sábado, 30 de abril de 2022

En La Rioja Capital y Villa Unión

   

Habían pasado seis meses desde mi estada en la ciudad de La Rioja con motivo de la organización del XII Encuentro Internacional Humboldt; y pese a la insistencia telefónica, nadie había respondido a las notas de solicitud de auspicios, ni de permisos de asistencia a los docentes. Por lo tanto, me vi obligada a regresar para hacer los reclamos personalmente.

Eran los últimos días de agosto de 2010, y la ciudad estaba muy bonita, con su plaza ya reformada y florecida, una temperatura muy agradable, y mucho movimiento en las calles.  

Plaza 25 de Mayo, la principal de La Rioja Capital

  

Estatua del General San Martín en la plaza 25 de Mayo

  


Cúpula de la Basílica Menor de La Rioja San Nicolás de Bari, desde la plaza principal

  

Fila de taxis en la plaza principal de la ciudad de La Rioja

  

Plaza 25 de Mayo desde San Nicolás de Bari y Joaquín V. González

  

Fuente en la esquina de las calles San Nicolás de Bari y Joaquín V. González

  

El movimiento comercial y administrativo se concentraba en las primeras horas de la mañana

 

 

Primeramente, me dirigí al diario El Independiente para solicitar que publicaran el anuncio de que entre el 20 y el 24 de ese mes se realizaría el Encuentro Humboldt. Pero me pidieron una cifra excesiva por pocas líneas, y eso se debía a que el Centro Humboldt, que era el organizador, no estaba radicado en la provincia de La Rioja. Así que no publiqué nada, y comencé a recorrer emisoras de radio, dejando una gacetilla, y el número de mi celular.

Después visité la Casa de Gobierno y la Municipalidad, para saber en qué estado estaban los respectivos expedientes, pero en ambos casos la respuesta fue que aún no se había tratado el tema. Yo expliqué la premura que tenía debido a que el evento se realizaría en veinte días más, pero no prestaron ninguna atención al comentario. 

Casa de Gobierno de La Rioja desde la plaza 25 de Mayo

  

Siendo evidente la negativa de otorgar permisos a los docentes que asistieran al Encuentro, fui personalmente a invitar a profesores y estudiantes de Geografía e Historia, al Instituto de Formación Docente Continuo “Inspector Albino Sánchez Barros”. Y fue allí donde, a pesar de todas las puertas que se me habían cerrado, encontré una ventana, ya que ellos mismos se encargaron de gestionar personalmente las autorizaciones.

 

 

Continué recorriendo hoteles para que me fijaran tarifas, ya que vía telefónica, la mayoría de ellos no querían pactar nada, ni siquiera en dólares.   

Hotel Naindo, desde la plaza 25 de Mayo

  

Y antes del mediodía, me llamaron de la radio del diario El Independiente, pidiéndome que fuera inmediatamente para salir al aire en uno de esos largos programas matinales.

El periodista primeramente me pidió que explicara las características y los alcances del Encuentro Humboldt, para luego “tirarme de la lengua” sobre lo que opinábamos acerca de la minería a cielo abierto; y en pocos minutos, estaban llamando al estudio, representantes de los movimientos ambientalistas riojanos, para ponerse en contacto conmigo.

 

 

Yo aproveché la entrevista para dar a conocer la indiferencia con que las reparticiones gubernamentales estaban tratando los expedientes iniciados sobre el apoyo a nuestra actividad y la falta de permisos a los docentes para asistir a ese tipo de eventos, lo que redundó, en que rápidamente un funcionario se pusiera a mi disposición.

 

Y después de la audición, en el diario El Independiente, donde me habían querido cobrar una barbaridad por cuatro líneas, me hicieron una nota, que ocupó mucho más espacio, y con foto incluida.

 

A la hora de la siesta, ya no tenía posibilidades de encontrar a nadie, por lo que caminé por las calles desiertas, y me llegué hasta el Santuario Nuestra Madre de la Merced en la intersección de las calles 9 de Julio y Rivadavia. Pero en cuanto cayó la tarde, me reuní con algunos miembros de asociaciones de ambientalistas a quienes invité a participar de un panel sobre problemáticas ambientales, durante el Encuentro Humboldt.  

Peatonal Madres Plaza de Mayo a la hora de la siesta

  

Santuario Nuestra Madre de la Merced

 

Ya el 1ro. de septiembre estaba viajando hacia Villa Unión, para lo cual debía bordearse el Velazco por el sur, vía Patquía, además de otros cordones montañosos.

