jueves, 11 de julio de 2019

En la Ciudad Blanca…



“Ciudad Blanca” era el título que representaba a Arequipa por tener una amplia área de su planta urbana construida con piedra volcánica de ese color. Pero también podríamos agregar que era la ciudad peruana con mayor proporción de población blanca.


Basílica Catedral de Arequipa construida con piedra volcánica


Característico de las ciudades hispanoamericanas era el emplazamiento de la Plaza de Armas y a su alrededor, la Basílica Catedral y el Palacio Municipal, rodeados de arcos de sillar, la piedra volcánica a la que hiciera referencia.

Martín en la Plaza de Armas de Arequipa


Arequipa se encontraba a más de 2000 msnm, por lo que luego de caminar por diversas calles, la altura nos obligó a hacer un descanso. Así que regresamos al hotel, donde control remoto en mano, Martín decidió permanecer allí todo el resto del día.

Martín descansando en el hotel de Arequipa


Pero yo fui a la Universidad de San Agustín a encontrarme con mis colegas y amigos, ya que el motivo central del viaje era el de participar del VIII Congreso Nacional y I Internacional de Geografía, organizado por la Sociedad Peruana de Geografía, y las Universidades Nacional de San Marcos y Pontificia Católica del Perú.
Expuse mi ponencia, escuché a varios expositores y conocí a varios profesores peruanos muy destacados. Y en los ratos libres salí a pasear con Martín.



Nicole Bernex e Hildegardo Córdova Aguilar, de la Pontificia Universidad Católica del Perú


Por las mañanas desayunábamos en la confitería del hotel, que estaba ubicado en el primer piso en un gran balcón con arcos de sillar en una de las recovas de la Plaza de Armas.

Martín desayunando


Arequipa se encontraba a 2328 msnm promedio. Y si bien la parte más baja estaba a 2041 msnm, la más alta alcanza los 2810 msnm. Estaba atravesada por el rio Chili de norte a sudoeste que a su paso formaba un valle, verdadero oasis en medio de semejante desierto.


Valle de Arequipa formado por el río Chili


El valle de Arequipa estaba enmarcado al norte y al este por la faja cordillerana andina; y hacia el sur y el oeste por cadenas bajas de cerros. Desde la ciudad se podían observar una serie de conos volcánicos que formaban nevados como el Misti, el Chachari y el Pichu Pichu.



Volcanes Misti, Chachari y Pichu Pichu


Gracias a los estudios arqueológicos sabemos que los Incas realizaban ofrendas y sacrificios humanos, muchos atribuidos a actos de guerra. Sin embargo, a partir de algunos cuerpos encontrados, se presumía que algunos de ellos estarían relacionados con plegarias para evitar el “enojo” de los volcanes. Los “apus” eran los dioses de las montañas. Existía la creencia de que las montañas eran generadoras de hombres y de pueblos, por lo tanto, los “apus” eran tratados como personas. Cuando los “apus” estaban contentos eran benefactores y generosos, y si estaban ofendidos podían ser castigadores. Era el caso de “Juanita de Ampato”, considerada como el cuerpo prehispánico de una mujer Inca de apenas catorce años mejor conservado, ofrendada a los “apus” alrededor del año 1466 en la época del Inca Yupanqui, y que fuera a causa de la erupción del volcán Misti. Juanita fue objeto de un importante ritual desde su lugar de origen, grandes fiestas acompañaron su peregrinación por las diferentes estaciones que tuvo que pasar hasta llegar a la cumbre. Y ya allí, estuvo sujeta a un riguroso ayuno; y el último día, antes de la ofrenda, tomó sus últimos alimentos compuestos enteramente por vegetales unas siete horas antes de morir. Luego fue preparada con hierbas y coca para lograr una muerte dulce y placentera.
La importancia de las montañas se debía a su relación con el agua, ya que de ellas nacían ríos y manantiales que posibilitaban la vida.




El volcán Misti, de 5852m


Era característica de la zona la cría de cabras y camélidos, además de los que se encontraban en forma natural en alta montaña.



Amor en cautiverio


La Universidad de San Agustín había realizado estudios acerca de las particularidades del asentamiento de Arequipa ya que se ubicaba sobre abanicos compuestos de flujos piroclásticos, lahares y aluviones que habían descendido desde el volcán Misti durante los últimos 10000 años. Se calculaba que el último flujo había tenido lugar hacía solamente 2000 años, por lo que podría volver a suceder. La distancia que separaba el pie del cono y los límites poblados era de sólo siete kilómetros ya que la ciudad se expandía hacia el volcán. Entre las consecuencias de posibles erupciones estarían el daño a las plantas hidroeléctricas del río Chili, única fuente de agua potable de la ciudad, que abastecían de electricidad y permitían un imprescindible sistema de regadío en un área cuyas precipitaciones anuales no llegaban a setenta milímetros. Por otra parte, los cauces que cruzaban a la ciudad, que debían servir como desagües principales para cualquier inundación o flujos provenientes del Misti, se encontraban invadidos con construcciones, muros, basurales, por lo que se preveían desbordes ocasionando graves daños. La principal conclusión a la que llegaron los científicos era que el volcán se encontraba en actividad y no existían en Arequipa calles o avenidas que permitieran una rápida evacuación en caso de erupción; ni conocía el grueso de la población, las medidas precautorias a tomar en caso de emanación de cenizas.

