domingo, 23 de julio de 2023

Asunción de día

      A la mañana temprano salí a caminar con Omar con el fin de hacer una recorrida por Nuestra Señora Santa María de la Asunción, la capital paraguaya.   

 

Intersección de las calles Independencia Nacional y Mariscal Estigarribia

  

A pocas cuadras del hotel ya nos encontrábamos en el Centro de la ciudad, donde cuatro manzanas verdes conformaban un conjunto de plazas: Juan E. O’Leary, de los Héroes, de la Libertad, y de la Democracia. 

 

Parada de taxis en la plaza Juan E. O’Leary

 

 

Plaza de los Héroes

 

 

Bancos con sombra para un eventual descanso

 

 

Calle Nuestra Señora de la Asunción atravesando las plazas

 

Se trataba de una zona comercial y financiera, donde se encontraban las principales entidades bancarias y las casas de cambio.

 

Banco Nacional de Fomento

 

 

El Banco de la Nación Argentina detrás del Panteón Nacional de los Héroes

 

 

Casas de cambio y vendedores informales en Palma y Nuestra Señora de la Asunción

  

La calle más concurrida era Palma tanto por sus diversas propuestas comerciales como por los cafés y eventos que allí se realizaban.  

 

 

Calle Palma frente a las plazas con árboles generalmente florecidos

 

Esa calle, debido a su aspecto afrancesado, fue denominada “Petit Boulevard” por Madame Lynch, primera dama del Paraguay durante el gobierno de Francisco Solano López, quien residiera en una de sus casonas de estilo neoclásico de mediados del siglo XVIII.

    

Calle Palma, de elegante estilo francés

  

Turistas, vendedores ambulantes, comerciantes informales y artistas callejeros formaban parte de ella. 

Venta de recuerdos para los turistas que transitaban por la calle Palma

 

Los indígenas que ofrecían artesanías tradicionales en las veredas eran los Makás, que residían en la Nueva Colonia Indígena Maká en el conurbano de Asunción. Se suponía que los antepasados de los Makás eran una tribu mataca del Chaco sudoriental que tomaron elementos de sus vecinos guaycurúes, vilelas y calchaquíes, adoptando el modo de vida ecuestre y emigrando luego al norte del estero Patiño en el Chaco Boreal. Los Makás habían establecido alianzas con los chulupíes en contra de sus enemigos pilagás y tobas.

 

Indígenas makás vendiendo artesanías elaboradas por ellos

  

También sobre la calle Palma estaba el Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de la Virgen Nuestra Señora Santa María de la Asunción, construcción iniciada en el año 1864 por el Mariscal Francisco Solano López, que quedara trunca debido a la Guerra de la Triple Alianza, y cuya culminación tuviera lugar recién en 1936, a posteriori de la Guerra del Chaco. 

 

Panteón de los Héroes sobre la calle Palma, frente a la plaza de los Héroes

 

 

Makás vendiendo sus productos junto al Panteón de los Héroes

  

El Panteón Nacional de los Héroes, diseñado por arquitectos italianos, era la réplica paraguaya de “Les Inválides” de París.

 

Cúpula del Oratorio de la Virgen Nuestra Señora Santa María de la Asunción

y Panteón de los Héroes con columnas corintias con la inscripción Fides et Patria (Fe y Patria)

  

El simbolismo del Panteón de los Héroes era tan grande, que las rutas nacionales de dominio del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones de Paraguay tenían su kilómetro cero en el eje del pórtico del edificio. 

 

Kilómetro cero de las rutas nacionales paraguayas

  

Constituía el mausoleo a la patria, donde reposaban los restos mortales de algunos de los héroes de la historia paraguaya como los de Don Carlos Antonio López (primer presidente constitucional), del Mariscal Francisco Solano López, del Mariscal José Félix Estigarribia (héroe y vencedor en la Guerra del Chaco contra Bolivia) y de su esposa, de los Niños Mártires de Acosta Ñu, y de dos Soldados Desconocidos, entre otros.

Cada 1ro. de marzo se conmemoraba el Día de los Héroes, en honor al Mariscal Francisco Solano López, que había sido asesinado en esa fecha de 1870, dando así fin a la Guerra de la Triple Alianza, siendo día feriado por lo que se suspendían las actividades laborales en las instituciones públicas. 

