domingo, 30 de julio de 2023

En micro de Iguazú a Buenos Aires

   Muchas veces me han criticado el hecho de que yo prefiriera viajar por tierra, siempre que fuera posible, en lugar de hacerlo por aire. Y en realidad, me encanta volar, pero no tanto en grandes aviones de línea desde los cuales muy pocas veces puedo ver algo. Y si lo logro, consiguiendo una ventanilla que esté lejos del ala, muchas veces las nubes no me permiten ver la superficie terrestre. Pero aun cuando todo eso fuera posible, y el paisaje me pareciera fascinante, me pierdo los detalles que me permiten tener una idea más aproximada de cada lugar, como puede hacerse desde el transporte terrestre. Y este es un artículo que pretende mostrar todo lo que uno se pierde cuando vuela entre Iguazú y Buenos Aires.

El lunes 3 de octubre de 2011 a las 13,45, partí junto con Omar desde la terminal de ómnibus de Puerto Iguazú en el micro de la empresa Crucero del Norte. Y si bien, no era nuestra costumbre, tratándose de un camino tan bonito, para poder tomar fotografías, elegimos sentarnos en los primeros asientos del piso superior.

Tomamos la ruta nacional número 12, que iba siguiendo el curso del Alto Paraná. Y por allí circulamos hasta la ciudad de Posadas en que nos desviamos hacia el sudeste para tomar la ruta nacional número 14, que bordeaba el río Uruguay, hasta el sur de la provincia de Entre Ríos. Luego cruzamos el puente Zárate-Brazo Largo, y ya en la provincia de Buenos Aires, continuamos por la ruta nacional número 9 o Panamericana, hasta llegar a la ciudad de Buenos Aires.  

 

Mapa del tramo misionero de la ruta nacional número 12

  

Y a poco de andar comenzamos a ver el deterioro que sufría la selva o bosque subtropical. Como se trataba de una vegetación exuberante, pero escalonada hasta llegar a los ochocientos metros sobre el nivel del mar en el oriente de la provincia de Misiones, los biogeógrafos discutían si se trataba de un bosque subtropical o de una selva. Y los más coincidían que el rango de selva se le podía dar solo a la vegetación de los pisos inferiores, donde la diversidad de especies era mayor.  

Deterioro de la selva o bosque subtropical en las cercanías de Puerto Iguazú

  

Dicho deterioro tenía que ver con el intento de ganar tierras para la producción agropecuaria o bien para la creación de bosques artificiales, homogéneos y con especies de rápido crecimiento.

Entonces, con un ánimo de autosuficiencia y posibilismo extremo, se talaba un sector de la selva utilizando tractores con cadenas para tirar abajo los árboles, se quemaba con la técnica de rozado y se preparaba para próximas actividades. Claro que antes de aplicar el fuego, salían camionadas de buena madera, de las que se obtenían importantes sumas de dinero. Y dicha preparación consistía en la recuperación de la cobertura vegetal a partir de la plantación de especies que se denominaban “cicatrizantes”, que tenían la ventaja de crecer más rápidamente, como el ambay, el pata de buey, y el pasto elefante, entre otras. La función era dar sombra para que otras especies que no resistieran tanto el sol directo, pudieran prosperar. A estos espacios, en la región del Alto Paraná, se lo denominaba “capuera”. 

Hacia atrás la selva, y adelante la capuera

  

En la mayor parte de la provincia de Misiones, cuando se talaba la selva autóctona, compuesta por diversidad de especies de gran valor por su dureza y finura, como el peterebí, el palo rosa, el viraró, el cedro misionero, el guatambú, los lapachos, y diferentes palmeras, entre ellas el palmito, se reemplazaba por monocultivo de pinos, útiles para las empresas madereras y las papeleras.

Y si bien el gran cury, o Araucaria angustifolia, conífera de gran porte, se encontraba en los pisos más elevados de ese bosque subtropical, la habían plantado a la vera de los principales caminos logrando un monocultivo sin fauna, por lo que se denominaba “bosque muerto”, ya que, debido a la cantidad de plaguicidas utilizados, a las aves y otros animales propios del lugar, se les imposibilitaba su existencia.  

Bosque artificial de Araucaria angustifolia

  

La otra plantación que había reemplazado a la biodiversidad anterior ha sido la del Pinus Taeda o pino piñatero. La razón principal era que crecía muy rápidamente y antes de ser utilizado como poste o tablón, podían ralearse las ramas con el fin de enviar materia prima a las papeleras de la zona. 

