Nos pasaron
a buscar en un vehículo macizo pero ágil, capaz de transitar por un camino
sinuoso y muy escarpado, denominado Los Linderos, en referencia a los cerros
que lindaban con el Champaquí.
A medida que
avanzábamos, la vegetación iba cambiando, pasando de los pinares a la paja
brava, garabatos, tabaquillos, talas y molles. Además, en el camino se podían
ver ruinas pertenecientes a los comechingones, antiguos habitantes de esas
tierras.
En gran parte del trecho anduvimos a los saltos, con riesgo de que nuestras cabezas chocaran con el techo del vehículo. De hecho, una de las guías llevaba un cuello ortopédico a causa de un accidente de ese tipo, sufrido en el viaje anterior. Pese a ese movimiento, Martín no se privó de tomar mate con los demás pasajeros.
Martín compartiendo el mate con
otros pasajeros
Durante el recorrido hicimos varias paradas destinadas a hacer avistamiento de algunas águilas que revoloteaban a escasa distancia, y de lagartijas, que se cruzaban constantemente. Si bien no los vimos, los guías nos indicaron que en la zona podían encontrarse yararás, corales, pumas, zorros, cuises, y, además, aves como calandrias y zorzales, una variedad de insectos como moscas verdes, hormigas, tábanos, vinchucas, y hasta la araña denominada viuda negra. Junto a todos ellos había una gran cantidad de animales domésticos como gallinas, gansos, pavos, vacas, caballos, mulas, burros, ovejas, cabras y perros, los que impidieron que Martín bajara de la camioneta.
Martín se mantuvo dentro del vehículo
junto a una de las guías por temor a los animales domésticos
Pronto llegamos a un punto cercano a los 2.700 m.s.n.m., donde todos nos bajamos y pudimos observar parte de los valles circundantes.
Vista de los valles circundantes
desde el cerro Champaquí
Las Sierras
Grandes constituían el Cordón Central de los tres pertenecientes a las Sierras
Pampeanas que se encontraban en la provincia de Córdoba, y su surgimiento se
explicaba como consecuencia de un plegamiento de la corteza terrestre que
produjo la emergencia de masa granítica en el Paleozoico. Al provenir el
impulso desde el oeste, determinó que las pendientes occidentales fueran más
abruptas que las orientales, más suaves y atenuadas. En el sector sur se encontraban
las sierras de Achala hasta el Champaquí, donde comenzaban las sierras de
Comechingones, cuyo filo era el límite entre las provincias de Córdoba y San
Luis.
El cerro Champaquí era parte del batolito de Achala, unidad geológica perteneciente a las Sierras Pampeanas cordobesas. Estaba compuesto por rocas ígneas plutónicas graníticas, es decir, rocas que se generaban por la cristalización de un magma que no fue arrojado a la superficie, sino que permaneció dentro de la corteza que le dio origen. Fue perdiendo su temperatura lentamente, de manera que se dieron procesos químicos y físicos que permitieron que sus minerales se desarrollaran con muchas particularidades, como por ejemplo las grandes láminas de mica blanca. Esas rocas fueron arrancadas de la profundidad y puestas en superficie debido a grandes esfuerzos provocados por otros movimientos de placas que han ido acomodando el tablero de los terrenos geológicos como si fueran piezas de un rompecabezas y el último empujón importante lo recibió de los Andes, diez millones de años atrás. Como consecuencia, tanto de fenómenos químicos como físicos, el cerro también contaba con rocas metamórficas, destacándose las vetas de mármol blanquecino.
SR. TURISTA
UD. ESTÁ EN LA RESERVA HÍDRICA PROVINCIAL “ACHALA”
Aquí nacen la mayoría de los ríos que abastecen de
agua a Córdoba
y es el hábitat natural de gran variedad de especies
animales y vegetales de singulares características.
ES IMPORTANTE SABER QUE:
. Transita por propiedades privadas que merecen
respeto:
no deje basura, ni pinte piedras, ni corte alambres,
y deje las tranqueras en el estado en que las
encuentre a su paso.
. Está prohibido encender fuego. En caso de necesidad,
utilice calentadores.
