domingo, 4 de diciembre de 2022

En el Parque Provincial Bajo de Véliz

  Desde la Villa de Merlo, por la ruta provincial 5, bordeamos la sierra Grande de San Luis, y al llegar a la localidad de Los Duraznillos, continuamos por el camino que se dirigía hacia el oeste, arribando al Bajo de Véliz tras cuarenta kilómetros totales de recorrido.

Circulando por la ruta provincial 5 en la provincia de San Luis

 

 

Vegetación de la sierra Grande de San Luis

  

La zona había sido protegida desde el año 1989, en que se creara el Parque Provincial Bajo de Véliz, con una superficie de seis mil hectáreas. El nombre del Bajo provenía del apellido de sus primeros pobladores criollos, la familia Véliz.

Con mi mamá, Ludmila y Laurita al llegar al Bajo de Véliz

  

El Bajo de Véliz constaba de una depresión angosta de doce kilómetros de largo, y un ancho que variaba entre los doscientos metros y los dos kilómetros, recorrida de norte a sur por el arroyo Cabeza de Novillo, que luego tomaba el nombre de Cautana. Se ubicaba a 597 m.s.n.m., rodeada por cordones serranos que alcanzaban una altura de 900 m.s.n.m.

Hacía más de 320 millones de años que movimientos internos de la Tierra habían provocado la fracturación de las sierras, generando dicha depresión, que fuera seguidamente rellenada por los desechos provenientes de la erosión de las rocas sedimentarias, areniscas y limos, quedando sepultadas la flora y fauna existentes en el período Carbonífero Superior de la era Paleozoica cuando Sudamérica estaba unida a África, Australia, India y Antártida, formando un continente austral llamado Gondwana. Se trataba de una región con un paisaje montañoso, cuyas raíces eran las actuales sierras de San Luis, cercano al mar cuyas costas se habían corrido hacia el oeste. Además, había una gran llanura con ríos y lagos rodeados por una exuberante vegetación, algunos de cuyos restos fosilizados se encontraban en el Bajo de Véliz. Los bosques tenían árboles altos, con grandes raíces ramificadas que se hundían en el barro. Esta asociación de vida fósil permitía interpretar que en aquella época había un clima templado de humedad intermedia. Finalmente, el Gondwana comenzó a fragmentarse en un proceso que continúa.

 

Río Cabeza de Novillo o Cautana

  

Paredón del Bajo de Véliz

  

Detalle del corte vertical, con los estratos expuestos

 

El Bajo de Véliz era una verdadera muestra representativa de la ecorregión del Chaco Seco, formando un ecotono con la región fitogeográfica del espinal “el monte”. Era un bosque bajo en el que se destacaban algarrobos blancos, algarrobos negros, garabatos, espinillos, quebrachos blancos, chañares, pejes, molles de beber, breas, talas, jarilla, tusca y un ejemplar de guayacán. Cercanos al agua, sobre las paredes de roca, protegidos del sol, podían verse líquenes rupícolas, musgos y helechos. Y en cuando a las herbáceas y las gramíneas, abundaban la poa, el pasto escoba, el penacho blanco, la paja brava y unas trescientas variedades de hierbas aromáticas. En suelos húmedos de riberas y pantanos crecían juncos de casi un metro de altura. 

Juncos en los suelos húmedos

  

La fauna del lugar estaba representada por mamíferos como pumas, zorros, pecaríes, gatos monteses y del pajonal, maras, conejos y corzuelas. Además, había muchos animales de granja como gallinas, patos, pavos, vacas, terneros, caballos, burros, ovejas y cabras. La reserva se caracterizaba por su gran riqueza ornitológica, habiéndose registrado más de cincuenta especies de aves, entre las que podían verse jotes, cóndores, águila mora y coronada, loros barranqueros y catitas serranas. Como grandes cantores, el Rey del Bosque, el Pepitero de Collar (llamado allí Picahueso), la Reinamora Grande o el Jilguero, los Crestudos, los Tuquitos, los Canasteros y los Gallitos de Collar, entre otros.

 

Un pavo andando por los alrededores

  

Laurita y Ludmila junto a pieles de llamas y corderos

  

La formación Bajo de Véliz estaba dividida en tres miembros: Cautana, Pallero (que contenía niveles fosilíferos) y Lomas, cuyas sedimentitas neopaleozoicas fueron formadas en ambiente aluvional o lacustre.

Dentro del parque se podía visitar la cantera Santa Rosa, que durante años había sido centro de explotación minera, extrayéndose piedra laja, lutitas pizarrosas, denominadas comercialmente “Laja Negra San Luis”. La cantera se explotó desde fines del siglo XIX de manera incipiente, y se incrementó hacia mediados del siglo XX, alcanzando su apogeo en la década del ’70. En 1990 cerró definitivamente, y si bien había sido ésta la principal fuente de trabajo de la zona, el abandono se debió a la falta de rentabilidad. 

