Después de una breve estancia en Panamá, junto con Sonia y Clarita, debía continuar viaje a San José de Costa Rica para asistir al Encuentro de Geógrafos de América Latina.
Y debido al intenso calor y humedad, me presenté en el Aeropuerto Internacional de Tocumen con mi musculosa que tenía la inscripción “I LOVE PANAMA” y mi sombrero de paja, algo sumamente informal para la ocasión.
Con mi musculosa alusiva al país y mi sombrero de paja
Todo venía bien hasta
que comenzaron a realizar los controles de migraciones.
Sonia y Clarita
pasaron sin problemas, pero cuando chequearon mi pasaporte, detectaron que no
tenía el sello de ingreso al país.
Al principio pensaron
que sería una omisión del empleado encargado de realizar esa parte del trámite,
pero, al buscar por diversos sitios, confirmaron que no existía ningún registro
de mi entrada al país.
Fue así que cambiaron su
actitud, comenzaron a mirarme con caras de no muy buenos amigos, y custodiada
por media docena de agentes, me llevaron a un cuartito aparte donde comenzó un incisivo
interrogatorio.
Yo expliqué que había
llegado unos días antes, como escala rumbo a San José, di los motivos de mi
viaje, y aduje a que había estado descompuesta durante el vuelo desde Buenos
Aires, por lo que había pasado por el baño, y que como estaba mareada después me
había recostado en uno de los asientos hasta recuperarme, y que en el camino de
egreso del aeropuerto no había encontrado ningún tipo de control. A todo esto, ellos
interpretaron que había estado borracha.
Entonces me
preguntaron dónde me había alojado, esperando, sin duda, una respuesta ambigua,
o bien, a partir de mi vestimenta que no ayudaba a la situación, que hiciera
mención a algún albergue barato. Pero se sorprendieron totalmente, cuando les
indiqué que lo había hecho en el hotel Paitilla Inn de cuatro estrellas.
Como era de esperar,
llamaron inmediatamente al hotel para confirmar no solo mi estadía sino, además,
mi comportamiento. Y ante una respuesta positiva, nuevamente les cambió la
cara, pero esta vez, para mejor.
Estaban perplejos, pero reconocieron que el descuido había sido de ellos por retirarse de las ventanillas prematuramente. Y después de una deliberación y de varias consultas a sus superiores, decidieron no sellarme la salida, diciéndome enfáticamente: - “Recuerde señora, ¡usted nunca estuvo en Panamá…!!!!!!
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