Nos pasaron a buscar a
Sonia, Clarita y a mí muy temprano a la mañana en una camioneta. Iban, además
de Homer y el conductor, una señora grande costarricense, tres geógrafos
brasileños muy jóvenes, y en el camino subieron Joao Villas y Jussara Mantelli,
amigos nuestros, también de Brasil.
A mitad de mañana estábamos en el pequeño pueblo La Fortuna de San Carlos, que es la puerta de entrada al Parque Nacional Volcán Arenal.
Parque de La Fortuna
El pueblito era
pequeño y muy acogedor. Había muchos niveles de alojamiento y lugares para
comer. Desde allí se podían realizar diferentes actividades, además de conocer
el volcán y disfrutar de las aguas termales. La zona era muy tranquila e ideal
para caminatas y práctica de deportes. Nosotros encontramos a un grupo que venía
a practicar mountain biking.
Ciclistas en La
Fortuna
La Fortuna había sido
durante años un pueblito derivado de la actividad agrícola de la zona, hasta
que en 1968 el volcán Arenal tuviera una gran explosión que abrió tres
cráteres, momento desde el cual no ha detenido su actividad. Si bien en dicha oportunidad
el volcán devastó a dos pueblitos que se encontraban próximos a una de sus
laderas, ocasionando la muerte de más de setenta personas y varias
desaparecidas, por otra parte, dio origen al crecimiento de La Fortuna, que se
localizaba del otro lado.
Y fue entonces cuando La
Fortuna se convirtió en un centro turístico nacional e internacional. Y ahora
prácticamente su vida económica dependía directamente del volcán, al punto que
uno de los tantos hoteles se llamaba Erupciones Inn.
Catedral de La
Fortuna de San Carlos
Visitamos la catedral
en la cual se estaba oficiando la misa dominical, recorrimos el pueblito
durante unos minutos y retornamos al muy bien cuidado parque central.
La Fortuna contaba con
una población aproximada de 12.000 habitantes, pero con comercios muy variados,
todo tipo de servicios y varias entidades bancarias.
Homer Dávila, Joao
Villas y Jussara Mantelli conversando en la plaza.
Al fondo, una
sucursal del Banco Nacional
Volvimos a subir al
vehículo para recorrer los diez kilómetros que faltaban para el ingreso al
Parque Nacional, y desde la entrada fuimos a pie hasta el Mirador, pero las
nubes tapaban sus cráteres por lo que nos tuvimos que conformar con observar
sus laderas mientras escuchábamos las explicaciones que nos daba nuestro guía científico,
Homer.
Volcán Arenal desde
el mirador
Continuamos la
caminata por el Parque admirando su biodiversidad. Se trataba de un bosque
tropical lluvioso donde, haciendo silencio y quedándonos un rato quietos, podían
observarse gran cantidad de pequeños animalitos como aves, reptiles y
trepadores.
Diversidad de
plantas y animales en el bosque tropical lluvioso
El volcán Arenal
pertenecía a la Cordillera Volcánica de Guanacaste, que se encontraba al norte
de Costa Rica y era divisoria de aguas entre los ríos que desembocaban en el
Caribe y en el Pacífico.
Volcán Arenal desde
el bosque tropical lluvioso
La estructura del volcán estaba conformada por dos conos superpuestos. El original, de forma cónica casi perfecta, medía 1.633 m.s.n.m.; y el nuevo, que se ha ido superponiendo parcialmente al anterior a partir de las diferentes coladas, que ya alcanza los 1.720 msnm.
Volcán Arenal con
sus coladas de lava solidificadas
Mientras caminábamos,
Homer iba dando al grupo diversas explicaciones. Joao, Jussara y yo nos fuimos
quedando atrás por ver ejemplares de plantas y animales y tomar fotografías. No
vimos la indicación que hizo al ingresar a uno de los varios senderos, ¡y los
perdimos!
Los buscamos por
varias partes, pero no los encontramos, y consideramos que sería peor perdernos
en un lugar alejado del camino principal. Por lo que decidimos quedarnos
sentados en una piedra hasta que regresaran y mientras tanto, disfrutar y tomar
fotografías de ese maravilloso lugar.
Buscando al grupo
por uno de los senderos laterales
Convengamos que no
significó ningún sacrificio esperar al grupo en semejante lugar. Y mientras nos
acercábamos al mediodía, las nubes que cubrían al volcán comenzaron a
desaparecer.
Con Joao y Jussara
mientras esperábamos al grupo y que se despejara el cráter
Cuando el grupo llegó,
faltaban otras dos personas que habían tomado un camino secundario. Así que
mientras algunos salieron a buscarlas, otros continuamos esperando. Y fue
entonces, que el volcán premió nuestra permanencia en el lugar, dándonos un
impactante espectáculo de emisión de gases y vapor en uno de sus cráteres.
Emisión de gases y
vapor en el volcán Arenal
El volcán Arenal se denominaba así debido a que, a partir de tener erupciones de tipo estrombolianas, la lava se solidificaba rápidamente para luego fragmentarse durante su enfriamiento definitivo y arrastre, convirtiéndose en un material semejante a la arena.
Con Clarita y Sonia
al pie del volcán Arenal
La lava era basáltica,
por lo tanto, espesa y lenta al desplazarse. Solían rodar por las laderas
bloques enormes con una temperatura de alrededor de 1000ºC, que se iban
enfriando paulatinamente.
Detalle de una
ladera del volcán Arenal
El Arenal era uno de
los volcanes más activos del mundo, y el de mayor cantidad de episodios
recientes en Costa Rica.
Vista del Arenal con
sus dos conos
Ya la tarde estaba
avanzando y volvimos al pueblo para tener un abundante y delicioso almuerzo.
Y para cerrar la jornada, Homer nos llevó a uno de los establecimientos donde había piletas de agua termal. Hacía mucho calor, había mucha gente por ser domingo y recién habíamos comido, por lo cual algunos decidimos simplemente descansar en el florido parque mientras otros sí, prefirieron zambullirse.
Piletas de agua
termal en La Fortuna
Y mientras caminábamos
pacientemente por los jardines vimos un cartel que nos produjo entre asombro y
gracia que decía en español y en inglés “PROHIBIDAS LAS ESCENAS AMOROSAS”. ¡No
lo podíamos creer! Y si bien nos echamos a reír, nos pareció lamentable.
Es preferible hacer
el amor y no la guerra.
Y ya cansados pero muy satisfechos por las experiencias vividas, retornamos a nuestros hoteles ya entrada la noche.
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