Circulando por la ruta provincial 5 en la provincia de San Luis
Vegetación de la sierra Grande de San
Luis
La zona había sido protegida desde el año 1989, en que se creara el Parque Provincial Bajo de Véliz, con una superficie de seis mil hectáreas. El nombre del Bajo provenía del apellido de sus primeros pobladores criollos, la familia Véliz.
Con mi mamá, Ludmila y Laurita al
llegar al Bajo de Véliz
El Bajo de Véliz
constaba de una depresión angosta de doce kilómetros de largo, y un ancho que
variaba entre los doscientos metros y los dos kilómetros, recorrida
de norte a sur por el arroyo Cabeza de Novillo, que luego tomaba el nombre de
Cautana. Se ubicaba a 597 m.s.n.m., rodeada
por cordones serranos que alcanzaban una altura de 900 m.s.n.m.
Hacía más de 320
millones de años que movimientos internos de la Tierra habían provocado la fracturación
de las sierras, generando dicha depresión, que fuera seguidamente rellenada por
los desechos provenientes de la erosión de las rocas sedimentarias, areniscas y
limos, quedando sepultadas la flora y fauna existentes en el período Carbonífero
Superior de la era Paleozoica cuando Sudamérica estaba unida a África,
Australia, India y Antártida, formando un continente austral llamado Gondwana.
Se trataba de una región con un paisaje montañoso, cuyas raíces eran las
actuales sierras de San Luis, cercano al mar cuyas costas se habían corrido
hacia el oeste. Además, había una gran llanura con ríos y lagos rodeados por
una exuberante vegetación, algunos de cuyos restos fosilizados se encontraban
en el Bajo de Véliz. Los bosques tenían árboles altos, con grandes raíces ramificadas
que se hundían en el barro. Esta asociación de vida fósil permitía interpretar
que en aquella época había un clima templado de humedad intermedia. Finalmente,
el Gondwana comenzó a fragmentarse en un proceso que continúa.
Río Cabeza
de Novillo o Cautana
Paredón
del Bajo de Véliz
Detalle del corte vertical, con los estratos expuestos
Juncos en
los suelos húmedos
La fauna del lugar
estaba representada por mamíferos como pumas, zorros, pecaríes, gatos monteses
y del pajonal, maras, conejos y corzuelas. Además, había muchos animales de
granja como gallinas, patos, pavos, vacas, terneros, caballos, burros, ovejas y
cabras. La reserva se caracterizaba por su gran riqueza ornitológica, habiéndose
registrado más de cincuenta especies de aves, entre las que podían verse jotes,
cóndores, águila mora y coronada, loros barranqueros y catitas serranas. Como grandes
cantores, el Rey del Bosque, el Pepitero de Collar (llamado allí Picahueso), la
Reinamora Grande o el Jilguero, los Crestudos, los Tuquitos, los Canasteros y
los Gallitos de Collar, entre otros.
Un pavo
andando por los alrededores
Laurita y Ludmila junto a pieles de
llamas y corderos
La formación Bajo de
Véliz estaba dividida en tres miembros: Cautana, Pallero (que contenía niveles
fosilíferos) y Lomas, cuyas sedimentitas neopaleozoicas fueron formadas en
ambiente aluvional o lacustre.
Dentro del parque se podía visitar la cantera Santa Rosa, que durante años había sido centro de explotación minera, extrayéndose piedra laja, lutitas pizarrosas, denominadas comercialmente “Laja Negra San Luis”. La cantera se explotó desde fines del siglo XIX de manera incipiente, y se incrementó hacia mediados del siglo XX, alcanzando su apogeo en la década del ’70. En 1990 cerró definitivamente, y si bien había sido ésta la principal fuente de trabajo de la zona, el abandono se debió a la falta de rentabilidad.