Monocultivo de Pinus Taeda o pino piñatero, madera blanda y de mala calidad

  

Yo había recorrido esta zona por primera vez en el mes de julio de 1973, cuando el tramo Puerto Iguazú-Wanda era de tierra, lo que lo hacía absolutamente intransitable los días de lluvia, que eran muchos, ya que las precipitaciones rondaban alrededor de 2.000 mm al año, y de manera torrencial, pero la selva cubría la ruta como una enorme pérgola natural. Y si bien por un lado me seguía agradando atravesar ese camino, por otra parte, me daban ganas de llorar recordando lo que había sido y ya se había perdido irremediablemente. 

El tramo entre Puerto Iguazú y Eldorado presentaba la selva raleada y fuertes pendientes

  

La selva se había desarrollado sobre un manto de suelo rojizo de treinta centímetros de espesor, denominado “laterita”. Dicho término era una deformación de la palabra “alterita” que expresaba la alteración o transformación del hierro y alúmina en óxido, de ahí su tonalidad.

La exuberante cubierta vegetal actuaba como una esponja reteniendo el agua de las abundantes y torrenciales precipitaciones de la región. Y su desaparición no solo ocasionaba graves procesos de erosión que habían dejado la roca madre granítica al descubierto, sino que, además, aceleraban la escorrentía siendo la causa principal de mayores inundaciones.

Pero los negocios habían sido demasiado atractivos como para que la opinión de los especialistas y los movimientos ambientalistas tuvieran incidencia en las decisiones, que si bien generaban los principales beneficios en empresas privadas, los estados provincial y nacional, representantes de los grandes capitalistas, las amparaban mediante diferentes acciones. 

Camión cargando troncos en la Ruta Nacional número 12, entre Esperanza y Victoria

  

Al llegar a Colonia Victoria, una localidad fundada por ingleses en 1933, y llamada así en honor a la reina Victoria, se hacía pesaje de camiones. Pero muy a pesar de eso, la ruta se deterioraba constantemente por el exceso de peso.

Las principales actividades económicas desarrolladas en la zona de Victoria eran la forestal, y el cultivo de citrus y de yerba mate. 

Pesaje de camiones al llegar a Colonia Victoria

  

Una de las ciudades más importantes de la región era Eldorado, fundada en 1919 por Adolfo Julio Schwelm, como centro de colonización europea, predominando alemanes, suizos, holandeses, ucranianos, daneses y polacos.

La ciudad se desarrolló a lo largo de una carretera conocida como “picada maestra”, actualmente avenida San Martín, y extendida a lo largo de doce kilómetros comenzando desde el río. Y justo en el KM 6, se cruzaba con la ruta nacional número 12.

Fue diseñada para la producción agrícola. Sin embargo, a fines del siglo XX, ya la principal actividad económica era la forestal. La ciudad contaba con más de setenta aserraderos de los casi cuatrocientos que había en la provincia, además de laminadoras y fábricas de muebles.

Los productos derivados de la madera se exportaban a diferentes países del hemisferio norte, por lo que se le diera el título de Capital de la Madera. Pero también existían plantas de celulosa como la de Puerto Piray, muy próxima a Eldorado y la de Puerto Esperanza, cercana a Wanda, que eran abastecidas con las materias primas del bosque misionero.

Otras industrias se dedicaban a la elaboración del aceite de tung, de jugos cítricos, y consistían en secaderos y molinos yerbateros. 

Cruce de la ruta 12 con el KM 6 del camino sobre el cual se extendía Eldorado

  

El Grupo Ecologista Cuña Pirú publicó un informe donde se consideraba que en la provincia de Misiones se talaban más de treinta hectáreas de monte por día, es decir, que desaparecían doce mil hectáreas al año. Y que originariamente el territorio provincial contaba con dos millones setecientas mil hectáreas de selva subtropical, quedando para el año 2005, menos de la mitad.   

Área mixta donde convivían la selva con las nuevas plantaciones de pinos

  

Las lluvias torrenciales, las pendientes y lo angosto de la calzada por donde circulaban gran cantidad de camiones, la mayoría de ellos con grandes cargas de maderas, han hecho que esta ruta se caracterizara por el alto grado de accidentalidad. Por lo tanto. para disminuir los riesgos, en algunos tramos habían agregado un segundo carril alternadamente en cada mano de la ruta. 

Tramo de dos carriles en la mano en dirección a Posadas

  

Pero en ciertos sectores, la falta de demarcación y la tierra arcillosa que cubría el asfalto la convertían en una verdadera pista enjabonada durante los días de lluvia. 

