jueves, 29 de diciembre de 2022

Caminando por el cráter del Irazú

    Con Sonia y Clarita contratamos un vehículo y una mañana temprano fuimos al Parque Nacional Volcán Irazú, que se encontraba cerca de la ciudad de Cartago a unos treinta kilómetros al nordeste de San José.     

Parque Nacional Volcán Irazú

  

Ingresamos al Parque por una gran explanada de altura, con una formación vegetal característica del páramo pluvial subalpino, zona de vida que se desarrollaba a alturas superiores a los 3.300 m.s.n.m., típica de las regiones andinas. Pero en la Cordillera Volcánica Central, era el único lugar con ese tipo de bioma.   

Páramo pluvial de altura en el Irazú

 

Se trataba de una zona de gran importancia hidrológica porque allí nacían varios afluentes de las cuencas de los ríos Chirripó, Reventazón, Sarapiquí y Grande de Tárcoles, donde habíamos navegado con los cocodrilos. 

Lugar de nacientes de los principales ríos costarricenses

 

El Irazú era un volcán activo con una larga historia de ciclos eruptivos. El origen de su nombre de debía a un poblado indígena que existió en las faldas del volcán llamado Iztarú, que significaba cerro del temblor o cerro del trueno. A través de los años, por comunicación verbal, el nombre se modificó y derivó en Irazú. Los españoles lo llamaban volcán de Cartago y también se lo conocía como Santa Bárbara Mortal de la Naturaleza.   

Uno de los cráteres del Irazú

  

El Irazú era un estratovolcán, con capas de diferentes materiales, de 3.432 metros de altitud, el punto más alto de Costa Rica. Presentaba la particularidad de que en días despejados se podían ver desde su cima, borde oeste del cráter principal, tanto el océano Pacífico como el Atlántico; y con largavistas, hasta el lago Nicaragua. Pero nosotras no lo logramos.

Tenía características estrombolianas, con erupciones violentas y cinco cráteres bien diferenciados. Los más importantes por su actividad reciente eran el Cráter Principal que era casi circular, con paredes muy inclinadas y una laguna de color turquesa, el Cráter Diego de La Haya, el Playa Hermosa, La Laguna y el Piroclástico. 

Laguna turquesa en el Cráter Principal

 

 

Existían bosques de roble encino en el sector atlántico del volcán, y parches de vegetación primaria en la zona de vida bosque pluvial montano, en las márgenes de los ríos en el sector noreste del cráter principal con especies como el roble negro, salvia, matagente, lorito, escalonia, lengua de vaca y sombrilla de pobre, entre otras especies.   

 

Vegetación en el interior del Cráter Principal

 

 

Caminamos un buen rato pero yo quería tener una visión más cercana de la laguna turquesa, así que a pesar del temor que le generé a Sonia, transgredí las normas, pasé el cerco de lo permitido y me metí de lleno en el interior del cráter, solo protegida por la vegetación. Y así pude tomar otra fotografía con mayores detalles. 

 

 

¡Desde el cráter mismo!

 

El Cráter Principal tenía una profundidad de trescientos metros y un diámetro de mil cincuenta metros, y a esa altura el clima era frío con una estación seca entre diciembre y abril, y otra lluviosa entre mayo y noviembre. Era frecuente que las mañanas fueran despejadas y que la nubosidad aumentara en el transcurso del día.

Ya estaba avanzando la mañana, y además del viento, que había sido constante, había comenzado a caer una pequeña garúa, así que antes de mojarnos más, decidimos bajar a la ciudad de Cartago. 

 

 

En el mirador del Cráter Principal

  

Debido a la altitud, la deforestación y la actividad volcánica, la diversidad de animales era relativamente baja. Entre la avifauna destacaban especies como el junco volcanero, el carpintero careto, el jilguero, la lechucita parda, y varias especies de colibrís. Entre los mamíferos podían verse conejos del monte, coyotes, armadillos, puercoespines, comadrejas, ardillas… Y variedad de insectos. En el camino hacia la salida del Parque se nos cruzaron algunas orugas y otros bichitos inofensivos.

 

Pequeña oruga en el Parque Nacional Irazú

 

 

La actividad del volcán Irazú se ha documentado desde 1563, al inicio de la colonia española. El primer relato histórico sobre una erupción databa de 1723, cuando paralelamente provocó varios temblores. El 9 de agosto de 1962 se reinició la actividad y en marzo de 1963 se le dio el carácter de emergencia nacional. Esta actividad eruptiva se prolongó hasta 1965. Los enormes volúmenes de cenizas causaron cuantiosas pérdidas a la agricultura y ganadería y afectó a la salud de los habitantes del Valle Central. En la década del ‘90 había mantenido manifestaciones eruptivas, una de ellas provocando una avalancha que se deslizó hasta el cauce del río Sucio, en la carretera Braulio Carrillo. 

Producción agropecuaria al pie del Volcán Irazú otrora castigada por las cenizas

 

 

En ese paseo sentí una emoción especial. Estaba caminando por el cráter de semejante coloso. Tal vez tuviera una gran atracción por esos lugares por haber nacido y haberme criado en una gran ciudad de llanura, y casi todos admiramos  algo que no nos es cotidiano. O tal vez, porque mis abuelos provenían de los Apeninos y de los Alpes, y lleve en una memoria lejana el paisaje montañoso de mis ancestros.

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