Salimos de Cusco por
la carretera hacia el este, y a treinta y tres kilómetros encontramos Pisaq,
donde comenzaba el denominado “Valle Sagrado de los Incas”, que se extendía
hasta la localidad de Ollantaytambo.
Llegada a Pisaq, en el Valle
Sagrado de los Incas
El centro urbano estaba
localizado sobre un cono de deyección, característico de muchas poblaciones de
montaña, no sólo por la fertilidad de los suelos sino por la mayor presencia de
agua. Esa población tenía una parte incaica y otra colonial. La arquitectura de
Pisaq era mestiza, construida sobre restos indígenas por el virrey Francisco de
Toledo.
Centro urbano de Pisaq
Pisaq se encontraba al
este de la Cordillera de Vilcabamba. La pendiente era muy abrupta, pero pese a
eso también se podían ver cultivos en terrazas. En el valle, además de los
sembrados, había cría de ganado.
Ladera oriental de la
Cordillera de Vilcabamba
Uno de los principales
cultivos, como en el resto de la región andina, era el maíz. Se consumía tanto en
forma de choclo, o bien en preparaciones que lo contaban como relleno,
denominado humita.
Consumo de choclo,
simplemente hervido
Muchas de las comidas
de la región se realizaban utilizando hornos de barro, alimentados en la mayor
parte de los casos en base a leña. Para lograr buenos resultados, se necesitaba
conocer ciertas técnicas. De hecho, no era lo mismo que usar un microondas. En
ningún sentido…
Horno de barro. No apto para quienes usamos microondas
Uno de los tantos
productos realizados en esos hornos, eran las empanadas. Traídas a América por
los árabes y por los andaluces, pasaron a ser platos típicos de diferentes
regiones, en especial, de las andinas. En Perú las había de carne y de humita.
Empanadas hechas en horno de barro
La cría de los camélidos
se hacía en semi-cautiverio. Si bien se los alimentaba con productos que mejoraban
su calidad, posteriormente se los dejaba desplazarse libremente.
A las llamitas les encantaban las zanahorias
La plaza principal de
Pisaq era un lugar entretenido lleno de colorido y con diversos artículos
artesanales a la venta. Los jueves y los domingos se hacían las ferias donde podía
encontrarse de todo, aunque predominaban las prendas confeccionadas con las
lanas de los animales de la región.
Mercado de Pisaq que se destacaba por su gran colorido
Todos los domingos, en
la antigua iglesia se podía asistir a una misa en quechua en medio de indígenas
y alcaldes regionales. Los alcaldes vestían típicamente y portaban la vara o
cetro, por lo que se los llamaba “varayocs”. Músicos de todas las edades
acompañaban la ceremonia con sus instrumentos típicos.
Músicos por ingresar al templo para la misa
La cadena de
Vilcabamba era un sector de la cordillera de los Andes que se extendía a lo
largo de doscientos sesenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Cusco.
Presentaba alturas superiores a 5000 msnm y bosques característicos de la
vertiente oriental de los Andes y del pajonal de puna en su parte más elevada.
Cordillera de Vilcabamba
El valle se encontraba
a 2972 msnm, uno de los tantos lugares donde los Incas se instalaron y
realizaron sus actividades agrícolas.
Valle Sagrado de los Incas en Pisaq
La cadena mostraba
claramente la erosión de los ríos que se caracterizaban por formar cañones muy
profundos. Esta zona presentaba tres paisajes principales: aluvial, colinoso y
montano.
Nacientes de los ríos en las laderas de la cordillera de Vilcabamba
El sistema montañoso era
complejo y alimentaba las nacientes del río Vilcanota que luego cambiaba de
nombre y se denominaba Urubamba.
Desde épocas pre-hispánicas
había sido lugar apropiado para la fundación de pueblos, pero fueron los Incas
quienes aprovecharon ambas márgenes del río edificando en piedra centros
urbanos, palacios, fortalezas, templos, centros religiosos, santuarios y
lugares de trascendencia ritual.
Resolver
los problemas de pendiente, significó verdaderas obras ingenieriles, que han
perdurado en el tiempo y que ni los conquistadores se animaron a destruir.
Cultivos en pendientes pronunciadas
Los
andenes eran terrazas agrícolas artificiales que permitían aprovechar mejor el
agua, tanto de lluvia como de regadío haciéndola circular a través de los
canales que comunicaban sus diversos niveles, además de evitar la erosión y el
lavado de los suelos. Pero la construcción de estas obras demandaba gran
cantidad de mano de obra, que el estado inca podía contar con relativa
facilidad.
La
tierra acarreada en los andenes después de la construcción de los muros de
piedra y del canal hidráulico que llevaba el agua de regadío desde el primer
andén hasta el último, era labrada con la chaki-taclla o taclla, típico arado
de pie indígena. Con esa herramienta removían la tierra y abrían huecos donde
poner las semillas.
Andenes de cultivo incaicos
Las
construcciones incaicas de Pisaq eran admiradas por sus estructuras en piedra
pulida, perfectamente ensambladas. Estaban rodeadas por atalayas o puntos de
observación y defensa, así como por gran cantidad de andenerías.
Construcciones en piedra pulida
A muy
pocos kilómetros del pueblo y sobre una montaña, se encontraba el Parque
Arqueológico de Pisaq. Lo conformaban numerosas plazas y barrios, entre los
cuales se destacaba un recinto o templo donde se hallaba un calendario solar o
“Intiwatana”.
Parque
Arqueológico de Pisaq
Pisak
era uno de los sitios arqueológicos más importantes del Valle Sagrado de los
Incas.
Como
era costumbre en la arquitectura inca, las ciudades habían sido construidas
sobre la base de trazos de animales. Pisaq tenía la forma de una perdiz, tal
cual lo que significaba su nombre.
Parte
de las reliquias arqueológicas habían sido cubiertas para su protección
En
ese momento, enero de 2008, la población indígena, además de la agricultura de
subsistencia, criaba ganado con el fin de utilizar la lana para realizar maravillosos
tejidos. El turismo era otro de sus ingresos a través de la venta de sus
productos y servicios. Pero las grandes ganancias les eran ajenas, quedando en
los grandes operadores internacionales.
Esta
foto me costó algunos pocos dólares que pagué con gusto
Entre
las tantas cosas que vendían los indígenas, Martín eligió una ocarina. La
ocarina era un pequeño instrumento de viento hecho con diferentes materiales,
como podían ser la cerámica, la madera, el plástico, vegetales o frutas. Si
bien el sonido que generaba era igual al de la flauta dulce, funcionaba de
diferente manera. Su origen se remontaba a la América Prehispánica. Los
quechuas y aimaras la utilizaban acompañada por quenas, zampoñas y otros
instrumentos. Las había de diferentes tamaños, pero no sobrepasaban el largo de
la mano.
Martín
con su ocarina
Pisaq
no escapaba a las famosas leyendas incas. Se decía que el cacique Huayllapuma
tenía una hija llamada Inquill, a la que tenía que casar con el hombre que
pudiese construir en sólo una noche, el puente sobre el río Willcamayu (posteriormente
Vilcanota-Urubamba), que era de mucha importancia para la defensa del lugar.
Pese a la dura tarea, Asto Rímac –un apuesto príncipe- decidió aceptar el reto
y pedir la mano de la princesa. Las autoridades del lugar dispusieron todo para
que Asto Rímac iniciara sus labores mientras que la princesa debía subir un
cerro sin caer, porque de lo contrario, ella y su novio se convertirían en
piedra. Casi al amanecer, el príncipe había culminado su obra, pero Inquill, no
pudiendo soportar más, cayó y quedó convertida en piedra.
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