Allí, Marcela Yañez, Coordinadora de la Carrera de Turismo Ecológico, me había invitado a dar una charla sobre “Economía versus Ecoturismo en América Latina”, en el marco de las Bodas de Plata de la Sede Universitaria Villa Unión, y en adhesión a los festejos de un aniversario más de la Universidad Nacional de La Rioja.

Llegué a Villa Unión a la noche, me alojé y enseguida me fui a dormir. A pesar de situarse a 29º de latitud sur, debido a su altura (1.155 m.s.n.m.), y a su amplitud térmica, hacía muchísimo frío y estaba comenzando a nevar. 

 

Para ir de La Rioja a Villa Unión había que bordear varios cordones montañosos por el sur, vía Patquía

 

 

A la mañana me fueron a buscar para hacerme notas en dos radios de la ciudad, que, a pesar de contar con solo doce mil habitantes, mostraba un movimiento cultural muy interesante.

Luego fuimos a la Universidad, donde había un público compuesto en su mayoría por estudiantes de la carrera de Turismo Ecológico, profesores, autoridades, y guardaparques de Talampaya, entre otros. Y si bien en mi charla me referí a todas las actividades económicas que deterioraban el ambiente, y, por ende, imposibilitaban la explotación turística de la naturaleza, de hecho, hice especial referencia a diversos casos latinoamericanos donde la tierra había quedado yerma, después de la explotación minera a cielo abierto. Aunque la gran mayoría de los presentes acordaba con mi postura, había quienes consideraban que la actividad minera, sin importar en qué condiciones, podría contribuir a un mayor nivel de desarrollo económico para la región. 

Con Marcela Yañez en la UNLAR – sede Villa Unión

  

Me quedé conversando con mis colegas, y después de almorzar pedí que me dejaran en la terminal de ómnibus. Marcela me advirtió que era demasiado temprano, pero en parte porque solía ir con tiempo, y fundamentalmente porque no quería interrumpir su siesta, insistí en que me quedaría allí.

La terminal estaba totalmente vacía. No solo que estaban todas las ventanillas de venta de pasajes absolutamente cerradas, sino que también lo estaban los pocos locales comerciales. Pero, además, ¡no había nadieeeee! Ni pasajeros, ni cuidadores, ni nada… Daba la sensación de que estuviera abandonada. Faltaban cuarenta minutos para que pasara el micro que me llevaría hasta Patquía, desde donde debía combinar con el que venía de La Rioja Capital rumbo a Retiro. Cada vez tenía más frío, hacia afuera se veía una especie de nevisca, y el viento abría y cerraba las puertas permanentemente. No sabía si sentarme o estar parada… Fui al baño. Y tal cual, parecía el de un lugar fantasmagórico, así que dejé mis petates sobre una mesada sin temer a que me los sustrajeran, ¡porque no había ser viviente en los alrededores!

Al rato llegó el del maxi-kiosco-bar. Yo me alegré muchísimo porque estaba tiritando y deseando tomar algo bien caliente. Pero con toda la parsimonia se quitó el abrigo, acomodó alguna que otra mesa y sillas, la mercadería…, y cuando desesperadamente le pedí un café con leche, me dijo que como todavía no había encendido la máquina, solo podía despacharme bebidas frías. Le compré un agua mineral natural y varios chocolates que consumí en segundos…

Ya faltaban quince minutos para que viniera el micro, y las ventanillas permanecían cerradas; por lo que pensé que los boletos se venderían a bordo, hasta que de pronto aparecieron dos o tres pasajeros, que se ubicaron junto a la ventanilla formando una pequeña fila, y, por lo tanto, me puse detrás de ellos. Unos minutos después, también con toda la calma, llegó una mujer grande para vender los pasajes. Y como era costumbre en todo pueblo chico, se puso a conversar plácidamente con la primera persona de la fila, y yo a ponerme nerviosa por temor a que el ómnibus arribara y se fuera sin mí. Cuando pasó el segundo pasajero, ocurrió lo mismo, y fue entonces que al ver que el micro se estacionaba en la plataforma, le pedí encarecidamente que se apurara. Pero ella me ignoró. Los choferes bajaron, la saludaron, y recién en ese momento me atendió. Yo velozmente fui hasta el vehículo, sin embargo, los conductores se tomaron su tiempo, y luego, sin apuros, arrancaron.

