domingo, 18 de diciembre de 2022

Al cerro Champaquí

  El principal objetivo al visitar Yacanto de Calamuchita era ascender al cerro Champaquí, el que habíamos divisado desde Yacanto de Traslasierra apenas un mes y medio antes, ya que se ubicaba en el sector sur de las sierras de Córdoba, conocido como Sierras Grandes. Enclavado en el cordón Comechingones, era el más alto de la geografía cordobesa alcanzando los 2.884 m.s.n.m.

Nos pasaron a buscar en un vehículo macizo pero ágil, capaz de transitar por un camino sinuoso y muy escarpado, denominado Los Linderos, en referencia a los cerros que lindaban con el Champaquí.

A medida que avanzábamos, la vegetación iba cambiando, pasando de los pinares a la paja brava, garabatos, tabaquillos, talas y molles. Además, en el camino se podían ver ruinas pertenecientes a los comechingones, antiguos habitantes de esas tierras.

En gran parte del trecho anduvimos a los saltos, con riesgo de que nuestras cabezas chocaran con el techo del vehículo. De hecho, una de las guías llevaba un cuello ortopédico a causa de un accidente de ese tipo, sufrido en el viaje anterior. Pese a ese movimiento, Martín no se privó de tomar mate con los demás pasajeros.  

Martín compartiendo el mate con otros pasajeros

  

Durante el recorrido hicimos varias paradas destinadas a hacer avistamiento de algunas águilas que revoloteaban a escasa distancia, y de lagartijas, que se cruzaban constantemente. Si bien no los vimos, los guías nos indicaron que en la zona podían encontrarse yararás, corales, pumas, zorros, cuises, y, además, aves como calandrias y zorzales, una variedad de insectos como moscas verdes, hormigas, tábanos, vinchucas, y hasta la araña denominada viuda negra. Junto a todos ellos había una gran cantidad de animales domésticos como gallinas, gansos, pavos, vacas, caballos, mulas, burros, ovejas, cabras y perros, los que impidieron que Martín bajara de la camioneta. 

Martín se mantuvo dentro del vehículo junto a una de las guías por temor a los animales domésticos

  

Pronto llegamos a un punto cercano a los 2.700 m.s.n.m., donde todos nos bajamos y pudimos observar parte de los valles circundantes.  

Vista de los valles circundantes desde el cerro Champaquí

  

Las Sierras Grandes constituían el Cordón Central de los tres pertenecientes a las Sierras Pampeanas que se encontraban en la provincia de Córdoba, y su surgimiento se explicaba como consecuencia de un plegamiento de la corteza terrestre que produjo la emergencia de masa granítica en el Paleozoico. Al provenir el impulso desde el oeste, determinó que las pendientes occidentales fueran más abruptas que las orientales, más suaves y atenuadas. En el sector sur se encontraban las sierras de Achala hasta el Champaquí, donde comenzaban las sierras de Comechingones, cuyo filo era el límite entre las provincias de Córdoba y San Luis.

El cerro Champaquí era parte del batolito de Achala, unidad geológica perteneciente a las Sierras Pampeanas cordobesas. Estaba compuesto por rocas ígneas plutónicas graníticas, es decir, rocas que se generaban por la cristalización de un magma que no fue arrojado a la superficie, sino que permaneció dentro de la corteza que le dio origen. Fue perdiendo su temperatura lentamente, de manera que se dieron procesos químicos y físicos que permitieron que sus minerales se desarrollaran con muchas particularidades, como por ejemplo las grandes láminas de mica blanca. Esas rocas fueron arrancadas de la profundidad y puestas en superficie debido a grandes esfuerzos provocados por otros movimientos de placas que han ido acomodando el tablero de los terrenos geológicos como si fueran piezas de un rompecabezas y el último empujón importante lo recibió de los Andes, diez millones de años atrás. Como consecuencia, tanto de fenómenos químicos como físicos, el cerro también contaba con rocas metamórficas, destacándose las vetas de mármol blanquecino.  

SR. TURISTA

UD. ESTÁ EN LA RESERVA HÍDRICA PROVINCIAL “ACHALA”

Aquí nacen la mayoría de los ríos que abastecen de agua a Córdoba

y es el hábitat natural de gran variedad de especies animales y vegetales de singulares características.

