Parque Nacional Volcán Irazú
Ingresamos al Parque por una gran explanada de altura, con una formación vegetal característica del páramo pluvial subalpino, zona de vida que se desarrollaba a alturas superiores a los 3.300 m.s.n.m., típica de las regiones andinas. Pero en la Cordillera Volcánica Central, era el único lugar con ese tipo de bioma.
Páramo pluvial de altura en el Irazú
Se trataba de una zona de gran importancia hidrológica porque allí nacían varios afluentes de las cuencas de los ríos Chirripó, Reventazón, Sarapiquí y Grande de Tárcoles, donde habíamos navegado con los cocodrilos.
Lugar de nacientes de los principales ríos costarricenses
El Irazú era un volcán activo con una larga historia de ciclos eruptivos. El origen de su nombre de debía a un poblado indígena que existió en las faldas del volcán llamado Iztarú, que significaba cerro del temblor o cerro del trueno. A través de los años, por comunicación verbal, el nombre se modificó y derivó en Irazú. Los españoles lo llamaban volcán de Cartago y también se lo conocía como Santa Bárbara Mortal de la Naturaleza.
Uno de los cráteres del Irazú
El Irazú era un estratovolcán,
con capas de diferentes materiales, de 3.432 metros de altitud, el punto más
alto de Costa Rica. Presentaba la particularidad de que en días despejados se podían
ver desde su cima, borde oeste del cráter principal, tanto el océano Pacífico
como el Atlántico; y con largavistas, hasta el lago Nicaragua. Pero nosotras no
lo logramos.
Tenía características estrombolianas, con erupciones violentas y cinco cráteres bien diferenciados. Los más importantes por su actividad reciente eran el Cráter Principal que era casi circular, con paredes muy inclinadas y una laguna de color turquesa, el Cráter Diego de La Haya, el Playa Hermosa, La Laguna y el Piroclástico.
Laguna turquesa en el Cráter Principal
Existían bosques de roble encino en el sector atlántico del volcán, y parches de vegetación primaria en la zona de vida bosque pluvial montano, en las márgenes de los ríos en el sector noreste del cráter principal con especies como el roble negro, salvia, matagente, lorito, escalonia, lengua de vaca y sombrilla de pobre, entre otras especies.
Vegetación en el
interior del Cráter Principal
Caminamos un buen rato pero yo quería tener una visión más cercana de la laguna turquesa, así que a pesar del temor que le generé a Sonia, transgredí las normas, pasé el cerco de lo permitido y me metí de lleno en el interior del cráter, solo protegida por la vegetación. Y así pude tomar otra fotografía con mayores detalles.
¡Desde el cráter
mismo!
El Cráter Principal tenía una
profundidad de trescientos metros y un diámetro de mil cincuenta metros, y a
esa altura el clima era frío con una estación seca entre diciembre y abril, y
otra lluviosa entre mayo y noviembre. Era frecuente que las mañanas fueran
despejadas y que la nubosidad aumentara en el transcurso del día.
Ya estaba avanzando la mañana, y además del viento, que había sido constante, había comenzado a caer una pequeña garúa, así que antes de mojarnos más, decidimos bajar a la ciudad de Cartago.
En el mirador del
Cráter Principal
Debido a la altitud, la
deforestación y la actividad volcánica, la diversidad de animales era
relativamente baja. Entre la avifauna destacaban especies como el junco
volcanero, el carpintero careto, el jilguero, la lechucita parda, y varias
especies de colibrís. Entre los mamíferos podían verse conejos del monte,
coyotes, armadillos, puercoespines, comadrejas, ardillas… Y variedad de insectos.
En el camino hacia la salida del Parque se nos cruzaron algunas orugas y otros
bichitos inofensivos.
Pequeña oruga en
el Parque Nacional Irazú
La actividad del volcán Irazú se ha documentado desde 1563, al inicio de la colonia española. El primer relato histórico sobre una erupción databa de 1723, cuando paralelamente provocó varios temblores. El 9 de agosto de 1962 se reinició la actividad y en marzo de 1963 se le dio el carácter de emergencia nacional. Esta actividad eruptiva se prolongó hasta 1965. Los enormes volúmenes de cenizas causaron cuantiosas pérdidas a la agricultura y ganadería y afectó a la salud de los habitantes del Valle Central. En la década del ‘90 había mantenido manifestaciones eruptivas, una de ellas provocando una avalancha que se deslizó hasta el cauce del río Sucio, en la carretera Braulio Carrillo.
Producción
agropecuaria al pie del Volcán Irazú otrora castigada por las cenizas
En ese paseo sentí una emoción especial. Estaba caminando por el cráter de semejante coloso. Tal vez tuviera una gran atracción por esos lugares por haber nacido y haberme criado en una gran ciudad de llanura, y casi todos admiramos algo que no nos es cotidiano. O tal vez, porque mis abuelos provenían de los Apeninos y de los Alpes, y lleve en una memoria lejana el paisaje montañoso de mis ancestros.
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