En las afueras de Villa Unión había muchas casas semi-rurales donde, como en gran parte de la región se criaban cabras, tanto para la producción de leche para la elaboración de quesillos, como para el consumo de su carne y piel. 

Cabras pastando en un terreno baldío en las afueras de Villa Unión

  

El micro comenzó a bordear la Sierra Morada, en el límite con la provincia de San Juan, y en los valles aledaños había viñedos, que constituían una tradición en el ámbito del valle del Bermejo, formando parte de las paradas más significantes del Camino del Vino, que recorría gran parte de la Provincia. Si bien predominaba la variedad Torrontés Riojano, también podían encontrarse Malbec, Sirah y Cabernet Sauvignon. La mayor parte de la producción era de tipo artesanal, mucho vino patero, y destinada a la exportación. 

Viñedos sobre la ruta número 26

 

Pero no todo era viñas, sino que aproximadamente el cincuenta por ciento de las tierras de la zona estaban dedicadas a frutales varios, cereales y forrajeras. 

Campo destinado al cultivo de forrajeras

 

En pocos minutos estábamos en Pagancillo, la localidad más cercana al Parque Nacional Talampaya, que había comenzado a ser una de las opciones alternativas de turismo en la región.

 

Pagancillo, la localidad más cercana a Talampaya

  

A medida que el sol iba bajando, sus rayos producían diferentes matices, lo que hacía que la Sierra Nevada se presentara más bonita ante nuestros ojos. 

Sierra Morada al ir cayendo la tarde

 

En determinado momento nos alejamos de los oasis de cultivo, y entramos en una zona de gran aridez, con su consecuente vegetación xerófila. 

Solo matas espinosas al ingresar al departamento Independencia

  

El tala, que se presentaba como árbol o arbusto según la humedad que reciba

  

El ómnibus no contaba con baño, pero lo que era peor aún, era que no tuviera calefacción, y la temperatura era cada vez más baja, y yo ya no sabía con qué cubrirme.

Las paradas eran muy frecuentes, fuera en medio del campo, o bien al acercarse a alguna vivienda aislada. Toda la gente subía con mantas. De hecho, conocían las características de los vehículos, sin duda era yo la que se estaba comportando como sapo de otro pozo. 

Llegando a Paganzo, en el departamento Independencia, los perros fueron a recibirnos

  

Y una de las paradas fue la Escuela Nro. 368 “Ángela del Rosario Díaz de Gordillo”, que estaba situada en el kilómetro 46 de la ruta provincial nro. 150. Allí subieron una gran cantidad de chicos, muchos de ellos con los cachetes colorados por el frío, aunque todos estaban muy arropados.  

Escuela rural estatal Nro. 46 “Ángela del Rosario Díaz de Gordillo”. Al fondo la sierra de Paganzo

  

En varios establecimientos estaban colocadas pantallas solares, que en esa zona daban muy buenos resultados debido a su elevada heliofanía.  

Pantalla solar en un modesto establecimiento riojano

 

Al acercarnos a Patquía, desaparecieron los cerros y aparecieron los caballos. Pero la pobreza rural era tan extrema y desolada como en muchos otros parajes del norte argentino.

 

Vivienda precaria en el desierto riojano

  

Aunque habíamos descendido a casi 400 m.s.n.m., la temperatura continuaba siendo baja, y por la ausencia de humedad, mis labios, además de morados, se me cortajearon totalmente. 

Extensa planicie en el desierto riojano

 

La localidad de Patquía apenas llegaba a dos mil cuatrocientos habitantes, sin embargo, su importancia radicaba en ser cruce de caminos entre las rutas 38 y 150.

Pese a mi preocupación por la lentitud del recorrido, el micro llegó a tiempo para que pudiera tomar el coche cama doble piso, con baño y calefacción, con el que continuaría mi camino. 

Ranchito rodeado de talas en las cercanías de Patquía

  

A los pocos días de llegar a Buenos Aires, era publicada la nota que me hicieran en el diario El Independiente.

  

"El capitalismo como geografía"

XII Encuentro Internacional Humboldt en La Rioja

 

 Ana María Liberali anunció un importante encuentro sobre geografía. Asistirán expositores internacionales.

