miércoles, 8 de enero de 2020

Cuando Congreso se hizo humo…






Hacia principios de abril de 2008, se produjeron en la zona del Delta del Paraná cerca de trescientos focos de incendios de pastizales, que, por acción de los vientos predominantes, no sólo que se desplazaron por las rutas cercanas ocasionando accidentes fatales, además de la cantidad de heridos, y dañaron a gran parte de la población contaminándola ocasionando problemas respiratorios, entre otras consecuencias en la salud, sino que cubrieron gran parte del territorio uruguayo, llegando a la ciudad de Buenos Aires, y particularmente a la zona de Congreso.

Martín frente al monumento a los Dos Congresos desde la avenida Entre Ríos


Vista de la plaza de los Dos Congresos desde la calle Hipólito Yrigoyen


Edificio del Congreso de la Nación desde la calle Hipólito Yrigoyen


Vista de la plaza Mariano Moreno desde la avenida Rivadavia


Dicha práctica, denominada rozado, que consistía en quemar los pastizales para generar una inmediata fertilidad en los suelos, si bien estaba prohibida por sus consecuencias negativas a mediano y largo plazo, era de uso habitual entre gran parte de los productores. Pero en esta ocasión, debido al conflicto existente a causa de la resolución ciento veinticinco, que consistía en un sistema de movilidad en aumentos en las tasas de retención a las exportaciones de la soja y el girasol en grano sin industrializar, esto fue sospechado de ser una acción deliberada que complementaba el paro agropecuario dispuesto por los terratenientes. Esa resolución había sido anunciada por Martín Lousteau, quien renunciara pocos días después a su cargo de Ministro de Economía.
Los ruralistas habían diseñado un movimiento de larga duración, recurriendo a bloqueos de rutas, vías férreas, puentes, puertos, movilizaciones callejeras, suspensión de cadena de pagos y ataques a transportistas, entre otras acciones, incluyendo la imposibilidad del paso de una ambulancia lo que derivó en el fallecimiento del paciente que transportaba. Rompieron vidrios de otras ambulancias y cometieron una serie de desmanes con agresiones hasta con una embarazada. Incluso hubo uso de armas de fuego que atacaron a balazos a quienes transportaban hacienda. Todo para impedir que los alimentos llegaran a las grandes ciudades. Sin embargo, estos desmanes fueron inadvertidos para los medios de comunicación nacionales. Las medidas de fuerza fueron anunciadas por tiempo indeterminado, y quedaron cortados los servicios de ómnibus de larga distancia entre las principales ciudades del país. Además de producirse actos de violencia entre los defensores del gobierno y los opositores autodenominados “el campo” (los terratenientes).
Entre los contrarios al paro agropecuario se encontraban Luis D’Elía, líder de la Federación Trabajo y Vivienda de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), Emilio Pérsico, por el Movimiento Evita, el Movimiento Libres del Sur dirigido por Humberto Tumini, y el Frente Transversal Nacional y Popular liderado por el diputado Edgardo Depetri (piqueteros parias).
La Federación Agraria Argentina tuvo la iniciativa de juntar firmas para convocar a un plebiscito exigiendo nuevas elecciones; la presidenta Cristina convocó al diálogo pidiendo a los empresarios el levantamiento del paro; las Madres de Plaza de Mayo criticaron duramente el paro; y la Iglesia Católica pidió su levantamiento preocupada por el desabastecimiento y la fragmentación social; la Unión Industrial Argentina apoyó el discurso de la presidenta y pidió un modelo económico que promoviera la industria generadora de valor agregado. También hubo cacerolazos en los barrios de Belgrano, Recoleta y Caballito por parte tanto de quienes eran propietarios de campos como de los que habían invertido en fondos bancarios relacionados con dichas explotaciones. El Gobierno propuso compensar a los pequeños y medianos empresarios y fomentar la producción lechera y ganadera, amenazada por la expansión de la soja. Pero los terratenientes acordaron continuar con el paro. La Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas (COMAFRU) denunció que el sector estaba sufriendo graves pérdidas debido a los bloqueos de rutas y exigió que las asociaciones patronales buscaran formas de protesta que no dañaran a otros sectores de la población.
Para fines de marzo el desabastecimiento de alimentos en los grandes centros urbanos, especialmente de leche y carne siguió agravándose con aumentos de hasta el cien por ciento en los precios de algunos productos, se perdieron más de seis millones de litros de leche y dos millones de kilos de frutas y verduras, además de sacrificarse más de un millón de pollos.
Eduardo Buzzi, Presidente de la Federación Agraria Argentina, dijo con orgullo “Hemos demostrado que se puede desabastecer…” Por otra parte, las dos centrales sindicales (CGT y CTA), el Frente para la Victoria, varias organizaciones de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, la Agrupación HIJOS y las Abuelas de Plaza de Mayo, convocaron a una marcha en apoyo del gobierno, a principios de abril.
Poco después de declarada la tregua y mientras el gobierno y las entidades patronales mantenían tensas negociaciones es que se inició el incendio que tuvo efecto sobre el conflicto. Y si bien hubo opiniones que relacionaban estos incendios con las modalidades de la producción agropecuaria en la Argentina, aunque fuera ilegal, los dirigentes de la Federación Agraria Argentina habían sostenido que la “quema era natural” y que formaba parte de una “técnica para el aprovechamiento del pastizal”. Pero otros ruralistas como el Presidente de la Sociedad Rural de San Pedro, habían cuestionado ese punto de vista, y habían sostenido que era ilógico quemar pastizales antes de primavera, llegando a sospechar que esto fuera prendido a propósito. La Secretaría de Medio Ambiente informó que el fuego alcanzaba a setenta mil hectáreas. Por otra parte, el Consorcio Delta de Prevención y Lucha contra Incendios, integrado por ganaderos y forestales del Delta del Paraná sostuvo que la mayoría de los incendios eran obra de personas irresponsables, en terrenos de dominio no precisado y/o fiscales, exigiendo al gobierno que fuera estricto en la aplicación de los delitos establecidos en el Código Penal.
¡¿Quién puede pensar que esto fue ajeno a las prácticas combativas del denominado “campo”?! Cuando los de abajo protestan, los de arriba chillan y los castigan. Pero cuando protestan los de arriba, no tienen límites. No les importa absolutamente nada, ni siquiera la salud y la propia vida de los demás… Y cuando se les descubren sus malas acciones, buscan algún chivo expiatorio, es decir, que se las hacen pagar a pobres perejiles…
Sin embargo, en esta oportunidad, lejos de las fuertes declaraciones de varios funcionarios del gobierno, que advirtieron que los responsables de los incendios debían estar presos, como se trataba de los dueños de algunos campos, el Juez Federal Federico Faggionatto Márquez, por diferentes razones, liberó a todos a todos los imputados. Y aquí, ¡no ha pasado nada!