jueves, 26 de julio de 2018

Trevelin, el pueblo del molino


  
Partimos en un colectivo de línea rumbo a Trevelin, una localidad a veinticuatro kilómetros al sudoeste de Esquel, que constituyera el origen del asentamiento de la inmigración galesa en el valle 16 de Octubre.





Unos gigantescos cúmulos nos acompañaron en el camino de Esquel a Trevelin



El valle 16 de Octubre, al borde de los Patagónides, constituía un verdadero ecotono entre la zona seca y la húmeda por lo que encontrábamos desde pasturas y praderas en el este, un parque transicional en el cual dominaba el maitén, hasta un bosque frío de raulíes, lengas, coihues, ñires, cipreses y alerces patagónicos con un abundante sotobosque de frutillas, zarzaparrillas, calafates y setas, en el oeste.
La cadena de los Patagónides, paralela a la de los Andes, señalaba el límite oriental del territorio ocupado por los aonikenk o patagones meridionales, al que denominaban “Chulilaw”, que ha sido traducido al español como “pago de las Frutillas”.


Vegetación de transición y cumbres nevadas en pleno verano en el valle 16 de Octubre




Además de cultivos como cereales y alfalfa para alimento del ganado, en el valle había comenzado la producción de fruta fina como frutillas, cerezas, frambuesas, grosellas, además de flores entre las que se destacaban los tulipanes que por su calidad habían accedido a los mercados mundiales más reconocidos.


El alambrado nos indicaba la producción ganadera en el valle 16 de Octubre


En 1885, veinte años más tarde de la llegada de los primeros colonos galeses a las costas del Chubut, el Coronel Luis Jorge Fontana y un grupo de hombres llamados “Los Rifleros” organizaron una expedición en busca de nuevas tierras donde vivir y asentarse con sus familias, atravesando la provincia de este a oeste hasta descubrir lo que llamaron el Cwm Hyfrid o Valle Hermoso. Ya instalados, el 1ro. de febrero de 1888 el Coronel Fontana, primer gobernador del Chubut, firmó el decreto que creó oficialmente la Colonia 16 de Octubre, en adhesión a la Ley de Territorios Nacionales.
Alrededor de 1918, John Daniel Evans inauguró el primer molino para moler el trigo de gran calidad que se producía en la zona. Y ese hecho terminó dándole origen al nombre de Trevelin (debiéndose pronunciar Trevélin y no Trevelín), que en galés significaba “pueblo del molino”: “tre” pueblo y “velin” molino. Pero además, el casco urbano tenía esa forma, ya que desde su plaza partían avenidas y calles formando las aspas de un molino.
 En la plaza de Trevelin había un cartel que marcaba el Índice de Peligro de Incendios, determinado por el Servicio de Manejo del Fuego. Y en ese momento, 12 de enero de 2006 por la mañana, era moderado, algo atípico durante el verano que solía ser caluroso y seco, pero la lluvia de los días anteriores había humedecido los bosques y mantenido baja la temperatura.


Índice de peligro de incendios moderado debido a la lluvia caida y las bajas temperaturas


El pueblo era muy pequeño, apenas contaba con seis mil quinientos habitantes, y todo estaba absolutamente limpio y ordenado. Era una preciosura.



Detalle de los jardines de la plaza de Trevelin


Además de las actividades agropecuarias que lo circundaban, Trevelin vivía del turismo tanto por su patrimonio cultural galés como por los atractivos naturales que lo rodeaban, contando con buena capacidad de alojamiento tanto a nivel hotelero como de cabañas de muy buen nivel de confort.


Con Martín y Omar en la plaza de Trevelin


El paisaje era maravilloso tanto por tener como marco a la cordillera de los Andes como por la diversidad de flora y fauna autóctonas, más los cristalinos cursos de agua como el del río Percey que limitaba al pueblo por el oeste.


Con Martín en la plaza de Trevelin con el marco de los Andes Patagónicos


Ciprés patagónico en una de las avenidas que partían desde la plaza central


Pero también Trevelin constituía un interesante centro de atractivos de carácter histórico y cultural con variedad de museos y monumentos como el Cartref Taid (Hogar del Abuelo), la Tumba del Malacara, el Molino Nant Fach, la Escuela Nro. 18 del Plebiscito, la Piedra Holdich, la Capilla Bethel…, y diversidad de ferias y fiestas tradicionales. Otras manifestaciones típicas eran la Cabalgata de los Rifleros, la ceremonia del té, y una escuela especializada en idioma galés que era una de las joyas de su patrimonio ya que la Corona Británica les había tenido prohibido hablarlo en su propia tierra.







Martín en una avenida de Trevelin a la hora de la siesta


En 1897 se había producido una disputa entre Argentina y Chile, ya que el Tratado de 1881 establecía como límite las altas cumbres de la cordillera que dividían aguas. Pero en esa zona las divisorias de aguas estaban dadas por las morenas glaciarias que se encontraban al este del cordón de altas cumbres, por lo que ambos países se atribuían la posesión de los territorios intermedios. Fue entonces que se invitó al Reino Unido a que realizara un arbitraje. El hombre designado para hacer dicho trabajo fue Sir Thomas Holdich, quien decidiera llevar a cabo una votación entre los colonos galeses, pobladores tehuelche, y chilenos que habitaban el lugar, plebiscito que fuera realizado el 30 de abril de 1902. Y pese a que Chile ofrecía el doble de tierras para los galeses, la gran mayoría de los colonos optaron por permanecer bajo bandera argentina, sobre todo porque no querían establecer un límite entre ellos y sus familias del resto del Chubut, además de que ya existían algunos servicios como comisaría, escuela y puesto sanitario instalados por el Gobierno Argentino. Por lo tanto, el rey Eduardo VII asignó cincuenta y cuatro mil kilómetros para Chile y cuarenta mil para Argentina, que se vio beneficiada con los tres valles más importantes: Nuevo (luego El Bolsón), Cholila y 16 de Octubre.

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