domingo, 15 de julio de 2018

La torta galesa no es de Gales



Siendo domingo a la tarde partimos desde Trelew hacia Gaiman, uno de los pueblos galeses edificados en las márgenes del río Chubut, quince kilómetros al oeste.
El camino era desolador, como toda la Patagonia Extraandina, donde las áridas mesetas apenas cubiertas por una estepa arbustiva daban cuenta de la carencia de agua en la región, sumándose esto al viento que azotaba con violencia al viejo ómnibus que nos conducía. No obstante, el alambrado respondía a la presencia de ganado que, por las condiciones del lugar, debía de ser ovino.




Paisaje desolador entre Trelew y Gaiman


Y de pronto, cuando el vehículo cruzó unas cortinas de álamos, todo cambió. Además de que el viento amainara repentinamente, el paisaje pasó de sepia a verde intenso y un suave perfume frutal ingresó por las ranuras de las ventanillas. Estábamos cruzando el río Chubut e ingresando a nuestro destino.


Cortinas de álamos en el valle del río Chubut


Era realmente increíble cómo habían transformado una geografía tan hostil en un lugar tan agradable y de importante producción fruti-hortícola y floral. Desde ya que el río había sido el factor fundamental, pero el sistema de riego permanente, acompañado por la plantación de álamos, que indicaban un gran esfuerzo, habían sido “el secreto” de la creación de semejante oasis. Los álamos tenían la ventaja de crecer rápido y doblarse, pero no quebrarse, protegiendo de esa manera a los cultivos y evitando la evaporación producida por los fuertes vientos.


Paso del río Chubut por la localidad de Gaiman

  
La primera casa o “Casa de Piedra” fue construida por el galés David Roberts en 1874, a pesar de lo cual había mantenido su nombre de origen tehuelche, ya que Gaiman significaba “piedra de afilar o punta de piedra”. Y en el momento en que la estábamos visitando, enero de 2006 apenas llegaba a los seis mil habitantes.




Calle arbolada en el pueblo de Gaiman


Por ser una típica colonia galesa, Gaiman estuvo siempre salpicada de templos dedicados al culto protestante. Sin embargo, en 1894 fue construida una simple capilla dedicada a Nuestra Señora de Luján. Pero durante la terrible inundación de 1899 quedó absolutamente destruida, por lo que se volvió a erigir muchos años después, en 1931.


Capilla dedicada a Nuestra Señora de Luján


Las familias tradicionales conservaban varias costumbres, y la principal de todas era la de servir el “té galés” que consistía en una infusión con o sin leche acompañada de diferentes tortas de crema, de nuez, de manzana, de chocolate, scons, y pan casero con dulces de frutas y manteca, tal cual como se estilaba en Gales. Sin embargo, un agregado que se había convertido en el producto principal era la famosa “torta negra galesa”.
La torta negra galesa, de pequeño tamaño y con aspecto de pan dulce, tenía entre sus ingredientes azúcar negro y una gran cantidad de frutas secas y abrillantadas, miel, y otros elementos que le daban diferentes sabores, ultrasecretos en cada familia y trasmitidos únicamente de boca en boca de madres a hijas.
La receta de esa torta no había sido traída de Gales, sino que surgió como necesidad de concentrar calorías en una zona muy fría y con muy pocos elementos a disposición como para soportarlo. Y la otra ventaja que lograron fue la de la perdurabilidad, ante el riesgo de que en algún momento les faltaran alimentos. En cuanto a su pequeño tamaño se debió a que las mujeres contaban con utensilios muy rudimentarios y sin molde alguno, por lo que utilizaban como tales las latas de dulce que llegaban en los barcos.
Cuando las penurias de los primeros colonos quedaron atrás, la torta negra galesa se transformó en una hermosa tradición para los novios. Al prepararse la torta de casamiento, la base o piso de abajo era una torta negra, y el día de la fiesta se comían los otros pisos, envolviendo el restante en celofán y guardándolo en una lata. La pareja debía comer un trozo al cumplirse cada mes desde su boda durante todo el primer año, como símbolo de las dificultades que fueran apareciendo.
Pero además, varias familias decidieron compartir la tradición y también así sostenerse económicamente, estableciendo un buen número de casas de té, destinadas fundamentalmente a los turistas. Muchas de esas casas también se convirtieron en improvisados museos donde se exhibían diferentes documentos y objetos de los antepasados.
La más famosa pasó a ser “Ty Te Caerdydd” por haber sido visitada por Lady Diana Spencer, princesa de Gales, el 25 de noviembre de 1995. Allí se conservaba la mesa puesta tal como la dejó al retirarse y todos los treinta y uno de agosto, se le rendía un homenaje. Sin embargo, nosotros no entramos allí porque era la más cara.
Recorrimos varios lugares e ingresamos a “Ty Nain” a pesar de que el precio no era mucho menor, resignados a pagar lo equivalente a diez dólares por persona.



“Ty Nain”, casa de té y museo con armas y objetos de los primeros pobladores


Lo que inicialmente nos había parecido demasiado oneroso, en realidad no lo fue tanto, porque además de servirnos una gran variedad de tortas, scons, dulces y panes, a medida que los consumíamos, traían a la mesa más y más cantidad. Lo mismo ocurría con la tetera, cubierta con un vestidito de lana tejido al crochet para que no se enfriara, que la cargaban nuevamente cada vez que se vaciaba, para después envolvernos todo lo que había sobrado.



Martín y Omar disfrutando de un té galés en “Ty Nain”


Martín junto a la tetera con coqueto vestidito de lana


Al salir de la casa de té, dimos otra vuelta por el pueblo y antes de que anocheciera regresamos a Trelew.

Antes de dejar Gaiman, Martín me tomó esta foto junto a Omar


Esa noche salimos sólo a tomar una infusión porque con todo lo que habíamos comido no tuvimos necesidad de cenar. El paseo había sido muy agradable en todo sentido y nos había quedado una muy buena impresión de la colectividad galesa.



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