Las sierras entrañan múltiples riesgos. No subestime
los cambios climáticos sorpresivos,
y verifique los horarios de ascenso y descenso para
contar con luz natural suficiente.
. Está prohibido el tránsito vehicular por senderos o
zonas desprovistas de sendas,
dentro de la Reserva Hídrica Provincial Achala.
Sólo se permiten en caminos secundarios de las redes
nacionales y provinciales.
. La Provincia cuenta con “Prestadores de Turismo
Alternativo” habilitados para su seguridad.
Ante dudas o temores, no se aventure. Vuelva otro día
acompañado por uno de ellos (www.cordobaturismo.gov.ar).
Ante una emergencia debe comunicarse con el teléfono
03546-485050
Bomberos Yacanto de Calamuchita.
Disfrutemos de la naturaleza con seguridad.
Todos somos responsables de nuestros actos.
Martín juntando piedritas cerca de
la cima del cerro Champaquí
Faltaban poco más de ciento cincuenta metros para llegar a la cima máxima de Córdoba, donde encontraríamos un busto del General San Martín y una cruz en el punto más alto. Al pie de esa superficie rocosa había una planicie, que sería nada menos que la boca de un volcán apagado. Además, existía una pequeña laguna, que posiblemente fuera el origen del nombre del cerro, ya que Champaquí se traduciría como “Agua de la Cumbre”, debido a que “cha” significaba agua, “ampa” era arroyo, y “qui” equivalía a punta, cima o cumbre. Pero ese tramo sólo podía llevarse a cabo en una caminata de alrededor de cuarenta minutos en buen estado físico y con guías, ya que era muy peligroso. Además de los efectos de la baja presión atmosférica a causa de la altura, el sendero serpenteaba entre paredes de rocas, pastos naturales, paja brava y helechos; pero a medida que se ascendía la trepada debía realizarse por escarpados vericuetos de piedras lisas con inclinaciones de hasta 45°.
Trayecto sumamente peligroso hasta
la cima
Así que cuando me describieron la situación, decidí quedarme a contemplar el paisaje desde donde estaba, junto con Martín y otras personas que tampoco estaban en condiciones de continuar.
Martín prefirió esperar dentro de la camioneta a que regresaran los que subirían hasta la cumbre
Omar y yo
decidimos continuar caminando unos metros más, hasta tanto las condiciones del
medio y de nuestros físicos lo permitieran, y de pronto una densa niebla lo
invadió todo, hasta el punto de no poder ver nada. Y fue entonces que recordé
un pasaje del libro “La Importancia de
Vivir”, de Lin Yutang, que decía así:
“Me atrevo a sugerir que hay otra manera de
viajar, viajar para no ver nada ni a nadie, sino las ardillas y las ratas
almizcleras y los picamaderos y los árboles y las nubes.”
Omar en soledad contemplando
las nubes
“Una amiga mía, una dama norteamericana, me
contó cómo fue con algunos amigos chinos a una colina en las cercanías de
Hangchow, con el fin de no ver nada.”
Nosotros subimos al
Chimborazo “con el fin de no ver nada”
“Era una mañana brumosa, y al subir la colina la niebla se hacía cada vez más densa. Se oía el suave golpeteo de las gotas de humedad en la hierba. No se vía más que la niebla.”
Junto a Omar disfrutando de
los suaves sonidos de las alturas
“La dama norteamericana estaba desalentada. ‘Pero tiene que seguir con nosotros; hay una vista maravillosa allí en lo alto’, insistieron sus amigos chinos. Siguió subiendo, y al cabo de un rato vio a la distancia una peña muy fea, envuelta en nubes, que había sido anunciada como una gran vista. ‘¿Qué es eso?’, preguntó. ‘Es el Loto Invertido’, respondieron sus amigos.”
Con
Omar junto a una peña cubierta de nubes, tal cual en las montañas chinas
“Algo mortificada, se disponía a emprender el
descenso. ‘Pero hay una vista aún más maravillosa desde la cima’, le dijeron.
