El lunes 3 de octubre de 2011 a las 13,45, partí
junto con Omar desde la terminal de ómnibus de Puerto Iguazú en el micro de la
empresa Crucero del Norte. Y si bien, no era nuestra costumbre, tratándose de
un camino tan bonito, para poder tomar fotografías, elegimos sentarnos en los
primeros asientos del piso superior.
Tomamos la ruta nacional número 12, que iba siguiendo el curso del Alto Paraná. Y por allí circulamos hasta la ciudad de Posadas en que nos desviamos hacia el sudeste para tomar la ruta nacional número 14, que bordeaba el río Uruguay, hasta el sur de la provincia de Entre Ríos. Luego cruzamos el puente Zárate-Brazo Largo, y ya en la provincia de Buenos Aires, continuamos por la ruta nacional número 9 o Panamericana, hasta llegar a la ciudad de Buenos Aires.
Mapa del tramo misionero de la ruta nacional número 12
Y a poco de andar comenzamos a ver el deterioro que sufría la selva o bosque subtropical. Como se trataba de una vegetación exuberante, pero escalonada hasta llegar a los ochocientos metros sobre el nivel del mar en el oriente de la provincia de Misiones, los biogeógrafos discutían si se trataba de un bosque subtropical o de una selva. Y los más coincidían que el rango de selva se le podía dar solo a la vegetación de los pisos inferiores, donde la diversidad de especies era mayor.
Deterioro de la selva o
bosque subtropical en las cercanías de Puerto Iguazú
Dicho deterioro tenía que ver con el intento
de ganar tierras para la producción agropecuaria o bien para la creación de
bosques artificiales, homogéneos y con especies de rápido crecimiento.
Entonces, con un ánimo de autosuficiencia y
posibilismo extremo, se talaba un sector de la selva utilizando tractores con
cadenas para tirar abajo los árboles, se quemaba con la técnica de rozado y se preparaba
para próximas actividades. Claro que antes de aplicar el fuego, salían
camionadas de buena madera, de las que se obtenían importantes sumas de dinero.
Y dicha preparación consistía en la recuperación de la cobertura vegetal a
partir de la plantación de especies que se denominaban “cicatrizantes”, que
tenían la ventaja de crecer más rápidamente, como el ambay, el pata de buey, y
el pasto elefante, entre otras. La función era dar sombra para que otras
especies que no resistieran tanto el sol directo, pudieran prosperar. A estos
espacios, en la región del Alto Paraná, se lo denominaba “capuera”.
Hacia atrás la selva, y
adelante la capuera
En la mayor parte de la provincia de Misiones,
cuando se talaba la selva autóctona, compuesta por diversidad de especies de
gran valor por su dureza y finura, como el peterebí, el palo rosa, el viraró,
el cedro misionero, el guatambú, los lapachos, y diferentes palmeras, entre
ellas el palmito, se reemplazaba por monocultivo de pinos, útiles para las
empresas madereras y las papeleras.
Y si bien el gran cury, o Araucaria angustifolia, conífera de gran porte, se encontraba en los pisos más elevados de ese bosque subtropical, la habían plantado a la vera de los principales caminos logrando un monocultivo sin fauna, por lo que se denominaba “bosque muerto”, ya que, debido a la cantidad de plaguicidas utilizados, a las aves y otros animales propios del lugar, se les imposibilitaba su existencia.
Bosque
artificial de Araucaria angustifolia
La otra plantación que había reemplazado a la biodiversidad anterior ha sido la del Pinus Taeda o pino piñatero. La razón principal era que crecía muy rápidamente y antes de ser utilizado como poste o tablón, podían ralearse las ramas con el fin de enviar materia prima a las papeleras de la zona.
Monocultivo
de Pinus Taeda o pino piñatero, madera blanda y de mala calidad
Yo había recorrido esta zona por primera vez
en el mes de julio de 1973, cuando el tramo Puerto Iguazú-Wanda era de tierra,
lo que lo hacía absolutamente intransitable los días de lluvia, que eran
muchos, ya que las precipitaciones rondaban alrededor de 2.000 mm al año, y de
manera torrencial, pero la selva cubría la ruta como una enorme pérgola
natural. Y si bien por un lado me seguía agradando atravesar ese camino, por
otra parte, me daban ganas de llorar recordando lo que había sido y ya se había
perdido irremediablemente.