ES IMPORTANTE SABER QUE:

. Transita por propiedades privadas que merecen respeto:

no deje basura, ni pinte piedras, ni corte alambres,

y deje las tranqueras en el estado en que las encuentre a su paso.

. Está prohibido encender fuego. En caso de necesidad, utilice calentadores.

Las sierras entrañan múltiples riesgos. No subestime los cambios climáticos sorpresivos,

y verifique los horarios de ascenso y descenso para contar con luz natural suficiente.

. Está prohibido el tránsito vehicular por senderos o zonas desprovistas de sendas,

dentro de la Reserva Hídrica Provincial Achala.

Sólo se permiten en caminos secundarios de las redes nacionales y provinciales.

. La Provincia cuenta con “Prestadores de Turismo Alternativo” habilitados para su seguridad.

Ante dudas o temores, no se aventure. Vuelva otro día acompañado por uno de ellos (www.cordobaturismo.gov.ar).

Ante una emergencia debe comunicarse con el teléfono 03546-485050

Bomberos Yacanto de Calamuchita.

Disfrutemos de la naturaleza con seguridad.

Todos somos responsables de nuestros actos.

 

 

Martín juntando piedritas cerca de la cima del cerro Champaquí

  

Faltaban poco más de ciento cincuenta metros para llegar a la cima máxima de Córdoba, donde encontraríamos un busto del General San Martín y una cruz en el punto más alto. Al pie de esa superficie rocosa había una planicie, que sería nada menos que la boca de un volcán apagado. Además, existía una pequeña laguna, que posiblemente fuera el origen del nombre del cerro, ya que Champaquí se traduciría como “Agua de la Cumbre”, debido a que “cha” significaba agua, “ampa” era arroyo, y “qui” equivalía a punta, cima o cumbre. Pero ese tramo sólo podía llevarse a cabo en una caminata de alrededor de cuarenta minutos en buen estado físico y con guías, ya que era muy peligroso. Además de los efectos de la baja presión atmosférica a causa de la altura, el sendero serpenteaba entre paredes de rocas, pastos naturales, paja brava y helechos; pero a medida que se ascendía la trepada debía realizarse por escarpados vericuetos de piedras lisas con inclinaciones de hasta 45°.   

Trayecto sumamente peligroso hasta la cima

  

Así que cuando me describieron la situación, decidí quedarme a contemplar el paisaje desde donde estaba, junto con Martín y otras personas que tampoco estaban en condiciones de continuar.   

Martín prefirió esperar dentro de la camioneta a que regresaran los que subirían hasta la cumbre

 

Omar y yo decidimos continuar caminando unos metros más, hasta tanto las condiciones del medio y de nuestros físicos lo permitieran, y de pronto una densa niebla lo invadió todo, hasta el punto de no poder ver nada. Y fue entonces que recordé un pasaje del libro “La Importancia de Vivir”, de Lin Yutang, que decía así:

“Me atrevo a sugerir que hay otra manera de viajar, viajar para no ver nada ni a nadie, sino las ardillas y las ratas almizcleras y los picamaderos y los árboles y las nubes.”  

Omar en soledad contemplando las nubes

  

“Una amiga mía, una dama norteamericana, me contó cómo fue con algunos amigos chinos a una colina en las cercanías de Hangchow, con el fin de no ver nada.”  

Nosotros subimos al Chimborazo “con el fin de no ver nada

  

“Era una mañana brumosa, y al subir la colina la niebla se hacía cada vez más densa. Se oía el suave golpeteo de las gotas de humedad en la hierba. No se vía más que la niebla.”  

Junto a Omar disfrutando de los suaves sonidos de las alturas

  

“La dama norteamericana estaba desalentada. ‘Pero tiene que seguir con nosotros; hay una vista maravillosa allí en lo alto’, insistieron sus amigos chinos. Siguió subiendo, y al cabo de un rato vio a la distancia una peña muy fea, envuelta en nubes, que había sido anunciada como una gran vista. ‘¿Qué es eso?’, preguntó. ‘Es el Loto Invertido’, respondieron sus amigos.”  