Tenía ya empapado el vestido, pero había renunciado a la lucha y siguió el
ascenso. Por fin llegaron a la cumbre. Les rodeaba por todas partes un conjunto
de nieblas y brumas, apenas visible en el horizonte el contorno de lejanas
montañas. ‘Pero si aquí no hay nada que ver’, protestó mi amiga.”
Aquí no hay nada que ver…
“’Precisamente; subimos para no ver nada’, le
respondieron sus amigos chinos.”
Subimos para no ver nada…
A nosotros nos
pareció maravillosa la bruma que “no nos
dejaba ver nada”. Era una sensación muy especial con su silencio y sus
delicados sonidos que quienes habitamos en una gran ciudad no estábamos
acostumbrados a vivir. Sin embargo, cuando regresaron quienes habían hecho cumbre,
tal cual la amiga norteamericana de Lin Yutang, se mostraron decepcionados
porque se les había dicho que se podían ver no sólo los valles de Calamuchita y
de Traslasierra, sino la sierra de Conlara en San Luis e incluso la ciudad de
Villa Dolores, pero desde ya, que eso era posible sólo en días despejados.
En medio de esa densa niebla comenzamos el descenso
En el camino nos cruzamos con varios cuatriciclos
Camino sinuoso y deteriorado por las lluvias
Algunas de las especies vegetales que
podían encontrarse eran las hierbas medicinales como la carqueja y la salvia,
entre otras; y cerca de los ríos y arroyos había variedades de helechos y
menta. También abundaba la dedalera que proporcionaba una sustancia valiosa
para el tratamiento de las válvulas cardíacas y de la hipertensión, por lo que
los comechingones la empleaban en las infusiones para aumentar la intensidad
del latido del corazón en las regiones altas; pero también era extremadamente
tóxica, por lo que se hacía riesgosa su ingestión. En las zonas más altas había
“cola de quirquincho”, planta a la
cual se le atribuían propiedades afrodisíacas. Y entre los árboles era muy
abundante el tabaquillo, también conocido como “el señor del Champaquí”, que se destacaba por su silueta tortuosa,
de madera quebradiza, muy utilizada como combustible por lo que estaba mermando
notablemente.
Variedad de plantas medicinales en la ladera del Champaquí
Hacia la periferia de esa zona, la ganadería tenía mucha importancia ya que los faldeos estaban cubiertos de pastos naturales. Los céspedes más tiernos, como lo eran los de altura, habían disminuido debido a la invasión de las pajas duras, que los lugareños solían incendiar para que los animales llegaran con sus hocicos hasta el césped y porque del fuego se salvaba el muñón y su retoño fresco servía de forraje en los períodos de sequía. Pero esa práctica, cuestionable desde varios puntos de vista, se había restringido debido a que la quema ponía en riesgo las plantaciones de coníferas.
La ganadería era importante en Los Linderos
La quema de los pastos ponía en riesgo las plantaciones
de coníferas
La subida al Champaquí nos había
impactado muchísimo, tanto por el paisaje como por las sensaciones vividas en
las cercanías de la cima, aunque estábamos sumamente cansados por el traqueteo
del camino y por la caminata bajo los efectos de la altura, así que habíamos
pensado en comprar algo para conformar a Martín y no salir a cenar. Pero al
llegar a la posada, nos encontramos con la grata sorpresa de que el dueño, a
modo de despedida de todos los turistas que habíamos pasado allí el fin de
semana largo, había preparado nada menos que pollo al disco de arado. ¡Un
manjar!
El dueño de la posada cocinando en el disco de arado
Pechugas de pollo cociéndose en el disco de arado
A la mañana siguiente, ya martes de
Carnaval, el día estuvo espectacular y lo aprovechamos para descansar en la
posada hasta bien entrada la tarde en que emprenderíamos el regreso a casa.
Descansamos en la posada en un día espectacular
Omar haciendo sus anotaciones
A pesar del día soleado, estaba fresco para la pileta
La del centro, era nuestra habitación
El miércoles 9 de marzo a primera hora de la mañana llegamos a Buenos Aires, listos para comenzar un nuevo ciclo lectivo, muy contentos, y, sobre todo, muy cargados de energía.
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