El
tramo entre Puerto Iguazú y Eldorado presentaba la selva raleada y fuertes
pendientes
La selva se había desarrollado sobre un manto
de suelo rojizo de treinta centímetros de espesor, denominado “laterita”. Dicho término era una
deformación de la palabra “alterita”
que expresaba la alteración o transformación del hierro y alúmina en óxido, de
ahí su tonalidad.
La exuberante cubierta vegetal actuaba como
una esponja reteniendo el agua de las abundantes y torrenciales precipitaciones
de la región. Y su desaparición no solo ocasionaba graves procesos de erosión
que habían dejado la roca madre granítica al descubierto, sino que, además,
aceleraban la escorrentía siendo la causa principal de mayores inundaciones.
Pero los negocios habían sido demasiado
atractivos como para que la opinión de los especialistas y los movimientos
ambientalistas tuvieran incidencia en las decisiones, que si bien generaban los
principales beneficios en empresas privadas, los estados provincial y nacional,
representantes de los grandes capitalistas, las amparaban mediante diferentes
acciones.
Camión
cargando troncos en la Ruta Nacional número 12, entre Esperanza y Victoria
Al llegar a Colonia Victoria, una localidad
fundada por ingleses en 1933, y llamada así en honor a la reina Victoria, se
hacía pesaje de camiones. Pero muy a pesar de eso, la ruta se deterioraba
constantemente por el exceso de peso.
Las principales actividades económicas
desarrolladas en la zona de Victoria eran la forestal, y el cultivo de citrus y
de yerba mate.
Pesaje
de camiones al llegar a Colonia Victoria
Una de las ciudades más importantes de la
región era Eldorado, fundada en 1919 por Adolfo Julio Schwelm, como centro de
colonización europea, predominando alemanes, suizos, holandeses, ucranianos,
daneses y polacos.
La ciudad se desarrolló a lo largo de una
carretera conocida como “picada maestra”, actualmente avenida San Martín, y
extendida a lo largo de doce kilómetros comenzando desde el río. Y justo en el
KM 6, se cruzaba con la ruta nacional número 12.
Fue diseñada para la producción
agrícola. Sin embargo, a fines del siglo XX, ya la principal actividad
económica era la forestal. La ciudad contaba con más de setenta aserraderos de
los casi cuatrocientos que había en la provincia, además de laminadoras y
fábricas de muebles.
Los productos derivados de la
madera se exportaban a diferentes países del hemisferio norte, por lo que se le
diera el título de Capital de la Madera.
Pero también existían plantas de celulosa como la de Puerto Piray, muy próxima
a Eldorado y la de Puerto Esperanza, cercana a Wanda, que eran abastecidas con
las materias primas del bosque misionero.
Otras industrias se dedicaban a la elaboración
del aceite de tung, de jugos cítricos, y consistían en secaderos y molinos
yerbateros.
Cruce
de la ruta 12 con el KM 6 del camino sobre el cual se extendía Eldorado
El Grupo Ecologista Cuña Pirú publicó un
informe donde se consideraba que en la provincia de Misiones se talaban más de
treinta hectáreas de monte por día, es decir, que desaparecían doce mil
hectáreas al año. Y que originariamente el territorio provincial contaba con
dos millones setecientas mil hectáreas de selva subtropical, quedando para el
año 2005, menos de la mitad.
Área
mixta donde convivían la selva con las nuevas plantaciones de pinos
Las lluvias torrenciales, las pendientes y lo
angosto de la calzada por donde circulaban gran cantidad de camiones, la
mayoría de ellos con grandes cargas de maderas, han hecho que esta ruta se
caracterizara por el alto grado de accidentalidad. Por lo tanto. para disminuir
los riesgos, en algunos tramos habían agregado un segundo carril alternadamente
en cada mano de la ruta.
Tramo de dos carriles en la
mano en dirección a Posadas
Pero en ciertos sectores, la falta de
demarcación y la tierra arcillosa que cubría el asfalto la convertían en una
verdadera pista enjabonada durante los días de lluvia.
Suelos lateríticos
arcillosos que convertían a las banquinas en un barrial
La provincia siempre se había caracterizado
por la pobreza rural extrema, pero el proceso de reforestación, seguido de la
deforestación previa, había pauperizado más aun a las familias, que eran
reemplazadas por pinos, obligándolas a migrar a los centros urbanos, formando
así cada vez mayores cordones de marginalidad, muy a pesar del argumento de las
empresas forestales que prometían gran cantidad de puestos de trabajo. De esa
manera las empresas se habían quedado con las tierras dando lugar a la
latifundización promovida por el estado a través de subsidios.