Lajas con
restos fósiles
Lajas
con fósiles
Insecto de la región
Un nido de avispas
Diversidad
de rocas ígneas
Moscovita
(mica blanca)
YACIMIENTO
PALEONTOLÓGICO
MIEMBRO
PALLERO/ Cantera Santa Rosa
En 1976 se había descubierto en un bloque de pizarra, la araña más grande del mundo Megarachne Servinei Hunicken. La “araña” había sido encontraba por la familia Servini cuando explotaba la cantera. La pieza fue a la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, donde el geólogo riojano Mario Alfredo Hünicken (1926-2013), recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, lo analizó y lo definió como araña gigante, fundamentando su clasificación por el tamaño del caparazón, los ojos y la gran estructura circular que interpretó como el abdomen del ejemplar, hallando también pelos delgados. Su trabajo publicado en 1980, tuvo resonancia mundial. Sin embargo, algunos aracnólogos subrayaron desde el principio, que había rasgos anatómicos de la Megarachne servinei (el nombre científico acuñado por las dimensiones y el apellido de la familia que encontró el fósil), como ornamentos y suturas inusuales en el caparazón, que eran incompatibles a los de una araña. Y en 2005, un equipo de especialistas encabezado por el paleontólogo y aracnólogo británico Paul Selden, publicó el descubrimiento de un segundo espécimen de Megarachne, hallado en la misma cantera del primer ejemplar. Era insostenible incluir ambas piezas dentro de la familia de los arácnidos y estableció que, en realidad, se trataba de euriptéridos, una clase de animales acuáticos conocidos también como escorpiones marinos. Estos invertebrados estuvieron entre los depredadores más importantes de su tiempo y se extinguieron al final de la era Paleozoica. A pesar de la constatación de que no se trataba de una araña gigante, la nomenclatura científica no fue modificada.
Megarachne
Servinei Hunicken
Fósil de un escorpión acuático
Una particularidad botánica
la constituía la presencia de un ejemplar de guayacán, teniendo en cuenta que
su área de influencia era el norte argentino o regiones tropicales. El árbol estaba
compuesto de un grueso tallo cuyas ramificaciones se extendían retorciéndose
hasta encontrarse con otras partes para unirse y formar un solo haz de hojas
pequeñas, minúscula flor amarilla y fruto de color marrón semejante a un haba,
floreciendo y fructificando dos veces al año.
Sus hojas, frutos, semillas, e inclusive su corteza, habían
sido utilizadas para tratar diferentes afecciones como tos, resfrío,
reumatismo, dolores estomacales, neuralgias reumáticas y hasta para disipar
coágulos de sangre producidos por golpes.
De ahí que los pobladores lo denominaran el “árbol de la vida”.
Ejemplar
de guayacán
GUAYACÁN
Caesalpinia paraguariensis
Único ejemplar en la Provincia. Los pobladores
lo denominan “árbol de la vida” porque le atribuyen
poderes curativos
Regresando hacia la Villa de Merlo, nos detuvimos un rato a mitad de camino, en el complejo Río Conlara, el balneario más importante de la provincia, desarrollado a partir del endicamiento del río homónimo, uno de los pocos del hemisferio sur que corrían de sur a norte, a partir de una falla tectónica, junto a la localidad de Santa Rosa de Conlara.
Complejo Río Conlara
Dique
del río Conlara
Los orígenes del
pueblo se remontaban al surgimiento del oratorio a Santa Rosa, levantado en
1810. Manuel Antonio Salazar compró ese predio convirtiéndolo en una gran
estancia, y después de un largo proceso de distribución de tierras iniciada por
el entonces gobernador Don Justo Daract para habitar y desarrollar la región, fue
fundado como tal el 7 de julio de 1858.
El nombre surgió de
su Santa Patrona, Santa Rosa, en tanto que el aditamento “de Conlara”, se debió
al poeta Antonio Esteban Agüero quien en una oportunidad la denominó de esa
manera. Antiguamente la zona había sido habitada por los Comechingones que la
llamaban Pisco Yacu. Pisco provenía de Piscko, que en lengua quechua significaba
pájaro; y Yacu quería decir agua, aguada o manantial; es decir, “pájaro de agua”.
La otrora capilla
había devenido en la Parroquia Santa Rosa de Lima, siendo la más alta de la
provincia con cincuenta y siete metros de altura. Fue en 1896 en que se
colocaría la piedra fundamental. De estilo neogótico, detalles renacentistas,
un campanario, un reloj y una torre elevada como punto de referencia, ventanas
moldeadas en vitreaux con motivos litúrgicos y la imagen de la virgen.
Plaza Pringles en Santa Rosa de
Conlara
Parroquia Santa Rosa de Lima
Imagen religiosa en Santa Rosa de Conlara
Y retomando la carretera
arribamos a la Villa de Merlo antes de que se pusiera el sol.
Regresando a la Villa de Merlo
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