Siendo domingo a la
tarde partimos desde Trelew hacia Gaiman, uno de los pueblos galeses edificados
en las márgenes del río Chubut, quince kilómetros al oeste.
El camino era
desolador, como toda la Patagonia Extraandina, donde las áridas mesetas apenas
cubiertas por una estepa arbustiva daban cuenta de la carencia de agua en la
región, sumándose esto al viento que azotaba con violencia al viejo ómnibus que
nos conducía. No obstante, el alambrado respondía a la presencia de ganado que,
por las condiciones del lugar, debía de ser ovino.
Paisaje desolador entre
Trelew y Gaiman
Y de pronto, cuando el
vehículo cruzó unas cortinas de álamos, todo cambió. Además de que el viento
amainara repentinamente, el paisaje pasó de sepia a verde intenso y un suave
perfume frutal ingresó por las ranuras de las ventanillas. Estábamos cruzando
el río Chubut e ingresando a nuestro destino.
Cortinas de
álamos en el valle del río Chubut
Era realmente
increíble cómo habían transformado una geografía tan hostil en un lugar tan
agradable y de importante producción fruti-hortícola y floral. Desde ya que el
río había sido el factor fundamental, pero el sistema de riego permanente,
acompañado por la plantación de álamos, que indicaban un gran esfuerzo, habían
sido “el secreto” de la creación de semejante oasis. Los álamos tenían la
ventaja de crecer rápido y doblarse, pero no quebrarse, protegiendo de esa
manera a los cultivos y evitando la evaporación producida por los fuertes
vientos.
Paso del río Chubut por la
localidad de Gaiman
La primera casa o “Casa
de Piedra” fue construida por el galés David Roberts en 1874, a pesar de lo
cual había mantenido su nombre de origen tehuelche, ya que Gaiman significaba “piedra
de afilar o punta de piedra”. Y en el momento en que la estábamos
visitando, enero de 2006 apenas llegaba a los seis mil habitantes.
Calle arbolada en el pueblo de Gaiman
Por ser una típica
colonia galesa, Gaiman estuvo siempre salpicada de templos dedicados al culto
protestante. Sin embargo, en 1894 fue construida una simple capilla dedicada a
Nuestra Señora de Luján. Pero durante la terrible inundación de 1899 quedó
absolutamente destruida, por lo que se volvió a erigir muchos años después, en
1931.
Capilla dedicada a Nuestra Señora
de Luján
Las familias tradicionales
conservaban varias costumbres, y la principal de todas era la de servir el “té
galés” que consistía en una infusión con o sin leche acompañada de
diferentes tortas de crema, de nuez, de manzana, de chocolate, scons, y pan
casero con dulces de frutas y manteca, tal cual como se estilaba en Gales. Sin
embargo, un agregado que se había convertido en el producto principal era la
famosa “torta negra galesa”.
La torta negra galesa,
de pequeño tamaño y con aspecto de pan dulce, tenía entre sus ingredientes
azúcar negro y una gran cantidad de frutas secas y abrillantadas, miel, y otros
elementos que le daban diferentes sabores, ultrasecretos en cada familia y trasmitidos
únicamente de boca en boca de madres a hijas.
La receta de esa torta
no había sido traída de Gales, sino que surgió como necesidad de concentrar
calorías en una zona muy fría y con muy pocos elementos a disposición como para
soportarlo. Y la otra ventaja que lograron fue la de la perdurabilidad, ante el
riesgo de que en algún momento les faltaran alimentos. En cuanto a su pequeño tamaño
se debió a que las mujeres contaban con utensilios muy rudimentarios y sin
molde alguno, por lo que utilizaban como tales las latas de dulce que llegaban
en los barcos.
Cuando las penurias de
los primeros colonos quedaron atrás, la torta negra galesa se transformó en una
hermosa tradición para los novios. Al prepararse la torta de casamiento, la
base o piso de abajo era una torta negra, y el día de la fiesta se comían los
otros pisos, envolviendo el restante en celofán y guardándolo en una lata. La
pareja debía comer un trozo al cumplirse cada mes desde su boda durante todo el
primer año, como símbolo de las dificultades que fueran apareciendo.
Pero además, varias
familias decidieron compartir la tradición y también así sostenerse
económicamente, estableciendo un buen número de casas de té, destinadas
fundamentalmente a los turistas. Muchas de esas casas también se convirtieron
en improvisados museos donde se exhibían diferentes documentos y objetos de los
antepasados.
La más famosa pasó a
ser “Ty Te Caerdydd” por haber sido visitada por Lady Diana Spencer,
princesa de Gales, el 25 de noviembre de 1995. Allí se conservaba la mesa
puesta tal como la dejó al retirarse y todos los treinta y uno de agosto, se le
rendía un homenaje. Sin embargo, nosotros no entramos allí porque era la más
cara.
Recorrimos varios
lugares e ingresamos a “Ty Nain” a pesar de que el precio no era mucho
menor, resignados a pagar lo equivalente a diez dólares por persona.
“Ty Nain”, casa de té y museo con
armas y objetos de los primeros pobladores
Lo que inicialmente
nos había parecido demasiado oneroso, en realidad no lo fue tanto, porque
además de servirnos una gran variedad de tortas, scons, dulces y panes, a
medida que los consumíamos, traían a la mesa más y más cantidad. Lo mismo
ocurría con la tetera, cubierta con un vestidito de lana tejido al crochet para
que no se enfriara, que la cargaban nuevamente cada vez que se vaciaba, para
después envolvernos todo lo que había sobrado.
Martín y Omar disfrutando
de un té galés en “Ty Nain”
Martín junto a la tetera con coqueto vestidito
de lana
Al salir de la casa de
té, dimos otra vuelta por el pueblo y antes de que anocheciera regresamos a
Trelew.
Antes de dejar Gaiman, Martín me tomó esta foto junto a Omar
Esa noche salimos sólo
a tomar una infusión porque con todo lo que habíamos comido no tuvimos necesidad
de cenar. El paseo había sido muy agradable en todo sentido y nos había quedado
una muy buena impresión de la colectividad galesa.
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