Al llegar nos hospedamos en un hotel sencillo, pero con piletas de agua
termal cubierta y descubierta para poder elegirlas en función del estado del
tiempo. Y antes de que se hiciera el mediodía, comencé a visitar diferentes
salones que pudieran ser sede del Encuentro.
Almorzamos, dormimos la siesta,
y como la temperatura era muy agradable, descansamos en el jardín mientras
Martín entraba y salía de la piscina permanentemente.
Cuando bajó el sol salimos a caminar por las calles céntricas que estaban repletas de negocios, en plena temporada turística, con predominio de contingentes de jubilados. Y a la noche, a una peña con empanadas y asado.
Mi mamá disfrutando de la cena en la peña
Sin embargo, a Martín, ni el agua termal, ni las chacareras que tanto
le gustaban, ni la parrillada que devoró en un santiamén, lo conformaron. Y
exigió ver lo que más le agradaba en todos los viajes: ¡las montañas! Pero allí
no las había, así que a pesar de que pretendíamos permanecer tranquilas
disfrutando del spa, tuvimos que contratar una excursión de día entero a la
provincia de Catamarca.
Nos pasaron a buscar alrededor de las seis de la mañana, y después de continuar la gira por varios hoteles más, tomamos el camino hacia Tucumán desde donde luego arribaríamos a nuestro destino.
En cuanto Martín vio las primeras montañas comenzó a
sonreir
Al ingresar a Catamarca, comenzamos a ascender lentamente la sierra de Ancasti, cordón montañoso que formaba parte integral de las sierras Pampeanas.
Ancasti significaba “nido de águilas”
en la lengua de los diaguitas
La sierra de Ancasti estaba constituida
por un basamento predominantemente metamórfico de grado medio y alto, y algunos
cuerpos graníticos y gabroides aislados. Sus faldas se encontraban pobladas de
lapachos, quebrachos, palos borrachos, y gran diversidad de plantas, gracias a
la humedad reinante.
Llegando a la cima del Ancasti
Y al llegar a la cima, nos encontramos
en el mirador, desde donde pudimos observar las poblaciones de los valles, como
también la sierra de Ambato, hacia el oeste.
Mirador en la cima de la sierra de
Ancasti
Desde allí comenzaba la cuesta del
Portezuelo, que. descendiendo hacia el oeste, nos permitiría el acceso a la
ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca.
Y esa cuesta fue la que diera origen a
la zamba de Polo Giménez “Paisaje de
Catamarca”, de gran fama en el ambiente del folklore nacional.
Homenaje a Polo Giménez con la letra de
su zamba “Paisaje de Catamarca”
Paisaje de Catamarca…
Con mil distintos tonos de verde…
Un pueblito aquí…
Otro más allá…
Y un camino largo que baja y se
pierde…
Ya las expectativas de Martín estaban
cubiertas, pero faltaba complacer a mi mamá que deseaba visitar el santuario de
la Virgen del Valle. Así que en cuanto llegamos a Catamarca Capital, nos
bajamos en la plaza principal, y junto con el resto del contingente, ingresamos
a la Basílica Catedral.
El templo era uno de los más
importantes en su tipo que existía en la Argentina. La fachada, pintada de un tono
rosado intenso, estaba enmarcada por dos altas torres en sus extremos laterales,
culminando con un reducido frontis triangular.
Una de las torres de la Catedral
Basílica de Catamarca
Desde el hallazgo de la Venerada Imagen
de Nuestra Señora del Valle, alrededor del año 1620, habían sido varios los
templos construidos en su honor, pero su casa definitiva terminó siendo la
catedral catamarqueña, inaugurada en 1869.
Escudo de Nuestra Señora del Valle
en el interior de la catedral
En agosto de 2010, tan solo un año
antes de nuestra visita, la Diócesis de Catamarca había cumplido los cien años
de su nacimiento como Iglesia Particular, por lo cual se habían hecho una serie
de actos que culminaron con una multitudinaria peregrinación de antorchas desde
el Predio Ferial hasta la Catedral, donde el Cardenal Francisco Javier
Errázuriz Ossa, enviado por Benedicto XVI, hizo entrega de la Rosa de Oro que
el Papa otorgara a Nuestra Señora del Valle. La Rosa de Oro era una
condecoración que databa del año 1049, y consistía en un rosal de oro con
flores y hojas, colocado en un vaso de plata renacentista en un estuche de
oropel con el escudo papal. El Papa la bendecía el cuarto domingo de Cuaresma,
la ungía con el Santo Crisma y se la incensaba, de modo que era un sacramental.
Rosa de Oro otorgada por Benedicto
XVI a la Virgen del Valle
Cuando se construyó la Catedral, se creó un
pequeño espacio para visitar a la Virgen en recogimiento y en silencio, pero
debido a la cantidad de gente que acudía, años más tarde se le destinó un
pequeño templo anexo sobre la sacristía del santuario. Ese Camarín conservaba
el estilo romántico, como el del resto de la Catedral.