Con Omar junto a una peña cubierta de nubes, tal cual en las montañas chinas

  

“Algo mortificada, se disponía a emprender el descenso. ‘Pero hay una vista aún más maravillosa desde la cima’, le dijeron. Tenía ya empapado el vestido, pero había renunciado a la lucha y siguió el ascenso. Por fin llegaron a la cumbre. Les rodeaba por todas partes un conjunto de nieblas y brumas, apenas visible en el horizonte el contorno de lejanas montañas. ‘Pero si aquí no hay nada que ver’, protestó mi amiga.”  

Aquí no hay nada que ver…

  

“’Precisamente; subimos para no ver nada’, le respondieron sus amigos chinos.”  

Subimos para no ver nada…

 

A nosotros nos pareció maravillosa la bruma que “no nos dejaba ver nada”. Era una sensación muy especial con su silencio y sus delicados sonidos que quienes habitamos en una gran ciudad no estábamos acostumbrados a vivir. Sin embargo, cuando regresaron quienes habían hecho cumbre, tal cual la amiga norteamericana de Lin Yutang, se mostraron decepcionados porque se les había dicho que se podían ver no sólo los valles de Calamuchita y de Traslasierra, sino la sierra de Conlara en San Luis e incluso la ciudad de Villa Dolores, pero desde ya, que eso era posible sólo en días despejados.  

 

En medio de esa densa niebla comenzamos el descenso

 

 

En el camino nos cruzamos con varios cuatriciclos

 

 

Camino sinuoso y deteriorado por las lluvias

 

 

Algunas de las especies vegetales que podían encontrarse eran las hierbas medicinales como la carqueja y la salvia, entre otras; y cerca de los ríos y arroyos había variedades de helechos y menta. También abundaba la dedalera que proporcionaba una sustancia valiosa para el tratamiento de las válvulas cardíacas y de la hipertensión, por lo que los comechingones la empleaban en las infusiones para aumentar la intensidad del latido del corazón en las regiones altas; pero también era extremadamente tóxica, por lo que se hacía riesgosa su ingestión. En las zonas más altas había “cola de quirquincho”, planta a la cual se le atribuían propiedades afrodisíacas. Y entre los árboles era muy abundante el tabaquillo, también conocido como “el señor del Champaquí”, que se destacaba por su silueta tortuosa, de madera quebradiza, muy utilizada como combustible por lo que estaba mermando notablemente.

 

 

Variedad de plantas medicinales en la ladera del Champaquí

 

 

Hacia la periferia de esa zona, la ganadería tenía mucha importancia ya que los faldeos estaban cubiertos de pastos naturales. Los céspedes más tiernos, como lo eran los de altura, habían disminuido debido a la invasión de las pajas duras, que los lugareños solían incendiar para que los animales llegaran con sus hocicos hasta el césped y porque del fuego se salvaba el muñón y su retoño fresco servía de forraje en los períodos de sequía. Pero esa práctica, cuestionable desde varios puntos de vista, se había restringido debido a que la quema ponía en riesgo las plantaciones de coníferas. 

La ganadería era importante en Los Linderos

 

 

La quema de los pastos ponía en riesgo las plantaciones de coníferas

 

 

La subida al Champaquí nos había impactado muchísimo, tanto por el paisaje como por las sensaciones vividas en las cercanías de la cima, aunque estábamos sumamente cansados por el traqueteo del camino y por la caminata bajo los efectos de la altura, así que habíamos pensado en comprar algo para conformar a Martín y no salir a cenar. Pero al llegar a la posada, nos encontramos con la grata sorpresa de que el dueño, a modo de despedida de todos los turistas que habíamos pasado allí el fin de semana largo, había preparado nada menos que pollo al disco de arado. ¡Un manjar!

 

El dueño de la posada cocinando en el disco de arado

 

 

Pechugas de pollo cociéndose en el disco de arado

 

 

A la mañana siguiente, ya martes de Carnaval, el día estuvo espectacular y lo aprovechamos para descansar en la posada hasta bien entrada la tarde en que emprenderíamos el regreso a casa.  

Descansamos en la posada en un día espectacular

 

 

Omar haciendo sus anotaciones

 

 

A pesar del día soleado, estaba fresco para la pileta

 

 

La del centro, era nuestra habitación

 

 

El miércoles 9 de marzo a primera hora de la mañana llegamos a Buenos Aires, listos para comenzar un nuevo ciclo lectivo, muy contentos, y, sobre todo, muy cargados de energía. 

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