 

Urna conteniendo los restos del Mariscal Francisco Solano López

  

Estando la Guerra prácticamente perdida, Francisco Solano López se rehusó a rendirse, afirmando que iba a pelear hasta los confines del Paraguay. Y fue así que en la Batalla de Campo Grande, llamada Batalla de los Niños o Batalla de Acosta Ñu por los paraguayos, ocurrida el 16 de agosto de 1869, el enfrentamiento se desarrolló entre veinte mil hombres de la Triple Alianza que lucharon contra quinientos veteranos y tres mil quinientos niños de entre seis y quince años, ya que todos los adultos paraguayos estaban muertos o capturados. En su homenaje, en el Paraguay era celebrado el Día del Niño, el dieciséis de agosto de cada año.

Es desgarradora la descripción que el historiador brasileño Juan José Chiavenatto, hace en su libro “Genocídio Americano: A Guerra do Paraguai”, publicado en Brasil en 1979 y en Paraguay en 1984:

“Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileños, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en la selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas agarraron lanzas y llegaron a comandar un grupo de niños en la resistencia. Finalmente, después de un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. El conde D’Eu, el comandante de la guerra, después de la insólita batalla de Acosta Ñu, cuando estaba terminada, al caer la tarde, y las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes, mandó incendiar la maleza, matando quemados a niños y madres. Mandó hacer cerco del hospital de Piribebuí, manteniendo en su interior los enfermos –en su mayoría jóvenes y niños- y lo incendió. El hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasileñas que, cumpliendo las órdenes, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que milagrosamente intentaban salir de la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese.”

Y si bien no dejamos de condenar a Francisco Solano López por permitir que los niños fueran al campo de batalla, y al comandante del ejército brasileño por el ensañamiento brutal con el que actuara, de hecho, los principales responsables fueron sin duda don Pedro II en Brasil y el presidente argentino Bartolomé Mitre, que necesitaron que la guerra se prolongase hasta el final, para zanjar las crisis internas que los aquejaban. Y al respecto, Domingo Faustino Sarmiento, cuyo hijo Dominguito de veintiún años había muerto en la batalla de Curupayty en 1866, sentenció: “Si hemos vencido fue porque hasta los niños paraguayos hemos matado”.

  

En homenaje a los Niños Mártires de Acosta Ñu

 

Al Soldado Desconocido

 

 

Oratorio a la Virgen Nuestra Señora Santa María de la Asunción

 

Dentro del recinto del Panteón se han fijado infinidad de placas honoríficas enviadas por gobernantes extranjeros, reyes y príncipes, algunas de las cuales procedieron del Gobierno, del Ministerio de Defensa y de la Fuerza Aérea Argentina.

 

Placa enviada por el Gobierno Argentino en 1991

 

 

Placas enviadas por el Ministerio de Defensa y la Fuerza Aérea de Argentina

  

Si bien Asunción del Paraguay había venido creciendo demográficamente por su elevada tasa de natalidad y ser un centro de inmigración por parte de la población del interior del país, no lo había hecho tanto como otras capitales latinoamericanas en virtud de que el Paraguay en su conjunto ha sido expulsor tanto hacia la Argentina y Brasil como hacia Estados Unidos o Europa. No obstante, continuaba siendo la ciudad más poblada contando con más de dos millones y medio de habitantes incluyendo su conurbano, de los seis millones y medio del total del país. 

 

Al fondo de la avenida Paraguayo Independiente se divisaba la Catedral Metropolitana

  

Asunción era conocida como la “Madre de Ciudades” porque durante la Conquista partieron desde ella varias expediciones con el objetivo de fundar otras ciudades del cono sur americano, entre ellas Buenos Aires por segunda vez, Corrientes, Santa Fe, Concepción del Bermejo, Santa Cruz de la Sierra, Santiago de Jerez y Ciudad Real.  

 

Plaza de Armas, en la intersección de la avenida Paraguayo Independiente y Alberdi

  

En el año 2008, el presidente Fernando Lugo y la intendenta de Asunción, María Evangelista -Evanhy- Troche Soler de Gallegos, fueron los encargados de correr el velo que escondía el escudo del municipio y la inscripción “Asunción, Madre de Ciudades y Cuna de la Libertad de América”, en el monumento realizado por el escultor Hermann Guggiari, en la plaza de Armas, frente al Congreso Nacional. La escultura totalmente metálica tenía forma de lapacho con una altura de doce metros por dos de diámetro, y la rodeaban cadenas rotas.

 

Monumento a Asunción, Madre de Ciudades

 

 

Congreso Nacional – Luego convertido en el Centro Cultural de la República “El Cabildo”

 

  

Asunción desde su fundación siempre fue la sede de los tres poderes de la Nación (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), además del centro cultural del país. 