Camarín de la Virgen del Valle,
Patrona Nacional del Turismo
Salimos de la Basílica, hicimos un paseo por la florida plaza 25 de Mayo, recorrimos algunos locales de artículos regionales y tuvimos un rápido almuerzo en uno de los restoranes de los alrededores, porque debíamos emprender la vuelta, ya que el camino era largo y difícil.
Plaza 25 de Mayo en San Fernando
del Valle de Catamarca
Durante el regreso volvimos a disfrutar del
paisaje montañoso, y ya cansados llegamos a Río Hondo con el único fin de sumergirnos
en el agua termal.
Martín (20) en la pileta cubierta
de agua termal
Al día siguiente la temperatura había bajado
considerablemente y soplaba un viento muy fuerte, pero aprovechamos para
visitar los alrededores de Las Termas. Y fue así, que llegamos hasta el Dique
Frontal Río Hondo, que se encontraba a tres kilómetros y medio aguas arriba del
puente sobre el río Dulce, que cruzaba la ciudad.
Desde el puente carretero de acceso por la
ruta nacional número 9 Juan Bautista Alberdi, se destacaba la imponente mole de
estructura mixta de tierra y hormigón destinada a contener el río, formando un gran
embalse que permitía a la vez controlar los caudales de evacuación. En el
sector de hormigón armado estaban las válvulas que permitían el paso regulado
de las aguas, las compuertas y la usina de la central hidroeléctrica que
funcionaba desde 1.976.
Mi mamá (87) junto al dique
frontal del embalse de Río Hondo
El espejo de agua recibía las aguas
superficiales que bajaban del Aconquija, por los ríos colectores principales,
como el Salí, Gastona, Medina, Mayo y Marapa de la vecina provincia de Tucumán.
Desde el murallón pudimos ver hacia un lado el
inmenso lago artificial, que cubría una superficie de treinta y tres mil hectáreas,
siendo el volumen máximo normal acumulado de mil setecientos cincuenta
hectómetros cúbicos, que semejaba un mar, en medio de un paisaje árido y
desolador.
El lago artificial desde el
murallón del dique frontal
Y hacia el otro lado, donde se encontraban las compuertas, una gran concentración de aves y diferentes actividades turísticas.
Concentración de aves en las rocas
cercanas a las compuertas del dique de Río Hondo
La presa fue construida con tres finalidades: riego, generación de energía y atenuación de crecidas, ya que en la zona se producían fuertes precipitaciones en el período estival con varios meses seguidos de sequía. Pero, además, el lago fue sembrado con alevinos de dorados, bogas, bagres, tarariras, sábalos y pejerreyes fomentando la pesca deportiva. Y todo eso había brindado un lugar de esparcimiento para la comunidad local, y fomentado el turismo de playa y el camping, así como la práctica de deportes como la motonáutica, el ski acuático y el remo, realizándose todos los años competencias nacionales e internacionales.
Vista panorámica del Dique Frontal
desde el murallón
En el entorno del lago se habían realizado obras de infraestructura como parquización, balnearios y quinchos.
Costanera del lago con palmeras
implantadas poco tiempo atrás
También estaba el Yacht Club del Faro y
tratando de darle mayor jerarquía al lugar, se había construido el Marina del
Faro Resort, un hotel de cuatro estrellas que pretendía ser un lugar de
descanso.
Yacht Club del Faro en la Villa
del Lago
Pero lo que realmente le había dado empuje a
las inversiones de la zona, era el autódromo, ya que se habían realizado
competencias internacionales que exigían nuevos y sofisticados servicios. Justamente
en ese preciso momento se encontraba en construcción el aeropuerto
internacional, lo que nos pareció un absurdo ya que Las Termas de Río Hondo se
encontraban a solo sesenta y cinco kilómetros del aeropuerto de Santiago del
Estero, y a ochenta del de San Miguel de Tucumán, pero todos decían que era
exigencia de las entidades que organizaban las competencias automovilísticas, y
que Cristina (Kirchner) los estaba ayudando, por lo que había ganado las
elecciones por amplísima mayoría.
Puerta de entrada al Autódromo
Termas de Río Hondo
El mayor problema en todo eso era que la
provincia de Santiago del Estero era una de las más pobres del país, con un
elevado porcentaje de la población bajo la línea de pobreza, y grandes
carencias de infraestructura para cubrir las necesidades básicas de la
población. Y las grandes inversiones estatales y privadas solo estaban
destinadas a las demandas de las grandes empresas que lucraban con un turismo
de elite que no dejaba prácticamente nada en el lugar salvo los desechos. Sin
embargo, la mayoría de la gente estaba esperanzada en que sería beneficioso
para todos, sin tener en cuenta que no se puede buscar la solución en quien
genera los problemas.
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