Entre los días 20 y 24 del corriente se realizará por primera vez en La Rioja el XII Encuentro Internacional Humboldt. Con la presencia de prestigiosos exponentes, se abordará la geografía desde los aspectos físico, geológico, climático, hidrográfico, social, urbano, económico y político.

La presidenta del centro de estudios "Alexander Humboldt", Ana María Liberali en visita a EL INDEPENDIENTE informó que el encuentro se realizará en esta ciudad del 20 al 24 de setiembre en el hotel Naíndo de 9 a 21.30, con un intermedio al mediodía hasta las primeras horas de la siesta.

Está organizado por el centro de estudios que lleva el nombre Alexander Von Humboldt, geógrafo alemán que trabajó en Francia a fines del siglo XIX.

Liberali comentó que el científico "en 1799 comenzó un viaje por América latina, que duró 5 años, haciendo estudios ambientales muy adelantados para la época. Recorrió Ecuador, México, Venezuela, Cuba y Perú e hizo una serie de descubrimientos del porqué de ciertas distribuciones de plantas y animales".

Relacionó el clima con la flora y la fauna, y también denunció el maltrato a la población indígena por parte de los españoles. "Hizo otros viajes por Asia, publicando su experiencia en francés, idioma científico de la época y en la actualidad fue traducida a muchos idiomas. Para los geógrafos, Humboldt a nivel mundial es reconocido", agregó Liberali.
El centro de estudios está instalado en Buenos Aires e integrado por miembros de Chile, Brasil, México, Francia, Alemania. Se organizan encuentros anuales desde 1999.
Es la primera vez, que se hará en La Rioja, ya que "la idea es que se conozca el país, hablar de diferentes temáticas y visitar en la Provincia lugares Talampaya, La Costa riojana, Chilecito, y conectarse con los profesores de Geografía del lugar".
Comentó que este encuentro fue solicitado por profesores de la sede Villa Unión en la carrera de Ecoturismo de la UNLaR.


EL CAPITALISMO COMO GEOGRAFÍA

Así se llama el encuentro, en el cual está previsto el abordaje de la geografía desde el aspecto físico, geológico, climático, hidrográfico, social, urbano, económico y político. Otras de las temáticas estarán referidas a las problemáticas urbanas específicas.
También participarán algunos planificadores urbanos (geógrafos arquitectos) especializados que abordarán el problema del conurbano bonaerense. En el caso de La Rioja, una profesora hablará de la inserción de la geografía en la educación.
La minería y el medio ambiente también será parte de la temática. "La intención es hablar de la producción y medio ambiente, la agricultura, la contaminación del agua y los habitantes, a través de la agricultura con los pesticidas y la minería con los derrames en ríos o en el aire", agregó la licenciada en geografía de la UBA.

 
ARANCELES E INSCRIPCIÓN

Ana María Liberali informó que el arancel a geógrafos, profesores, historiadores, sociólogos, politólogos, arquitectos, especialistas en turismo cuesta 120 pesos, mientras que los estudiantes abonarán 80.

El público que asista de la provincia abonará con un 50% de descuento en las dos posibilidades.
Para mayores datos comunicarse con Marcela Yañez (Villa Unión) 03825/15677000.

 

Diario El Independiente. La Rioja, Argentina – 07/09/10.

 

Y a partir tanto de las gestiones personales por parte de profesores y estudiantes, como del impacto de los medios, las autoridades provinciales no tuvieron más opción, aunque a regañadientes, que darnos el apoyo que veníamos solicitando.

 

jueves, 28 de abril de 2022

Desayuno en Caracas. Merienda en Sao Paulo. Cena en Buenos Aires

   Me levanté muy temprano e hice un desayuno venezolano con frutas tropicales, huevos en salsa verde, cachitos de jamón (bollitos con masa parecida a las medialunas y rellenos con jamón), jugo de mango y un guayoyo (café un poco suave sin leche). En la medida de las posibilidades, trato de adaptarme a las comidas del lugar que visito. Creo que la geografía gastronómica es una verdadera muestra tanto de los aspectos físicos, como económicos y culturales de una región.

Luego tomé un taxi y cruzando el Ávila por la autopista Caracas-La Guaira, arribé al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en Maiquetía, que se encontraba a orillas del mar.

Compré algunos recuerdos, que como en todos mis viajes, debían cumplir tres condiciones: ser pequeños, livianos y baratos. Y desde ya, representativos del lugar que estaba visitando. Es decir, que jamás iría al free shop.  

