viernes, 13 de julio de 2018

En camino a Trelew




El viernes 6 de enero de 2006, Omar, Martín y yo partimos en un micro rumbo a Trelew, ciudad costera de la provincia de Chubut. Durante toda la noche atravesamos la provincia de Buenos Aires, y cuando nos despertamos ya estábamos en plena Patagonia Extraandina, en el sudeste de la provincia de Río Negro.


Zona de sierras y mesetas en el sudeste de la provincia de Río Negro


En pocos minutos más paramos en la única estación de servicio por más de cuatrocientos kilómetros, tanto a cargar combustible como para recibir nuestro desayuno. ¡Estábamos en la localidad de Sierra Grande, a casi treinta kilómetros de la costa!


Estación de servicio sobre la ruta nacional 3, en la entrada de la localidad de Sierra Grande


El pueblo se encontraba emplazado contra el lado oriental del faldeo de una sierra que había tenido gran importancia económica por haber sido un yacimiento de hierro que abasteciera a la industria siderúrgica argentina.
En el momento de mayor esplendor había llegado a superar los once mil habitantes, pero a partir de los ’90, en que la mina fuera cerrada por el gobierno nacional (“Menem lo hizo”), hubo una crisis muy fuerte que le generó un saldo migratorio tan negativo que la dejó en casi la mitad de su población con un treinta por ciento de desocupación. Pero cuando nosotros estábamos pasando, había vuelto a crecer a partir de la provincialización del yacimiento, la explotación del turismo minero y de las playas cercanas.


Sierra Grande, en el faldeo oriental de la sierra homónima


Continuamos la marcha con rumbo sur por una zona desértica, donde gran parte de los arroyos habían quedado convertidos en cañadones.


Cañadón en el sudeste de la provincia de Río Negro


Y como la mayor parte de las tierras patagónicas, hasta los propios lechos abandonados conformaban parte de las estancias dedicadas a la explotación de ganado ovino.


Alambrado que protegía a las ovejas, en el propio lecho abandonado


Cruzamos el límite interprovincial y arribamos a Chubut, donde en poco tiempo más llegaríamos al área norte de Puerto Madryn donde se encontraba la planta de ALUAR (Aluminio Argentino).


Planta de ALUAR en las proximidades de Puerto Madryn


Las plantas de aluminio son altamente contaminantes, y en el caso de ALUAR, además de todos los residuos químicos volcados al mar, se destinó prácticamente la totalidad de la energía generada por la represa de Futaleufú, en el oeste de la provincia de Chubut, a setecientos kilómetros de la costa. Y, además, para la construcción de la represa, se inundó una zona de gran riqueza biológica y paisajística; de hecho, al lago generado se lo llamó “Amutui Quimei”, que en lengua nativa significaba “Belleza Perdida”. Pero lejos de plantearse su erradicación, se estaba ampliando con el fin de aumentar las exportaciones. Sin embargo, había una gran discusión al respecto, ya que, si bien se decía que el turismo no daba de comer a todos, por lo cual ALUAR era la primera fuente de trabajo local, lo cierto era que trabajaba con inmigrantes fronterizos, en gran parte chilenos y bolivianos itinerantes o localizados marginalmente, y no con los argentinos estables.


Planta de ALUAR, contaminante en una “zona de protección” a la fauna marina


Ingresamos a Puerto Madryn, donde se bajaron gran parte de los pasajeros, Y, si bien iba a ser uno de los lugares que visitaríamos en los próximos días, nosotros preferíamos establecernos en Trelew, que tenía mejores precios en la hotelería y era una ciudad mucho más tranquila.

Una de las amplias avenidas de Puerto Madryn, típica de todas las ciudades costeras patagónicas


En los últimos años Puerto Madryn se había extendido muchísimo, pero en algunos sectores, marginalmente, como estaba ocurriendo en la mayor parte del país, y la Patagonia no constituía una excepción.


Barrio periférico de Puerto Madryn


Dejamos Madryn y retomamos la ruta hasta llegar en poco menos de una hora a la ciudad de Trelew. Y como en toda la costa patagónica, el viento y la estepa fueron nuestros compañeros de viaje permanentes.


Camino entre Puerto Madryn y Trelew


Y después de casi veinte horas de viaje arribamos a Trelew, ciudad localizada a mil cuatrocientos cincuenta kilómetros de Buenos Aires, en el valle inferior del río Chubut donde rápidamente nos dirigimos caminando hasta el hotel que habíamos reservado.


Martín y Omar cargando los bártulos entre la terminal de ómnibus y el hotel


Atravesamos la Plaza Centenario, de una extensión de dos hectáreas, un espacio verde, que era un verdadero oasis después de pasar por el desierto. Pese a sus escasos doscientos milímetros anuales de precipitaciones, Trelew ofrecía estas demostraciones de esfuerzo humano por sostenerse ante las adversidades climáticas.
Y esa aridez implicaba además una gran amplitud térmica diaria y estacional. Mientras nosotros estábamos hubo días que superaron los 40ºC, aunque las noches fueran frescas; mientras que en invierno podía llegar a los -10ºC. Así que, durante las tardes, dormíamos la siesta o nos refugiábamos en las plazas arboladas donde la temperatura era menos sofocante.


