miércoles, 17 de julio de 2019

Pisaq


   

Salimos de Cusco por la carretera hacia el este, y a treinta y tres kilómetros encontramos Pisaq, donde comenzaba el denominado “Valle Sagrado de los Incas”, que se extendía hasta la localidad de Ollantaytambo.



Llegada a Pisaq, en el Valle Sagrado de los Incas


El centro urbano estaba localizado sobre un cono de deyección, característico de muchas poblaciones de montaña, no sólo por la fertilidad de los suelos sino por la mayor presencia de agua. Esa población tenía una parte incaica y otra colonial. La arquitectura de Pisaq era mestiza, construida sobre restos indígenas por el virrey Francisco de Toledo.


Centro urbano de Pisaq


Pisaq se encontraba al este de la Cordillera de Vilcabamba. La pendiente era muy abrupta, pero pese a eso también se podían ver cultivos en terrazas. En el valle, además de los sembrados, había cría de ganado.


Ladera oriental de la Cordillera de Vilcabamba


Uno de los principales cultivos, como en el resto de la región andina, era el maíz. Se consumía tanto en forma de choclo, o bien en preparaciones que lo contaban como relleno, denominado humita.

Consumo de choclo, simplemente hervido


Muchas de las comidas de la región se realizaban utilizando hornos de barro, alimentados en la mayor parte de los casos en base a leña. Para lograr buenos resultados, se necesitaba conocer ciertas técnicas. De hecho, no era lo mismo que usar un microondas. En ningún sentido…



Horno de barro. No apto para quienes usamos microondas


Uno de los tantos productos realizados en esos hornos, eran las empanadas. Traídas a América por los árabes y por los andaluces, pasaron a ser platos típicos de diferentes regiones, en especial, de las andinas. En Perú las había de carne y de humita.

Empanadas hechas en horno de barro


La cría de los camélidos se hacía en semi-cautiverio. Si bien se los alimentaba con productos que mejoraban su calidad, posteriormente se los dejaba desplazarse libremente.

A las llamitas les encantaban las zanahorias


La plaza principal de Pisaq era un lugar entretenido lleno de colorido y con diversos artículos artesanales a la venta. Los jueves y los domingos se hacían las ferias donde podía encontrarse de todo, aunque predominaban las prendas confeccionadas con las lanas de los animales de la región.


Mercado de Pisaq que se destacaba por su gran colorido


Todos los domingos, en la antigua iglesia se podía asistir a una misa en quechua en medio de indígenas y alcaldes regionales. Los alcaldes vestían típicamente y portaban la vara o cetro, por lo que se los llamaba “varayocs”. Músicos de todas las edades acompañaban la ceremonia con sus instrumentos típicos.



Músicos por ingresar al templo para la misa


La cadena de Vilcabamba era un sector de la cordillera de los Andes que se extendía a lo largo de doscientos sesenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Cusco. Presentaba alturas superiores a 5000 msnm y bosques característicos de la vertiente oriental de los Andes y del pajonal de puna en su parte más elevada.



Cordillera de Vilcabamba


El valle se encontraba a 2972 msnm, uno de los tantos lugares donde los Incas se instalaron y realizaron sus actividades agrícolas.



Valle Sagrado de los Incas en Pisaq


La cadena mostraba claramente la erosión de los ríos que se caracterizaban por formar cañones muy profundos. Esta zona presentaba tres paisajes principales: aluvial, colinoso y montano.




Nacientes de los ríos en las laderas de la cordillera de Vilcabamba


El sistema montañoso era complejo y alimentaba las nacientes del río Vilcanota que luego cambiaba de nombre y se denominaba Urubamba.
Desde épocas pre-hispánicas había sido lugar apropiado para la fundación de pueblos, pero fueron los Incas quienes aprovecharon ambas márgenes del río edificando en piedra centros urbanos, palacios, fortalezas, templos, centros religiosos, santuarios y lugares de trascendencia ritual.


Resolver los problemas de pendiente, significó verdaderas obras ingenieriles, que han perdurado en el tiempo y que ni los conquistadores se animaron a destruir.



Cultivos en pendientes pronunciadas


Los andenes eran terrazas agrícolas artificiales que permitían aprovechar mejor el agua, tanto de lluvia como de regadío haciéndola circular a través de los canales que comunicaban sus diversos niveles, además de evitar la erosión y el lavado de los suelos. Pero la construcción de estas obras demandaba gran cantidad de mano de obra, que el estado inca podía contar con relativa facilidad.
La tierra acarreada en los andenes después de la construcción de los muros de piedra y del canal hidráulico que llevaba el agua de regadío desde el primer andén hasta el último, era labrada con la chaki-taclla o taclla, típico arado de pie indígena. Con esa herramienta removían la tierra y abrían huecos donde poner las semillas.


Andenes de cultivo incaicos


Las construcciones incaicas de Pisaq eran admiradas por sus estructuras en piedra pulida, perfectamente ensambladas. Estaban rodeadas por atalayas o puntos de observación y defensa, así como por gran cantidad de andenerías.



Construcciones en piedra pulida


A muy pocos kilómetros del pueblo y sobre una montaña, se encontraba el Parque Arqueológico de Pisaq. Lo conformaban numerosas plazas y barrios, entre los cuales se destacaba un recinto o templo donde se hallaba un calendario solar o “Intiwatana”.




Parque Arqueológico de Pisaq


Pisak era uno de los sitios arqueológicos más importantes del Valle Sagrado de los Incas.
Como era costumbre en la arquitectura inca, las ciudades habían sido construidas sobre la base de trazos de animales. Pisaq tenía la forma de una perdiz, tal cual lo que significaba su nombre.

Parte de las reliquias arqueológicas habían sido cubiertas para su protección


En ese momento, enero de 2008, la población indígena, además de la agricultura de subsistencia, criaba ganado con el fin de utilizar la lana para realizar maravillosos tejidos. El turismo era otro de sus ingresos a través de la venta de sus productos y servicios. Pero las grandes ganancias les eran ajenas, quedando en los grandes operadores internacionales.


Esta foto me costó algunos pocos dólares que pagué con gusto


Entre las tantas cosas que vendían los indígenas, Martín eligió una ocarina. La ocarina era un pequeño instrumento de viento hecho con diferentes materiales, como podían ser la cerámica, la madera, el plástico, vegetales o frutas. Si bien el sonido que generaba era igual al de la flauta dulce, funcionaba de diferente manera. Su origen se remontaba a la América Prehispánica. Los quechuas y aimaras la utilizaban acompañada por quenas, zampoñas y otros instrumentos. Las había de diferentes tamaños, pero no sobrepasaban el largo de la mano.





Martín con su ocarina


Pisaq no escapaba a las famosas leyendas incas. Se decía que el cacique Huayllapuma tenía una hija llamada Inquill, a la que tenía que casar con el hombre que pudiese construir en sólo una noche, el puente sobre el río Willcamayu (posteriormente Vilcanota-Urubamba), que era de mucha importancia para la defensa del lugar. Pese a la dura tarea, Asto Rímac –un apuesto príncipe- decidió aceptar el reto y pedir la mano de la princesa. Las autoridades del lugar dispusieron todo para que Asto Rímac iniciara sus labores mientras que la princesa debía subir un cerro sin caer, porque de lo contrario, ella y su novio se convertirían en piedra. Casi al amanecer, el príncipe había culminado su obra, pero Inquill, no pudiendo soportar más, cayó y quedó convertida en piedra.




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