Ciudad de Bogotá desde el
aire a poco de despegar del aeropuerto de El Dorado
Además de sectores industriales, podía ver campos cultivados y un río meandroso que los atravesaba.
Áreas industriales y campos
de cultivo en las afueras de Bogotá
A medida que tomábamos altura la vista panorámica se hacía más interesante dado que podía verse parte del cordón montañoso que enmarcaba la ciudad, así como la altiplanicie central denominada Sabana de Bogotá, aunque, en realidad, no era una sabana, ya que no se condecía con las características climáticas ni de biomas correspondientes a esa formación. Su temperatura era inferior a 20ºC por encontrarse a una altura promedio de alrededor de 2600 m.s.n.m.
Alrededores de Bogotá con la
Cordillera Oriental como fondo
Los cursos de agua correspondían a la cuenca del río Bogotá, cuyos principales afluentes eran el Salitre, el Fucha y el Tunjuelo. Y si bien se utilizaba para el riego del distrito La Ramada, también era el principal desagüe de los efluentes de la ciudad en su conjunto, y en particular del sector industrial.
Los campos inundados
estaban cultivados con arroz
La Cordillera de los Andes, en el sector colombiano contaba con tres cordones dispuestos de norte a sur: el Oriental, el Central y el Occidental, que se unían en el Nudo de Pasto, hacia el sur del país.
Cordón Oriental en los
Andes Septentrionales colombianos
A
pesar de su latitud, debido a la altura, permanecía nieve en sus cumbres
durante todo el año.
Andes Septentrionales al
sur del territorio colombiano
Pero
justamente esa combinación de latitud y altitud, permitía generar un grado de
biodiversidad muy alto, ya que en los valles más profundos podían encontrarse
selvas o bosques tropicales hasta alcanzar la tundra en las zonas más elevadas,
tal cual como si nos trasladáramos desde el Ecuador a los polos en tan sólo una
ladera.
Los tres cordones se unían
en el Nudo de Pasto
Si bien ya había sobrevolado la zona muchas veces, para mí era una experiencia alucinante porque el buen tiempo permitía ver con nitidez accidentes geográficos que había estudiado desde el tercer año de la escuela secundaria con mi profesora Alicia Giudice de Solari, responsable de mi elección por la carrera de Geografía.
Relieve complejo en el sur
de los Andes Colombianos
Se trataba de una región de elevada intensidad sísmica y volcánica debido a su reciente formación, perteneciente al Cinturón de Fuego del Pacífico.
Área sísmica y volcánica
perteneciente al Cinturón de Fuego del Pacífico
Los Andes Septentrionales continuaban por el territorio ecuatoriano hasta el golfo de Guayaquil con una altura promedio de 5000 m.s.n.m. Pero el avión debió hacer un pequeño desvío porque tres días atrás, el volcán Tungurahua, de 5029 m.s.n.m., situado a ciento treinta y cinco kilómetros al sur de la ciudad de Quito, había hecho violentas explosiones que desataron alerta roja, habiéndose evacuado a quinientas familias, y cuyas cenizas habían llegado a la ciudad de Guayaquil, a ciento sesenta kilómetros al sudoeste, suspendiéndose las clases.
Valles longitudinales en
los Andes Ecuatorianos
Ya en territorio peruano nos encontramos en plenos Andes Centrales, que volvían a ensancharse hasta el Nudo de Pasco, en el sector central del país. Nosotros sobrevolamos el cordón occidental, que presentaba mayores condiciones de aridez.
La aridez característica
del cordón Occidental de los Andes Peruanos
Los ríos alóctonos y el
regadío en consecuencia, eran verdaderos oasis
La
Cordillera de los Andes comenzó a elevarse al final de la era Mesozoica, en el
Cretácico tardío, por el movimiento de subducción de la plaza de Nazca debajo
de la Placa Sudamericana. Pero en la Era Cenozoica, durante el período
terciario, se produjo la principal orogénesis, cuya formación continuaba a
través de terremotos y actividad volcánica.
Andes Centrales peruanos en
el noroeste del país
Debido a que antes del ascenso de los Andes el mar ingresaba en el continente, era que se presentaran salinas y salares en gran parte de las cuencas cerradas. Una de ellas era la salina de Huacho, sobre la costa, al norte de la ciudad de Lima.