 

Placa colocada por la Municipalidad de Asunción en 2009 frente al Antiguo Cabildo

  

En setiembre de 2011 hacía veinticuatro años y dos meses exactamente que yo había visitado Asunción por primera vez, momento en que todavía estaba a cargo del gobierno el dictador Alfredo Stroessner, quien ejerciera la presidencia del Paraguay desde 1954 hasta 1989. Y desde ya que todo había cambiado bastante, como por ejemplo el estado de las calles y la nueva edificación de altura, incluida alguna referida a la administración gubernamental. Sin embargo, la pobreza continuaba estando presente, allí nomás, frente a los grandes edificios de gobierno. Pero sí, ya se podían ver manifestaciones de protesta, que durante la dictadura hubieran sido decididamente suicidas. 

 

Ex colegio militar y nuevo Palacio legislativo

 

 

Detalle lateral del nuevo Parlamento Paraguayo

 

 

Palacio Legislativo

 

 

Vivienda en los terrenos bajos de la bahía de Asunción, sobre el parque de la Victoria

  

Frente a la plaza del Congreso venía creciendo el barrio conocido como La Chacarita, cuyo verdadero nombre era Ricardo Brugara, en honor a quien fuera llamado a principios del siglo XX “el abogado de los pobres”, un caudillo popular que formara parte de la Asociación Nacional Republicana y que se alzara como defensor de las clases desposeídas, cuyo pensamiento se sintetiza en muy pocas palabras: “Busco el bienestar de la clase obrera… y en ese ideal se concentran todos mis esfuerzos; enarbolo la bandera del desinterés en medio de este grosero materialismo que nos devora, y me creo con fuerzas suficientes para conjurar todas las tempestades que surgen a menudo en la desigual lucha del obrero y del capitalista.”

 

Barrio Ricardo Brugada (La Chacarita), entre la plaza del Congreso y la bahía  de Asunción

  

Frente al Parlamento se levantaba un campamento de protesta donde se acusaba a los congresistas de estafadores por utilizar los fondos públicos para sus candidaturas en lugar de asistir a las verdaderas necesidades del pueblo. 

 

Acampe de protesta frente al Parlamento,

haciendo especial mención al Arquitecto Gonzalo “Chalo” Garay

  

Muy cerca de allí se encontraba el Palacio de Gobierno, también llamado usualmente Palacio Presidencial o Palacio de López, por haber sido encargada su construcción por Francisco Solano López en terrenos que le pertenecían.

La edificación estuvo a cargo de arquitectos e ingenieros europeos que lo diseñaron de estilo neoclásico con cierta influencia palladiana; y los materiales de construcción procedieron de varios lugares del interior del Paraguay, como las piedras de las canteras de Emboscada y Altos, maderas de Ñeembucú y Yaguarón, ladrillos de Tacumbú, piezas de hierro fundidas de Ybycuí…

Diversos artistas europeos se encargaron de la decoración interior, mediante pinturas, esculturas, escaleras, espejos y muebles llevados desde París, que le daban carácter de suntuosidad. 

 

Frente del Palacio de López adornado con banderas paraguayas

  

Cuando el palacio ya estaba casi terminado, estalló la Guerra de la Triple Alianza, lo que obligó a Solano López a trasladarse a los campos de batalla, por lo que nunca llegó a habitarlo. Y en 1869 la escuadra brasileño-argentina lo bombardeó provocando serios daños, para luego saquearlo y confiscar los ornamentos y mobiliarios que fueran llevados a Brasil.

Después de muchos años de abandonado y luego de su restauración pudo concretarse su ocupación como sede del Gobierno Nacional en 1894. 

 

Parte posterior del Palacio de Lopez con jardines que daban a la bahía de Asunción

  

Siendo ya el mediodía, regresamos a las angostas callejuelas del Centro donde la actividad continuaba siendo intensa, pero no por eso había agitación alguna en los transeúntes. Todo se desarrollaba con una parsimonia semejante a la de las ciudades del norte de la Argentina, donde parecería existir todo el tiempo del mundo para realizar cada actividad.

 

Pleno centro capitalino con ritmo de pueblo

  

Almorzamos en uno de los pocos establecimientos populares de la calle principal y no nos quedó otra opción que ir a dormir la siesta, porque llegaba la hora del Yasi Yateré, y absolutamente todo se cerraba, hasta los bancos, cuyo horario de atención era de 8,30 a 13,30. 

 

Una calle céntrica a la hora del Yasi Yateré

 

 

Vista obtenida desde una de las ventanas del hotel

 

Evidentemente Asunción no contaba con grandes atractivos, pero su elevada temperatura durante la mayor parte del año, sus amplios espacios verdes, y el escaso ritmo de su gente, la hacían ideal para pasar unos pocos días de invierno, escapando de la fría y alocada Buenos Aires. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario