de ciento ochenta de hectáreas de cristalizadores. La sal allí producida era envasada tanto como sal industrial como de consumo humano. 

Relieve muy plegado al este de las Salinas de Huacho

  

El paisaje desértico era surcado por un río utilizado para regadío posibilitando la presencia humana.   

Río alóctono en el desierto del norte del Perú

  

Verdadero oasis en el gran desierto

  

Si bien todos los paisajes desérticos me atrapaban por el hecho de permitirme ver las rocas al descubierto y apreciar sus diferentes minerales y coloración, en el caso de Perú y el norte de Chile, su proximidad al mar, los hacía más imponentes.

 

 Montañas desérticas próximas al mar

  

De pronto desaparecieron los paisajes que veníamos viendo, pero sobrevolar sobre un colchón de nubes no dejaba de ser maravilloso, en el marco de un cielo muy azul.

 

Volando sobre un colchón de densas nubes

  

Pero el espectáculo tendría un paréntesis, ya que debíamos atravesar las nubes para poder aterrizar en Lima.  

Atravesando nubes para aterrizar en Lima

  

Y como siempre, el puerto y aeropuerto de El Callao, aparecían con niebla muy gris, que los hacían característicos.  

 

El puerto de El Callao, tan gris como siempre

  

Aterrizando en el aeropuerto de El Callao (Lima)

  

¡Los frenos del avión a full…!

 

En poco más de una hora, volvimos a despegar...

  

Sobrevolando otro colchón de nubes

  

Pocos kilómetros al sur de Lima, cercana al río Ica, divisamos la península de Paracas, desierto que se asomaba al mar. Justamente Alexander von Humboldt descubrió que la temperatura de las aguas era muy inferior a la prevista por latitud, y esa era una de las razones por las cuales la condensación de los vientos húmedos del Pacífico se producía en el mar, sin llegar al continente.  

Península de Paracas, al sur del río Ica

  

La fuerza de los vientos del océano menos pacífico de todos, producían un oleaje muy fuerte, ideal para quienes practicaban surf, actividad realizada en las cercanías de la isla Sangayan.

  

Península de Paracas e isla Sangayan

  

En un rato más ingresamos a territorio chileno…  

Geoformas del norte de Chile


Penetramos en el desierto de Atacama donde se realizaban explotaciones de cobre, una de las actividades centrales de la economía chilena. 

 

Desierto de Atacama donde se extraía cobre

  

Pasamos por el salar de Atacama, el mayor depósito salino de Chile y el quinto mayor del mundo. Estaba formado por una depresión sin salida de aguas que recibía al río San Pedro de Atacama y múltiples quebradas por donde se filtraba el agua desde la cordillera. Nos encontrábamos sobre la región de Antofagasta. 

Salar de Atacama en la región de Antofagasta

  

Y a poco más, comenzamos el cruce de la cordillera de los Andes, que en ese sector determinaba el límite entre Chile y Argentina.   

Inicio del cruce de la cordillera de los Andes

  

Pleno cruce de la Cordillera

  

Salares y lagunas de altura

 

 

Andes Centrales argentino-chilenos con las primeras nevadas del año

  

Reflejos insólitos al ingresar a la provincia de Salta

  

Un verdadero regalo para los ojos

  

Bordes nevados en el sector argentino

  

La majestuosidad del paisaje hizo que por un rato olvidara cuestiones técnicas y que perdiera la vista en algo tan espectacular, que la cámara de fotos pudo registrar sólo parcialmente.

 

Noroeste Argentino

  

Y después de lo que había visto, la llanura pampeana ya no tenía atractivos para mí. En realidad, para nadie en el avión, ya que la mayoría de los pasajeros, dejaron de mirar por las ventanillas y se dedicaron a leer o mirar películas. 

Atravesando la llanura

  

Sin embargo, Buenos Aires, seguramente celosa por nuestra preferencia andina, nos recibió con una espectacular puesta de sol, no tan habitual para ese momento del año.

 

Puesta de sol en Buenos Aires

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