martes, 27 de diciembre de 2022

Navegando entre cocodrilos

 Una agencia de turismo nos había ofrecido un safari con cocodrilos, pero no nos aclararon las características de la embarcación, por lo que se nos presentaron algunas dudas, pero finalmente allí fuimos Sonia, Clarita y yo.

Era el lunes 25 de julio a la mañana y no había más pasajeros que nosotras, lo que no dejaba de ser arriesgado, ¡ya que los cocodrilos no tendrían a nadie más para alimentarse!!!!!

En una camioneta llegamos al embarcadero. Vimos que a ningún guía le faltaban partes de sus cuerpos, y eso nos dio confianza. Y cuando subimos a la embarcación, nos tranquilizamos del todo. Era un catamarán muy seguro y estable.

Comenzamos la navegación por el río Tárcoles muy lentamente. En una primera etapa fuimos viendo la avifauna, que se presentaba abundante y variada…    

Durante la navegación pudimos observar la avifauna

  

El río Tárcoles se encontraba al noroeste de San José por lo que tenía pendiente hacia el Pacífico. Su lecho era de barro, por lo que sus aguas no eran demasiado claras.

Al principio no veíamos ningún cocodrilo, hasta que de pronto…, muy cerca de la margen izquierda, apareció el primero nadando plácidamente.   

Primer cocodrilo que vimos en el río Tárcoles

  

El Tárcoles, cerca de la playa Herradura y Jacó en el Pacífico, era uno de los ríos más poblados de cocodrilos del mundo.  

Una hembra se acercó a la ribera buscando comida

  

Según el guía la hembra que se acercaba a la playa buscando alimento era Fernanda, siendo bastante mansita pero angurrienta. Y el conductor de la embarcación, se bajó descalzo y la convidó con un cuarto de pollo que devoró inmediatamente. 

Capitán de la nave alimentando a la cocodrila Fernanda

  

Pero a Fernanda no le alcanzó con una sola porción, y en el término de unos minutos, se comió un pollo entero.  

Fernanda continuó comiendo pollo

 

Navegamos un buen rato, mientras a nuestro lado aparecían nuevos ejemplares de cocodrilos de diferentes tamaños. Pero, además, estábamos disfrutando de un maravilloso día de sol, sin otro sonido que el canto de algunas aves. ¡Y se hacía aún más placentero saber que era un lunes a la mañana! 

Navegando por las aguas tranquilas del río Tárcoles

  

En estas aguas la National Geographic había filmado un documental con el fin de estudiar y grabar el comportamiento de los cocodrilos americanos de hasta siete metros de longitud. 

¡Y allí iba otro más…!

  

Y de pronto apareció Shakira, una cocodrila jovencita y movediza, que parecía bailar en el agua. El guía nos dijo que por eso le habían puesto ese nombre. No se quedaba quieta ni un segundo, entonces la atrajeron golpeando el pollo contra la embarcación, y rápidamente se acercó para comérselo. 

El guía alimentando a la cocodrilita Shakira 

 

El muchacho les daba de comer como si fueran perritos. Él parecía muy tranquilo, sin embargo, nos aclararon que los cocodrilos pequeños eran los más peligrosos, no solo por su comportamiento de cachorros, sino porque tenían mucha agilidad y velocidad en el agua. Contrariamente, los más grandes, y en especial si eran viejos, conservaban la calma y no tenían reacciones tan inesperadas. Y que, en una oportunidad, la cocodrila Shakira había intentado morder a quien le estaba dando de comer... 

La cocodrila Shakira con medio pollo en la boca

  

A nosotras nos preocupaba que al muchacho le pasara algo teniendo en cuenta las características de los animales, el suelo de barro y que estuviera descalzo; además, que siendo el capitán no pudiéramos rescatarlo. Pero el guía nos aclaró que él también podía conducir y en un caso extremo podría trasladarlo para una atención médica de emergencia. De todos modos, nuestra producción de adrenalina estaba en su punto más alto. 

Más pollo para la insaciable Shakira

 

Y después de mucho buscarlo, apareció Bin Laden, llamado así por ser muy malo y difícil de encontrar. Él sí era muy grande y en ningún momento se acercó a las riberas. 

