domingo, 25 de diciembre de 2022

¡Yo nunca estuve en Panamá…!

 Después de una breve estancia en Panamá, junto con Sonia y Clarita, debía continuar viaje a San José de Costa Rica para asistir al Encuentro de Geógrafos de América Latina.

Y debido al intenso calor y humedad, me presenté en el Aeropuerto Internacional de Tocumen con mi musculosa que tenía la inscripción “I LOVE PANAMA” y mi sombrero de paja, algo sumamente informal para la ocasión. 

Con mi musculosa alusiva al país y mi sombrero de paja

 

Todo venía bien hasta que comenzaron a realizar los controles de migraciones.

Sonia y Clarita pasaron sin problemas, pero cuando chequearon mi pasaporte, detectaron que no tenía el sello de ingreso al país.

Al principio pensaron que sería una omisión del empleado encargado de realizar esa parte del trámite, pero, al buscar por diversos sitios, confirmaron que no existía ningún registro de mi entrada al país.

Fue así que cambiaron su actitud, comenzaron a mirarme con caras de no muy buenos amigos, y custodiada por media docena de agentes, me llevaron a un cuartito aparte donde comenzó un incisivo interrogatorio.

Yo expliqué que había llegado unos días antes, como escala rumbo a San José, di los motivos de mi viaje, y aduje a que había estado descompuesta durante el vuelo desde Buenos Aires, por lo que había pasado por el baño, y que como estaba mareada después me había recostado en uno de los asientos hasta recuperarme, y que en el camino de egreso del aeropuerto no había encontrado ningún tipo de control. A todo esto, ellos interpretaron que había estado borracha.

Entonces me preguntaron dónde me había alojado, esperando, sin duda, una respuesta ambigua, o bien, a partir de mi vestimenta que no ayudaba a la situación, que hiciera mención a algún albergue barato. Pero se sorprendieron totalmente, cuando les indiqué que lo había hecho en el hotel Paitilla Inn de cuatro estrellas.

Como era de esperar, llamaron inmediatamente al hotel para confirmar no solo mi estadía sino, además, mi comportamiento. Y ante una respuesta positiva, nuevamente les cambió la cara, pero esta vez, para mejor.

Estaban perplejos, pero reconocieron que el descuido había sido de ellos por retirarse de las ventanillas prematuramente. Y después de una deliberación y de varias consultas a sus superiores, decidieron no sellarme la salida, diciéndome enfáticamente: - “Recuerde señora, ¡usted nunca estuvo en Panamá…!!!!!!

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