lunes, 30 de julio de 2018

En Futaleufú


  
Salimos de Esquel a la mañana muy temprano en colectivo de línea de la empresa Jacobsen y tras pasar por el gran valle de Trevelin, llegamos al puente del río Futaleufú, frontera con la República de Chile.



Gran valle de Trevelin (provincia de Chubut, Argentina)


Habíamos recorrido algo más de sesenta kilómetros y nos quedaban diez más para llegar a la localidad de Futaleufú, pueblito enclavado en los Andes Patagónicos, a 350 m.s.n.m.
Nos bajamos en la plaza y quedamos sorprendidos con tanta belleza. Por donde se mirara estábamos rodeados de montañas y todo estaba sumamente cuidado y prolijo. Ni un papel en el suelo, todo en su lugar. Los árboles podados formando figuras y las plantas ubicadas armoniosamente.
  

Martín en la Plaza de Armas de Futaleufú



El pueblo fue fundado el 1ro de abril de 1929 y colonizado por chilenos que ingresaron al valle desde el territorio argentino, lo que influyó en las costumbres y en el vocabulario. Alrededor de la Plaza de Armas se encontraban la iglesia, el banco, edificios públicos y algunos negocios.

Vista panorámica de la capilla Nuestra Señora del Carmen de Futaleufú,
desde la calle Manuel Rodríguez


Yendo hacia la capilla


Capilla Nuestra Señora del Carmen, frente a la Plaza de Armas



Detalle de la capilla, realizada íntegramente en madera


Las temperaturas eran bajas gran parte del año, presentándose cerros con nieves eternas. Por esa razón y por la presencia de bosques, la mayor parte de las construcciones eran de madera, pero en su gran mayoría, decoradas con muy buen gusto.

Casas de madera muy bien construidas


Detalle de vivienda de madera trabajada


Detalle de una ventana


La localidad de Futaleufú se encontraba en la provincia de Palena, en la X Región de los Lagos, en el norte de la Patagonia Chilena.
El pueblo se mantuvo aislado de Chile hasta 1982, en que quedó conectado a la Carretera Austral a través de Chaitén, que estaba a sólo 150 km, pero el trayecto demandaba tres horas en bus. La otra opción era hacia Puerto Montt, a dos horas de vuelo, con sus consecuentes costos y bajas frecuencias, por lo que su comunicación más fluida seguía siendo hacia Argentina.





Municipalidad de Futaleufú


Como el pueblito contaba, en 2006, con sólo mil ochocientos habitantes no había cantidad ni diversidad de productos y servicios. El principal abastecimiento se lograba yendo y viniendo a Esquel, lo que sus pobladores hacían en micros de línea o en sus vehículos particulares. Y no solamente concurrían masivamente al supermercado, sino que también se atendían en el hospital.

Un pueblo donde todavía se andaba a caballo


Todas las casas contaban con jardines con flores de todos colores. Y las ventanas sin persianas también constituían un gran atractivo en un pueblo que parecía para muñecas.

Casas con jardines floridos al pie de los Andes Patagónicos


Detalle de un jardín


Predominaban los rosales


Un pehuén o araucaria araucana en el jardín de una casa


Ventanas sin persianas características de la región


Flores por todas partes


¿Flor o araña?


Todo era muy tranquilo, muy seguro. Todos se conocían. Almorzamos en un restorán que era una casa adaptada. Y en las primeras horas de la tarde, a todos se los tragaba la tierra. El pueblo parecía abandonado y quedamos sólo algunos turistas dando vueltas, por lo que hicimos una breve siesta en los bancos de la Plaza de Armas.

Calle céntrica en pleno verano


Omar haciendo una breve siesta en un banco de la Plaza de Armas


Cuando bajó un poco el sol, subimos a uno de los cerros donde se encontraba el Mirador de la Virgen, también conocido como La Gruta, donde había una imagen de la Virgen María, y desde donde se tenía una vista panorámica del pueblo.

Vista panorámica de Futaleufú


Plaza de Armas vista desde el Mirador de la Virgen


Martín junto a la imagen de la Virgen


Martín en el bosquecito del cerro


Omar jugando al “monstruo” con Martín


Omar corriendo a Martín


Con Omar descansando en el mirador del cerro


Omar y Martín bajando del cerro


Futaleufú en lengua mapuche significaba “Río Grande”. La zona contaba con precipitaciones muy abundantes debido a que los Andes Patagónicos en promedio no superaban los 2500m de altura, y además, se caracterizaban por la gran cantidad de valles transversales que permitían pasar los vientos húmedos del Pacífico. Por lo tanto, las laderas estaban cubiertas por un denso bosque de coníferas que era la continuación de la denominada selva Valdiviana.

Bosque de coníferas en un ambiente de grandes precipitaciones


Construcciones en el bosque junto a la laguna Espejo  


En el momento en que nos encontrábamos allí, su principal actividad era el turismo, considerándose la capital del turismo aventura. Se practicaban rafting y kayak en el río Espolón. También era factible hacer caminatas, cabalgatas, bicicleta de montaña, floating, canotaje, canyoning en quebradas y cañones, seakayak en los diversos lagos, pesca con mosca, montañismo y observación de flora y fauna.

Ríos y lagos de aguas transparentes donde se criaban truchas


Entre los árboles característicos de la región se destacaba el Pewen o Araucaria Araucana, que permanecía como relicto de la era Mesozoica, habiendo convivido con los dinosaurios. En la cultura mapuche se la había usado como planta medicinal y como afrodisíaco.
  
Pehuén o Araucaria Araucana


A la tardecita volvimos al pueblo y tomamos la “once” en una coqueta casa de té.

Martín y Omar tomando la “once”

Y como los precios, debido al tipo de turismo que frecuentaba el lugar, estaban en dólares o euros, desistimos de realizar excursiones mayores, y retornamos a nuestro hotel en Esquel.

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