Carreteando en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar

  

El día estaba espectacular y al haber conseguido ventanilla, iba a poder tomar fotografías.

  

Vista panorámica del Aeropuerto en el momento del decolaje

  

Disfruto mucho tanto de los decolajes como de los aterrizajes porque puedo tener una visión panorámica de los lugares, y en ese caso, pude ver todo como en Google Earth.

 

  

Vista aérea de poblaciones en las estribaciones de la Cadena de la Costa

  

El piloto salió hacia el norte y voló por unos cuantos minutos sobre el Caribe. Era una zona en la que siempre me impactaron los pisos de nubes con formas no tan comunes en otros lugares del planeta.   

Diversidad de nubes sobre el Caribe

  

El avión hizo un viraje tomando el rumbo definitivo hacia el sur. Y volvimos a pasar por Maiquetía, pudiendo tener una visión de la pista completa y del puerto de La Guaira. 


Puerto de la Guaira a la izquierda y pista del Aeropuerto de Maiquetía en el centro

  

Sobre la costa había varias poblaciones unidas como Catia La Mar al oeste, Maiquetía, La Guaira y Caraballeda. La Avenida Soublette constituía una importante vía de comunicación entre ellas.

 

 

Vista de Caraballeda, al este de La Guaira

  

El puerto de La Guaira era el más importante del país. Esta región costera tenía limitado su crecimiento debido a la presencia de la cadena montañosa que dejaba un valle muy angosto entre ella y el mar. Y las playas no eran atractivas, siendo el oleaje bastante fuerte, por lo que no era muy importante para el turismo, pero sí para los pescadores.

Esta zona era la conocida como la de la Tragedia de Vargas, por el nombre del estado, en referencia a la riada ocurrida en La Guaira. 

 


Vista de las localidades del Caribe, la Cordillera de la Costa y Caracas en la parte superior izquierda

  


Ya cruzando la montaña se podía ver entre nubes la ciudad de Caracas

  

Pasando Caracas, las nubes comenzaron a cubrir todo y ya no se pudo ver más nada. Y, entre que me había levantado muy temprano y que esto me aburría, me dormí. Mi sueño fue tan profundo, que la azafata me dijo que no pudo despertarme para almorzar, pero no me preocupé porque mi desayuno había sido más fuerte de lo habitual. Además, ya estábamos a poco de aterrizar en Sao Paulo.

   

Rozado. Quema de campos en el estado de Sao Paulo, Brasil

  

Ya el día estaba despejado y pude observar tanto la zona rural como las áreas industriales del estado de Sao Paulo. 

A punto de aterrizar en el Aeropuerto de Guarulhos, al norte de la ciudad de Sao Paulo

  

Si bien no tenía que esperar muchas horas, tampoco la combinación era inmediata, por lo que me presté a tener una merienda brasileña en el Aeropuerto de Sao Paulo. Consistió en un plato de frutas con jamón, un cuadrado de chocolate, un jugo de piña y un café bien fuerte.

El Mundial de Fútbol de Sudáfrica no había concluido, por lo que, en el Aeropuerto, no solo muchos pasajeros brasileros sino también algunos empleados lucían prendas y accesorios con los colores de su país. 

Hincha de la Selección Brasileña a punto de embarcar

  

Embarqué en el avión de LAN, rumbo a Buenos Aires. Se volvió a nublar y hubo bastante turbulencia por lo que no pude sacar fotos de la ciudad de noche, que era realmente maravillosa. Bajamos en el Aeroparque y en un ratito llegué a casa.

Allí me estaban esperando mi hijo Martín y mis nietas Ludmila y Laurita, quienes no se habían perdido ningún partido y seguían con la esperanza de que la Selección Argentina obtuviera el primer puesto.  

Martín (19) con sus sobrinas Laurita (7) y Ludmila (8)

 

Repartí regalos y mientras cenábamos unas ricas empanadas salteñas con carne cortada a cuchillo, quisieron que les contara el viaje. De postre comimos queso con dulce de leche, que es la única confitura que extraño cuando viajo al exterior.

Después de cenar, bajamos las fotos de la cámara a la computadora y ellos disfrutaron como si hubieran viajado conmigo.

Hacía mucho frío, y ese fue el pretexto para tomar una taza de leche caliente con cacao venezolano, antes de irnos a dormir.