Salinas de Huacho, sobre la
costa norte peruana
En las Salinas de Huacho, distantes unos ciento treinta kilómetros al norte de Lima, la sal era obtenida por evaporación solar. Se trataba de una reserva de características inagotables, sobre la cual se extendían más de ciento ochenta de hectáreas de cristalizadores. La sal allí producida era envasada tanto como sal industrial como de consumo humano.
Relieve muy plegado al este
de las Salinas de Huacho
El
paisaje desértico era surcado por un río utilizado para regadío posibilitando
la presencia humana.
Río alóctono en el desierto
del norte del Perú
Verdadero oasis en el gran
desierto
Si
bien todos los paisajes desérticos me atrapaban por el hecho de permitirme ver
las rocas al descubierto y apreciar sus diferentes minerales y coloración, en
el caso de Perú y el norte de Chile, su proximidad al mar, los hacía más
imponentes.
De
pronto desaparecieron los paisajes que veníamos viendo, pero sobrevolar sobre
un colchón de nubes no dejaba de ser maravilloso, en el marco de un cielo muy
azul.
Volando sobre un colchón de
densas nubes
Pero el espectáculo tendría un paréntesis, ya que debíamos atravesar las nubes para poder aterrizar en Lima.
Atravesando nubes para aterrizar
en Lima
Y como siempre, el puerto y aeropuerto de El Callao, aparecían con niebla muy gris, que los hacían característicos.
El puerto de El Callao, tan
gris como siempre
Aterrizando en el
aeropuerto de El Callao (Lima)
¡Los frenos del avión a
full…!
En
poco más de una hora, volvimos a despegar...
Sobrevolando otro colchón de nubes
Pocos kilómetros al sur de Lima, cercana al río Ica, divisamos la península de Paracas, desierto que se asomaba al mar. Justamente Alexander von Humboldt descubrió que la temperatura de las aguas era muy inferior a la prevista por latitud, y esa era una de las razones por las cuales la condensación de los vientos húmedos del Pacífico se producía en el mar, sin llegar al continente.
Península de Paracas, al
sur del río Ica
La
fuerza de los vientos del océano menos pacífico de todos, producían un oleaje
muy fuerte, ideal para quienes practicaban surf, actividad realizada en las
cercanías de la isla Sangayan.
Península de Paracas e isla
Sangayan
En un rato más ingresamos a territorio chileno…
Geoformas del norte de
Chile
Penetramos en el desierto de Atacama donde se realizaban explotaciones de cobre, una de las actividades centrales de la economía chilena.
Desierto de Atacama donde
se extraía cobre
Pasamos por el salar de Atacama, el mayor depósito salino de Chile y el quinto mayor del mundo. Estaba formado por una depresión sin salida de aguas que recibía al río San Pedro de Atacama y múltiples quebradas por donde se filtraba el agua desde la cordillera. Nos encontrábamos sobre la región de Antofagasta.
Salar de Atacama en la
región de Antofagasta
Y a poco más, comenzamos el cruce de la cordillera de los Andes, que en ese sector determinaba el límite entre Chile y Argentina.
Inicio del cruce de la
cordillera de los Andes
Pleno cruce de la
Cordillera
Salares y lagunas de altura
Andes Centrales
argentino-chilenos con las primeras nevadas del año
Reflejos insólitos al
ingresar a la provincia de Salta
Un verdadero regalo para
los ojos
Bordes nevados en el sector
argentino
La
majestuosidad del paisaje hizo que por un rato olvidara cuestiones técnicas y
que perdiera la vista en algo tan espectacular, que la cámara de fotos pudo registrar
sólo parcialmente.
Noroeste Argentino
Y después de lo que había visto, la llanura pampeana ya no tenía atractivos para mí. En realidad, para nadie en el avión, ya que la mayoría de los pasajeros, dejaron de mirar por las ventanillas y se dedicaron a leer o mirar películas.
Atravesando la llanura
Sin
embargo, Buenos Aires, seguramente celosa por nuestra preferencia andina, nos
recibió con una espectacular puesta de sol, no tan habitual para ese momento
del año.
Puesta de sol en Buenos Aires
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