Con Martín en el mirador. Al fondo, el volcán Misti


En la campiña, donde abundaban manantiales, se conservaban aun las viejas terrazas incaicas, que permitían no sólo que la erosión de la pendiente no barriera las semillas, sino que ayudaban a retener la tan preciada agua de la zona.


Terrazas de cultivo de la época incaica


El valle era muy fértil no solamente debido a los suelos volcánicos sino también al material sedimentario que depositaba el río Chili. Por otra parte, debido a la proximidad de los volcanes en la zona, se encontraban aguas termales.


Río Chili serpenteando el valle


También se habían conservado las acequias construidas por los Incas, principal recurso del sistema de regadío.



Acequia de piedra a la vera de un cultivo de maíz


Arequipa fue fundada el 15 de agosto de 1540 por Garcí Manuel de Carbajal bajo la denominación de “Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunta”; y el 22 de setiembre de 1541 el Rey Carlos V en Cédula Real ordenó que se la llamase “Ciudad de Arequipa”.
La Arequipa primitiva se construyó con adobe, cal y canto, techos de palos y paja o bien torta de barro. Sin embargo, algunas viviendas y portadas de iglesias fueron hechas de sillar. Esta piedra volcánica de color perla o rosa, gratuita, inagotable, blanda, ligera, térmica, estética y resistente a la intemperie, surgió como solución estructural sismo-resistente.
Uno de los primeros templos realizados con el producto de las canteras del volcán Misti, fue la Iglesia de la Compañía de Jesús, que se iniciara en 1590 y se terminara de construir en 1698. Las propiedades físicas de esta roca volcánica la convirtieron en una piedra muy fácil de labrar, aunque dificultaba la talla en profundidad por su textura porosa. Esto dio lugar al desarrollo de un tipo de decoración superficial que, como en el caso de la Iglesia de la Compañía, traspasó los límites de la portada cubriendo parcialmente el resto del paramento formando un gran tapiz en piedra.


Iglesia de la Compañía de Jesús


El casco histórico de Arequipa fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Se caracterizaba por la arquitectura virreinal y republicana con aportes europeos y autóctonos, que la convirtieron en una propia escuela estilística denominada “Escuela Arequipeña”.
En los barrios más antiguos de la ciudad había una serie de callejuelas angostas y pasajes con muros de sillar y calzada adoquinada.

Con Martín en una callejuela del Centro Histórico


La Arequipa moderna contaba con una fuerte actividad comercial, así como banca nacional y extranjera. La población total era de cerca de 900000 habitantes en 2007, año en que nos encontrábamos allí, por lo que era considerada la segunda ciudad del Perú.


Alta densidad de tránsito en avenidas y autopistas


Uno de los distritos donde se encontraban las urbanizaciones más pudientes era Cayma, cuyo nombre tenía su historia.
Se contaba que los españoles habían encargado a la metrópoli varias imágenes para la propagación de la fe. Una de ellas era la de la Virgen de la Candelaria, que debía ser llevada al Cuzco. Pero los indios que la cargaban encajonada en hombros dijeron que una mañana al reemprender la marcha, la caja se hizo sumamente pesada y que cuando intentaron de todas formas levantarla, se oyó una voz de adentro que en quechua dijo “caiman”, que significaba “aquí no más”. Lo que guardaba cierta similitud con la historia del Santuario de la Virgen de Luján, sesenta kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
En 1544 los monjes dominicos levantaron una ermita que sirvió de base para la iglesia que se construyera en el siglo XVIII y que aún se conservaba.



Distrito comercial, financiero y religioso de Cayma


La metrópoli arequipeña era catalogada como el segundo centro industrial del Perú, destacándose la producción textil de lana de camélidos, con calidad de exportación. Para eso las empresas contaban con criaderos propios de llamas, alpacas y vicuñas.

Criadero urbano de camélidos


Además de ser la capital de la provincia y del departamento homónimos, desde 1979 Arequipa era la Capital Jurídica del Perú y la Sede Oficial del Tribunal Constitucional. Otras de las razones de su importancia y crecimiento.

Vista parcial de Arequipa


Era común ver en alta montaña cóndores, águilas y aguiluchos, que eran carroñeras. Es decir que no mataban para comer, sino que se servían de animales muertos.



Ave domesticada en un barrio de Arequipa


A veces bajaban al valle y en los centros urbanos se alimentaban de la basura. Muchas de ellas pasaban a ser mascotas en libertad.





La vi mansita y me animé…


Todos los días tratábamos de probar distintas comidas típicas, aunque algunos de ellas nos impresionaron sobremanera y no pudimos, pero otras, como las paltas con diferentes rellenos, nos parecieron excepcionales.


Palta rellena con granos de maíz, queso, pollo y mayonesa


Sin duda, pese a la continua amenaza sísmica y volcánica, era una hermosa ciudad no sólo por su entorno y su clima, su trazado y su arquitectura, sino también por su gente. Nunca mejor reflejada que por José Luis Bustamente y Rivero, quien la describió de esta manera: “Pétrea ciudad adusta. Sólida trabazón de viviendas donde el sillar es símbolo de la psicología colectiva: roca y espuma; dureza y ductilidad. Amalgama de fuego, en que el aliento del volcán funde y anima las piedras y las almas”.



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