miércoles, 11 de octubre de 2023

En el Museo Etnohistórico de Artesanías del Ecuador Mindalae

   Durante la tarde del miércoles 11, Omar y yo, nos encontramos con Paola Maldonado Tobar para visitar el museo Mindalae, que se trataba de una organización cultural, sin fines de lucro, dedicada a la promoción, exhibición y comercialización de artesanías con identidad cultural. Su nombre, Mindalae, provenía del antiguo comerciante de productos agrícolas del continente americano, el Mindala. Las salas mostraban los recursos naturales e insumos utilizados en la elaboración de las artesanías para destacar su armonía y sostenibilidad. 

Recorrimos las cuatro salas de exposición museográfica, con amplia información cultural, social y ambiental de las artesanías tradicionales de los pueblos indígenas, afroecuatorianos, montubios y mestizos del Ecuador. Por lo que, si bien fueron muchas las muestras que tuvimos a nuestra vista, solo haré referencia aquí, a las que, por diferentes motivos, llamaron a nuestra atención.

Si bien Ecuador era un país pequeño, la diversidad de ambientes generaba, además, diferentes culturas, que, entre otros aspectos, incidían en la vestimenta femenina.

Una característica de la prenda de la chola cuencana consistía en una blusa blanca con cuello triangular, adornado con encajes, bordados con flores como símbolo de elegancia, cubierta con una manteleta de paño fino de Gualaceo (una ciudad localizada al este de Cuenca), y la falda ancha y gruesa confeccionada con terciopelo y con colores muy llamativos. Si estaba casada, de su sombrero de paja toquilla, salían tiras negras.

Mientras que las mujeres del Chimborazo utilizaban anacos (vestidos precolombinos) negros sujetos a la cintura con una faja kawiña chumbi, tejida en telar con lana de oveja, en forma de rectángulos, alternando cada tanto con figuras geométricas. La función de las fajas era la de mantener el vientre caliente para proteger la fertilidad, y tenían símbolos bordados que representaban la cosmovisión del pueblo indígena, distinguiéndose animales, montañas y agua. Lo que las diferenciaba de otras mujeres de la región era la forma en la que se colocaban el anaco: la tela negra se envolvía de forma que se apretara en la cintura, siendo más holgada a la altura de los tobillos, debido al trabajo que realizaban en el campo, ya que necesitaban que la ropa estuviera más suelta para permitir su movilidad. También vestían un camisón largo con figuras bordadas en el pecho y mangas, que se colocaba debajo del anaco; sobre sus hombros usaban dos fachalinas largas (pañuelo rectangular hecho de paño), de colores distintos que aseguraban con un tupo (alfiler de gran tamaño) de plata. Dichas prendas se fabricaban con lana de borrego y en la antigüedad se teñían con colorantes naturales extraídos de las verduras, plantas y flores, pero posteriormente comenzaron a hacerse con hilos pigmentados. Y cuando estaban en condiciones de casarse, colgaban del sombrero tiras de varios colores. 

Izquierda: traje de mujer de Cuenca con tiras negras que salían del sombrero

que indicaban que estaba casada.

Derecha: traje de mujer del Chimborazo con tiras de varios colores que salían del sombrero

que indicaban que estaba en condiciones de casarse.

  

Respecto de la elaboración de tejidos, había imágenes relativas al “telar de cintura”, denominado así ya que la cintura servía para tensar la urdimbre (conjunto de hilos longitudinales) colocada en ganchos o en la pared. 

Telar de cintura

  

Algo que nos pareció muy bonito, además de creativo y colorido, fueron los juguetes, que, en muchos casos, consistían en figuras en miniatura.

 

Juguetes muy bonitos y coloridos

  

Entre los instrumentos musicales pudimos ver tanto los de cuerda como los de percusión y de viento.

 

Instrumentos musicales de cuerda, de percusión y de viento

  

Si bien yo sabía que el famoso sombrero “Panamá” tenía su origen en Ecuador, desconocía el lugar exacto donde se elaboraba, así como la razón por la cual se lo conocía con el nombre de otro país.

Y ahora pude informarme acerca de que dichos sombreros se cinfeccionaban en la localidad de Montecristi, muy cercana a Manta, a escasos quince kilómetros de la costa del Pacífico.

Su particularidad era que se tejía a mano con el producto de las hojas de la palma conocida como jipijapa, Paja toquilla, Iraca, palmiche, cestillo, nacuma, rabiahorcado, murrapo, atagua, y científicamente como Carludovica palmata, planta que crecía hasta los 1.300 m.s.n.m. en regiones cálidas y húmedas del Centro y Sur de América.

Por esa razón el origen de su denominación era la de “sombrero Montecristi”, o simplemente “jipijapa”.  Pero su fama internacional como “Panamá”, vino del hecho de que durante la construcción del canal se importaron millares de estos sombreros para el uso de los trabajadores de la construcción. Cuando Theodore Roosevelt visitó el canal, también usó dicho sombrero, lo que aumentó su popularidad.

 

Sombrero “Montecristi” o “Panamá”

  

Recorriendo el museo, no solo tuvimos contacto con los diversos elementos generados por las diversas culturas del Ecuador, sino que también recibimos información sobre sus principales costumbres.

Y los pueblos que más nos impactaron, fueron, sin lugar a duda, los amazónicos, que se diferenciaban en siete etnias.

Una de sus particularidades era la de abandonar a quienes no podían trasladarse por sus propios medios, como, por ejemplo, los ancianos. A pesar de nuestra sorpresa, era lógico pensar que, en una comunidad cazadora nómade, donde los desplazamientos eran vitales para la subsistencia, y en un bioma selvático con grandes peligros a cada paso, el hacerse cargo de quienes estuvieran imposibilitados de seguir al grupo, pondría en peligro a todos sus miembros.

 

Siete etnias amazónicas

  

Un elemento interesante lo constituía el “tuntuy”, que consistía en un grueso tronco con un palo para hacer llamados, una especie de celular de los pueblos originarios.

 

Tuntuy (el celular de los pueblos originarios amazónicos)

  

Y como todo pueblo cazador, no solo elaboraban diferentes objetos con partes de animales, sino que los representaban a través del arte.

Entre las muestras del museo encontramos un cinturón del cual colgaban picos de tucán, un collar con vértebras de boa, plumas de papagayos y tucanes, cráneos de monos y ratones, y un banco tallado en una sola pieza que representaba a siete serpientes. 

Cinturón con picos de tucán

 

Collar con vértebras de boa

  

Plumas de papagayos y tucanes

  

Cráneos de monos, ratones y otros

  

Banco tallado en una sola pieza

  

Pero, evidentemente, el clima amazónico, extremadamente cálido y húmedo, no solo generaba una gran diversidad de plantas y animales, sino que aumentaba la propagación de determinados insectos, como, por ejemplo, los piojos. Y ya estos pueblos utilizaban un método que perdura en la actualidad, aunque con otros materiales, que se trata de la utilización de los “peines finos”.

 

“Peines finos” amazónicos para sacarse los piojos