Población rural en vías de
extinción que pasará a conformar los cinturones de pobreza urbana
Por otra parte, las condiciones de trabajo de
los obreros forestales eran realmente deplorables. No solo por los contratos
informales y discontinuos, sino que los agrotóxicos que se aplicaban eran de
los más dañinos para la salud humana, y no se les brindaba a los trabajadores
una mínima norma de seguridad como ropa adecuada y máscaras. Desde ya que a los
que presentaban quejas no se les ofrecía más trabajo.
Pero, además, la falta de conocimiento hacía
que, al llegar al hogar, la ropa de trabajo, absolutamente contaminada fuera
lavada junto con las demás prendas del grupo familiar, muy cargado de niños en
la mayoría de los casos.
La ropa de trabajo se
mezclaba con las prendas del resto de la familia
A medida que avanzábamos aumentaba la densidad
de camiones en ambos sentidos de la carretera, lo que comenzaba a complicar el
tránsito.
Camiones
en las pendientes pronunciadas de la ruta 12
Y durante un largo rato los choferes del micro
no tuvieron más remedio que permanecer detrás de uno de los camiones, ya que el
doble carril se encontraba en la otra mano de la carretera, y era demasiado
riesgoso adelantarse.
Con
mucha paciencia permanecimos largo rato detrás del camión
Pero al margen de los problemas de tránsito
que generaban, un integrante de Cuña Pirú, definió a esos camiones como “…carros fúnebres que pasean al monte sobre
ruedas”.
Camión
ingresando a la ruta en las proximidades de una curva cerrada
Era realmente chocante observar la
homogeneización del paisaje en una región que justamente se había distinguido
por su biodiversidad. Pero la rentabilidad económica se basaba en los bosques
de una misma especie, la mayoría de los cuales eran pinos de origen
norteamericano, con el fin de simplificar las tareas de procesamiento y
unificar los mercados.
Homogeneización
del paisaje mediante la plantación de pinos
Cada vez se hacían más frecuentes los aserraderos, verdaderos cementerios del bosque, donde podían observarse grandes pilas de árboles del mismo tipo.
Aserradero
ubicado a la vera de las plantaciones
Avanzando en el camino, y ya a algo más de
ciento veinte kilómetros de Iguazú, ingresamos a la ciudad de Montecarlo,
conocida como la Capital Nacional de la Orquídea, también producto de la
inmigración alemana, aunque de un tamaño mucho menor que Eldorado.
Montecarlo,
Capital Nacional de la Orquídea
Más al sur, arribamos a Puerto Rico,
característica por la cantidad de lapachos y palmeras en sus calles, y también
colonizada por alemanes en las primeras décadas del siglo XX.
Calle
de la ciudad de Puerto Rico, en la provincia de Misiones
El paisaje se mantuvo tal cual, hasta llegar a
Garupá, localidad cercana a la ciudad de Posadas, donde la empresa Crucero del
Norte tenía su terminal propia, su taller, panadería y comedor. Y allí bajamos
para cenar, momento a partir del cual se hizo de noche y no pude tomar más
fotografías, pero no por eso dejé de prestar atención sobre el camino.
Pasamos por la terminal de ómnibus de Posadas,
y luego nos dirigimos hacia el sudeste para tomar la ruta nacional número 14,
que bordeaba el río Uruguay.
Siendo ya muy tarde me dormí. Pero al pasar la
localidad de Paso de los Libres, en la provincia de Corrientes, me volví a
despertar a causa de las constantes frenadas, debidas a que el tránsito había
aumentado su densidad de una manera desmedida por la cantidad de camiones de
gran longitud procedentes de Brasil. Y si bien muchos llamaban a ese tramo la “Ruta del Mercosur”, otro apelativo era
lamentablemente más representativo, y era el de “Ruta de la Muerte”, debido a la cantidad y gravedad de los
accidentes que registraba.
Recién al sur de Entre Ríos, la 14 se convertía en autopista, lo que me generó nuevamente cierta tranquilidad como para conciliar el sueño. Pero ya faltaba relativamente poco para que amaneciera, y a primera hora de la mañana estábamos llegando a la terminal de ómnibus de Retiro en la ciudad de Buenos Aires, después de diecisiete horas de un interesante e instructivo recorrido.
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