Suelos lateríticos arcillosos que convertían a las banquinas en un barrial

  

La provincia siempre se había caracterizado por la pobreza rural extrema, pero el proceso de reforestación, seguido de la deforestación previa, había pauperizado más aun a las familias, que eran reemplazadas por pinos, obligándolas a migrar a los centros urbanos, formando así cada vez mayores cordones de marginalidad, muy a pesar del argumento de las empresas forestales que prometían gran cantidad de puestos de trabajo. De esa manera las empresas se habían quedado con las tierras dando lugar a la latifundización promovida por el estado a través de subsidios. 

Población rural en vías de extinción que pasará a conformar los cinturones de pobreza urbana

  

Por otra parte, las condiciones de trabajo de los obreros forestales eran realmente deplorables. No solo por los contratos informales y discontinuos, sino que los agrotóxicos que se aplicaban eran de los más dañinos para la salud humana, y no se les brindaba a los trabajadores una mínima norma de seguridad como ropa adecuada y máscaras. Desde ya que a los que presentaban quejas no se les ofrecía más trabajo.

Pero, además, la falta de conocimiento hacía que, al llegar al hogar, la ropa de trabajo, absolutamente contaminada fuera lavada junto con las demás prendas del grupo familiar, muy cargado de niños en la mayoría de los casos.  

La ropa de trabajo se mezclaba con las prendas del resto de la familia

  

A medida que avanzábamos aumentaba la densidad de camiones en ambos sentidos de la carretera, lo que comenzaba a complicar el tránsito. 

Camiones en las pendientes pronunciadas de la ruta 12

  

Y durante un largo rato los choferes del micro no tuvieron más remedio que permanecer detrás de uno de los camiones, ya que el doble carril se encontraba en la otra mano de la carretera, y era demasiado riesgoso adelantarse. 

Con mucha paciencia permanecimos largo rato detrás del camión

  

Pero al margen de los problemas de tránsito que generaban, un integrante de Cuña Pirú, definió a esos camiones como “…carros fúnebres que pasean al monte sobre ruedas”. 

Camión ingresando a la ruta en las proximidades de una curva cerrada

  

Era realmente chocante observar la homogeneización del paisaje en una región que justamente se había distinguido por su biodiversidad. Pero la rentabilidad económica se basaba en los bosques de una misma especie, la mayoría de los cuales eran pinos de origen norteamericano, con el fin de simplificar las tareas de procesamiento y unificar los mercados. 

Homogeneización del paisaje mediante la plantación de pinos

  

Cada vez se hacían más frecuentes los aserraderos, verdaderos cementerios del bosque, donde podían observarse grandes pilas de árboles del mismo tipo.  

Aserradero ubicado a la vera de las plantaciones

  

Avanzando en el camino, y ya a algo más de ciento veinte kilómetros de Iguazú, ingresamos a la ciudad de Montecarlo, conocida como la Capital Nacional de la Orquídea, también producto de la inmigración alemana, aunque de un tamaño mucho menor que Eldorado.  

Montecarlo, Capital Nacional de la Orquídea

  

Más al sur, arribamos a Puerto Rico, característica por la cantidad de lapachos y palmeras en sus calles, y también colonizada por alemanes en las primeras décadas del siglo XX. 

Calle de la ciudad de Puerto Rico, en la provincia de Misiones

  

El paisaje se mantuvo tal cual, hasta llegar a Garupá, localidad cercana a la ciudad de Posadas, donde la empresa Crucero del Norte tenía su terminal propia, su taller, panadería y comedor. Y allí bajamos para cenar, momento a partir del cual se hizo de noche y no pude tomar más fotografías, pero no por eso dejé de prestar atención sobre el camino.

Pasamos por la terminal de ómnibus de Posadas, y luego nos dirigimos hacia el sudeste para tomar la ruta nacional número 14, que bordeaba el río Uruguay.

Siendo ya muy tarde me dormí. Pero al pasar la localidad de Paso de los Libres, en la provincia de Corrientes, me volví a despertar a causa de las constantes frenadas, debidas a que el tránsito había aumentado su densidad de una manera desmedida por la cantidad de camiones de gran longitud procedentes de Brasil. Y si bien muchos llamaban a ese tramo la “Ruta del Mercosur”, otro apelativo era lamentablemente más representativo, y era el de “Ruta de la Muerte”, debido a la cantidad y gravedad de los accidentes que registraba.

Recién al sur de Entre Ríos, la 14 se convertía en autopista, lo que me generó nuevamente cierta tranquilidad como para conciliar el sueño. Pero ya faltaba relativamente poco para que amaneciera, y a primera hora de la mañana estábamos llegando a la terminal de ómnibus de Retiro en la ciudad de Buenos Aires, después de diecisiete horas de un interesante e instructivo recorrido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario