Grupo de folklore
nicaragüense bailando en las calles
Y antes de que anocheciera fuimos hasta el
lago Cocibolca o Nicaragua, en cuya orilla noroccidental se encontraban la
ciudad de Granada y el volcán Mombacho. Tenía una extensión de 8624 km2, siendo
el mayor de Nicaragua y el segundo en tamaño de América Latina, después del
Maracaibo en Venezuela.
Lago Cocibolca o
Nicaragua en Granada
En el interior del lago hay más de
cuatrocientas islas. En una de ellas, denominada Omepete, había dos volcanes,
el Concepción que se encontraba activo, y el Maderas que era un santuario de
flora y fauna. Era el único lago de agua dulce que albergaba especies marinas
como tiburones y peces sierra, ya que el río San Juan le servía como
desaguadero conectándolo con el mar Caribe.
El Malecón de la Amistad “Pablo Antonio Cuadra”, que bordeaba el lago era un lugar de recreo para personas de todos los niveles y edades. Sin embargo, el vertedero municipal “La Joya” estaba saturado y la contaminación de las aguas estaba comenzando a ser crítica debido a que varias comunidades habían sido afectadas por plaguicidas y agrotóxicos, a la basura que se depositaba en las costas, al fecalismo producto de los efluentes de los centros urbanos de sus costas y a los residuos industriales.
Malecón de la
Amistad “Pablo Antonio Cuadra”
Llegué al hotel, me di una ducha rápida y salí
a caminar por Granada. Y tanto por lo que me habían comentado como por lo que
veía en las calles, me sentí muy tranquila. Muchas casas tenían sus puertas
abiertas y no existían las rejas de seguridad que había visto en San José.
Peatonal de
Granada
La calle La Calzada era la que reunía la mayor cantidad de restoranes y barcitos, y todo otro tipo de comercios destinados al turismo.
Peatonal La
Calzada en preparativos para la noche
Y en cuanto se hizo de noche se colmó de gente que iba y venía y consumía todo tipo de comidas y bebidas en las diferentes opciones que se ofrecían. Si bien los precios eran muy bajos para mi presupuesto, comí en un lugar popular en una mesita en la calle para poder disfrutar de una noche en la calle sin temor a que me pasara nada. Todo era una verdadera fiesta, y a medianoche cuando me fui a dormir, todo continuaba.
Hotel –
restorán Darío
El domingo a la mañana me levanté tan temprano
que todavía no estaba el desayuno listo y me puse a hojear algunos libros de la
singular biblioteca del lobby del hotel, hecha con una vieja canoa. Muchos de
ellos estaban referidos a la historia de Nicaragua y a diferentes temas de
carácter artístico.
Biblioteca del hotel
Volví a la peatonal La Calzada, que a esa hora
estaba casi desierta. Todos descansaban de la movida de la noche.
La Calzada el
domingo 31 de julio a la mañana
Pasé nuevamente por el hotel restorán Darío,
que ocupaba una antigua mansión colonial. Y siendo de día pude tener una visión
más clara de su patio central con una hermosa fuente y gran cantidad y variedad
de plantas a su alrededor.
Patio del hotel restorán Darío
Continuando camino pude ver la cúpula de la
catedral, que era solo uno de los varios templos con que contaba Granada.
Cúpula de la
catedral
La catedral, como en toda ciudad hispanoamericana se encontraba frente a la plaza principal, que se denominaba Parque Colón.
Catedral frente al
Parque Colón
Caminando por la ciudad, a cada paso se podían
encontrar edificios antiguos, algunos de los cuales habrían sido construidos dos
siglos atrás, todos muy bien restaurados en los últimos años.
Antiguo edificio de
Granada
En 1989 Ernesto Cardenal y Dietmar Schönherr
fundaron la “Casa de los Tres Mundos”, promoviendo así proyectos culturales con
mejora de las condiciones de vida de los artistas de América Central. Y desde
1999, cuando el huracán Mitch devastó la región, además del crecimiento
artístico de niños y jóvenes, hubo también un proyecto de desarrollo en Malacatoya
y Granada. Allí se realizaban conciertos, exposiciones y lecturas, se daban
conferencias y organizaban teatro y bailes. También había cursos de idiomas,
simposios internacionales y festivales.
Casa de los Tres
Mundos
Alrededor de las diez de la mañana abrieron
los puestos de la plaza. Entonces aproveché para comprar algunas artesanías. Y
si bien siempre trato de que los regalos que llevo cumplan con tres condiciones
básicas, ser pequeños, livianos y baratos, cuando se trata de llevarles
recuerdos a mis nietas no hago caso a esos principios. Y fue así que les compré
a las cuatro niñas, sendas enormes muñecas con traje típico nicaragüense que me
obligaron a cargarlas en grandes bolsas.
Puestos de venta de
artesanías
De pronto el repique de las campanas anunciaba
la misa de once, y gran parte de los pobladores y turistas se dirigieron hacia
la catedral.
A las once comenzó el
movimiento con la misa
Y algunos, hicieron lustrar sus zapatos para
ingresar a la iglesia un poco más presentables. Todavía allí se utilizaban más
zapatos que zapatillas aun cuando el resto del atuendo fuera informal.
Allí todavía los
lustrabotas tenían trabajo
Pero a mí se me terminaba el tiempo ya que el
micro de vuelta a Costa Rica partiría al mediodía…
Jardín del hotel
donde me hospedé
Regresé al hotel y utilicé el desayuno a modo
de almuerzo, debido a la contundencia de lo que allí se servía.
Tomé un taxi hasta la oficina desde donde
partiría el micro y en el camino una mujer me pidió compartirlo, ya que iba al
hospital y no conseguía otro. Al margen de esa situación especial, en el pueblo
era costumbre que eso ocurriera.
El ómnibus venía de Managua y para mi
sorpresa, fue mucho más confortable que el que me había llevado el día
anterior.
A poco de andar cruzamos uno de los ríos de
pendiente hacia el Pacífico que se caracterizaban por su escasa longitud y
caudal.
Río de pendiente
hacia el Pacífico con vegetación exuberante
En la zona rural todavía muchos establecimientos
utilizaban bueyes como fuerza de tiro, lo que era muy común en muchos países
latinoamericanos demostrando su bajo nivel de desarrollo.
Bueyes en
establecimientos rurales
Justamente por esos niveles de desarrollo a
estos países se los solía denominar despectivamente “bananeros”, ya que sus
producciones estaban absolutamente ligadas a empresas extranjeras explotadoras
de mano de obra, y con una gran dependencia de las exportaciones de este rubro.
Plantación de
bananas en el sur nicaragüense
Y con la vista perdida en el gran lago
Nicaragua y en sus volcanes, que se divisaban a lo lejos, entre las localidades
de Belén y Rivas, el viaje continuó sin inconvenientes hasta cruzar la frontera
hacia Costa Rica.
Pero había sido un hermoso día de domingo en
el cual mucha gente había salido a pasarlo al aire libre, por lo que al llegar
al área metropolitana de San José, el tránsito se puso muy pesado y llegamos al
anochecer.
Ya en el hotel pedí algo liviano para comer, tan solo un pequeño sanguchito, pero me trajeron algo enorme, ¡y con papas fritas!
Algo livianito para
cenar
En la mañana del lunes salí a comprar más
recuerdos y regalos, eligiendo todo tipo de objetos con formas o dibujos de
animales y en lo posible, la leyenda PURA VIDA.
Sonia y Clarita habían partido hacia la Argentina
el día anterior, y yo tenía pasaje para esa tarde. Fui al aeropuerto con
suficiente tiempo y me informaron que la escala en Panamá estaba asegurada pero
el tramo a Buenos Aires dependía de la presencia de cenizas volcánicas en los
aeropuertos. Yo pensaba: “-Estuve dos semanas en área de volcanes y justamente
voy a tener problemas justo en un lugar donde no los hay”. Pero hacía ya dos
meses que el volcán Puyehue de la Patagonia chilena había entrado en actividad
con erupciones y las cenizas llegaban al río de la Plata por predominar el
viento pampero, del sudoeste.
En Panamá la temperatura era de 36ºC con una
terrible humedad, lo que para mí resultaba insoportable. Pero por suerte,
confirmaron el vuelo.
Dormí casi toda la noche a pesar de la turbulencia y de la pésima atención de COPA. Y al bajar en el aeropuerto de Ezeiza a primera hora de la mañana siguiente, ¡hacían solo 2ºC! Así que entre el cambio brusco de temperatura y las cenizas que permanecieron en el aire durante mucho tiempo, estuve con bronquitis durante todo el mes de agosto.
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