sábado, 6 de junio de 2020

Del viejo puente, del río y la alameda


  
Continuando con el recorrido por diferentes distritos de Lima, nos allegamos hasta Barranco, lugar donde hasta mediados del siglo XIX la población indígena de los alrededores salía a pescar.
El ídolo mayor de los indígenas era Sulcovilca, la deidad máxima de los pescadores, tejedores y labradores lugareños. Y si bien el poderoso dios tenía varios adoratorios, su auténtica personificación era una piedra larga que estaba junto al mar, conocido por ellos como el “Gran Señor del Litoral”, quien miraba el horizonte marino, velaba por los pescadores y tenía su morada en la playa de Barranco. 
El sincretismo religioso producto de las severas persecuciones que los conquistadores tenían hacia los idólatras, permitió que estos pescadores convirtieran a Sulcovilca en Cristo crucificado. Y así en 1901, el presbítero Manuel de la Fuente Chávez, levantó la primera iglesia parroquial de Barranco o Santuario de la Santísima Cruz de Barranco.


 “La Ermita” de Barranco


A mediados del siglo XX, la famosa cantautora peruana Chabuca Granda, dedicó el tema “La Flor de la Canela”, a este rincón de Lima, que decía así:

Déjame que te cuente, limeña
Déjame que te diga la gloria
Del ensueño que evoca la memoria
Del viejo puente, del río y la alameda
Déjame que te cuente, limeña
Ahora que aún perfuma el recuerdo
Ahora que aún mece en su sueño
El viejo puente del río y la alameda
Jazmines en el pelo y rosas en la cara
Airosa caminaba la flor de la canela
Derramaba lisura y a su paso dejaba
Aroma de mixtura que en el pecho llevaba
Del puente a la alameda
Mundo pie la lleva
Por la vereda que se estremece
Al ritmo de sus caderas
Recogía la risa de la brisa del río
Y al viento la lanzaba
Del puente a la alameda
Déjame que te cuente, limeña  Ay!
Deja que te diga morena mi pensamiento
A ver si así despiertas del sueño
Del sueño que entretiene, morena,
Tus sentimientos
Aspiras de la lisura
Que da la flor de canela
Adornada con jazmines
Matizando tu hermosura
Alfombras de nuevo el puente
Y engalanas la alameda
El río acompasara tu paso por la vereda
Jazmines en el pelo
Del puente a la alameda

El viejo puente del río


María Isabel “Chabuca” Granda Larco, si bien ha sido identificada internacionalmente con la ciudad de Lima, nació en 1920 en una zona de minas de cobre en el departamento peruano de Apurímac, a cuatro mil ochocientos metros de altura. Por este hecho solía decir: “He visto la luz muy cerca del sol de los incas, una mañana soleada, entre vetas de oro, amor y sacrificio, soy, pues, hermana orgullosa de los cóndores, nací tan alto que solía lavarme la cara con las estrellas”.
Comenzó a cantar a los doce años, sin embargo, su desarrollo personal como cantautora se inició luego de su divorcio, que fuera visto como un escándalo para la sociedad limeña de aquella época.
En una primera etapa le cantaba a la Lima antigua señorial de fines del siglo XIX, que conociera a través de su padre, la del barrio del Barranco, de grandes casonas francesas, con inmensos portales y jardines de invierno. A este período pertenecían “La Flor de la Canela“, “El Puente de los Suspiros“, Lima de Veras”, “Fina Estampa”, “Gracia”, “José Antonio”, y muchas otras. Y en la última etapa reivindicó la música negra afro-peruana, que siempre había estado presente a nivel popular, pero que había sido denostada por razones sociales y raciales.

Monumento dedicado a Chabuca Granda


El Puente de los Suspiros, que sirviera de inspiración a Chabuca Granda, era llamado así debido a los innumerables romances que tuvieron como marco ese especial rincón de Barranco. Fue inaugurado el 14 de febrero de 1876 y se debió a la necesidad de unir la quebrada para unir las calles Ayacucho y Ermita. Fue reconstruido después de la Guerra del Pacífico, ya que en 1881 las tropas chilenas destruyeron parte del templo de la Ermita y el Puente, durante la toma de Lima. Y si bien resistió el terremoto de 1940, tuvo que ser recortado de sus cuarenta y cuatro metros de longitud iniciales a solo treinta y uno.
Existía una tradición que decía que quien por primera vez viera el puente y lo cruzara sin respirar, tendría cumplido el deseo que pidiera. Nosotros lo intentamos, pero no tuvimos buen éxito.
El Puente de los Suspiros, la canción de Chabuca Granda, decía así:

Puentecito escondido,
entre follajes y entre añoranzas,
puentecito tendido,
sobre la herida de una quebrada.
Retoñan pensamientos tus maderos,
se aferra el corazón a tus balaustres.
Puentecito dormido
y entre el murmullo de la querencia,
abrazado a recuerdos,
barrancos y escalinatas.
Puente de los Suspiros,
quiero que guardes,
en tu grato silencio,
mi confidencia.

Es mi puente un poeta que me espera,
con su quieta madera, cada tarde,
y suspira y suspiro,
me recibe y lo dejo,
solo sobre su herida, su quebrada,
y las viejas consejas van contando,
de la injusta distancia de la amante,
sus arrestos vencidos,
vencidos por los ficus,
de enterradas raíces, en su amada.
Puentecito dormido
y entre el murmullo de la querencia,
abrazado a recuerdos,
barrancos y escalinatas.
Puente de los Suspiros,
quiero que guardes,
en tu grato silencio,
mi confidencia.


Con Martín en el Puente de los Suspiros


A principios del siglo XX, Barranco era el balneario de moda de la aristocracia limeña; y en su Parque Municipal se desarrollaron hasta la década del ’50, los famosos bailes de carnaval que duraban tres días.

Balneario del Barranco


En la década del ’60 albergó a una gran diversidad de poetas, novelistas, cuentistas, narradores, músicos, y periodistas, entre otros intelectuales, que permitieron el desarrollo de parte de la infraestructura cultural con la que Barranco contaba a principios del siglo XXI, como el Teatro Mocha Graña, la Casa Souza, Galerías de Arte, el Museo Pedro de Osma…

Martín en un restaurant de Barranco


Los atractivos que nosotros encontramos en el barrio fueron el Malecón o Bajada a los Baños, el Parque Municipal, la Biblioteca Municipal, La Ermita, la Plaza e Iglesia de San Francisco, la Plazuela Chabuca Granda, y el Puente de los Suspiros.
Si bien continuaba siendo un barrio bohemio, también se había convertido en un espacio peligroso debido a la delincuencia y venta de drogas derivadas de las pandillas que concurrían a diferentes lugares de esparcimiento nocturno.



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