Plaza Centenario de dos hectáreas de extensión


La ciudad tenía ya casi cien mil habitantes, sin embargo, se mostraba tranquila, con un ritmo de tránsito muy calmo, especialmente para quienes llegábamos desde Buenos Aires. Y si bien no contaba casi con actividades nocturnas, yo me conformaba con degustar el corderito patagónico, mientras mis acompañantes hacían lo propio con los frutos del mar. Pero una noche, en que pidieron pulpo, el mozo del restorán les comentó que hacía varios días que no había ya que era el primero en retirarse de la zona cuando las aguas pasaban cierto nivel de contaminación, y que eso era responsabilidad absoluta de ALUAR, a pesar de que ellos dijeran que cuidaban el medio ambiente.


Tránsito tranquilo frente a una de las plazas principales de la ciudad


El nacimiento de Trelew se halla íntimamente ligado a la historia de la colonización galesa. El 28 de julio de 1865, llegaba el barco “Velero Mimosa” con ciento cincuenta y tres inmigrantes galeses a las costas del Golfo Nuevo, precisamente al lugar donde posteriormente se emplazó Puerto Madryn, pero allí carecían de agua dulce, por lo que se establecieron a algunos kilómetros más al sur, sobre la margen izquierda del río Chubut.  Ellos fueron quienes dieron origen a pequeños poblados, y tras el gran esfuerzo de construir canales de riego, lograron producir varios cultivos, destacándose el trigo por su excelente calidad. Pero para poder comercializarlo adecuadamente, les hacía falta un medio de transporte que uniera la zona agrícola con el puerto. Y así surgieron, como puntas de riel, las ciudades de Puerto Madryn y Trelew, bautizada por los colonos como “Pueblo de Luis” que en idioma galés significaba “Tre”: pueblo y “Lew”: apócope de Lewis, en honor a Lewis Jones, gestor principal de la concesión para la construcción del ferrocarril.
Posteriormente, como todo el resto de la Argentina, la ciudad fue lugar de arribo de varias colectividades. Y fue así que a la galesa se le sumaron la italiana, la española, la portuguesa, la sirio-libanesa, la judía, la zíngara, la chilena, y más recientemente la boliviana, la peruana y la china, conviviendo todas ellas, con los descendientes de los pueblos originarios tehuelche y mapuche.
Debido a su origen, la mayor cantidad de templos correspondían a la iglesia evangélica, pero los salesianos también pudieron instalarse, como en el resto de la Patagonia, construyendo la Parroquia de María Auxiliadora y su respectivo colegio.

Parroquia María Auxiliadora, de la congregación salesiana


Ya a principios del siglo XIX, Trelew se constituyó en un centro comercial de gran importancia por la fusión de empresas de José Menéndez y Mauricio Braun, quienes dieran origen a la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, extendiéndose posteriormente por toda la región. Y continuó siendo un centro de referencia sumado a la conformación del polo textil lanero más importante del país, cuya producción salía hacia el exterior por Puerto Madryn y Puerto Deseado durante las décadas del 70 y 80, mediante una promoción industrial. Esto, que fuera revertido durante los ’90, ya había comenzado a retomar auge en el momento en que estábamos allí, sumándose otras industrias de gran diversidad. Además de la lana, la cría de ovejas de toda la región la había llevado también a comercializar las carnes, que se han promocionado como “corderito patagónico”, sin duda, la comida más representativa.



Edificios del centro de Trelew, ciudad comercial e industrial del Chubut


En 1910, para celebrar el Centenario Nacional se inauguró una pérgola en la plaza Independencia, denominada “Kiosco del Centenario”, un lugar muy verde frente al paisaje marrón de los alrededores, y sin duda, un paseo muy agradable.


Plaza Independencia. Al fondo el Kiosco del Centenario


Durante mucho tiempo la ciudad era sólo reconocida por haber sido el escenario del asesinato de dieciséis miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda, a manos de marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa, suceso que tuviera lugar en la madrugada del 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval Almirante Zar, una dependencia de la Armada Argentina, hecho conocido como la Masacre de Trelew.
Pero en los últimos años, sin olvidar el pasado, se había comenzado a promover el turismo promocionando el Museo Regional “Pueblo de Luis” y el Paleontológico “Egidio Feruglio”, como también los paseos de las cercanías. Su proximidad a Puerto Madryn le había dado la posibilidad de presentarse como opción más económica de hospedaje, pero además, se había convertido en el centro a partir del cual se podían hacer excursiones en gomón para el avistaje de delfines desde el Puerto de Rawson, ir a tomar el té a las colonias galesas de Gaiman y Dolavon, y visitar el dique Florentino Ameghino.

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