Lajas con restos fósiles

  

Lajas con fósiles

 

 

Insecto de la región

  

Un nido de avispas

  

Diversidad de rocas ígneas

  

Moscovita (mica blanca)

  

YACIMIENTO PALEONTOLÓGICO

MIEMBRO PALLERO/ Cantera Santa Rosa

  

En 1976 se había descubierto en un bloque de pizarra, la araña más grande del mundo Megarachne Servinei Hunicken. La “araña” había sido encontraba por la familia Servini cuando explotaba la cantera. La pieza fue a la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, donde el geólogo riojano Mario Alfredo Hünicken (1926-2013), recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, lo analizó y lo definió como araña gigante, fundamentando su clasificación por el tamaño del caparazón, los ojos y la gran estructura circular que interpretó como el abdomen del ejemplar, hallando también pelos delgados. Su trabajo publicado en 1980, tuvo resonancia mundial. Sin embargo, algunos aracnólogos subrayaron desde el principio, que había rasgos anatómicos de la Megarachne servinei (el nombre científico acuñado por las dimensiones y el apellido de la familia que encontró el fósil), como ornamentos y suturas inusuales en el caparazón, que eran incompatibles a los de una araña. Y en 2005, un equipo de especialistas encabezado por el paleontólogo y aracnólogo británico Paul Selden, publicó el descubrimiento de un segundo espécimen de Megarachne, hallado en la misma cantera del primer ejemplar. Era insostenible incluir ambas piezas dentro de la familia de los arácnidos y estableció que, en realidad, se trataba de euriptéridos, una clase de animales acuáticos conocidos también como escorpiones marinos. Estos invertebrados estuvieron entre los depredadores más importantes de su tiempo y se extinguieron al final de la era Paleozoica. A pesar de la constatación de que no se trataba de una araña gigante, la nomenclatura científica no fue modificada.  

Megarachne Servinei Hunicken

Fósil de un escorpión acuático

  

Una particularidad botánica la constituía la presencia de un ejemplar de guayacán, teniendo en cuenta que su área de influencia era el norte argentino o regiones tropicales. El árbol estaba compuesto de un grueso tallo cuyas ramificaciones se extendían retorciéndose hasta encontrarse con otras partes para unirse y formar un solo haz de hojas pequeñas, minúscula flor amarilla y fruto de color marrón semejante a un haba, floreciendo y fructificando dos veces al año.

Sus hojas, frutos, semillas, e inclusive su corteza, habían sido utilizadas para tratar diferentes afecciones como tos, resfrío, reumatismo, dolores estomacales, neuralgias reumáticas y hasta para disipar coágulos de sangre producidos por golpes. De ahí que los pobladores lo denominaran el “árbol de la vida”. 

Ejemplar de guayacán

  

GUAYACÁN

Caesalpinia paraguariensis

Único ejemplar en la Provincia. Los pobladores

lo denominan “árbol de la vida” porque le atribuyen

 poderes curativos

 

Regresando hacia la Villa de Merlo, nos detuvimos un rato a mitad de camino, en el complejo Río Conlara, el balneario más importante de la provincia, desarrollado a partir del endicamiento del río homónimo, uno de los pocos del hemisferio sur que corrían de sur a norte, a partir de una falla tectónica, junto a la localidad de Santa Rosa de Conlara. 

Complejo Río Conlara

  

Dique del río Conlara

  

Los orígenes del pueblo se remontaban al surgimiento del oratorio a Santa Rosa, levantado en 1810. Manuel Antonio Salazar compró ese predio convirtiéndolo en una gran estancia, y después de un largo proceso de distribución de tierras iniciada por el entonces gobernador Don Justo Daract para habitar y desarrollar la región, fue fundado como tal el 7 de julio de 1858.

El nombre surgió de su Santa Patrona, Santa Rosa, en tanto que el aditamento “de Conlara”, se debió al poeta Antonio Esteban Agüero quien en una oportunidad la denominó de esa manera. Antiguamente la zona había sido habitada por los Comechingones que la llamaban Pisco Yacu. Pisco provenía de Piscko, que en lengua quechua significaba pájaro; y Yacu quería decir agua, aguada o manantial; es decir, “pájaro de agua”.

La otrora capilla había devenido en la Parroquia Santa Rosa de Lima, siendo la más alta de la provincia con cincuenta y siete metros de altura. Fue en 1896 en que se colocaría la piedra fundamental. De estilo neogótico, detalles renacentistas, un campanario, un reloj y una torre elevada como punto de referencia, ventanas moldeadas en vitreaux con motivos litúrgicos y la imagen de la virgen. 

Plaza Pringles en Santa Rosa de Conlara

  

Parroquia Santa Rosa de Lima

  

Imagen religiosa en Santa Rosa de Conlara

  

Y retomando la carretera arribamos a la Villa de Merlo antes de que se pusiera el sol.

 

Regresando a la Villa de Merlo 

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