El cocodrilo Bin Laden, siempre lejos de las playas

  

Más tarde nos desviamos por un canal secundario, muy parecido a los paseos por el Delta del Paraná en Argentina, y allí el mayor atractivo fue la exuberancia de la vegetación y el aumento de aves y de otros animales costeros. 

Paseo por un afluente del Tárcoles


Lamentablemente, además de su suelo fangoso, este río no tiene claras sus aguas por ser el principal desagüe del Valle Central, donde habita más de la mitad de la población costarricense. Y cada segundo se vierten 3200 litros de aguas negras a la cuenca del Tárcoles. Y en esto también se asemeja a la cuenca del Paraná. 

A medida que avanzábamos el canal se hacía más angosto

  

En las márgenes se presentaban manglares que servían para el escondite y apareamiento de varias especies, entre ellos, los cocodrilos. 

Cercanos al mar había manglares

  

En la abundante flora habitaban muchas aves como halcones, águilas, garzas, monos y diferentes reptiles e insectos. Y allí se sentía que era muy apropiado relacionar a Costa Rica con la frase “pura vida”. 

Costa Rica era en verdad PURA VIDA

 

Ingresamos lo más que pudimos entre la enmarañada vegetación para poder escuchar a los pájaros con mayor nitidez. El guía nos iba indicando mediante dibujos los diferentes tipos de aves, y él podía reconocer el gorjeo de cada uno. 

 

Concierto de pájaros en el bosquecito

  

Y mirando hacia el suelo, en medio del barro y entre las ramas caídas, pudimos encontrar hermosos cangrejos tratando de mimetizarse con el medio.   

Cangrejito en el lodo

  

Retomamos el curso principal del Tárcoles y llegamos hasta su desembocadura en el mar. Ese era el lugar, donde, los cocodrilos machos, iban a curar con agua salada sus heridas, producto de sus peleas por una hembra. Y si ellos, que imagino cuán profundas serían, obtenían buenos resultados, qué mejor para nosotros continuar utilizando agua con sal para dolencias menores, y no todas las demás soluciones que la industria farmacéutica nos quería imponer. 

Desembocadura del río Tárcoles en el océano Pacífico

 

Pero al acercarnos a una especie de punta que salía al mar, nos encontramos con un gran basural. Y si eso no se recuperaba, lamentablemente esta cuenca se convertirá en pura muerte. 

Basural en la desembocadura del Tárcoles

  

Ya llegando al mediodía, volvimos al embarcadero donde dedicamos unos minutos a comprar recuerdos relacionados con todo lo que habíamos visto, en especial con motivos de cocodrilos.   

Clarita con el guía en el catamarán llegando al embarcadero

 

Y desde allí nos dirigimos a Jacó donde pudimos solazarnos con la impactante imagen de esa playa del Pacífico, océano que mostraba exactamente lo contrario a su nombre, a través de sus corrientes y oleaje. 

Fuerte oleaje en el océano Pacífico

 

Julio era un mes de temporada baja en Costa Rica ya que coincidía con la época de lluvias, tornados y huracanes. Era por eso, que las playas no estaban muy cargadas de gente como solía ocurrir en el período seco.   

Playa de Jacó en temporada baja

 

Jacó era una playa muy concurrida sobre todo por extranjeros, con la particularidad de tener más diversiones que otras de la región. Y a pesar de eso, existía la posibilidad de encontrar alojamiento para todos los bolsillos. 

Gran oferta hotelera en Jacó

  

Sonia y Clarita se dieron un chapuzón mientras yo preferí caminar descalza por el borde del mar y tomar fotografías. Y cuando ya estaba avanzando la tarde, nos esperaba una mesa servida con una contundente comida típica de ese pequeño pero diverso país. 

Típica mezcla de carne de vaca y pescado, fideos y arroz

 

Fue un viaje espectacular, no solo por lo exótico de la navegación entre cocodrilos, sino por habernos podido relajar en un ambiente natural tan lleno de vida.

 

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